La Ciber Violencia

LUCY GRIZZ­LI SOPHIE. Cana­dá, 2024. Un film de Anne Émond. 89 minutos

Basa­do en la pie­za tea­tral La Meu­te dada a cono­cer en 2018, este quin­to tra­ba­jo de la rea­li­za­do­ra Anne Émond se vale del guión de la dra­ma­tur­ga y actriz Cathe­ri­ne-Anne Tou­pin para narrar una his­to­ria per­tur­ba­do­ra que tra­ta de adop­tar el tono de dra­ma psicológico.

Gui­llau­me Cyr y Cathe­ri­ne-Anne Toupin

El rela­to pre­sen­ta a Sophie (Tou­pin), una mujer de 45 años de edad que en esta­do de páni­co y con­du­cien­do un sun­tuo­so coche en la carre­te­ra, encuen­tra final­men­te refu­gio en una casa ubi­ca­da en una región ais­la­da y pró­xi­ma a un lago, que se halla a cien­tos de kiló­me­tros de Mon­treal. Allí es reci­bi­da por Mar­tin (Gui­llau­me Cyr), un gor­din­flón de 35 años que es el sobrino de la pro­pie­ta­ria Loui­se (Lise Roy). A par­tir de allí, tenien­do en cuen­ta que la tía se ausen­ta, se gene­ra entre la hués­ped y Mar­tin una com­ple­ja y alo­ca­da rela­ción que apa­ren­te­men­te se con­vier­te en amis­tad; así no fal­ta­rá el con­su­mo de alcohol, algu­nos baños des­nu­dos en el lago y el inter­cam­bio de con­fi­den­cias don­de se sabe que Sophie ha per­di­do su empleo en Mon­treal como él tam­bién fue des­pe­di­do del pues­to que tenía.

Repen­ti­na­men­te, la com­pli­ci­dad de estos dos per­so­na­jes adop­ta un giro ines­pe­ra­do, don­de nada de lo vis­to has­ta ese momen­to con­di­ce con lo que se pre­sen­cia des­pués y que por razo­nes obvias de modo alguno con­vie­ne reve­lar. A todas luces, la inten­ción de la auto­ra es ofre­cer un thri­ller psi­co­ló­gi­co con remi­nis­cen­cias del nota­ble sus­pen­so que Hitch­cock supo ofre­cer en sus fil­mes. Sin embar­go, en el caso de esta his­to­ria, la intri­ga no adquie­re vue­lo por­que lo que se apre­cia en la segun­da par­te del rela­to no guar­da cohe­sión con lo vis­to precedentemente.

La inten­ción de Lucy Grizz­li Sophie es ilus­trar crí­ti­ca­men­te un tema actual y deci­di­da­men­te gra­ve cómo es el de la ciber vio­len­cia ejer­ci­da con­tra ino­cen­tes per­so­nas a tra­vés de las redes socia­les; sin embar­go el modo en que este gra­ve pro­ble­ma es expues­to por la cineas­ta no lle­ga a satis­fa­cer. A su favor, el film se bene­fi­cia con las remar­ca­bles pres­ta­cio­nes de Tou­pin- que no resul­ta extra­ño dado que es la auto­ra del rela­to- y la de Cyr, ade­más de estar agra­cia­do por la la impe­ca­ble foto­gra­fía de Oli­vier Gos­sot. Jor­ge Gutman

Com­ple­jo Dra­ma Familiar

SEA­GRASS. Cana­dá, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Mere­dith Hama-Brown. 115 minutos

Nume­ro­sos fil­mes han con­si­de­ra­do la cri­sis que pue­de pro­du­cir­se en el víncu­lo con­yu­gal por dife­ren­tes razo­nes, aun­que rara vez se ha debi­do a que ello obe­dez­ca a pro­ble­mas racia­les no atri­bui­dos al color de la piel; eso es lo que se apre­cia en Sea­grass, pri­mer lar­go­me­tra­je de la rea­li­za­do­ra Mere­dith Hama-Brown.

