El Gran Maestro

MAES­TRO. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film de Brad­ley Cooper. 129 minutos

A la lis­ta de remar­ca­bles fil­mes pre­sen­ta­dos duran­te el año en cur­so tales como Oppenhei­mer, Fallen Lea­ves, Ana­tomy of a Fall, Past Lives y Killers of the Flo­wer Moon, entre otro títu­los, es nece­sa­rio aña­dir Maes­tro al que pue­de cali­fi­car­se como una mara­vi­llo­sa sin­fo­nía cinematográfica.

Si bien el actor Brad­ley Cooper demos­tró su talen­to como rea­li­za­dor en A Star is Born (2018), aquí lo rati­fi­ca ple­na­men­te abor­dan­do la carre­ra pro­fe­sio­nal del gran com­po­si­tor, direc­tor musi­cal pia­nis­ta y autor de músi­ca de fil­mes Leo­nard Berns­tein así como su rela­ción con su ama­da Feli­cia Mon­tea­le­gre con quien com­par­tió 27 años de vida conyugal.

Carey Mulli­gan y Brad­ley Cooper

El guión esbo­za­do por el rea­li­za­dor com­par­ti­do con Josh Sin­ger en un bre­ve pró­lo­go fil­ma­do en color pre­sen­ta a Berns­tein (Cooper), apo­da­do Lenny, en los últi­mos años de su vida tocan­do en el piano una melan­có­li­ca melo­día duran­te una entre­vis­ta que le es efec­tua­da, en don­de recuer­da a su que­ri­da espo­sa. Con una fil­ma­ción en blan­co y negro, la acción retro­ce­de en el tiem­po don­de Berns­tein com­par­tien­do la cama con el cla­ri­ne­tis­ta David Oppenheim (Matt Bor­ner) es des­per­ta­do en la maña­na del 14 de noviem­bre de 1943 por un lla­ma­do tele­fó­ni­co; en el mis­mo se le soli­ci­ta que como direc­tor adjun­to de la Orques­ta Filar­mó­ni­ca de New York diri­ja ese día un con­cier­to en el Car­ne­gie Hall en reem­pla­zo del céle­bre direc­tor Bruno Wal­ter impo­si­bi­li­ta­do de rea­li­zar­lo debi­do a una ines­pe­ra­da enfer­me­dad. A pesar de no dis­po­ner del nece­sa­rio tiem­po de ensa­yo, rea­li­za ese con­cier­to reci­bien­do una cla­mo­ro­sa ova­ción del públi­co asis­ten­te como así tam­bién por par­te de la crí­ti­ca espe­cia­li­za­da; en la medi­da que el con­cier­to ha sido trans­mi­ti­do por radio, su éxi­to se inten­si­fi­ca por la audien­cia que lo ha escu­cha­do. De allí en más el joven músi­co de 25 años se con­vier­te en el pri­mer direc­tor ame­ri­cano reco­no­ci­do mundialmente.

En 1946 en una reu­nión ofre­ci­da por Shir­ley (Sarah Sil­ver­man), la her­ma­na de Lenny, mien­tras él entre­tie­ne a los asis­ten­tes tocan­do el piano lle­ga como invi­ta­da la joven estu­dian­te de tea­tro Feli­cia Mon­tea­le­gre (Carey Mulli­gan). De inme­dia­to sur­ge una mar­ca­da sim­pa­tía entre ambos que pron­ta­men­te devie­ne en una febril his­to­ria de amor aun­que no exen­ta de adversidades.

A tra­vés de una elip­sis y vol­vien­do nue­va­men­te la fil­ma­ción en colo­res, años des­pués se obser­va al matri­mo­nio jun­to con sus vás­ta­gos Jamie (Maya Haw­ke), Ale­xan­der (Sam Nivo­la) y Nina (Ale­xa Swin­ton) con­for­man­do una sóli­da unión familiar.

