TOMMY GUNS. Portugal-Francia-Angola, 2022. Un film escrito y dirigido por Carlos Conceição 119 minutos
En su segundo largometraje como guionista y realizador, el director angolés Carlos Conceição aborda en Tommy Guns ‑cuyo título original portugués es Nação Valente- un film difícil de catalogar. Por una parte aparenta ser un drama histórico, por la otra hace referencia al legado colonialista europeo que muchas regiones del mundo han experimentado durante varios siglos y asimismo podría ser encuadrado como un film de guerra asociado con la ambición del poder.
El guión del realizador no sigue un orden cronológico sino que está estructurado en dos relatos que transcurren paralelamente en Angola en 1974, un año antes de su independencia del imperio colonial de Portugal. En su primera parte, ilustra no muy claramente la tensión existente entre las guerrillas angoleñas independentistas y los militares portugueses; en ese marco, una adolescente negra (Ule Balde) de una aldea rural sale al encuentro de un soldado portugués (Silvio Vieira) y después de haber intimado sexualmente el amor circunstancial concluye de manera gratuitamente violenta dejando un agrio sinsabor. Hasta aquí han transcurrido 27 minutos de metraje y es entonces que aparece el título del film.
La segunda parte del relato se desarrolla en un campamento ubicado en una densa selva donde un rudo coronel (Gustavo Sumpta) comanda a una tropa de 7 jóvenes soldados de Angola que son leales a la metrópoli colonialista. Un nuevo acto de violencia se produce cuando el coronel dispone que el soldado Zé (Joâo Arrrais) ametralle a un negro supuestamente traidor (Meirinho Mendes); al haber obedecido la orden de su superior Zé es promovido al grado de sargento. Durante esta etapa, se contempla el entrenamiento que los reclutados reciben del siniestro comandante y la dura forma a que son sometidos.
El nudo conflictivo del relato se produce en su segmento final cuando el coronel trae a Apolonia (Anabela Moreira), una exótica bailarina que ofrece una danza sensual a los soldados, con la intención de brindarles posteriormente sus servicios sexuales a cada uno de ellos; sin embargo, después del primer encuentro con Zé las cosas no transcurren de acuerdo a lo planeado generándose otro violento episodio.
Aunque bien realizado, el enigmático guión no resulta completamente convincente al introducir en su narrativa algunas situaciones simbólicas y ambiguas que resultan implausibles, como por ejemplo un retrato con el rostro de Brigitte Bardot. Con todo, Conceição ofrece un material que permite reflexionar en varios aspectos. En primer lugar los soldados de esta historia viven la guerra aislados del tiempo y del espacio y pueden muy bien ser comparados con aquéllos que han luchado en Vietnam, Afganistán y actualmente con los rusos que pelean en Ucrania, sin saber exactamente porqué lo hacen. Otro hecho, aunque no muy marcado, es el latente racismo existente y a ello cabe agregar el exacerbado sentimiento de patriotismo inculcado por el coronel a su tropa en el que posiblemente ninguno de sus integrantes haya estado en Portugal.
En esencia, el tono poético que prima en su desenlace mediante secuencias nocturnas captadas por la excelente fotografía de Vasco Viana, es un elemento a favor de este drama militar parcialmente logrado. Jorge Gutman