Ally Maki

La his­to­ria que trans­cu­rre en Cana­dá, comien­za cuan­do Judith (Ally Maki), su espo­so Ste­ve (Luke Roberts) y sus hijas Stepha­nie (Nyha Breit­kreuz) de 11años y Emmy (Remy Martha­ller) de 6 años via­jan a un bal­nea­rio turís­ti­co en Bri­tish Colum­bia. El pro­pó­si­to no es sola­men­te el de dis­fru­tar de las vaca­cio­nes en fami­lia sino inten­tar solu­cio­nar la situa­ción que afli­ge a Judith en su matri­mo­nio; ella que es cana­dien­se expe­ri­men­ta una gran pena por la muer­te de su madre japo­ne­sa acae­ci­da poco tiem­po atrás. Car­ga­da de cul­pa, esa pér­di­da la ha hecho refle­xio­nar sobre cómo ha deja­do de lado la cul­tu­ra de sus ances­tros; eso ha influi­do en par­te en la difi­cul­tad de comu­ni­ca­ción con Ste­ve; sien­do este hom­bre, un afec­tuo­so y pacien­te mari­do que empa­ti­za con el pro­ble­ma de su mujer sobre su heren­cia asiá­ti­ca, ha acep­ta­do par­ti­ci­par en una tera­pia de gru­po para tra­tar de reme­diar el des­gas­te conyugal.

Duran­te esa esta­día el matri­mo­nio cono­ce a Pat (Chris Pang) y Carol (Sarah Gadon), una pare­ja sin hijos apa­ren­te­men­te feliz, que fre­cuen­ta el lugar. A tra­vés del tra­to que Judith man­tie­ne con Pat, un aus­tra­liano de ori­gen chino, ella encuen­tra que él es emo­cio­nal­men­te más expre­si­vo que Ste­ve; en el pla­tó­ni­co flir­teo gene­ra­do Judith le rela­ta que sus padres, así como más de 20.000 japo­ne­ses vivien­do en Cana­dá, estu­vie­ron racial­men­te segre­ga­dos en cam­pos de inter­na­mien­to en la épo­ca de la Segun­da Guerra.

Simul­tá­nea­men­te la direc­to­ra abor­da a las niñas enfo­can­do el impac­to gene­ra­do por la situa­ción que atra­vie­san sus padres. Dada la dife­ren­cia de edad que exis­te entre ellas, Stepha­nie tra­ta de ser inde­pen­dien­te a la vez que expe­ri­men­ta los pro­ble­mas carac­te­rís­ti­cos del comien­zo ado­les­cen­te, en tan­to que Emmy, más ais­la­da y obser­va­do­ra, está lidian­do con la pér­di­da de su abue­la a quien la ve resur­gir a tra­vés de visio­nes fantasmales.

La obje­ción que mere­ce el rela­to resi­de en la poca infor­ma­ción que se tie­ne sobre cómo ha sido la vida del matri­mo­nio duran­te más de una déca­da de con­vi­ven­cia, a fin de com­pren­der mejor la cau­sa del pro­ble­ma que aque­ja a Judith, que en par­te se debe a su con­flic­to iden­ti­ta­rio; así cuan­do en una esce­na Ste­ve mani­fies­ta el amor que sien­te por su mujer, Judith le res­pon­de “yo no sé si algu­na vez te amé, no obs­tan­te, estoy con­ven­ci­da que no nece­si­ta­ba saber­lo”. Con un des­en­la­ce abier­to, todo hace supo­ner que cuan­do fina­li­za­da las vaca­cio­nes la fami­lia regre­se al hogar, la rela­ción con­yu­gal segui­rá indefinida.