Con mucha suti­le­za Cooper des­ta­ca cómo la bise­xua­li­dad de Leo­nard no impi­de que ese matri­mo­nio per­du­re en la medi­da que Feli­cia lo acep­ta tal cual es. En tal sen­ti­do resul­ta intere­san­te la esce­na cuan­do Jamie en una con­ver­sa­ción con su padre le cuen­ta lo que oyó acer­ca de su doble orien­ta­ción sexual; él adu­ce que no hay nada al res­pec­to y que los rumo­res son pro­du­ci­dos por quie­nes lo envi­dian. Pero cuan­do en 1976 el com­po­si­tor aban­do­na a Feli­cia por haber­se rela­cio­na­do con Tom Coth­ran (Gideon Glick), direc­tor musi­cal de una emi­so­ra de San Fran­cis­co, se pro­du­ce una rup­tu­ra en la pare­ja pero el amor todo lo pue­de para que al poco tiem­po se pro­duz­ca la recon­ci­lia­ción matrimonial.

Como es de espe­rar, la músi­ca de Berns­tein ocu­pa un lugar impor­tan­te en la ban­da sono­ra inclu­yen­do frag­men­tos de la ópe­ra A quiet Pla­ce y la ober­tu­ra de la ope­re­ta Can­di­de del com­po­si­tor. Con todo, una de las secuen­cias más glo­rio­sas y tras­cen­den­tes del film acae­ce en la cate­dral de Ely en Ingla­te­rra, don­de Berns­tein eje­cu­ta la par­te final del últi­mo movi­mien­to de la majes­tuo­sa Segun­da Sin­fo­nía (“Resu­rrec­ción”) de Mah­ler. Ahí el Cooper actor se con­vier­te en el fogo­so Berns­tein demos­tran­do el ardor de su san­gre al estar embria­ga­do con la músi­ca del inmor­tal autor aus­tro-bohe­mio; cuan­do al ter­mi­nar la inter­pre­ta­ción la audien­cia aplau­de a rabiar, antes de salu­dar al públi­co Berns­tein se diri­ge a abra­zar fuer­te­men­te a la con­mo­vi­da Feli­cia quien encon­trán­do­se en el transep­to de la basí­li­ca con­tem­pló a su mari­do diri­gien­do con brío a la orquesta.

Cui­dan­do de no des­bor­dar en un edul­co­ran­te sen­ti­men­ta­lis­mo, es remar­ca­ble cómo Cooper ha logra­do en su tra­mo final ilus­trar con suma deli­ca­de­za la enfer­me­dad ter­mi­nal de Feli­cia y la mane­ra en que Lenny evi­den­cia su pena al ser cons­cien­te de su inmi­nen­te pérdida.

En su con­di­ción de actor es admi­ra­ble el desem­pe­ño de Cooper quien ade­más de mos­trar un gran pare­ci­do físi­co con Berns­tein trans­mi­te acer­ta­da­men­te las dis­tin­tas face­tas del excep­cio­nal com­po­si­tor tan­to como el hom­bre extra­ver­ti­do, radian­te, fogo­so fren­te a la orques­ta, como así tam­bién sus momen­tos de depre­sión al tra­tar de con­ci­liar su ambi­güe­dad sexual con el gran amor de su vida; en lo estric­ta­men­te musi­cal, Cooper con­tó con la valio­sa asis­ten­cia del exi­mio maes­tro Yan­nick Nézet-Séguin para que pudie­ra genui­na­men­te trans­mi­tir lo que sen­tía Berns­tein fren­te a los músi­cos de la orques­ta. No menos remar­ca­ble es la bri­llan­te com­po­si­ción de Mulli­gan expre­san­do la for­ta­le­za, devo­ción y el apo­yo incon­di­cio­nal de una mujer hacia el hom­bre que ama tan­to en su vida ínti­ma como pro­fe­sio­nal, per­mi­tien­do de ese modo la per­du­ra­bi­li­dad conyugal.

La des­tre­za de Cooper como rea­li­za­dor se mani­fies­ta no solo en lo que con­cier­ne al desem­pe­ño del mag­ní­fi­co elen­co sino que ade­más se des­ta­ca por haber brin­da­do máxi­ma flui­dez al rela­to en el mar­co de un esti­lo clá­si­co de narra­ción. A ello habrá que agre­gar la nota­ble foto­gra­fía, el inme­jo­ra­ble dise­ño de pro­duc­ción y muy en espe­cial la valio­sa coope­ra­ción del equi­po de maqui­lla­je ilus­tran­do cómo la fiso­no­mía de los pro­ta­go­nis­tas evi­den­cia el natu­ral cam­bio duran­te las varias déca­das en que trans­cu­rre el rela­to. Jor­ge Gutman

Nota: Maes­tro esta­rá dis­po­ni­ble en la pla­ta­for­ma de Net­flix a par­tir del 20 de diciembre.

