Una Lar­ga Ruta

HIT THE ROAD. Irán, 2021. Un film escri­to y diri­gi­do por Panah Panahi. 93 minutos

Sien­do el hijo del exce­len­te direc­tor ira­ní Jafar Panahi, des­per­tó expec­ta­ti­vas Hit The Road, la ópe­ra pri­ma de su hijo Panah Panahi. Lo cier­to es que este es un film difí­cil de cata­lo­gar en la medi­da que como road movie el rea­li­za­dor adop­ta dife­ren­tes tonos sin que nin­guno de los mis­mos adquie­ra com­ple­ta con­vic­ción narrativa.

Rayan Sar­lak

Como su títu­lo lo anti­ci­pa todo trans­cu­rre a lo lar­go de una ruta don­de en un SUV via­ja una fami­lia deci­di­da­men­te dis­fun­cio­nal que en su reco­rri­do efec­túa la pri­me­ra de las varias para­das rea­li­za­das; el gru­po está inte­gra­do por el padre (Has­san Maj­noo­ni) que tie­ne su pier­na izquier­da enye­sa­da, su espo­sa (Pan­tea Panahiha), el hijo mayor Farid (Amin Simiar) y el más peque­ño (Rayan Sariak) que al prin­ci­pio toca el piano en el tecla­do dibu­ja­do en el yeso de su padre. Con ellos via­ja tam­bién la mas­co­ta de la fami­lia que se encuen­tra en gra­ve esta­do al tener una de sus patas quebradas.

La pri­me­ra des­ave­nen­cia fami­liar se pro­du­ce cuan­do la madre del menor logra que se des­pren­da de su telé­fono celu­lar pro­du­cien­do un gri­te­río de este chi­co píca­ro, tra­vie­so, hiper­ac­ti­vo a más no poder que cen­tra la aten­ción duran­te los pri­me­ros 20 minu­tos del rela­to. El via­je pro­si­gue mane­ja­do por Farid en tan­to que la madre y el niño comien­zan a ento­nar can­cio­nes popu­la­res de Irán. En ese tra­yec­to el vehícu­lo atro­pe­lla invo­lun­ta­ria­men­te a un ciclis­ta que com­pi­te en una carre­ra y por esa razón la fami­lia lo trans­por­ta en un tra­mo de la ruta.

Gra­dual­men­te se va reve­lan­do que el lar­go reco­rri­do des­de Tehe­rán hacia el nor­te del país tie­ne por obje­ti­vo dejar que Farid cru­ce clan­des­ti­na­men­te la fron­te­ra con Tur­quía para rea­li­zar con alguien del lugar una incier­ta ope­ra­ción ilegal.

En este via­je, don­de en cier­tas para­das se sale al cru­ce con extra­ños, Panahi tra­ta de refle­jar en una serie de viñe­tas la diná­mi­ca fami­liar pero sin que que­de cla­ro los ras­gos per­so­na­les de sus per­so­na­jes ni tam­po­co se detec­ta si lo que se pre­sen­cia es lo que real­men­te acon­te­ce; en tal sen­ti­do hay momen­tos en que se duda si la pier­na que­bra­da del padre es ver­da­de­ra o simu­la­da como tam­po­co se avi­zo­ra cla­ra­men­te si el perro al que están lle­van­do con­si­go es para poner­lo a dor­mir a fin de que no sufra más; asi­mis­mo se igno­ra si el via­je de Farid sin retorno cons­ti­tu­ye un acto de que­rer inde­pen­di­zar­se de su fami­lia y lle­var una vida por su pro­pia cuenta.

A todo ello, fue­ra de las con­ver­sa­cio­nes tri­via­les que se esta­ble­cen duran­te el reco­rri­do, Panahi home­na­jea al direc­tor Stan­ley Kubrick cuan­do en una esce­na el hijo mayor que es un apa­sio­na­do del cine le dice a su madre que 2001, Odi­sea del Espa­cio es la mejor pelí­cu­la que ha vis­to en su vida.

Ade­más de sus estu­dios de cine­ma­to­gra­fía, Panahi en el esti­lo visual sin­tió la impor­tan­te influen­cia de Abbas Kia­ros­ta­mi y de su padre Jafar al haber tra­ba­ja­do con ellos como asis­ten­te de direc­ción. Con todo, a dife­ren­cia de estos dos anto­ló­gi­cos rea­li­za­do­res del cine ira­ní, en su narra­ti­va el novel cineas­ta pre­fie­re pre­sen­tar ambi­gua­men­te a sus cua­tro per­so­na­jes a fin de que los espec­ta­do­res adquie­ran su pro­pia per­cep­ción de los mis­mos; así, en las notas de pren­sa Panahi mani­fies­ta que “!a vida y el arte están nutri­dos de para­do­jas y que son más ricas si se deja que cada uno las explo­re individualmente”.

Panahi con­tó con un irre­pro­cha­ble elen­co don­de Maj­noo­ni y Panahiha, dos gran­des acto­res de la esce­na tea­tral de Irán, rati­fi­can su inne­ga­ble talen­to; del mis­mo modo cabe des­ta­car a Sar­lak, un peque­ño gran intér­pre­te que lle­ga a des­lum­brar con su vital ener­gía así como Simiar per­sua­de ani­man­do al per­so­na­je más racio­nal del núcleo familiar.

En suma, Hit the Road es un intere­san­te film que aun­que no com­ple­ta­men­te cohe­ren­te, con­ju­ga dra­ma, come­dia musi­cal e inclu­so surrea­lis­mo a tra­vés del com­por­ta­mien­to de una enig­má­ti­ca fami­lia cuyos inte­gran­tes cam­bian con­ti­nua­da­men­te su esta­do anímico.

De modo alguno pue­de des­pren­der­se de que la fami­lia de esta fic­ción repre­sen­te a las de Irán„ como tam­po­co Panahi ‑a dife­ren­cia de su padre- refle­ja aquí algu­nos de los pro­ble­mas socia­les que atra­vie­sa su país. No obs­tan­te, él se des­ta­ca como un pro­mi­so­rio rea­li­za­dor que con su cáma­ra logra sóli­dos efec­tos de esce­nas bien resuel­tas fil­ma­das en pri­me­ros pla­nos, y de otras roda­das a leja­na dis­tan­cia. En los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción Panahi ha con­ta­do con la valio­sa con­tri­bu­ción del expe­ri­men­ta­do direc­tor de foto­gra­fía Amin Jafa­ri, cap­tan­do el esce­na­rio de los pai­sa­jes mon­ta­ño­sos y desér­ti­cos a lo lar­go de la tra­ve­sía rea­li­za­da. Jor­ge Gutman