El rela­to de Hama-Brown está sus­ten­ta­do por lo que su memo­ria ha regis­tra­do acer­ca del víncu­lo man­te­ni­do con sus padres japo­ne­ses y de qué mane­ra como cana­dien­se ha influi­do para defi­nir su iden­ti­dad racial; es así que su expe­rien­cia la vuel­ca en este dra­ma correc­ta­men­te rea­li­za­do cuyo mayor apor­te resi­de en el remar­ca­ble elen­co don­de Maki, Roberts, Breit­kreuz y Martha­ller se dis­tin­guen por la nota­ble carac­te­ri­za­ción logra­da en sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes. Jor­ge Gutman

La Emble­má­ti­ca Obra de Chejov

VAN­YA

En otra de las pro­duc­cio­nes ofre­ci­das por Natio­nal Thea­tre Live, se podrá apre­ciar la obra maes­tra Tío Vania de Anton Che­jov escri­ta en 1899, en una moder­na ver­sión tea­tral. La mis­ma fue adap­ta­da por Simon Stephens bajo la direc­ción de Sam Yates con el dise­ño de Rosan­na Vize.

Andrew Scott. (Foto: Marc Brenner)

La pie­za que ha sido uná­ni­me­men­te aplau­di­da por la crí­ti­ca y el públi­co lon­dien­se fue fil­ma­da en una de las repre­sen­ta­cio­nes efec­tua­das en el Duke York’s Thea­tre del West End de Londres.

En lugar de Rusia, la acción está ambien­ta­da en Ingla­te­rra y obvia­men­te dia­lo­ga­da en

Andrew Scott. (Foto: Marc Brenner)

inglés aun­que siem­pre res­pe­tan­do el espí­ri­tu imbui­do en la obra ori­gi­nal del dra­ma­tur­go ruso.

La pie­za tie­ne como tema cen­tral el dete­rio­ro de la vida, a tra­vés de la visión de los per­so­na­jes y de sus res­pec­ti­vas mise­rias y los sen­ti­mien­tos de has­tío y tedio que los ani­man. La gran inno­va­ción de esta nue­va ver­sión es que el remar­ca­ble actor bri­tá­ni­co Andrew Scott asu­me los múl­ti­ples per­so­na­jes de la obra y en un tour de for­ce excep­cio­nal que efec­túa logra trans­mi­tir las com­ple­ji­da­des de las emo­cio­nes huma­nas ema­na­das de su contenido…

Los aman­tes del tea­tro ten­drán opor­tu­ni­dad de juz­gar Van­ya en selec­tas salas de Cine­plex el 22 y 25 de enero de 2024.

Un Espec­ta­cu­lar Dra­ma Histórico

BEN HUR

A 65 años de su estreno en 1959, el púbi­co ten­drá opor­tu­ni­dad de apre­ciar en la gran pan­ta­lla, Ben Hur, el espec­ta­cu­lar dra­ma his­tó­ri­co que ha mere­ci­do 11 pre­mios de la Aca­de­mia de Holly­wood, inclu­yen­do entre otros al del Mejor Film del Año, Mejor Direc­tor (William Wyler) y mejor actor (Charl­ton Heston).

Ben-hur, poster, 1959. (Pho­to by LMPC via Getty Images)