Una Intrin­ca­da Historia

MONS­TER. Japón, 2023. Un film de Hiro­ka­zu Kore-eda. 126 minutos.

Incli­na­do a abor­dar temas vin­cu­la­dos con las carac­te­rís­ti­cas que asu­me el com­por­ta­mien­to fami­liar, en este caso Hiro­ka­zu Kore-eda se refie­re a la rela­ción entre una madre y su hijo aun­que la intrin­ca­da y com­ple­ja his­to­ria plan­tea­da en Mons­ter con­si­de­ra varios tópi­cos adi­cio­na­les. Acos­tum­bra­do a pre­pa­rar sus pro­pios guio­nes, en este caso Kore-eda se vale del con­ce­bi­do por Yuhi Saka­mo­to; eso en par­te pue­de expli­car que este film no alcan­ce la enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca logra­da en pre­vios tra­ba­jos que lo han con­sa­gra­do inter­na­cio­nal­men­te como uno de los más pres­ti­gio­sos cineastas.

Soya Kuro­ka­wa y Hina­ta Hiiragi

La his­to­ria que está ambien­ta­da en la ciu­dad japo­ne­sa de Suwa intro­du­ce a Sao­ri (Saku­ra Ando) una mujer viu­da y madre de Mina­to (Soya Kuro­ka­wa), un chi­co de 10 años que cur­sa el quin­to gra­do de edu­ca­ción ele­men­tal. El niño evi­den­cia cier­tos pro­ble­mas de con­duc­ta que lo tor­nan extra­ño al mani­fes­tar que podría poseer un cere­bro de cer­do; a todo ello, sue­le tener ideas raras sobre las reen­car­na­cio­nes, des­apa­re­ce súbi­ta­men­te y a su vez mani­fies­ta a su madre que en la escue­la es obje­to de bull­ying y que Hori (Eita Naga­ya­ma), su pro­fe­sor de edu­ca­ción físi­ca, lo con­si­de­ra un mons­truo. De inme­dia­to Sao­ri se diri­ge a la escue­la que­ján­do­se ante la direc­to­ra Maki­ko (Yuko Tana­ka) por la acti­tud del docen­te. No obs­tan­te las dis­cul­pas ofre­ci­das por el incul­pa­do Michi­toshi lo cier­to es que para sal­var la ima­gen de la ins­ti­tu­ción él lle­ga a ser despedido.

El rela­to cobra un giro dife­ren­te cuan­do la ver­sión de lo acon­te­ci­do es ofre­ci­da por el pro­fe­sor, en don­de se detec­ta que Mina­to no es tan ino­cen­te como lo supu­so su madre y que lo que se expu­so ante­rior­men­te difie­re por com­ple­to de lo que acon­te­ció en el ámbi­to esco­lar. A su vez, la his­to­ria se com­pli­ca más cuan­do se asis­te a la ver­sión ofre­ci­da por Mina­to y su com­pa­ñe­ro Yori (Hina­ta Hiiragi).

Adop­tan­do el méto­do uti­li­za­do por Aki­ra Kuro­sa­wa en Rasho­mon (1950), Kore-eda tra­ta de emu­lar­lo median­te la expo­si­ción de hechos que difie­ren según quien los cuen­te. Pero en este caso el rea­li­za­dor deli­be­ra­da­men­te ocul­ta infor­ma­ción y eso moti­va a que final­men­te no que­de con­vin­cen­te­men­te acla­ra­do el cru­ci­gra­ma pro­pues­to, que­dan­do la duda de si Mina­to es la víc­ti­ma o el vic­ti­ma­rio y quién es en últi­ma ins­tan­cia el mons­truo de esta his­to­ria. Con todo, a tra­vés de su expo­si­ción el film per­mi­te refle­xio­nar sobre la cul­tu­ra de la can­ce­la­ción, a raíz del des­pi­do del pro­fe­sor para aca­llar la opi­nión públi­ca, como asi­mis­mo deja entre­ver cier­ta crí­ti­ca a la homo­fo­bia en vir­tud de los pre­jui­cios exis­ten­tes por la sóli­da amis­tad de Mina­to con Yori don­de ambos dejan entre­ver sus genui­nos sentimientos.

