BENEDETTA. Dir. Paul Verhoeven. Francia-Holanda. 2021. 126 minutos
Paul Verhoeven, bien conocido como un realizador, provocativo, desinhibido y alejado de cualquier convencionalismo social que implique actuar con corrección política, aplica sus usuales herramientas para abordar un drama histórico basado en hechos reales.
El guión del realizador escrito con David Birke centra su atención en Benedetta Carlini (1591 – 1661), una monja mística de la Italia renacentista, basado en el libro Immodest Acts (Actos Impúdicos) publicado en 1986 por la historiadora Judith C. Brown.
Las primeras imágenes ilustran el viaje que la niña Benedetta (Elena Blonka) realiza con sus padres (David Clavel y Clotilde Courau) hacia el convento ubicado en la villa toscana de Pescia. En el trayecto unos bandoleros salen a su encuentro apoderándose del collar de su madre, pero ella demostrando su devoción a la virgen logra recuperarlo mediante el primero de sus aparentes milagros divinos. Llegada al monasterio la pequeña, portando una virgen de madera, logra ser admitida como novicia por la madre superiora Felicita (Charlotte Rampling), previa entrega de una suma de dinero suministrada por su padre. Tras ese prólogo, la acción se desarrolla 18 años más tarde donde Benedetta (Virginie Efira) mantiene permanentes visiones de Jesucristo, en las que el redentor dirigiéndose a ella la besa como un acto de amor; asimismo, la monja sufre de frecuentes pesadillas y al despertar su cuerpo aparece con severas llagas debido a los estigmas experimentados como signo de la pasión de Cristo; ese fenómeno sobrenatural induce al obispo local (Olivier Rabourdin) a proclamarla abadesa, despojando a la Hermana Felicita de sus atributos quien no está convencida del misticismo de Benedetta.
El disparador de esta historia se produce a partir del momento en que Bartolomea (Daphne Patakia), una chica joven huyendo de su abusivo padre y hermanos, ingresa al convento y se siente atraída por Benedetta quien a su vez experimenta una sensación semejante; no transcurre mucho tiempo para que ambas se entreguen a un apasionado vínculo sexual. Cuando ese amor prohibido es descubierto por Felicita, ella se dirige a la ciudad de Florencia para denunciar lo que acontece; eso causa la intervención del nuncio papal (Lambert Wilson) que provocará la caída en desgracia de la abadesa.
Tal como el relato está expuesto, no queda claro el comportamiento de sus personajes sobre todo el de Benedetta; así no se sabe si realmente transmite la voluntad de Dios, evitando ‑por ejemplo- de que la ciudad de Pescia sea azotada por la peste negra de Europa, o si por el contrario su éxtasis es ficticio.
La yuxtaposición de la fe religiosa con la pasión del deseo carnal así como las intrigas suscitadas en el seno del convento en principio resultan fascinantes de apreciar; sin embargo es objetable la ausencia de sutilidad del realizador en el tratamiento de ciertas escenas; eso se manifiesta al estar ambas mujeres en el escusado del convento donde las flatulencias se dejan oír, así como cuando en la relación sexual Bartolomea aplica un consolador en la vagina de su amante para que ella logre un placentero orgasmo. En esas secuencias, decididamente prescindibles, se evidencia la intención de Verhoeven de conmocionar gratuitamente a la audiencia.
A pesar de las observaciones apuntadas, es importante destacar la impecable puesta escénica de Verhoeven, las magníficas interpretaciones de Efira y de la veterana Charlotte Rampling e igualmente la remarcable fotografía de Jeanne Lapoirie. Globalmente considerado, este film transgresor criticando el dogmatismo de la Iglesia atrae la atención aunque sin suscitar demasiado entusiasmo. Jorge Gutman