La Cima de la Montaña

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

AU SOM­MET DE LA MON­TAG­NE Autor: Katory Hall – Tra­duc­ción: Edith Kabu­yat — Direc­ción: Cathe­ri­ne Vidal – Elen­co: Sha­ron James, Didier Lucien — Esce­no­gra­fía: Gene­viè­ve Lizot­te — Ves­tua­rio: Ange Blé­dia – Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Labrec­que – Músi­ca: Fran­cis Ros­sig­nol — . Video; Gas­pard Phi­liip­pe, Tho­mas Payet­te / mina­ri – Acce­so­rios; Carol-Anne Bour­gon Sicard —  Maqui­lla­je y Pei­na­do: Jus­ti­ne Denon­co­urt-Bélan­ger Dura­ción: 1h 40m, sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 26 de mar­zo de 2022 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Esta obra cuyo títu­lo ori­gi­nal inglés es The Moun­tain­top per­te­ne­ce a la escri­to­ra afro­ame­ri­ca­na Katory Hall que la con­ci­bió en 2007 y fue estre­na­da en 2009 en el West End de Lon­dres don­de fue con­sa­gra­da con el Pre­mio Oli­vier. Sin entrar a con­si­de­rar los méri­tos de la auto­ra que en 2021 obtu­vo el pres­ti­gio­so Pre­mio Pullitzer, lo cier­to es que la pie­za no alcan­za a satis­fa­cer las expec­ta­ti­vas aguardadas.

La obra se desa­rro­lla en la habi­ta­ción 306 del motel Lorrai­ne de la ciu­dad de Memphis don­de el Dr. Mar­tin Luther King (Didier Lucien), el inmor­tal ada­lid defen­sor de los dere­chos cívi­cos, ha deci­di­do per­noc­tar el 3 de abril de 1968, un día antes de su ase­si­na­to. En esa noche tor­men­to­sa King entra a su cuar­to un tan­to fati­ga­do des­pués de haber pro­nun­cia­do horas antes su legen­da­rio dis­cur­so “I’ve Been to the Moun­tain­top” (He esta­do en la Cima de la Mon­ta­ña).en una igle­sia local fren­te a un audi­to­rio de 300 per­so­nas. Antes de comen­zar a pre­pa­rar su pró­xi­ma alo­cu­ción soli­ci­ta a la recep­ción el ser­vi­cio a su habi­ta­ción de una taza de café. Pron­ta­men­te arri­ba la cama­re­ra Camae (Sha­ron James), una nue­va emplea­da del motel en su pri­mer día de tra­ba­jo; des­pués de un inter­cam­bio infor­mal, con dife­ren­tes excu­sas él la retie­ne en la pie­za y gra­dual­men­te se pro­du­ce una ama­ble con­ver­sa­ción sobre algu­nos aspec­tos socia­les. Si bien Camae apre­cia la labor rea­li­za­da por King, cues­tio­na su méto­do de la “no vio­len­cia” dado que ha lle­ga­do el momen­to de actuar más enér­gi­ca­men­te. Más allá de ese deba­te, la obra que comen­zó con un tono rea­lis­ta, gra­dual­men­te se trans­for­ma en una suer­te de come­dia fan­ta­sio­sa en la que sur­ge entre ambos un flir­teo casi al bor­de de una rela­ción román­ti­ca. El espec­ta­dor es quien habrá de con­si­de­rar has­ta dón­de fun­cio­na ver a estos dos per­so­na­jes jugan­do a tirar­se las almoha­das o bien con­tem­plar la enor­me car­ca­ja­da de Camae al obser­var que uno de los cal­ce­ti­nes de King está agujereado.

En su segun­da mitad, el rela­to adop­ta un rum­bo total­men­te inusi­ta­do al demos­trar que la cama­re­ra lle­gó a la habi­ta­ción del hués­ped con una agen­da pre­es­ta­ble­ci­da. Por razo­nes de dis­cre­ción resul­ta­ría impro­pio deve­lar lo que suce­de, sal­vo anti­ci­par que la dra­ma­tur­ga tra­ta de refle­jar la vul­ne­ra­bi­li­dad del his­tó­ri­co per­so­na­je enfren­tan­do su mortalidad.

Más allá de las bue­nas inten­cio­nes de Hall, la obra no alcan­za a cap­tar debi­da­men­te la dimen­sión huma­na del céle­bre acti­vis­ta. Sola­men­te en los últi­mos diez minu­tos la pie­za cobra enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca con un monó­lo­go de King diri­gi­do a la audien­cia en el que deja saber que sus sue­ños de lograr una cau­sa jus­ta e igua­li­ta­ria para todos y sin nin­gún tipo de dis­cri­mi­na­ción aún no han sido cumplidos.

Lucien y James sóli­da­men­te carac­te­ri­zan a sus per­so­na­jes cum­plien­do con lo que el tex­to les deman­da, con la úni­ca sal­ve­dad de la sobre­ac­tua­ción en algu­nas esce­nas de ten­sión que debe­rían haber sido mode­ra­das por par­te de la direc­to­ra Cathe­ri­ne Vidal.

Den­tro del mar­co de una pues­ta escé­ni­ca correc­ta, se dis­tin­gue la meri­to­ria esce­no­gra­fía de Gene­viè­ve Lizot­te y la des­lum­bran­te ilu­mi­na­ción de Mar­tin Labrec­que en el momen­to cul­mi­nan­te de Au som­met de la mon­tag­ne.