La Ver­da­de­ra Familia

LA VRAIE FAMI­LLE. Fran­cia, 2021. Un film escri­to y diri­gi­do por Fabien Gor­geart. 102 minu­tos

Des­pués de su pri­mer lar­go­me­tra­je Dia­ne a les épau­les (2017), el cineas­ta y guio­nis­ta Fabien Gor­geart retor­na para narrar una poten­te his­to­ria ins­pi­ra­da en la expe­rien­cia vivi­da duran­te su infan­cia; en ese enton­ces su fami­lia había aco­gi­do a una cria­tu­ra que per­ma­ne­ció en su seno des­de los 18 meses has­ta cum­plir los 6 años. En base a lo que ante­ce­de, La Vraie Fami­lle expo­ne con gran sen­si­bi­li­dad un dra­ma rea­lis­ta sobre cómo pue­de afec­tar peno­sa­men­te a una fami­lia bien cons­ti­tui­da la sepa­ra­ción for­zo­sa de un vás­ta­go no biológico.

Méla­nie Thierry

En su impe­ca­ble guión Gor­geart pre­sen­ta a Anna (Méla­nie Thierry) y Driss (Lyès Salem) un matri­mo­nio muy bien ave­ni­do que en las pri­me­ras esce­nas apa­re­ce dis­fru­tan­do de las vaca­cio­nes de verano con sus tres hijos, Simon (Gabriel Pavie) de 6 años y los dos mayo­res Adrien (Idris Lau­ren­tin-Khe­li­fi) y Jules (Basi­le Vio­let­te). No trans­cu­rre mucho para saber que Simon al año y medio de vida había sido ubi­ca­do en ese hogar sus­ti­tu­to al haber muer­to su madre y encon­trán­do­se su padre natu­ral Eddy (Félix Moa­ti) sumi­do en depre­sión e impo­si­bi­li­ta­do de cui­dar­lo. Demás está decir que para Anna y su espo­so no exis­te dife­ren­cia algu­na en el cari­ño pro­di­ga­do al peque­ño con rela­ción a Adrien y Jules; a su vez Simon man­tie­ne una exce­len­te rela­ción fra­ter­nal sin­tién­do­se muy ape­ga­do a sus pro­ge­ni­to­res, sobre todo al víncu­lo espe­cial hacia Anna a quien con­si­de­ra su úni­ca y legí­ti­ma mamá. Has­ta aquí se apre­cia la ima­gen de una fami­lia feliz.

La tran­qui­la ruti­na coti­dia­na del núcleo fami­liar se alte­ra cuan­do la visi­ta­do­ra social (Flo­ren­ce Muller) comu­ni­ca al matri­mo­nio que Eddie desea recu­pe­rar la guar­dia de su hijo duran­te los fines de sema­na: para Simon se pro­du­ce el males­tar de tener que com­par­tir su esta­día con su padre al que has­ta enton­ces no había cono­ci­do y con quien no guar­da afi­ni­dad algu­na. Pos­te­rior­men­te la situa­ción se com­pli­ca aún más cuan­do a pedi­do de Eddy la jue­za actuan­te (Domi­ni­que Blanc) dis­po­ne que el niño con­vi­va con su padre bio­ló­gi­co y otra fami­lia sus­ti­tu­ta; esa deci­sión deja una pro­fun­da hue­lla emo­cio­nal tan­to para el menor como para la fami­lia que lo cui­dó y protegió.

El direc­tor abor­da esta con­flic­ti­va situa­ción con suma deli­ca­de­za sin que el tras­pa­so del peque­ño de una fami­lia a otra pue­da des­bor­dar en un edul­co­ran­te sen­ti­men­ta­lis­mo. Al hacer­lo asi­mis­mo evi­ta juz­gar nega­ti­va­men­te los dere­chos que asis­ten al padre bio­ló­gi­co de que­rer recu­pe­rar la cus­to­dia de su hijo que no ha sido dado en adop­ción; cla­ro está que la narra­ción deja abier­ta la pre­gun­ta si aca­so aten­dien­do a los mejo­res intere­ses de Simon debe o no pres­cin­dir­se del pro­fun­do lazo filial que lo une a Anna y Driss.

Al exce­len­te tra­ta­mien­to rea­li­za­do por Gor­geart se agre­ga el haber con­vo­ca­do a un mag­ní­fi­co elen­co. En una de las más exi­to­sas inter­pre­ta­cio­nes de su carre­ra Thierry ofre­ce una remar­ca­ble carac­te­ri­za­ción de la apa­sio­na­da madre que no pue­de ocul­tar su que­bran­ta­do esta­do emo­cio­nal al ver que le ha sido sus­trai­do su ado­ra­do hiji­to; igual­men­te com­pe­ten­te es la labor de Salem como el abne­ga­do com­pa­ñe­ro de Anna tra­tan­do de con­for­tar­la fren­te a los hechos con­su­ma­dos. Men­ción espe­cial mere­ce la actua­ción del niño Pavie que hacien­do su debut fren­te a la cáma­ra cau­sa admi­ra­ción al haber­se iden­ti­fi­ca­do ple­na­men­te con su per­so­na­je al pun­to de hacer creer que él es el ver­da­de­ro Simon.

En esen­cia, con­si­de­ran­do este deli­ca­do tema el rea­li­za­dor ha obte­ni­do un film bello y tris­te a la vez que sin ape­lar a gol­pes bajos con­mue­ve pro­fun­da­men­te. Jor­ge Gutman