Adop­tan­do como refe­ren­cia la nove­la de Lew Walla­ce, el remar­ca­ble guión de Bess Meredyth, Carey Wil­son y June Mathis, ambien­ta la acción en tiem­pos del empe­ra­dor Tibe­rio. El pro­ta­go­nis­ta es Judah Ben-Hur (Hes­ton), un aris­tó­cra­ta judío cre­yen­te en la fe de su pue­blo quien lle­va una apa­ci­ble vida en Jeru­sa­lén a la vez que se opo­ne a la des­pó­ti­ca ocu­pa­ción de Judea por el Impe­rio Romano. Cuan­do Mes­sa­la (Stephen Boyd), su ami­go de infan­cia quien demues­tra una extre­ma­da leal­tad a Roma, lle­ga a la región como tri­buno romano, la amis­tad entre ambos se res­que­bra­ja por com­ple­to en la medi­da que fal­sa­men­te lo acu­sa a él, a su madre (Martha Scott) y su her­ma­na (Cathy O’Donnell) de aten­tar con­tra el régi­men. En con­se­cuen­cia Judah es arres­ta­do, aun­que sin saber cuál ha sido la suer­te de su fami­lia; de allí en más él es envia­do al puer­to de Tiro con­de­na­do a vivir el res­to de su vida como galeo­te en una gale­ra. Tres años des­pués, median­te una cir­cuns­tan­cia for­tui­ta él cono­ce a Quin­to Arrius (Jack Haw­kins), pri­mer cón­sul de Roma, a quien le sal­va la vida duran­te el hun­di­mien­to de la gale­ra en una bata­lla naval con­tra los mace­do­nios. Como recom­pen­sa Quin­to lo adop­ta como su hijo, libe­rán­do­lo de su escla­vi­tud, lle­nán­do­lo de rique­zas. No obs­tan­te, el prin­ci­pal pro­pó­si­to de Juda será ubi­car a su madre y her­ma­na y ven­gar­se de su irre­con­ci­lia­ble enemi­go Mes­sa­la, hecho que se con­cre­ta­rá en la carre­ra de cuá­dri­gas que ori­gi­na una de las esce­nas más fas­ci­nan­tes del film.

La Carre­ra de Cuádrigas

A pesar de 3 horas y 42 minu­tos de metra­je, la narra­ción de Wyler es de un asom­bro­so dina­mis­mo no per­mi­tien­do que en momen­to alguno decai­ga la aten­ción del espec­ta­dor. A la nota­ble actua­ción de Hes­ton, ade­más de los nom­bres, el exten­so repar­to está inte­gra­do entre otros por Haya Hara­reet, la ena­mo­ra­da de Ben Hur, Hugh Grif­fith (gana­dor del Oscar al mejor actor secun­da­rio), Fin­lay Currie, Frank Thring, Geor­ge Ralph, Ady Baber, Lau­ren­ce Pay­ne, Mari­na Ber­ti y Sam Jaffe.

Charl­ton Heston

En la actua­li­dad, Ben Hur es con­si­de­ra­do como uno de los mejo­res fil­mes de la his­to­ria del cine y en 2004 el Natio­nal Film Pre­ser­va­tion Board lo eli­gió para ser con­ser­va­do en el Regis­tro Nacio­nal del Cine por su valor cul­tu­ral, his­tó­ri­co y estético.

La pelí­cu­la será exhi­bi­da en los cines de Cine­plex des­de el 23 has­ta el 29 de febre­ro de 2024.

Walt Dis­ney World en 5 Días

Cró­ni­ca de José Luis Ridoutt

De todos los des­ti­nos fami­lia­res popu­la­res de Flo­ri­da, Walt Dis­ney World pue­de ser el más cono­ci­do; Para aque­llos que visi­tan Kis­sim­mee con niños, mere­ce un lugar des­ta­ca­do en su itinerario.

(Foto: Sil­via Vale­ra Cárdenas)

Nos encan­ta Dis­ney con sin­ce­ri­dad. Es un mun­do de fan­ta­sía abso­lu­ta­men­te inmer­si­vo, pla­nea­do has­ta el más míni­mo deta­lle. Mirar los fue­gos arti­fi­cia­les sobre el Cas­ti­llo de Ceni­cien­ta de Magic King­dom, la Nave espa­cial Tie­rra de Epcot, El Árbol de la Vida de Ani­mal King­dom, El Tea­tro Chino de Holly­wood Stu­dios. Estos son los sím­bo­los de las tie­rras mági­cas que en con­jun­to con­for­man Walt Dis­ney World, el mun­do dise­ña­do por Walt Dis­ney e inau­gu­ra­do en 1971 para ser el ‘Lugar más feliz de la Tierra’.