A pesar de las obje­cio­nes seña­la­das res­pec­to a su cohe­ren­cia el film des­ti­la un con­si­de­ra­ble huma­nis­mo en sus prin­ci­pa­les per­so­na­jes y en tal sen­ti­do Kore-eda sigue demos­tran­do que es un remar­ca­ble direc­tor de jóve­nes acto­res como es el caso de Soya Kuro­ka­wa y el de Hina­ta Hii­ra­gi quie­nes aca­rrean sóli­da­men­te gran par­te del relato.

Con­si­de­ra­ción espe­cial mere­ce la exce­len­te ban­da sono­ra com­pues­ta por el recien­te­men­te falle­ci­do músi­co Ryui­chi Saka­mo­to, que con­fi­gu­ra un nota­ble com­ple­men­to con lo que el film expo­ne. Jor­ge Gutman

Apa­rien­cias Engañosas

EILEEN. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film de William Oldroyd. 95 minutos

En 2016 el direc­tor tea­tral y de ópe­ra William Oldroy impre­sio­nó con su pri­mer lar­go­me­tra­je Lady Mac­beth, un sobrio dra­ma muy bien tra­ta­do y mag­ní­fi­ca­men­te actua­do por Flo­ren­ce Pugh en el rol pro­ta­gó­ni­co. Sin embar­go Eileen, su segun­do tra­ba­jo que tuvo su estreno mun­dial en Sun­dan­ce, no des­pier­ta el mis­mo entu­sias­mo en la medi­da que lo que el rea­li­za­dor enfo­ca en su pri­me­ra hora de metra­je, se dilu­ye por com­pe­to en los sub­si­guien­tes minutos.

Tho­ma­sin McKenzie

El rea­li­za­dor se ha basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Ottes­sa Mosh­fegh publi­ca­da en 2016, con un guión pre­pa­ra­do por la auto­ra del libro y Luke Goe­bel, ubi­can­do la acción en la déca­da del 60 en los subur­bios de Bos­ton. Allí resi­de Eileen Dun­lap (Tho­ma­sin McKen­zie), una joven de 24 años jun­to con su padre Jim (Shea Whigham), un ex poli­cía viu­do. Ella es una chi­ca retraí­da que tra­ba­ja como secre­ta­ria en una peni­ten­cia­ria juve­nil de varo­nes, don­de ve trans­cu­rrir su vida de mane­ra ruti­na­ria a la vez que sufre los emba­tes de su padre alcohó­li­co que en esta­do de ebrie­dad sue­le uti­li­zar su arma para asus­tar a los chi­cos del vecin­da­rio. Asi­mis­mo, Eileen nutre su ima­gi­na­ción con fan­ta­sías sexua­les en don­de un guar­dia de la pri­sión (Owen Tea­gue) inti­ma con ella, como asi­mis­mo en cier­tas oca­sio­nes vis­lum­bra estar arma­da y matar a su progenitor.

La labor ruti­na­ria de Eileen se alte­ra cuan­do lle­ga al cen­tro peni­ten­cia­rio Rebec­ca Saint John (Anne Hatha­way), una psi­có­lo­ga de apro­xi­ma­da­men­te cua­ren­ta años quien ha sido con­tra­ta­da para tra­tar a los jóve­nes pre­si­dia­rios; ella ase­me­ja ser una mujer mun­da­na, muy bien ves­ti­da y cier­ta­men­te atrac­ti­va que con­tras­ta por com­ple­to con la per­so­na­li­dad de Eileen. En su pri­mer día de tra­ba­jo y estan­do acom­pa­ña­da por Eileen son tes­ti­gos de una esce­na no muy agra­da­ble que tie­ne lugar cuan­do una madre (Marin Ire­land) visi­ta en la cár­cel a su hijo Leo (Sam Nivo­la) que ha sido con­vic­to por haber ase­si­na­do a su padre policía.

