Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2022 (3)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gut­man 

El Suplen­te (Argen­ti­na)

Si al prin­ci­pio todo haría supo­ner que este remar­ca­ble film se cen­tra en la rela­ción que se esta­ble­ce entre un edu­ca­dor y su alum­na­do, el rea­li­za­dor Die­go Ler­man aspi­ra a algo más al asu­mir un com­pro­mi­so social y polí­ti­co en el tema que abor­da. Lo que se pue­de des­de ya anti­ci­par es que el cineas­ta rati­fi­ca una vez más su talen­to de buen narra­dor como ya lo ha demos­tra­do en el pasa­do con Mien­tras Tan­to, La Mira­da Invi­si­ble, Refu­gia­do y Una Espe­cie de Fami­lia.

EL SUPLEN­TE (Foto: TIFF)

El pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria con­ce­bi­da por Ler­man, María Mei­ra y Lucia­na De Mello pre­sen­ta a Lucio Gar­men­dia (Juan Minu­jin), un inte­lec­tual cate­drá­ti­co que acep­ta el car­go de pro­fe­sor suplen­te de lite­ra­tu­ra en una escue­la secun­da­ria ubi­ca­da en la Isla Maciel, un subur­bio des­fa­vo­re­ci­do situa­do a cor­ta dis­tan­cia de Bue­nos Aires. No obs­tan­te de no expe­ri­men­tar gran entu­sias­mo por la tarea que debe­rá efec­tuar, al poco tiem­po con­si­gue crear una atmós­fe­ra apa­ci­ble con sus ado­les­cen­tes estu­dian­tes. Esa pri­me­ra par­te del film en don­de se dis­cu­te en cla­se la uti­li­dad de la lite­ra­tu­ra con espe­cial refe­ren­cia a la poe­sía, está muy bien ela­bo­ra­da a tra­vés de intere­san­tes diá­lo­gos gene­ra­dos entre el pro­fe­sor y sus alum­nos poco entu­sias­tas en esa temá­ti­ca. En el ámbi­to per­so­nal, Lucio está divor­cia­do de su ex mujer Marie­la (Bár­ba­ra Len­nie) y man­tie­ne una pro­ble­má­ti­ca rela­ción con su hija Sol (Rena­ta Ler­man) al resis­tir­se a dar un examen para ingre­sar a un exi­gen­te y pres­ti­gio­so cole­gio; a ello cabe agre­gar su preo­cu­pa­ción por la enfer­me­dad de su padre Rober­to (Alfre­do Cas­tro) quien cono­ci­do como “El Chi­leno” ha crea­do un come­dor comu­ni­ta­rio des­ti­na­do a per­so­nas de esca­sos recursos.

La chis­pa que dis­pa­ra al rela­to se pro­du­ce cuan­do arri­ba al esta­ble­ci­mien­to esco­lar fun­cio­na­rios de la gen­dar­me­ría des­cu­brien­do allí la exis­ten­cia de estu­pe­fa­cien­tes; en ese escán­da­lo está invo­lu­cra­do Dilan (Lucas Arrúa), el alumno favo­ri­to de Lucio, obli­ga­do a actuar en la ven­ta de dro­gas bajo las órde­nes del capo nar­co­tra­fi­can­te local (Agus­tín Rit­tano) y sus mato­nes. Con­se­cuen­te­men­te, Lucio está deter­mi­na­do a pro­te­ger la vida del mucha­cho y para ello cuen­ta con la cola­bo­ra­ción de Car­men (María Mer­lino) una cole­ga pro­fe­so­ra de bio­lo­gía, a pesar de cier­ta resis­ten­cia por par­te de la direc­to­ra de la escue­la (Rita Cortese).

Den­tro de un rela­to muy bien estruc­tu­ra­do, Ler­man logra trans­mi­tir las ten­sio­nes pro­pias que se gene­ran cuan­do un edu­ca­dor que­da expues­to a situa­cio­nes lími­tes de com­ple­ja reso­lu­ción, en don­de entran en jue­go con­si­de­ra­cio­nes éti­cas. En tal sen­ti­do, la actua­ción de Minu­jin es estu­pen­da expre­san­do la varia­da gama de emo­cio­nes de su per­so­na­je que final­men­te logra­rá salir a flo­te al haber esta­ble­ci­do una corrien­te de fran­co afec­to y sim­pa­tía con sus estu­dian­tes al fina­li­zar el año escolar.