Sim­ple­men­te obser­var a otros visi­tan­tes es una expe­rien­cia encan­ta­do­ra. En Magic King­dom no se tra­ta sólo del capi­ta­lis­mo esta­dou­ni­den­se, se tra­ta de una cul­tu­ra glo­bal com­par­ti­da. Se tra­ta de muje­res paquis­ta­níes que lle­van ore­jas de ratón enci­ma de sus hijabs, de ado­les­cen­tes mexi­ca­nos que rom­pen la cal­ma para abra­zar al Pato Donald, de fami­lias chi­nas hacien­do un pic­nic en la isla Tom Saw­yer. Así que deja tu sofis­ti­ca­ción, cóm­pra­te un hela­do de Mic­key y úne­te a ellos.

Con­cen­tré­mo­nos en un plan de Dis­ney World de 5 días para prio­ri­zar sus atrac­cio­nes impres­cin­di­bles, sus prin­ci­pa­les opor­tu­ni­da­des de memo­ria y algu­nas que otras comi­das épi­cas. Hay mucho que cubrir en cada uno de los cua­tro par­ques de Dis­ney World. Pero repa­se­mos cada par­que para dar una idea de las mejo­res atrac­cio­nes y even­tos que se pue­de con­si­de­rar visi­tar. Si bien es posi­ble que no lle­gue a todo en cada iti­ne­ra­rio, hay algu­nas deci­sio­nes que debe­rá tomar antes de sal­tar a Main Street, EE. UU.. Si tu obje­ti­vo es com­ple­tar todo lo que cada par­que tie­ne para ofre­cer, que­rrás apro­ve­char la entra­da tem­pra­na al par­que temá­ti­co y el hora­rio noc­turno exten­di­do si puedes.

MAGIC KING­DOM

Cuan­do la gen­te pien­sa en WDW, se ima­gi­na el Rei­no Mági­co, des­de el icó­ni­co Cas­ti­llo de Ceni­cien­ta has­ta Spa­ce Moun­tain, la Man­sión Encan­ta­da y Pira­tas del Cari­be. Aquí es don­de los fue­gos arti­fi­cia­les noc­tur­nos y la luz ‘espec­ta­cu­lar’ ilu­mi­nan el cas­ti­llo y Main Street, Esta­dos Uni­dos. Para la mito­lo­gía de Dis­ney, no hay nada mejor, y las atrac­cio­nes y espec­tácu­los apun­tan direc­ta­men­te a los niños peque­ños, sus padres y abuelos.

(Foto: Sil­via Vale­ra Cárdenas)

Fan­tasy­land, la quin­tae­sen­cia de Dis­ney, es el pun­to cul­mi­nan­te de cual­quier via­je a Dis­ney, tan­to para los meno­res de ocho años como para los adul­tos que bus­can un sabor nos­tál­gi­co del Dis­ney clá­si­co. A los peque­ños, espe­cial­men­te, les encan­tan las expe­rien­cias y atrac­cio­nes cen­tra­das en los per­so­na­jes, mien­tras que los pre­ado­les­cen­tes dema­sia­do genia­les para los cuen­tos de hadas y los ado­les­cen­tes que bus­can emo­cio­nes fuer­tes pue­den vol­ver­se locos.

El cas­ti­llo de la Bes­tia alber­ga Dis­ne­y’s Be Our Guest, el res­tau­ran­te temá­ti­co más popu­lar de Dis­ney y Cin­de­re­lla’s Royal Table, don­de pue­des cenar den­tro del cas­ti­llo con un elen­co rota­ti­vo de las clá­si­cas prin­ce­sas de Disney.

Sin duda, el mejor pro­gra­ma en 3D de Dis­ney, Mic­ke­y’s Philhar­Ma­gic lle­va al Pato Donald a una aven­tu­ra capri­cho­sa a tra­vés de pelí­cu­las clá­si­cas de Dis­ney. Via­ja con él por las calles de Marrue­cos sobre la alfom­bra de Ala­dino y sien­te el cham­pán en tu cara cuan­do se abre duran­te ‘Be Our Guest’ de La Bella y la Bes­tia. Diver­ti­da, ton­ta y ale­gre, esto es Dis­ney en su máxi­ma expresión.

