Pro­cu­ran­do la Redención

LES HÉROÏ­QUES. Fran­cia, 2021. Un film de Maxi­me Roy

Basa­do en su cor­to metra­je Beau­ti­ful Losers (2018), Maxi­me Roy en su pri­mer lar­go­me­tra­je Maxi­me Roy efec­túa en Les Héroï­ques un admi­ra­ble tra­ba­jo aden­trán­do­se con gran sen­ti­mien­to en los veri­cue­tos de un hom­bre ator­men­ta­do que tra­ta de supe­rar su toxi­co­ma­nía y lograr redi­mir­se socialmente.

En su pri­me­ra esce­na se con­tem­pla a Michel (Fra­nçois Cré­ton), un dema­cra­do indi­vi­duo de 53 años de edad que en una reu­nión de AA con estre­me­ci­mien­to se diri­ge al gru­po de auto­ayu­da que le rodea alu­dien­do a su tris­te pasa­do y a su vin­cu­la­ción con las dro­gas y el alcohol don­de des­pués de una vein­te­na de años de haber con­su­mi­do estu­pe­fa­cien­tes ha logra­do man­te­ner­se sobrio duran­te los últi­mos cua­tro meses.

Fra­nçois Créton

Rápi­da­men­te el guión del rea­li­za­dor com­par­ti­do con Fra­nçois Cré­ton ofre­ce una cabal des­crip­ción de este hom­bre ago­bia­do físi­ca y psi­co­ló­gi­ca­men­te; ade­más de ser padre de Leo (Roméo Cré­ton) de 17años, lo es tam­bién de su niño de 18 meses, fru­to de la rela­ción man­te­ni­da con su mujer Hélè­ne (Clothil­de Couran) quien no quie­re saber más de él; con todo entre ambos com­par­ten la cus­to­dia de la cria­tu­ra. Vivien­do pobre­men­te en un sótano, tra­ta de con­se­guir un tra­ba­jo como mecá­ni­co aun­que care­cien­do de un diplo­ma fra­ca­sa en su inten­to. A todo ello, su rela­ción con su padre Clau­de (Richard Boh­rin­ger), gra­ve­men­te enfer­mo y a pun­to de morir, es dema­sia­do ten­sa en don­de en un momen­to de fre­né­ti­ca dis­cu­sión cada uno acu­sa al otro por el sui­ci­dio de la madre de Michel. Sin empleo, rehu­san­do a seguir cur­sos de for­ma­ción para lograr­lo, este per­de­dor dis­ta de avi­zo­rar un futu­ro más pro­mi­so­rio; con todo y aun­que no solu­cio­ne su pro­ble­ma, él cuen­ta con el apo­yo moral de su ami­go Jean-Pie­rre (Patrick d’Assumçao), de Josia­ne (Aria­ne Asca­ri­de), la noble mujer que vive con su padre, así como de Lily (Cla­ra Pon­sot) una de las com­pa­ñe­ras del gru­po de terapia.

Sin caer en el mise­ra­bi­lis­mo, Roy brin­da un con­mo­ve­dor dra­ma ínti­mo que bien podría ase­me­jar­se a un docu­men­tal tenien­do en cuen­ta la vera­ci­dad de lo des­crip­to. Con cáma­ra en mano y ayu­da­do por la diná­mi­ca foto­gra­fía de Baltha­zar Lab el rea­li­za­dor sigue per­ma­nen­te­men­te los pasos de Michel en el que Fra­nçois Cré­ton logra una inigua­la­ble carac­te­ri­za­ción de dicho per­so­na­je. En un ver­da­de­ro tour de for­ce el actor ilus­tra con total auten­ti­ci­dad las tri­bu­la­cio­nes de un ser humano per­de­dor, expre­san­do la varia­ción de su esta­do aní­mi­co acor­de a las cir­cuns­tan­cias de cada situa­ción; así uno de los momen­tos más emo­ti­vos del rela­to es cuan­do en un esta­do de deses­pe­ra­ción Michel está a pun­to de retor­nar a las dro­gas. En el res­to del talen­to­so elen­co se apre­cia el retorno de los vete­ra­nos Boh­rin­ger y Asca­ri­de quie­nes sobre­sa­len en sus res­pec­ti­vos roles de apo­yo, sin des­me­re­cer las actua­cio­nes de Roméo Cre­ton (igual­men­te hijo en la vida real de Fra­nçois), d’ Assu­mçao y Couran.

Abor­dan­do un tema deci­di­da­men­te com­ple­jo Roy ha logra­do un exce­len­te docu­men­to social de remar­ca­ble tex­tu­ra que a pesar de su tono som­brío deja abier­ta la puer­ta en don­de aso­ma un cier­to opti­mis­mo. Cier­ta­men­te, el nivel de cali­dad de esta ópe­ra pri­ma per­mi­te gene­rar expec­ta­ti­vas para los futu­ros pro­yec­tos del cineas­ta. Jor­ge Gutman