Por Siem­pre Michel

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

CHER TCHEKHOV Autor: Michel Trem­blay — Direc­ción: Ser­ge Denon­co­urt – Elen­co: Mikhail Ahoo­ja, Anne-Marie Cadieux, Hen­ri Chas­sé, Mau­de Gué­rin, Patrick Hivon, Hubert Proulx, Gilles Renaud, Isa­be­lle Vin­cent — Esce­no­gra­fía: Gui­llau­me Lord — Ves­tua­rio: Syl­vain Genois – Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Labrec­que – Músi­ca Ori­gi­nal: Lau­rier Rajot­te — Maqui­lla­je: Amé­lie Bru­neau-Long­pré – Acce­so­rios: Julie Meas­roch – Asis­ten­te de Direc­ción: Marie-Chris­ti­ne Mar­tel. Dura­ción: 1h45 (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: has­ta el 28 de mayo de 2022 en el Théâ­tre du Nou­veau Monde

(Foto: Yves Renaud)

Men­cio­nar a Michel Trem­blay es refe­rir­se a una de las glo­rias de la cul­tu­ra y del tea­tro cana­dien­se cuyos tra­ba­jos han alcan­za­do reper­cu­sión inter­na­cio­nal; por ello no resul­ta extra­ño que sus 28 pie­zas de tea­tro y 32 nove­las, entre su vas­to queha­cer, hayan sido tra­du­ci­das a nume­ro­sos idio­mas. En con­se­cuen­cia, resul­ta más que bien­ve­ni­da la deci­sión de Lorrai­ne Pin­tal, la direc­to­ra artís­ti­ca del TNM, de clau­su­rar la actual tem­po­ra­da con la últi­ma pie­za de Trem­blay en la que rin­de home­na­je al inmor­tal Antón Ché­jov por quien sien­te una pro­fun­da afi­ni­dad con su extra­or­di­na­ria pro­duc­ción teatral.

El títu­lo de la pie­za es total­men­te apro­pia­do por cuan­to se ase­me­ja a una misi­va que Trem­blay le diri­ge ima­gi­na­ti­va­men­te al escri­tor ruso comen­zan­do con “Esti­ma­do Ché­jov”. Basa­da en su nove­la de 2020 Un coeur en ban­dou­liè­re Trem­blay uti­li­za al per­so­na­je de Jean-Marc (Gilles Renaud) como su alter ego. Él es un escri­tor de edad madu­ra que hace algu­nos años había comen­za­do a escri­bir una pie­za tea­tral con la inten­ción de hono­rar a Ché­jov; sin embar­go al haber­se cor­ta­do su ins­pi­ra­ción resol­vió dejar­la incon­clu­sa des­pués de haber escri­to 80 pági­nas y es aho­ra que se sien­te impul­sa­do a con­ti­nuar­la. Ubi­ca­do en su escri­to­rio pasa­rá lec­tu­ra a la mis­ma para ver qué cam­bios podrá efec­tuar a lo ya rea­li­za­do; al hacer­lo Cher Tchekhov adquie­re la moda­li­dad de una pie­za tea­tral den­tro de otra.

(Foto: Yves Renaud)

Jean Marc ha ubi­ca­do la acción en Vau­dreuil en las últi­mas horas del atar­de­cer de un solea­do día oto­ñal. En la casa se reúne una fami­lia de artis­tas dis­pues­ta a cele­brar la fes­ti­vi­dad de Acción de Gra­cias. Entre los inte­gran­tes se halla Benoît (Hen­ri Chas­sé), el her­mano mayor del núcleo fami­liar quien es un renom­bra­do dra­ma­tur­go que atra­vie­sa un perío­do de blo­queo ins­pi­ra­cio­nal, jun­to con su pare­ja Lau­rent (Patrick Hivon), un come­dian­te tele­vi­si­vo; igual­men­te se hallan pre­sen­tes tres her­ma­nos de Benoit inte­gra­dos por Gisè­le (Isa­be­lle Vin­cent), Marie (Mau­de Gué­rin), y Ben­ja­min (Hubert Proulx) quie­nes son artis­tas en roles de apo­yo. La últi­ma en unir­se al gru­po es la her­ma­na Clai­re (Anne-Marie Cadieux), una vedet­te tea­tral de 62 años admi­ra­da por el públi­co, quien está acom­pa­ña­da por Chris­tian (Mikhaïl Ahoo­ja), su recien­te con­quis­ta amo­ro­sa; él es un crí­ti­co tea­tral que publi­có un comen­ta­rio poco elo­gio­so de la últi­ma obra escri­ta por Benoît. Aun­que todo se encuen­tra dis­pues­to para el ága­pe, eso no evi­ta los alter­ca­dos y repro­ches que van sur­gien­do entre los pre­sen­tes, lo que de nin­gún modo impli­ca que Trem­blay, o mejor dicho Jean-Marc no sien­ta afec­to por los artistas.