It’s A Small World, un dul­ce via­je en bar­co alre­de­dor del mun­do, ha cau­ti­va­do a los niños des­de que la can­ción y el paseo debu­ta­ron en la Feria Mun­dial de Nue­va York de 1964. Peque­ñas embar­ca­cio­nes se des­li­zan sua­ve­men­te de un país a otro, cada una ador­na­da des­de el sue­lo has­ta el techo con deco­ra­dos ela­bo­ra­dos y encan­ta­do­ra­men­te anti­cua­dos, habi­ta­dos por cien­tos de ani­ma­les y niños automatizados.

Ábre­te camino a tra­vés de una mina de dia­man­tes en Seven Dwarfs Mine Train, una mon­ta­ña rusa fami­liar. Sube a bor­do de un bar­co pira­ta y vue­la a tra­vés de la nie­bla y las estre­llas sobre Lon­dres has­ta el País de Nun­ca Jamás en El Vue­lo de Peter Pan; empren­da un dul­ce via­je a tra­vés del bos­que de los cien acres en Muchas aven­tu­ras de Win­nie the Pooh y reco­rra la Sire­ni­ta en Bajo el mar: El via­je de la Sire­ni­ta. En Dum­bo, el Ele­fan­te Vola­dor, a los niños peque­ños les encan­ta sal­tar sobre un Dum­bo y dar vuel­tas y vuel­tas len­ta­men­te, arri­ba y aba­jo, y se emo­cio­nan ante la opor­tu­ni­dad de con­tro­lar qué tan alto lle­gan. Mad Tea Party es una atrac­ción gira­to­ria bási­ca, y tú y los demás en la taza de té deci­den cuán­to girarán.

EPCOT

¿Quién nece­si­ta la moles­tia de un pasa­por­te y el des­fa­se hora­rio cuan­do se pue­de via­jar por el mun­do aquí, en Walt Dis­ney World? World Show­ca­se, una de las dos sec­cio­nes temá­ti­cas de Epcot, com­pren­de 11 paí­ses orga­ni­za­dos alre­de­dor de una lagu­na. Vea dan­za del vien­tre en Marrue­cos, coma piz­za en Ita­lia y com­pre fras­cos de per­fu­me gra­ba­dos per­so­nal­men­te en Fran­cia, antes de sen­tar­se a ver fue­gos arti­fi­cia­les sobre la paz y la armo­nía mun­dia­les. Dis­ney tenía razón: des­pués de todo, real­men­te es un mun­do pequeño.

Cla­ro, esta es una visión este­reo­ti­pa­da del mun­do bas­tan­te desin­fec­ta­da, pero ¿y qué? Des­pués de todo, este es un par­que temá­ti­co. Y quién sabe, una tar­de aquí podría ins­pi­rar­te a subir­te a un avión y ver la reali­dad, y cier­ta­men­te es una for­ma diver­ti­da de mos­trar­les a los niños algo sobre el mundo.

(Foto: Sil­via Vale­ra Cárdenas)

