Crónica de Jorge Gutman
CHER TCHEKHOV – Autor: Michel Tremblay — Dirección: Serge Denoncourt – Elenco: Mikhail Ahooja, Anne-Marie Cadieux, Henri Chassé, Maude Guérin, Patrick Hivon, Hubert Proulx, Gilles Renaud, Isabelle Vincent — Escenografía: Guillaume Lord — Vestuario: Sylvain Genois – Iluminación: Martin Labrecque – Música Original: Laurier Rajotte — Maquillaje: Amélie Bruneau-Longpré – Accesorios: Julie Measroch – Asistente de Dirección: Marie-Christine Martel. Duración: 1h45 (sin entreacto). Representaciones: hasta el 28 de mayo de 2022 en el Théâtre du Nouveau Monde
Mencionar a Michel Tremblay es referirse a una de las glorias de la cultura y del teatro canadiense cuyos trabajos han alcanzado repercusión internacional; por ello no resulta extraño que sus 28 piezas de teatro y 32 novelas, entre su vasto quehacer, hayan sido traducidas a numerosos idiomas. En consecuencia, resulta más que bienvenida la decisión de Lorraine Pintal, la directora artística del TNM, de clausurar la actual temporada con la última pieza de Tremblay en la que rinde homenaje al inmortal Antón Chéjov por quien siente una profunda afinidad con su extraordinaria producción teatral.
El título de la pieza es totalmente apropiado por cuanto se asemeja a una misiva que Tremblay le dirige imaginativamente al escritor ruso comenzando con “Estimado Chéjov”. Basada en su novela de 2020 Un coeur en bandoulière Tremblay utiliza al personaje de Jean-Marc (Gilles Renaud) como su alter ego. Él es un escritor de edad madura que hace algunos años había comenzado a escribir una pieza teatral con la intención de honorar a Chéjov; sin embargo al haberse cortado su inspiración resolvió dejarla inconclusa después de haber escrito 80 páginas y es ahora que se siente impulsado a continuarla. Ubicado en su escritorio pasará lectura a la misma para ver qué cambios podrá efectuar a lo ya realizado; al hacerlo Cher Tchekhov adquiere la modalidad de una pieza teatral dentro de otra.
Jean Marc ha ubicado la acción en Vaudreuil en las últimas horas del atardecer de un soleado día otoñal. En la casa se reúne una familia de artistas dispuesta a celebrar la festividad de Acción de Gracias. Entre los integrantes se halla Benoît (Henri Chassé), el hermano mayor del núcleo familiar quien es un renombrado dramaturgo que atraviesa un período de bloqueo inspiracional, junto con su pareja Laurent (Patrick Hivon), un comediante televisivo; igualmente se hallan presentes tres hermanos de Benoit integrados por Gisèle (Isabelle Vincent), Marie (Maude Guérin), y Benjamin (Hubert Proulx) quienes son artistas en roles de apoyo. La última en unirse al grupo es la hermana Claire (Anne-Marie Cadieux), una vedette teatral de 62 años admirada por el público, quien está acompañada por Christian (Mikhaïl Ahooja), su reciente conquista amorosa; él es un crítico teatral que publicó un comentario poco elogioso de la última obra escrita por Benoît. Aunque todo se encuentra dispuesto para el ágape, eso no evita los altercados y reproches que van surgiendo entre los presentes, lo que de ningún modo implica que Tremblay, o mejor dicho Jean-Marc no sienta afecto por los artistas.
Después de haber releído lo que ya había escrito, ha llegado el momento en que el escritor debe aplicar su talento para completar su texto inédito; es allí cuando comienza a corroerle la duda sobre si lo que está componiendo podrá interesar al público que habrá de juzgarlo.
El excelente director teatral Serge Denoncourt mantiene una gran complicidad con Tremblay al haber exitosamente montado en escena varias de sus piezas; en esta oportunidad nuevamente logra impregnarse del propósito que anima al célebre autor en donde queda reflejado el espíritu de Chéjov a través del personaje de Claire que interpreta a Irina Arkádina en La Gaviota. Denoncourt permite que el público se involucre en la mente de Jean-Marc transmitiendo el difícil proceso de gestación de una obra. Asimismo es notable la coordinación que logra entre Jean-Marc y sus criaturas; en cada reflexión que realiza la acción se detiene y sus personajes permanecen inmóviles en el escenario, en tanto que se deslizan unas melancólicas notas de piano. Para su esmerada puesta escénica contó con el valioso apoyo de ocho magníficos actores que integran el elenco; todos ellos alcanzan amplio lucimiento; no obstante, por la importancia de los roles asignados Gilles Renaud está insuperable efectuando una colosal prestación de Jean-Marc, así como Anne-Marie Cadieux transmite la dimensión de una artista que a pesar de su popularidad no puede ocultar su fragilidad por temor a que con sus 62 años de edad no esté lejana la hora en que tenga que resignar su carrera de actriz.
Esta humana pieza además de adentrarse en el proceso de creación mencionado anteriormente, permite reflexionar sobre otros temas propuestos por Tremblay. Así en la escena de confrontación entre Benoît y Christian queda planteado el interrogante de si acaso el comentario crítico de la prensa especializada puede o no influir en los futuros proyectos de un dramaturgo. En otra escena en que Benoît discute a viva voz con Claire criticándola por adoptar la onda modernista de adaptarse a roles más jóvenes que los de su real edad queda abierta la duda si acaso el envejecimiento puede obrar negativamente en el buen desempeño de un artista. Eso mismo acontece con Jean-Marc cuando una vez que concluye su trabajo piensa que en el crepúsculo de su vida ya es hora de abdicar en seguir escribiendo y ceder el lugar a la joven generación.
El excepcional dramaturgo quebequense, próximo a celebrar su octogésimo aniversario, al rendirle tributo a Chéjov con esta valiosa pieza demuestra que es más joven que nunca y por eso cabe expresar como palabras finales de este comentario “Por siempre Michel”