(Foto: Yves Renaud)

Des­pués de haber releí­do lo que ya había escri­to, ha lle­ga­do el momen­to en que el escri­tor debe apli­car su talen­to para com­ple­tar su tex­to iné­di­to; es allí cuan­do comien­za a corroer­le la duda sobre si lo que está com­po­nien­do podrá inte­re­sar al públi­co que habrá de juzgarlo.

El exce­len­te direc­tor tea­tral Ser­ge Denon­co­urt man­tie­ne una gran com­pli­ci­dad con Trem­blay al haber exi­to­sa­men­te mon­ta­do en esce­na varias de sus pie­zas; en esta opor­tu­ni­dad nue­va­men­te logra impreg­nar­se del pro­pó­si­to que ani­ma al céle­bre autor en don­de que­da refle­ja­do el espí­ri­tu de Ché­jov a tra­vés del per­so­na­je de Clai­re que inter­pre­ta a Iri­na Arká­di­na en La Gavio­ta. Denon­co­urt per­mi­te que el públi­co se invo­lu­cre en la men­te de Jean-Marc trans­mi­tien­do el difí­cil pro­ce­so de ges­ta­ción de una obra. Asi­mis­mo es nota­ble la coor­di­na­ción que logra entre Jean-Marc y sus cria­tu­ras; en cada refle­xión que rea­li­za la acción se detie­ne y sus per­so­na­jes per­ma­ne­cen inmó­vi­les en el esce­na­rio, en tan­to que se des­li­zan unas melan­có­li­cas notas de piano. Para su esme­ra­da pues­ta escé­ni­ca con­tó con el valio­so apo­yo de ocho mag­ní­fi­cos acto­res que inte­gran el elen­co; todos ellos alcan­zan amplio luci­mien­to; no obs­tan­te, por la impor­tan­cia de los roles asig­na­dos Gilles Renaud está insu­pe­ra­ble efec­tuan­do una colo­sal pres­ta­ción de Jean-Marc, así como Anne-Marie Cadieux trans­mi­te la dimen­sión de una artis­ta que a pesar de su popu­la­ri­dad no pue­de ocul­tar su fra­gi­li­dad por temor a que con sus 62 años de edad no esté leja­na la hora en que ten­ga que resig­nar su carre­ra de actriz.

Esta huma­na pie­za ade­más de aden­trar­se en el pro­ce­so de crea­ción men­cio­na­do ante­rior­men­te, per­mi­te refle­xio­nar sobre otros temas pro­pues­tos por Trem­blay. Así en la esce­na de con­fron­ta­ción entre Benoît y Chris­tian que­da plan­tea­do el inte­rro­gan­te de si aca­so el comen­ta­rio crí­ti­co de la pren­sa espe­cia­li­za­da pue­de o no influir en los futu­ros pro­yec­tos de un dra­ma­tur­go. En otra esce­na en que Benoît dis­cu­te a viva voz con Clai­re cri­ti­cán­do­la por adop­tar la onda moder­nis­ta de adap­tar­se a roles más jóve­nes que los de su real edad que­da abier­ta la duda si aca­so el enve­je­ci­mien­to pue­de obrar nega­ti­va­men­te en el buen desem­pe­ño de un artis­ta. Eso mis­mo acon­te­ce con Jean-Marc cuan­do una vez que con­clu­ye su tra­ba­jo pien­sa que en el cre­púscu­lo de su vida ya es hora de abdi­car en seguir escri­bien­do y ceder el lugar a la joven generación.