La mejor mane­ra de expe­ri­men­tar el World Show­ca­se es sim­ple­men­te pasear según le ape­tez­ca, hur­gan­do en tien­das y res­tau­ran­tes, y vien­do lo que equi­va­le a pelí­cu­las pro­mo­cio­na­les de la Ofi­ci­na de Turis­mo y paseos tran­qui­los por algu­nos de los paí­ses. El Pato Donald y sus cama­ra­das te lle­van por Méxi­co en Gran Fies­ta Tour Pro­ta­go­ni­za­da por los Tres Caba­lle­ros; El paseo en bar­co bas­tan­te extra­ño de Norue­ga, Maels­trom, ser­pen­tea entre vikin­gos, trolls y cas­ca­das; y el espec­tácu­lo Ame­ri­can Adven­tu­re pre­sen­ta figu­ras audio­ani­ma­tó­ni­cas que pre­sen­tan una inter­pre­ta­ción sim­pli­fi­ca­da de la his­to­ria de Esta­dos Uni­dos. Los paí­ses des­ta­ca­dos de izquier­da a dere­cha alre­de­dor del agua son Méxi­co, Norue­ga, Chi­na, Ale­ma­nia, Ita­lia, Esta­dos Uni­dos (‘The Ame­ri­can Adven­tu­re’), Japón, Marrue­cos, Fran­cia, Rei­no Uni­do y Canadá.

Epcot, acró­ni­mo de “Comu­ni­dad Pro­to­ti­po Expe­ri­men­tal del Maña­na”, fue la visión de Dis­ney de una ciu­dad de alta tec­no­lo­gía cuan­do abrió sus puer­tas en 1982. Está divi­di­da en dos mita­des: Futu­re World, con atrac­cio­nes y exhi­bi­cio­nes inter­ac­ti­vas patro­ci­na­das por cor­po­ra­cio­nes, y World Show­ca­se, que ofre­ce un intere­san­te vis­ta­zo a las cul­tu­ras de 11 paí­ses. Epcot es mucho más tran­qui­lo y dis­cre­to que otros par­ques y tie­ne algu­nas de las mejo­res comi­das y tiendas.

ANI­MAL KINGDOM

A dife­ren­cia del res­to de Dis­ney tan­to en kiló­me­tros como en tono, Ani­mal King­dom inten­ta com­bi­nar un par­que temá­ti­co y un zoo­ló­gi­co, un car­na­val y un safa­ri afri­cano, todo mez­cla­do con una salu­da­ble dosis de per­so­na­jes, narra­cio­nes y magia de Dis­ney. Es la más ver­de y tran­qui­la de las expe­rien­cias de Dis­ney. No te pier­das Bus­can­do a Nemo – El musi­cal, Kili­man­ja­ro Safa­ris y Expe­di­tion Eve­rest. Pan­do­ra: El mun­do de Ava­tar y (den­tro de él) el via­je por el río Na’­vi son nue­vas y fan­tás­ti­cas incorporaciones.

Su ícono cen­tral es el árbol boa­bab increí­ble­men­te “talla­do”, El Árbol de la Vida. Reser­va con ante­la­ción para la actua­ción noc­tur­na, Rivers of Light, basa­da en el fol­clo­re ani­mal, con luces y efec­tos, por supuesto.

Sube a un jeep y reco­rre la saba­na afri­ca­na en Kili­man­ja­ro Safa­ris, dete­nién­do­te para obser­var cebras, leo­nes, jira­fas y más, todos apa­ren­te­men­te vagan­do libres. Esta es una de las atrac­cio­nes más popu­la­res de Ani­mal Kingdom.

DIS­NEY HOLLY­WOOD STUDIOS

El menos encan­ta­dor de los par­ques de Dis­ney alber­ga dos de las atrac­cio­nes más emo­cio­nan­tes de WDW: el ascen­sor de la Torre del Terror de Twi­light Zone y la mon­ta­ña rusa Rock ‘n’ Roller con temá­ti­ca de Aeros­mith. Los niños pue­den unir­se a la Aca­de­mia de Entre­na­mien­to Jedi y varios pro­gra­mas pre­sen­tan al pro­pio Walt Dis­ney y cómo se hacen las pelí­cu­las de Dis­ney. El espec­tácu­lo noc­turno es un espec­tácu­lo de luces y fue­gos arti­fi­cia­les con temá­ti­ca de Star Wars. Se agre­ga­ron recien­te­men­te Toy Story Mania y Slinky Dog Dash.

Las visi­tas a los par­ques fue­ron cor­te­sía de Walt Dis­ney World (Cana­da).