THE JUMP. Lituania-Letonia-Francia-Estados Unidos, 2020. Un film de Giedrė Žickytė. 84 minutos. Disponible en la plataforma de Cinéma du Parc (cinemaduparc.com)
Un hecho que alcanzó dominio público reflejando uno de los episodios acaecidos durante la Guerra Fría es lo que reseña el documental de la directora rusa Giedrė Žickytė quien centraliza su atención en la odisea experimentada por Simas Kudirka mediante un guión escrito que le pertenece junto a Josh Alexander como consultor del relato.
Conviene recordar que Lituania había sido anexada en 1940 por la Unión Soviética de la cual logró su independencia en 1991. Eso es importante teniendo en cuenta que lo que aquí se relata se originó el 23 de noviembre de 1970, día en que el marinero lituano Kudirka se encontraba en un barco soviético anclado frente a la costa Martha’s Vineyard, una isla ubicada al sur de Cape Cod en Massachusetts; allí efectuó un audaz salto hacia un buque de Estados Unidos a fin de lograr su libertad. Desafortunadamente el desertor fracasó en su intento porque el capitán de la guardia costera americana, obedeciendo instrucciones del Almirante Real William B. Ellis, lo entregó a los soviéticos. Esta lamentable decisión implicó que Kudirka fuese acusado de traidor al régimen y condenado a prisión en un gulag.
Al comenzar el relato la cámara de Žickyté enfoca al hoy día nonagenario Kudirka viviendo apaciblemente en Lituania, donde convertido en narrador y actor al mismo tiempo reproduce con minucioso detalle la manera en que efectuó el sorpresivo salto, las consecuencias de su deserción y su estancia por varios años en tenebrosas cárceles de la USRR. Simultáneamente, la realizadora valiéndose de importante material de archivo expone las reacciones producidas en EE. UU. a través de los distintos medios de difusión. Asimismo queda reflejado los esfuerzos de los activistas lituanos Daiva Kezys y Grazina Paegle, así como los del congresista Robert Hanrahan y la presión política del ex Secretario de Estado Kissinger hacia la Unión Soviética para lograr su libertad.
Cuando finalmente Kudirka es liberado en agosto de 1974, emigra con su esposa, madre e hijos a Estados Unidos arribando en principio a New Jersey para mudarse a Nueva York; posteriormente habrá de visitar diferentes lugares del país. Durante su estancia americana no disimula el asombro que le produce el gran contraste existente del lugar que dejó y su nuevo hogar; así considera que los americanos son gente rica que se dan el gusto de desperdiciar artículos de valor como es el caso de un televisor que él ha recogido del cesto de basura para su uso personal. No obstante su agradecimiento al país anfitrión donde pudo gozar de la amplia libertad de movimiento, con el paso de los años llegó a la conclusión de que el sueño americano es una mera idealización; es así que en 2007 decidió retornar con su señora a Lituania aunque sus hijos han seguido permaneciendo en Estados Unidos.
Este documental, que ciertamente asume el carácter de un buen thriller, testimonia a través de su protagonista la realidad vivida por muchos que como él han sido sojuzgados por el despótico régimen soviético; lo irónico de todo ello es que no son pocos los habitantes de los países que habiendo sido gobernados bajo influencia de la URSS sienten nostalgia del antiguo sistema.
La cineasta ha logrado un meticuloso documental agraciado por la carismática personalidad de Kudirka que sirve de inspiración para los millones de refugiados que hoy día añoran encontrar un lugar en el mundo, libres de cualquier escarnio y opresión. Para concluir, cabe distinguir la magnífica labor de montaje de Thomas Ernst y de Danielius Kokanauskis, permitiendo que la audiencia se compenetre intensamente en el desarrollo de los acontecimientos relatados. Jorge Gutman