El excep­cio­nal dra­ma­tur­go que­be­quen­se, pró­xi­mo a cele­brar su octo­gé­si­mo ani­ver­sa­rio, al ren­dir­le tri­bu­to a Ché­jov con esta valio­sa pie­za demues­tra que es más joven que nun­ca y por eso cabe expre­sar como pala­bras fina­les de este comen­ta­rio “Por siem­pre Michel

Un Recor­da­do Film Policial

BULLITT

En el mar­co de la serie Clas­sic Films, Cine­plex repon­drá el film ame­ri­cano Bullitt rea­li­za­do por Peter Yates en 1968 con­tan­do como pro­ta­go­nis­ta a Ste­ve McQueen quien en ese enton­ces era uno de acto­res más popu­la­res de Holly­wood. No obs­tan­te a casi cin­co déca­das y media trans­cu­rri­das des­de su estreno, esta pelí­cu­la con­ser­va en la actua­li­dad una inusi­ta­da frescura.

Ste­ve McQueen

Basa­do en la nove­la Mute Wit­ness de Robert L. Pike, el guión de Harry Klei­ner y Alan Trust­man narra las andan­zas de Johnny (Pat Rene­lla), un delin­cuen­te que es per­se­gui­do por su her­mano Pete (Vic­tor Tay­back) y una ban­da de mafio­sos a quien esta­fó por varios millo­nes de dóla­res. Des­pla­zán­do­se de Chica­go a San Fran­cis­co, ahí se vin­cu­la con Wal­ter Chal­mers (Robert Vaughn), un ambi­cio­so polí­ti­co que ha pro­me­ti­do tener­lo bajo pro­tec­ción siem­pre y cuan­do decla­re como tes­ti­go en una inves­ti­ga­ción del Con­gre­so con­tra las accio­nes del gru­po cri­mi­nal. Pero cuan­do Johnny es ase­si­na­do, el detec­ti­ve Bullitt (Ste­ve McQueen) es asig­na­do para inves­ti­gar el caso y tra­tar de loca­li­zar a los res­pon­sa­bles del cri­men; pero la tarea esul­ta más com­ple­ja de lo que pare­cía a pri­me­ra vis­ta cuan­do él va des­cu­brien­do una sar­ta de men­ti­ras y manio­bras corrup­tas vin­cu­la­das con las altas esfe­ras del poder en Washington.

El film es recor­da­do por la bri­llan­te secuen­cia auto­mo­vi­lís­ti­ca en la que Bullitt mane­jan­do a alta velo­ci­dad su Ford Mus­tang por las calles de San Fran­cis­co uti­li­za una manio­bra inge­nio­sa para enga­ñar a sus per­se­gui­do­res. A tra­vés de la diná­mi­ca direc­ción de Yates man­te­nien­do un rit­mo que no decae en momen­to alguno, la pelí­cu­la se bene­fi­cia por la bue­na inter­pre­ta­ción de su homo­gé­neo elen­co don­de ade­más de McQueen y Vaughn se des­ta­can Jac­que­li­ne Bis­set, Robert Duvall, Simon Oakland y Don Gor­don. Men­ción espe­cial mere­ce la exce­len­te músi­ca del com­po­si­tor argen­tino Lalo Sch­frin quien acom­pa­sa a la per­fec­ción el cli­ma de ten­sión gene­ra­do en la narra­ción del relato.