A tra­vés de la comu­ni­ca­ción man­te­ni­da entre Eileen y Rebec­ca, la joven se encuen­tre más ani­ma­da y fas­ci­na­da por la per­so­na­li­dad de la psi­có­lo­ga emer­gien­do un sen­ti­mien­to de atrac­ción román­ti­ca hacia ella, cir­cuns­tan­cia que evo­ca al exce­len­te film Carol (2015) de Todd Hay­nes; eso que­da refle­ja­do cuan­do ambas dan­zan jun­tas en un bar noc­turno y sobre todo cuan­do Eileen es invi­ta­da por Rebec­ca a que cele­bren en su hogar la vís­pe­ra de Navi­dad. Arre­gla­da de pun­ta en blan­co y uti­li­zan­do un atuen­do de fies­ta per­te­ne­cien­te a su difun­ta madre, Eileen lle­ga a la casa de Rebec­ca. En un comien­zo la vela­da trans­cu­rre plá­ci­da­men­te has­ta el ins­tan­te en que la anfi­trio­na le soli­ci­ta un favor espe­cial, que no se habrá de deve­lar en qué con­sis­te para no malo­grar la intri­ga de quie­nes deseen pre­sen­ciar este film; lo úni­co que se pue­de anti­ci­par es que lo que se apre­cia de aquí en más es un rela­to de horror bajo la apa­rien­cia de un enga­ño­so thri­ller psicológico.

No hay nada más frus­tran­te para el espec­ta­dor cuan­do des­pués de haber asis­ti­do a una muy intere­san­te des­crip­ción de las per­so­na­li­da­des de las dos pro­ta­go­nis­tas feme­ni­nas, repen­ti­na­men­te las mis­mas se modi­fi­can por com­ple­to. Por aña­di­du­ra en el seg­men­to final de esta his­to­ria las esce­nas se suce­den ver­ti­gi­no­sa­men­te con­du­cien­do a un des­en­la­ce que ade­más de abrup­to es com­ple­ta­men­te irreal y por lo tan­to decep­cio­nan­te. Si bien son des­ta­ca­bles las sóli­das inter­pre­ta­cio­nes de McKen­zie y de Anne Hatha­way así como igual­men­te se dis­tin­guen en roles de apo­yo las de Ire­land y Whigham, el pro­ble­ma resi­de en que es difí­cil iden­ti­fi­car­se con lo que sus per­so­na­jes ter­mi­nan sien­do, por más que los mis­mos res­pon­dan a lo que la auto­ra vuel­ca en su novela.

En suma, es de lamen­tar que lo que el film pro­me­tía en un prin­ci­pio se haya esfu­ma­do con una pro­vo­ca­ti­va e incon­gruen­te reso­lu­ción. Jor­ge Gutman

Una Ópe­ra Latinoamericana

FLO­REN­CIA EN EL AMA­ZO­NAS 

En una nue­va trans­mi­sión des­de el Metro­pol­tan Ope­ra (MET) a los cines del mun­do, se podrá apre­ciar la crea­ción líri­ca Flo­ren­cia en el Ama­zo­nas del com­po­si­tor mexi­cano Daniel Catán. Este acon­te­ci­mien­to adquie­re espe­cial rele­van­cia tenien­do en cuen­ta que es la ter­ce­ra ópe­ra en idio­ma espa­ñol repre­sen­ta­da en el MET y la pri­me­ra pro­ve­nien­te de Amé­ri­ca Latina.

Esta ópe­ra que tuvo su estreno en Hous­ton en 1996 cuen­ta con el libre­to de la escri­to­ra mexi­ca­na Mar­ce­la Fuen­tes-Berain quien ha sido dis­cí­pu­la de Gabriel Gar­cía Már­quez y en con­se­cuen­cia la his­to­ria adquie­re el tono de rea­lis­mo mági­co, aspec­to incon­fun­di­ble del remar­ca­ble autor.

La acción se desa­rro­lla en los albo­res del siglo pasa­do y tie­ne lugar en un buque de vapor don­de los pasa­je­ros que se encuen­tran a bor­do se diri­gen a Manaos para ver la actua­ción de la gran diva Flo­ren­cia Gri­mal­di; ella quien via­ja de mane­ra incóg­ni­ta en la nave, retor­na a su tie­rra natal des­pués de 20 años de ausen­cia para actuar en el audi­to­rio de ópe­ra de esa ciu­dad bra­si­le­ña, como tam­bién para loca­li­zar a un vie­jo aman­te que se ha per­di­do en la jun­gla amazónica.

