Crónica de Jorge Gutman
GAS BAR BLUES. Texto: Louis Bélanger basado en su film homónimo — Adaptación Teatral: David Laurin — Dirección: Édith Patenaude — Elenco: Bertrand Alain, Miryam Amrouche, Claude Despins, Martin Drainville, Francis La Haye, Frédéric Lemay, Hubert Lemire, Steven Lee Potvin y Jean François Poulin — Escenografía: Patrice Charbonneau-Brunelle — Vestuario: Julie Lévesque — Iluminación : Jean-François Labbé — Música: Mathieu Désy – Accesorios: Josée Bergeron-Proulx — . Asistente de Dirección: Chloé Ekker — Duración; 2 horas, sin entreacto. Representaciones: Hasta el 18 de febrero de 2023 en el Théâtre Duceppe (www.duceppe.com)
Gaz Bar Blues es un excelente film canadiense que Louis Bélanger guionizó y dirigió en 2003 inspirado en recuerdos de su juventud. Es ahora que David Laurin, co-director artístico del Teatro Duceppe, decidió adaptarlo teatralmente respetando la versión original con la incorporación de temas musicales.
La pieza al igual que la película desarrolla la acción en 1989; con la caída del muro de Berlín sacudiendo al mundo, el desmoronamiento de la guerra fría, trae consigo una liberalización económica que gravita mundialmente en aquellos pequeños comerciantes sin otra opción que ajustarse a una nueva modalidad de explotación comercial o de lo contrario sucumbir. Ese es el contexto en el que se desenvuelve François Brochu (Martin Drainille), un viudo de 55 años que maneja “Gaz Bar”, una estación de servicio ubicada en un sector humilde de Limoilou, no muy lejos de la ciudad de Quebec, cuya explotación se encuentra amenazada con la aparición de gasolineras aledañas de libre servicio, ofreciendo el mismo producto a menor precio.
Habiendo heredado el negocio de su padre, este hombre de nobles sentimientos que está afectado por el mal de Parkinson desearía que la actividad siga siendo explotada por sus hijos. Pero eso no puede ser porque Réjean (Frédéric Lemay), prefiere el arte de la fotografía y su meta es partir a Berlín para testimoniar los cambios sociales como consecuencias de la revuelta popular producida en Alemania, en tanto que Guy (Steven Lee Potvin) se inclina más por la música de blues. Por su parte, la hija menor (Miryam Amrouche) de 16 años es demasiado joven para dedicarse a este tipo de servicio, aunque a ella le agrada.
La obra es una crónica de la vida diaria de esta gasolinera que además de proveerle un modesto ingreso a su dueño, sirve también como un medio social que congrega a sus clientes, vecinos y amigos, entre ellos Gaston (Claude Despins), todos ellos pertenecientes a un medio social desfavorecido. Los diferentes acontecimientos se van sucediendo sin mayores sorpresas, aunque eso no afecta su esencia dramática. En todo caso, la importancia del relato reside más en la excelente pintura transmitida por sus diferentes personajes que en términos de contenido argumental.
Con la simplicidad de las pequeñas cosas de la vida donde sus caracteres revelan distintos aspectos de personalidad que conforman la condición humana, la directora Édith Patenaude permite que su puesta escénica transmita la humanidad contenida en esta adaptación teatral mediante pequeñas escenas intercaladas con ternura y humor. En el elenco conformado por nueve actores, que permanecen permanentemente en escena durante el desarrollo de la obra, por la gravitación de su rol se destaca Drainville quien expresa con plena convicción el drama de un ser que se siente impotente ante un mundo que comienza a cambiar y al que él no logra adaptarse. El resto del reparto además de un muy buen desempeño actoral se distingue en la ejecución de diferentes instrumentos musicales (guitarra, armónica, batería) brindando agradables temas de blues de Mathieu Désy que se acompasan con el ritmo, nostalgia y melancolía que destila esta sencilla y cálida pieza.