Este logra­do film poli­cial será exhi­bi­do en las salas de Cine­plex a par­tir del 13 de mayo

Remar­ca­ble Espec­tácu­lo Musical

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

APRIL FOOLS. Auto­ra: Keren Peles. Adap­ta­ción: Aki­va Romer-Segal. Tra­duc­cion del Hebreo al Inglés:: Shelly Ben Sha­char. Direc­ción: Moshe Kep­ten. Direc­ción Músi­cal: Nick Bur­gess. Coreo­gra­fía: Sean Chees­man. Elen­co: Eva Foo­te, Daniel Murphy, Julia Juhas, Domi­ni­que LeBlanc, Heather McGui­gan, Jamie McRo­berts, Ruthie Nkut, Zou Zou Robi­doux, Rosie Callaghan y Andrew Sha­ver. Deco­ra­dos: Brian Dud­kie­wicz. Ves­tua­rio: Loui­se Bou­rret. Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Sirois. Video: Video­Com­pany. Soni­do: Sly Sévigny. Asis­ten­te de Direc­ción: Lisa Rubin. Dura­ción: 1h35 sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 22 de mayo de 2022 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre.

Des­pués del últi­mo cie­rre de las salas de espec­tácu­los, el Cen­tro Segal retor­na en gran for­ma ofre­cien­do un remar­ca­ble espec­tácu­lo musi­cal con April Fools. Esta obra fue con­ce­bi­da por la exi­to­sa pia­nis­ta, can­tan­te y com­po­si­to­ra israe­lí Keren Peles quien habién­do­la estre­na­do en Israel en 2018 ha sido acla­ma­da por el púbi­co; más aún, esta cele­bra­da artis­ta que en dos opor­tu­ni­da­des fue con­sa­gra­da como “la can­tan­te israe­lí del año”, es con­si­de­ra­da como una super estre­lla en Israel cuya popu­la­ri­dad es com­pa­ra­ble a la de Celi­ne Dion a nivel muindial.

Elen­co (Foto:Leslie Schachter)

La pie­za asu­me el carác­ter de un espec­tácu­lo musi­cal don­de a tra­vés de sus can­cio­nes va desa­rro­llán­do­se la tra­ma argu­men­tal cen­tra­da en la infi­de­li­dad con­yu­gal. La actriz Eva Foo­te que hace cua­tro años incur­sio­nó en el Cen­tro Segal dejan­do una mag­ní­fi­ca impre­sión en el musi­cal Once aquí retor­na exi­to­sa­men­te para ani­mar a Eva, una can­tan­te y pia­nis­ta de músi­ca pop que actúa dia­ria­men­te en un caba­ret acom­pa­ña­da de una peque­ña ban­da musi­cal. No obs­tan­te que lle­va una vida matri­mo­nial apa­ren­te­men­te per­fec­ta como espo­sa y madre de dos hijos, per­so­nal­men­te no logra sen­tir­se satis­fe­cha; es así que ha logra­do vin­cu­lar­se con Daniel (Daniel Murphy), un fotó­gra­fo ade­más de can­tan­te gui­ta­rris­ta, con quien lle­ga a man­te­ner un apa­sio­na­do affai­re. Aun­que ella está pro­fun­da­men­te ena­mo­ra­da de él, para su aman­te ‑quien está pró­xi­mo a con­traer matri­mo­nio con una joven que habi­ta en Nue­va Zelan­dia- es solo el pla­cer sexual lo que le une a Eva; así, entre la comu­ni­ca­ción man­te­ni­da a tra­vés de sus apa­ra­tos móvi­les y los encuen­tros físi­cos pro­si­gue el desa­rro­llo de la tra­ma. Den­tro de este con­tex­to, Eva no pue­de elu­dir de su men­te su infi­de­li­dad con­yu­gal y es así que en la mis­ma acu­den varias voces inter­na­li­za­das a tra­vés del accio­nar de 6 muje­res adop­tan­do los roles de la con­fi­den­cia (Julia Juhas), la duda (Domi­ni­que LeBlanc), la mora­li­dad (Heather McGui­gan), la libi­do (Jamie McRo­berts, la poe­ta (Ruthie Nkut).y la músi­ca (Zou Zou Robidoux).

Como ele­men­to dis­tin­ti­vo del rela­to, el espec­tácu­lo per­mi­te que la audien­cia se con­vier­ta en par­te acti­va del mis­mo emplean­do sus celu­la­res para seguir las alter­na­ti­vas de los tex­tos que inter­cam­bian los amantes.