All the Beauty and the Bloodshed (Esta­dos Unidos)

Esta pelí­cu­la de la lau­rea­da docu­men­ta­lis­ta Lau­ra Poi­tras es un tri­bu­to a la figu­ra de la renom­bra­da fotó­gra­fa y asi­mis­mo docu­men­ta­lis­ta Nan Gol­din. Sin entrar a rela­tar bio­grá­fi­ca­men­te lo que fue y es Gol­din, este film está con­for­ma­do por tres capas bien engar­za­das a lo lar­go de su desarrollo..

ALL THE BEAUTY AND THE BLOODSHED (Foto: TIFF)

Uno de los aspec­tos con­si­de­ra­dos es la crea­ción artís­ti­ca de Gol­din enfo­ca­da a tra­vés de sus fotos, dia­po­si­ti­vas y mate­rial de archi­vo vin­cu­la­dos con el cine cuyo prin­ci­pal expo­nen­te es su docu­men­tal The Ballad of Sexual Depen­dency (1986) refle­jan­do los devas­ta­do­res efec­tos del SIDA en la comu­ni­dad homosexual.

Para­le­la­men­te Poi­tras retra­ta el acti­vis­mo polí­ti­co de Gol­din en la cru­za­da que aco­me­te denun­cian­do el devas­ta­dor efec­to del Oxy­con­tin pro­du­ci­do por la com­pa­ñía far­ma­céu­ti­ca Pur­due Phar­ma per­te­ne­cien­te a la mul­ti­mi­llo­na­ria fami­lia Sac­kler. El moti­vo resi­de en que ese opioi­de había gene­ra­do una alta sobre­do­sis de la gen­te que lo ha con­su­mi­do, pro­vo­can­do la muer­te de medio millón de ame­ri­ca­nos; afor­tu­na­da­men­te Gol­din a pesar de haber­se vali­do de esa dro­ga logró recu­pe­rar­se. Para lle­var a cabo su pro­pó­si­to ella lide­ra el gru­po P.A.I.N. (Pres­crip­tion, Addic­tion, Inter­ven­tion, Now), inte­gra­do por ex víc­ti­mas y fami­lia­res de las per­so­nas falle­ci­das; rea­li­zan­do nume­ro­sas mani­fes­ta­cio­nes públi­cas fren­te a los museos; el obje­ti­vo per­se­gui­do es el de per­sua­dir a impor­tan­tes ins­ti­tu­cio­nes cul­tu­ra­les de arte (Metro­po­li­tan Museum of Arts, Gug­genheim, Natio­nal Por­trait Gallery de Lon­dres y el Lou­vre, entre otros) que han sido favo­re­ci­das por cuan­tio­sas dona­cio­nes de los Sac­kler para que en el futu­ro se nie­guen a seguir reci­bién­do­las y a su vez reti­rar el nom­bre Sac­kler en algu­nas de las salas de los pres­ti­gio­sos museos.

La cáma­ra de Poi­tras sigue aten­ta­men­te a Gol­din a tra­vés de su pre­sen­cia físi­ca o median­te su voz en off expre­san­do su difí­cil infan­cia así tam­bién cómo emer­gió su pasión por la foto­gra­fía. En todo caso, en ese aspec­to lo más resal­tan­te es que la artis­ta no ha sabi­do sobre­po­ner­se al dolor que le cau­só el sui­ci­dio de Bar­ba­ra, su her­ma­na mayor; esta ado­les­cen­te no con­for­mis­ta y sin pre­jui­cios en mate­ria sexual, inco­mo­dó a su fami­lia lo que con­du­jo a que fue­ra tra­ta­da por algu­nos médi­cos y con el diag­nós­ti­co de enfer­ma men­tal fue final­men­te ins­ti­tu­cio­na­li­za­da, lo que moti­vó a que la joven haya deci­di­do poner fin a su vida.

Poi­tras ha con­se­gui­do cap­tar el espí­ri­tu inno­va­dor de Gol­din, a tra­vés de sus varia­das face­tas per­mi­tien­do que esta explo­ra­ción de su vida artís­ti­ca y per­so­nal alcan­ce amplia reso­nan­cia en este vívi­do y fas­ci­nan­te retra­to. Por sus inne­ga­bles méri­tos, este exce­len­te film obtu­vo el León de Oro en el recien­te fes­ti­val de Vene­cia. 

