Una Fic­ción Histórica

LE TIGRE ET LE PRÉ­SI­DENT. Fran­cia-Bél­gi­ca, 2022. Un film de Jean-Marc Pey­re­fit­te. 98 minutos

En su pri­mer lar­go­me­tra­je como rea­li­za­dor, Jean-Marc Pey­re­fit­te abor­da un rela­to his­tó­ri­co de Francia.

Tenien­do en cuen­ta que lo que se narra res­pon­de a la reali­dad de lo acon­te­ci­do, eso no impli­ca que en la fic­ción exis­tan algu­nas licen­cias dado que Le Tigre et le Pre­si­dent adop­ta el tono de come­dia antes que el de un autén­ti­co dra­ma político.

La acción que trans­cu­rre en 1920 cen­tra­li­za en prin­ci­pio su aten­ción en el Pre­si­den­te Paul Des­cha­nel (Jac­ques Gam­blin), un polí­ti­co que ese año lle­gó al poder imbui­do de gran­des idea­les. Sin embar­go sus nobles inten­cio­nes no pudie­ron con­cre­tar­se como él lo hubie­ra desea­do debi­do a su enfer­me­dad men­tal que lo con­du­jo a acti­tu­des extra­va­gan­tes; así, en un epi­so­dio acon­te­ci­do en la madru­ga­da del 20 de mayo de 1920, des­pués de haber inge­ri­do varios som­ní­fe­ros, des­apa­re­ció de su des­pa­cho por­que se cayó por la ven­ta­na del tren pre­si­den­cial ves­ti­do en pija­ma, esta situa­ción lo ridi­cu­li­zó por com­ple­to ante la ima­gen públi­ca, moti­van­do que a los pocos meses pre­sen­ta­ra su dimisión.

Jac­ques Gam­blin y André Dussollier

Simul­tá­nea­men­te el guión del rea­li­za­dor con la cola­bo­ra­ción de Marc Syri­gas pre­sen­ta a Geor­ges Clé­men­ceau (André Dus­so­llier), quien como ave­za­do Pri­mer Minis­tro del país entre 1906 y 1920 esta­ba segu­ro de ganar las elec­cio­nes de ese año al haber sido con­si­de­ra­do el favo­ri­to en la con­tien­da pre­si­den­cial. De allí que entre él y Des­cha­nel haya sur­gi­do una máxi­ma riva­li­dad, gene­ran­do el pun­to de infle­xión de esta comedia.

Sepa­ra­da­men­te, cada uno de estos dos per­so­na­jes reúne valo­res que jus­ti­fi­can su paso por la polí­ti­ca a pesar de adop­tar una visión dife­ren­te. En el caso de Des­cha­nel es loa­ble su labor como mili­tan­te con la inten­ción de abo­lir la pena de muer­te, adju­di­car el dere­cho del voto feme­nino así como otras medi­das inno­va­do­ras para su pue­blo; por su par­te, acu­dien­do a los regis­tros his­tó­ri­cos que­da cons­ta­ta­da la con­tri­bu­ción de Clé­men­ceau a su país duran­te los emba­tes de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial y su par­ti­ci­pa­ción como uno de los prin­ci­pa­les nego­cia­do­res de la Con­fe­ren­cia de Paz de París en 1919.

Evo­can­do ese espe­cial perío­do, el rea­li­za­dor per­mi­te que el rela­to ade­cua­da­men­te narra­do inclu­ya algu­nas situa­cio­nes hila­ran­tes que aun­que a veces resis­ten cre­di­bi­li­dad no obs­tan­te están satis­fac­to­ria­men­te resueltas.

Es en la inter­pre­ta­ción don­de resi­den los aspec­tos más salien­tes de esta his­to­ria en el mar­co de un elen­co inte­gra­do por dos acto­res exce­len­tes del cine fran­cés. Gam­blin expre­sa viva­men­te la situa­ción de un pre­si­den­te aba­ti­do por la ansie­dad y angus­tia que lo lle­va al esta­do depre­si­vo para con­ver­tir­lo en un ser ende­ble y ridícu­lo. Por su par­te Dus­so­llier ilus­tra estu­pen­da­men­te el cinis­mo de un polí­ti­co con­ser­va­dor fuer­te y viril que habien­do vis­to sus aspi­ra­cio­nes pre­si­den­cia­les frus­tra­das no disi­mu­la su ren­cor hacia Des­cha­nel mofán­do­se de él en la medi­da de lo posible.

Dicho lo que ante­ce­de, esta ópe­ra pri­ma de Pey­re­fit­te cum­ple con su come­ti­do de ofre­cer una come­dia que aun­que sin ser excep­cio­nal, resul­ta agra­da­ble de con­tem­plar ade­más de haber incor­po­ra­do datos his­tó­ri­cos que aun­que no todos com­ple­ta­men­te feha­cien­tes han sido poco cono­ci­dos por el públi­co masi­vo. Jor­ge Gutman