No es muy fre­cuen­te apre­ciar una auda­cia como la que se exhi­be en este eró­ti­co y sen­sual musi­cal, pero lo enco­mia­ble es la for­ma de su tra­ta­mien­to. En tal sen­ti­do cabe elo­giar la pro­pues­ta escé­ni­ca del direc­tor Moshe Kep­ten quien es el direc­tor artís­ti­co del Tea­tro Nacio­nal Habi­ma de Israel y ade­más ha sido aplau­di­do por su tra­ba­jo en obras musi­ca­les inclu­yen­do la pre­sen­te. En esta opor­tu­ni­dad ver­tió su amplio cono­ci­mien­to tea­tral para lograr que el ero­tis­mo ema­na­do de la pie­za inclu­yen­do las esce­nas de inti­mi­dad sexual con simu­la­cro de orgas­mo, hayan sido mon­ta­das con máxi­ma pul­cri­tud para que de nin­gún modo lle­ga­ra a inco­mo­dar a la audien­cia; a ello se agre­ga la habi­li­dad de haber logra­do la flui­dez en el des­pla­za­mien­to con­ti­nuo de los artis­tas en el mar­co de un redu­ci­do esce­na­rio. Asi­mis­mo no menos impor­tan­te es que Kep­ten haya con­ta­do con la cola­bo­ra­ción de Lisa Rubin como asis­ten­te de direc­ción, quien es la diná­mi­ca direc­to­ra eje­cu­ti­va y artís­ti­ca del Cen­tro Segal.

Daniel Murphy, Eva Foo­te y elen­co (Foto:Leslie Schachter)

Otro fac­tor rele­van­te de esta pro­duc­ción es la exce­len­te coreo­gra­fía alcan­za­da por Sean Chees­man. Con la acer­ta­da pre­ci­sión de un fino reloj de orfe­bre­ría, el coreó­gra­fo logra un ensam­ble per­fec­to de las can­cio­nes y dan­zas rea­li­za­das por el elenco.

Y a pro­pó­si­to del elen­co si bien en pri­me­ra ins­tan­cia el foco de la his­to­ria se cen­tra­li­za en Foo­te y Murphy trans­mi­tien­do el ardor de la pasión sexual, no menos impor­tan­te es la actua­ción de las seis artis­tas que a la mane­ra de un coro grie­go inter­pre­tan las voces inter­nas de Eva y que ade­más se lucen como ins­tru­men­tis­tas de la peque­ña ban­da de músi­ca bajo la direc­ción musi­cal de Nick Bur­gess; la ener­gía y entu­sias­mo des­ple­ga­dos duran­te todo el espec­tácu­lo lle­ga a con­ta­giar viva­men­te al espectador.

Pala­bras fina­les ame­ri­tan el efi­cien­te dise­ño de ilu­mi­na­ción de Mar­tin Sirois y en espe­cial el dise­ño de video que para quie­nes no dis­po­nen de celu­la­res pue­den seguir los diá­lo­gos tex­tea­dos, ade­más de las comu­ni­ca­cio­nes que man­tie­ne Eva con su hiji­to Josh (voz de Andrew Shaver).

En con­clu­sión: el públi­co de Mon­treal tie­ne la opor­tu­ni­dad de apre­ciar un espec­tácu­lo de nota­ble jerar­quía a tra­vés de un eró­ti­co dra­ma román­ti­co ata­via­do de una atrac­ti­va par­ti­tu­ra con 8 acto­res de pri­mer nivel, una impe­ca­ble pues­ta escé­ni­ca y una extra­or­di­na­ria coreografía.

Demen­cia Senil

VOR­TEX. Fran­cia-Bél­gi­ca-Móna­co, 2021. Un film de Gas­par Noé. 140 minutos

Los ciné­fi­los que aguar­den otro film radi­cal de Gas­par Noé, l’en­fant terri­ble del cine fran­cés, se encon­tra­rán con la gran sor­pre­sa de aplau­dir una obra total­men­te dife­ren­te aun­que por cier­to es la más direc­ta y, emo­ti­va que haya rea­li­za­do has­ta la fecha. Aquí enca­ra un tema cier­ta­men­te tabú como lo es la demen­cia senil y si bien el cine lo ha con­si­de­ra­do remar­ca­ble­men­te en ante­rio­res opor­tu­ni­da­des, como lo fue­ron entre otros títu­los Tok­yo Story (1953) y Amour (2012), lo cier­to es que Noé impri­me en Vor­tex un dis­tin­ti­vo esti­lo en su tra­ta­mien­to pero igual­men­te trascendente.

