Los Chi­cos de la Calle

SUN CHIL­DREN. Irán, 2020. Un film de Majid Maji­di. 99 minutos

Cap­tan­do como muy poco rea­li­za­do­res el espí­ri­tu infan­til tal como lo demos­tra­ra en Chil­dren of Hea­ven (1997) y en The Color of Para­di­se (1999), Majid Maji­di abor­da en Sun Chil­dren un tema social que, como se anun­cia en los cré­di­tos ini­cia­les, está “dedi­ca­do a los 152 millo­nes de niños obli­ga­dos a rea­li­zar tra­ba­jos for­za­dos y a todos aqué­llos que luchan por sus derechos”.

Sha­mi­la Shir­zad Y Rooho­llah Zamani

La acción que trans­cu­rre en Tehe­rán enfo­ca en la pri­me­ra esce­na a Ali (Rooho­llah Zama­ni) un niño de 12 años que jun­to con su ami­go Abol­fa­zi (Abol­fa­zi Shr­zad) y otros dos cóm­pli­ces están roban­do los neu­má­ti­cos de coches ubi­ca­dos en un par­que de esta­cio­na­mien­to de un lujo­so cen­tro comer­cial; al ser sor­pren­di­dos huyen fre­né­ti­ca­men­te por la ciu­dad para no ser atra­pa­dos. Estos chi­cos prác­ti­ca­men­te no tie­nen fami­lia y viven de peque­ños deli­tos a fin de sobre­vi­vir; en el caso de Ali, la situa­ción es más dra­má­ti­ca al que­rer reu­nir el dine­ro sufi­cien­te para reti­rar a su madre (Tan­naz Taba­ta­baei) que está inter­na­da en una ins­ti­tu­ción psi­quiá­tri­ca y ocu­par­se de ella.

El dis­pa­ra­dor del rela­to se pro­du­ce cuan­do Ali tra­ba­jan­do a las órde­nes de Heshem (Ali Nasi­rian), un veci­nal jefe mafio­so, le es asig­na­do la tarea de encon­trar un teso­ro escon­di­do deba­jo de un cemen­te­rio que está conec­ta­do con un túnel sub­te­rrá­neo ubi­ca­do en el sub­sue­lo de Sun Chil­dren, una escue­la local. Este esta­ble­ci­mien­to es una ins­ti­tu­ción cari­ta­ti­va que se dedi­ca a ense­ñar a los humil­des chi­cos de la calle y a poten­cia­les delin­cuen­tes a fin de tener una edu­ca­ción que les per­mi­ta vis­lum­brar un por­ve­nir más alentador.

Para lograr su pro­pó­si­to, Ali y sus tres ami­gos soli­ci­tan al direc­tor de la escue­la (Ali Gha­beshi) de acep­tar­los como alum­nos, pero ante su reluc­tan­cia en hacer­lo el muy noble sub­di­rec­tor Rafie (Javad Ezza­ti) se apia­de de ellos y final­men­te son enro­la­dos. Cla­ro está que la asis­ten­cia esco­lar de los chi­cos es una excu­sa para que coman­da­dos por Ali pue­dan subrep­ti­cia­men­te acu­dir a exca­var el túnel del lugar para cum­plir su misión.

El guión del rea­li­za­dor escri­to con Nima Javi­di enfo­ca cómo el sis­te­ma de edu­ca­ción públi­ca de Irán con­ce­de poca o nula impor­tan­cia a sumi­nis­trar el apo­yo finan­cie­ro para que estos orga­nis­mos de cari­dad pue­dan fun­cio­nar sin nece­si­dad de tener que valer­se de alea­to­rias dona­cio­nes pri­va­das; eso se nota cla­ra­men­te cuan­do el pro­pie­ta­rio del edi­fi­cio de la escue­la recla­ma al direc­tor los pagos atra­sa­dos del arrien­do bajo ame­na­za de prohi­bir el fun­cio­na­mien­to de la escue­la. No menos impor­tan­te es la pin­tu­ra neo­rrea­lis­ta de Maji­di ilus­tran­do la misé­rri­ma situa­ción de chi­cos que a fal­ta de opcio­nes deben recu­rrir a cual­quier medio con tal de subsistir.

Simul­tá­nea­men­te con el pro­ble­ma social con­si­de­ra­do, la aven­tu­ra que gene­ra la exca­va­ción del túnel por par­te del gru­po insu­me con­si­de­ra­ble par­te del rela­to. Es ahí que el mis­mo resis­te cre­di­bi­li­dad al supo­ner que duran­te las horas de cla­se Ali y su gru­po se las inge­nian para exca­var el túnel clan­des­ti­na­men­te sin des­per­tar sos­pe­cha algu­na, tenien­do ade­más en cuen­ta los obs­tácu­los que deben afron­tar en esa difi­cul­to­sa tarea. Eso aún se tor­na más increí­ble dado que Abol­fa­zi y su her­ma­ni­ta Zara (Sha­mi­la Shir­zad) son inmi­gran­tes de Afga­nis­tán y corren el ries­go de ser envia­dos a un cam­po de refu­gia­dos en caso de que la audaz manio­bra pue­da ser descubierta.

Dejan­do de lado la obser­va­ción apun­ta­da y sin lle­gar a igua­lar­se con Los Olvi­da­dos (1950), una de las obras maes­tras del genial Luis Buñuel sobre simi­lar temá­ti­ca, el film de Maji­di adquie­re impor­tan­cia por ilus­trar una alar­man­te reali­dad social y sobre todo por haber con­ta­do con un elen­co no pro­fe­sio­nal de pre-ado­les­cen­tes que ofre­cen com­ple­ta auten­ti­ci­dad a la pre­ca­ria y dura exis­ten­cia de sus per­so­na­jes. Cabe men­cio­nar que por su bri­llan­te actua­ción Rooho­llah Zama­ni obtu­vo el mere­ci­do pre­mio Mar­ce­llo Mas­troian­nI para talen­tos emer­gen­tes otor­ga­do en el Fes­ti­val de Vene­cia 2020 en oca­sión de su estreno mun­dial. Jor­ge Gutman