Coyo­te (Cana­dá)

En su segun­do lar­go­me­tra­je la rea­li­za­do­ra cana­dien­se Kathe­ri­ne Jer­ko­vic con­fir­ma su talen­to demos­tra­do en su debut Roads in February que habien­do sido pre­sen­ta­do en el Tiff de 2018 obtu­vo el pre­mio de mejor pri­mer film cana­dien­se. En este caso nue­va­men­te Jer­ko­vic demues­tra su fine­za en el tra­ta­mien­to de una emo­ti­va his­to­ria por ella escri­ta enfo­can­do los lazos de familia.

COYO­TE (Foto: TIFF)

La acción trans­cu­rre en Mon­treal don­de se obser­va a Cami­lo (Jor­ge Mar­tí­nez Colo­ra­do), un inmi­gran­te meji­cano viu­do de media­na edad que tiem­po atrás había teni­do a su car­go un res­tau­ran­te (Le coyo­te) y que lo ven­dió aun­que no se lle­ga a saber el moti­vo. Aho­ra se desem­pe­ña como emplea­do de una com­pa­ñía de lim­pie­za pero no sin­tién­do­se satis­fe­cho con lo que hace aspi­ra a con­se­guir un pues­to como coci­ne­ro dada su pasión por el arte culi­na­rio; con la ayu­da de Edgar (Chris­tian de la Cor­ti­na), su cole­ga de tra­ba­jo y a la vez gran ami­go, logra enviar en línea su currí­cu­lum, con­si­guien­do final­men­te un empleo de coci­ne­ro en un res­tau­ran­te ubi­ca­do a unos 400 kiló­me­tros de Mon­treal para comen­zar a tra­ba­jar en el pró­xi­mo mes.

El rela­to cobra impul­so cuan­do impre­vis­ta­men­te apa­re­ce Tania (Eva Avi­la), la hija de Cami­lo con quien estu­vo dis­tan­cia­do por varios años, hacién­do­le saber que es abue­lo de su hiji­to Zachary (Enzo Des­meu­les) de cin­co años; más aún, ella le pide que se haga car­go del niño por tres sema­nas por­que debi­do a su dro­ga­dic­ción ella ingre­sa­rá a un cen­tro de reha­bi­li­ta­ción en las afue­ras de Mon­treal. Dado que Cami­lo resien­te fuer­te­men­te de Tania por haber­le roba­do y adu­cien­do de que por su cul­pa per­dió el res­tau­ran­te, se mues­tra reluc­tan­te del favor que le pide su hija; a la pos­tre ter­mi­na acce­dien­do por­que en caso con­tra­rio ella podría dejar de tener la cus­to­dia del menor si no lle­ga a regenerarse.

Con suma deli­ca­de­za Jer­ko­vic expo­ne los esfuer­zos de Cami­lo para tra­tar de com­pla­cer a su nie­to tenien­do en cuen­ta que el peque­ño muy ape­ga­do a su madre sien­te su ausen­cia a la vez que mani­fies­ta su inco­mo­di­dad de tener que estar con su abue­lo al que no había cono­ci­do has­ta ese enton­ces. Pero Cami­lo no ceja en su inten­to, lle­ván­do­lo al jar­dín de infan­tes, paseán­do­lo en el par­que así como toman­do las pre­cau­cio­nes de que duran­te sus horas noc­tur­nas de tra­ba­jo el chi­co esté bien cui­da­do por Ana (Cata­li­na Pop), la bon­da­do­sa guar­dia­na que vive en el mis­mo edificio.

Sin ape­lar al melo­dra­ma la direc­to­ra refle­ja el con­flic­to emo­cio­nal tan­to de Cami­lo como de Zachary al visi­tar a Tania en el lugar de reha­bi­li­ta­ción. Con un sen­ci­llo y emo­ti­vo final abier­to mos­tran­do que la vida sigue inde­fec­ti­ble­men­te su cur­so, Jer­ko­vic apor­ta un con­mo­ve­dor rela­to res­pal­da­do por la nota­ble inter­pre­ta­ción de Mar­tí­nez Colo­ra­do y del niño Desmeules.

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