Dario Argen­to y Fra­nçoi­se Lebrun

Des­de el vamos, el cineas­ta advier­te acer­ca de lo que ven­drá. al dedi­car su pelí­cu­la “a todos aqué­llos cuyas men­tes se des­com­po­nen antes que sus cora­zo­nes”. El apa­ci­ble comien­zo mues­tra a una pare­ja de ancia­nos (Dario Argen­to y Fra­nçoi­se Lebrun) ‑cuyos nom­bres se des­co­no­cen- sen­ta­dos en el bal­cón terra­za del depar­ta­men­to en que habi­tan con­tem­plan­do la ciu­dad de París a la vez que mur­mu­ran “la vida es un sue­ño den­tro de otro”. Pos­te­rior­men­te los vemos des­per­tan­do en la cama matri­mo­nial y a par­tir de ese momen­to Noé divi­de en dos la pan­ta­lla; ese inge­nio­so recur­so agra­cia­do por la exce­len­te foto­gra­fía de Benoît Debie per­mi­te que el espec­ta­dor con­cen­tran­do una mayor aten­ción pue­da seguir simul­tá­nea­men­te los pasos de cada uno de ellos. Bas­ta­rán pocos minu­tos para com­pro­bar que mien­tras que él es un crí­ti­co cine­ma­to­grá­fi­co sen­ta­do en su escri­to­rio fren­te a su máqui­na de escri­bir pre­pa­ran­do un libro sobre el cine y su vin­cu­la­ción con el sue­ño, ella sigi­lo­sa­men­te deja su hogar y con­fu­sa­men­te se diri­ge a un nego­cio sin tener cla­ra idea de lo que va a adqui­rir. Al veri­fi­car su ausen­cia, preo­cu­pa­dí­si­mo él se apres­ta a bus­car a su espo­sa has­ta ubi­car­la y hacién­do­la ver que el mun­do exte­rior es peli­gro­so y que no pue­de seguir adop­tan­do esa acti­tud. No es mucho lo que fal­ta para saber que esa mujer está men­tal­men­te muy enfer­ma; si bien él es más lúci­do y capaz de mane­jar­se por sí mis­mo, tie­ne serios pro­ble­mas de salud al haber sufri­do tiem­po atrás una hemo­rra­gia cere­bral y estan­do afec­ta­do actual­men­te de una seria dolen­cia cardíaca.

Pron­ta­men­te arri­ba al depar­ta­men­to Stépha­ne (Alex Lutz), el hijo del matri­mo­nio, acom­pa­ña­do de su hiji­to Kiki (Kylian Dhe­ret); es allí que ella le hace saber que hay un extra­ño en su casa (su mari­do) y que alguien la está per­si­guien­do. El cua­dro es paté­ti­co y dolo­ro­so para Stépha­ne quien con gran sor­pre­sa des­cu­bre que su madre que era psi­quia­tra y sigue con­ser­van­do su licen­cia médi­ca pres­cri­be medi­ca­men­tos para su mari­do. Si bien Stépha­ne rue­ga a su padre de que lo más con­ve­nien­te es mudar­se a una resi­den­cia de gen­te mayor don­de podrán reci­bir los cui­da­dos per­ti­nen­tes dado que su madre no pue­de seguir sin ser asis­ti­da per­ma­nen­te­men­te, su obs­ti­na­do pro­ge­ni­tor se nie­ga a hacer­lo. Uno de los momen­tos más emo­ti­vos del film se pro­du­ce en la esce­na en que ella en un momen­tá­neo esta­do de luci­dez y com­pren­dien­do lo que está ocu­rrien­do expre­sa su deseo de morir para no hacer sufrir más a su mari­do y a su hijo.