Ailyn Pérez. (Foto: Ken Howard)

En esta nue­va pro­duc­ción de la renom­bra­da direc­to­ra Mary Zim­mer­man actúa en el rol pro­ta­gó­ni­co la soprano ame­ri­ca­na de ori­gen mexi­cano Ailyn Pérez. En el elen­co igual­men­te par­ti­ci­pan la soprano nica­ra­güen­se Gabrie­lla Reyes en el rol de la perio­dis­ta Rosal­ba dis­pues­ta a efec­tuar una bio­gra­fía de Gri­mal­di, el barí­tono Mat­tia Oli­vie­ri que en su debut para el MET es el narra­dor del rela­to, el barí­tono bajo Greer Grims­ley ani­man­do al capi­tán del bar­co, el tenor Mario Chan­go como Arca­dio, el sobrino del capi­tán, en tan­to que la mez­zo-soprano Nancy Fabio­la Herre­ra y el barí­tono Michael Chiol­di ani­man a Pau­la y Álva­ro, una pare­ja de pasa­je­ros que per­ma­nen­te­men­te discuten.

Una esce­na. (Foto: Ken Howard)

El maes­tro Yan­nick Nézet-Séguin, direc­tor musi­cal y artís­ti­co del MET, tie­ne a su car­go la direc­ción de la orques­ta. En otros rubros de esta pro­duc­ción, la esce­no­gra­fía es de Ric­car­do Her­nán­dez, el ves­tua­rio es de Ana Kuz­ma­nić, la ilu­mi­na­ción es de T.J. Gerc­kens en tan­to que la coreo­gra­fía per­te­ne­ce a Alex Sánchez.

Flo­ren­cia en el Ama­zo­nas será difun­di­da en vivo y en direc­to el 9 de diciem­bre de 2023 en las salas de Cine­plex y su retrans­mi­sión será efec­tua­da el 3 y 5 de febre­ro de 2024.

Cáli­da Come­dia Musical

WAI­TRESS: THE MUSICAL

En 2006 se tuvo opor­tu­ni­dad de apre­ciar Wai­tress. Este film de la malo­gra­da direc­to­ra y guio­nis­ta Adrien­ne Shelly tuvo amplia reper­cu­sión popu­lar a tra­vés de una his­to­ria sen­ci­lla en la que resul­tó fácil empa­ti­zar con su pro­ta­go­nis­ta„ una mujer infe­liz­men­te casa­da con un hom­bre abu­sa­dor e inmaduro.

Basa­da en esa pelí­cu­la deci­di­da­men­te femi­nis­ta, Jes­sie Nel­son la adap­tó como come­dia musi­cal habien­do logra­do un reso­nan­te éxi­to en Broad­way, agra­cia­do por la acer­ta­da direc­ción escé­ni­ca de Dia­ne Pau­lus y por la músi­ca y letra de la can­tan­te Sara Barei­lles quien asi­mis­mo desem­pe­ñó el rol protagónico.

Sara Barei­lles. (Foto: Marc J. Franklin)

Así como en el film ori­gi­nal, la his­to­ria se cen­tra en Jen­na Hun­ter­son (Barei­lles) que ve trans­cu­rrir sus dia­rias jor­na­das en su doble fun­ción de cama­re­ra y de bue­na pas­te­le­ra, pre­pa­ran­do y hor­nean­do deli­cio­sos pos­tres jun­to con sus com­pa­ñe­ras Becky (Cha­rity Angél Daw­son) y Dawn (Caitlin Houlahan).

Can­sa­da de con­vi­vir con su poco aten­to mari­do Earl (Joe Tip­pet), deci­de ser due­ña de su vida, cla­ro está que en algo cam­bian sus pla­nes cuan­do al visi­tar al Dr. Pomat­ter (Drew Geh­ling) des­cu­bre que está emba­ra­za­da y ade­más se sien­te atraí­da por él que igual­men­te está casado.

Este musi­cal ha sido fil­ma­do en una de sus repre­sen­ta­cio­nes por el direc­tor Brett Sulli­van quien cap­tó mag­ní­fi­ca­men­te la esen­cia de la ori­gi­nal pro­duc­ción. Con una dura­ción de 2 horas y 24 minu­tos, la pelí­cu­la Wai­tress: The Musi­cal podrá ser juz­ga­da por el públi­co cana­dien­se en selec­tas salas del cir­cui­to Cine­plex los días 7, 10 y 13 de diciembre.