Hay deta­lles adi­cio­na­les que no agre­gan mucho al tema cen­tral, como la rela­ción extra­ma­tri­mo­nial man­te­ni­da por él pero que de nin­gún modo afec­tó el pro­fun­do cari­ño que sien­te hacia su espo­sa. No es nece­sa­rio agre­gar deta­lles sobre cómo pro­si­gue esta his­to­ria en la que con gran deli­ca­de­za Noé abor­da el amor en el cre­púscu­lo de la vida y cómo ese pro­fun­do sen­ti­mien­to pre­va­le­ce fren­te a un mal incurable.

Así como en Amour dos mons­truos sagra­dos del cine como Jean-Louis Tring­ti­nant y Emma­nue­lle Riva ilu­mi­na­ron el film, aquí no le va en saga la fas­ci­nan­te actua­ción de Lebrun y Argen­to. El pres­ti­gio­so direc­tor ita­liano ofre­ce una sub­yu­gan­te pres­ta­ción ani­man­do al devo­to y tierno mari­do que com­prue­ba peno­sa­men­te cómo el gran amor de su vida va inexo­ra­ble­men­te degra­dán­do­se. Por su par­te Lebrun con muy poco diá­lo­go a su car­go trans­mi­te a tra­vés de su ros­tro el tor­be­llino de emo­cio­nes que la envuel­ve al estar diso­cia­da de la reali­dad que la cir­cun­da. No menos impor­tan­te es la par­ti­ci­pa­ción de Lutz quien ofre­ce total con­vic­ción como el des­em­plea­do hijo que aún tie­ne que lidiar con sus pro­ble­mas pasa­dos de dro­ga­dic­ción y que ocu­pán­do­se de su hiji­to, se sien­te inca­pa­ci­ta­do de poder aten­der con­ti­nua­da­men­te a sus que­ri­dos padres.

Con una impe­ca­ble pues­ta escé­ni­ca Noé ofre­ce una pelí­cu­la des­ga­rra­do­ra y peno­sa de con­tem­plar pero abso­lu­ta­men­te rea­lis­ta expo­nien­do con com­pa­sión y ter­nu­ra el dete­rio­ro físi­co y men­tal de quie­nes están aco­sa­dos por la cruel dolen­cia des­crip­ta. Jor­ge Gutman

Un Buen Dra­ma Histórico

ADIEU MON­SIEUR HAFF­MANN. Fran­cia-Bél­gi­ca, 2021. Un film de Fred Cava­yé. 116 minutos

Basa­do en la obra tea­tral de 2016 del dra­ma­tur­go Jean-Phi­lip­pe Dague­rre, el rea­li­za­dor Fred Cava­yé la tras­la­dó al cine en una adap­ta­ción por él efec­tua­da con la cola­bo­ra­ción de Sarah Kaminsky.

Ambien­ta­da en la Segun­da Gue­rra duran­te la ocu­pa­ción nazi en Fran­cia, la pelí­cu­la se desa­rro­lla en la Fran­cia ocu­pa­da por las fuer­zas nazis des­de febre­ro de 1941 has­ta sep­tiem­bre de 1942.

Giles Lellou­che y Daniel Auteuil

Joseph Haff­mann (Daniel Auteuil) es un exce­len­te joye­ro judío de ori­gen pola­co cuyo nego­cio ubi­ca­do en París a la vez le sir­ve de hogar con­vi­vien­do con su que­ri­da mujer Han­nah (Anne Coes­sens) y tres hijos. En la medi­da que los nazis van inten­si­fi­can­do su acción con­tra los judíos él ha adop­ta­do las medi­das nece­sa­rias para que su fami­lia esca­pe de la ciu­dad con el pro­pó­si­to de radi­car­se en la zona de Fran­cia que aún es libre. Asi­mis­mo, tenien­do como inten­ción ausen­tar­se para unir­se a su fami­lia, él soli­ci­ta a su emplea­do Fra­nçois Mer­cier (Giles Lellou­che) para que se haga car­go del local a tra­vés de una fal­sa ven­ta en don­de tran­si­to­ria­men­te que­de como pro­pie­ta­rio para que al final de la gue­rra pue­da recu­pe­rar­lo. Tras estar sor­pren­di­do por el pedi­do Mer­cier que está aque­ja­do por una coje­ra y por lo tan­to exen­to de actuar como sol­da­do, acep­ta la pro­po­si­ción. En tan­to, Hoff­man ya está lis­to para dejar París y de inme­dia­to acu­de a una cita con­ve­ni­da con una per­so­na que subrep­ti­cia­men­te se ocu­pa­rá de sacar­lo; sin embar­go, la hui­da fra­ca­sa y por lo tan­to el joye­ro regre­sa al nego­cio a fin de ocul­tar­se tran­si­to­ria­men­te, hecho que gene­ra intran­qui­li­dad para Mer­cier y su que­ri­da espo­sa Blan­che (Sara Girar­deau) por el ries­go asumido.

Pron­ta­men­te se gene­ra una extra­ña rela­ción entre los tres pro­ta­go­nis­tas don­de Mer­cier que era un calla­do y leal emplea­do comien­za a refle­jar su cata­du­ra amo­ral. Tenien­do en cuen­ta su deseo fer­vien­te de tener un hijo legí­ti­mo y no poder lograr­lo por estar inca­pa­ci­ta­do de gene­rar, le pide a Haff­mann que se acues­te con su mujer a fin de emba­ra­zar­la; si bien Blan­che se resis­te a pres­tar­se a ello como asi­mis­mo el joye­ro se nie­ga a hacer­lo, ambos final­men­te acep­ta­rán rea­li­zar el encuen­tro sexual, en don­de Haff­mann reci­be a cam­bio la pro­me­sa de Mer­cier de des­pa­char las car­tas que escri­be a su ama­da Hannah.

Cuan­do nue­vos clien­tes del ejér­ci­to nazi visi­tan la joye­ría, sobre todo el coman­dan­te Jün­ger (Niko­lai Kins­ki) quien se encuen­tra gra­ta­men­te impre­sio­na­do por la pre­ci­sión en los tra­ba­jos rea­li­za­dos, esa situa­ción con­tri­bu­ye a aumen­tar el cli­ma de ten­sión; eso se debe a que Haff­mann pre­sio­na­do por Mer­cier y para sal­var su vida debe­rá ocu­par­se de efec­tuar los pedi­dos soli­ci­ta­dos por el coman­dan­te y sus secua­ces. De allí en más, esta his­to­ria devie­ne un lúgu­bre thriller.

Obvian­do algu­nos aspec­tos rebus­ca­dos del guión, lo cier­to es que Cava­yé ela­bo­ra un film opre­si­vo desa­rro­lla­do en su mayor par­te en el inte­rior de la joye­ría, en don­de el trío pro­ta­gó­ni­co está muy bien carac­te­ri­za­do. Giles Lellou­che se des­ta­ca des­ti­lan­do el lado oscu­ro de Mer­cier quien como un des­pre­cia­ble opor­tu­nis­ta y envi­dio­so de la habi­li­dad arte­sa­nal de su ex patrón no tie­ne escrú­pu­lo alguno para recu­rrir a un repu­dia­ble acto cobar­de. Girar­deau ofre­ce una pres­ta­ción irre­pro­cha­ble como la mujer de Mer­cier que al com­pro­bar su mal­dad no duda en con­mi­se­rar­se y ayu­dar a Haff­mann. Al lado de ambos el vete­rano Auteuil nue­va­men­te con­fir­ma su talen­to acto­ral en un rol que aun­que emo­cio­nal­men­te con­te­ni­do expre­sa muy bien el sen­ti­mien­to de des­ilu­sión y frus­tra­ción de Haff­mann al ver que es humi­lla­do y trai­cio­na­do por el emplea­do que había mere­ci­do su ente­ra confianza.

En esen­cia, la exce­len­te actua­ción de su elen­co es lo que valo­ri­za a este dra­ma his­tó­ri­co refle­jan­do en la fic­ción una de las dra­má­ti­cas situa­cio­nes acae­ci­das duran­te el trá­gi­co con­flic­to béli­co. Jor­ge Gutman

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