Cami­nos Cruzados

CROS­SING. Sue­cia-Dina­mar­ca-Fran­cia-Tur­quía-Geor­gia, 2024. Un film escri­to y diri­gi­do por Levan Akin. 106 minutos

Con­sa­gra­do en Can­nes con And Then We Dan­ced (2019), el direc­tor y guio­nis­ta Levan Akin ofre­ce con Cros­sing un film aún supe­rior carac­te­ri­za­do por su cali­dez y des­bor­dan­te humanidad.

Tenien­do en cuen­ta que Akin naci­do en Sue­cia tie­ne ances­tros de Geor­gia y sien­do hijo de padres tur­cos, aquí efec­túa un muy buen tra­ba­jo de ambien­ta­ción de los sitios en que su his­to­ria transcurre.

Lucas Kan­ka­va y Mzia Arabuli

El rela­to comien­za en Batu­mi, la ciu­dad por­tua­ria de Geor­gia, don­de habi­ta el ado­les­cen­te Achi (Lucas Kan­ka­va) con la fami­lia de su her­ma­nas­tro Zaza (Levan Bocho­rish­vi­li). Cuan­do Zaza avis­ta a Lia (Mzia Ara­bu­li), una mujer de edad madu­ra que había sido su pro­fe­so­ra de his­to­ria, se ente­ra que ella pro­cu­ra obte­ner infor­ma­ción sobre su des­apa­re­ci­da sobri­na trans­gé­ne­ro Tekla (Tako Kur­do­va­nid­ze); allí ella se ente­ra que Achi la había tra­ta­do y le hace saber que la chi­ca por ser dis­cri­mi­na­da en su pue­blo huyó a Estam­bul. Con­se­cuen­te­men­te Lia deci­de via­jar a Tur­quía, acep­tan­do con reluc­tan­cia que Achi la acom­pa­ñe adu­cien­do que cree cono­cer el lugar don­de Tekla reside.

Para la ancia­na mujer el ubi­car a su sobri­na es tras­cen­den­tal por­que ade­más de cum­plir la volun­tad de su her­ma­na falle­ci­da de reen­con­trar a la joven, es a la vez un acto de expia­ción de cul­pa por haber rene­ga­do de ella debi­do a su iden­ti­dad genérica.

Para­le­la­men­te la his­to­ria ilus­tra las vici­si­tu­des atra­ve­sa­das por Eve­rim (Deniz Duman­li) en Estam­bul. Ella es una mujer trans de 33 años que se gra­duó de abo­ga­da y que lidia con la nada ama­ble buro­cra­cia a fin de obte­ner una nue­va docu­men­ta­ción don­de cons­te su actual iden­ti­dad gené­ri­ca. Al pro­pio tiem­po como acti­vis­ta social e inte­gran­te de una ONG se ocu­pa de defen­der la cau­sa de los tran­se­xua­les; asi­mis­mo ella se preo­cu­pa de la situa­ción de la infan­cia des­va­li­da que abun­da en los barrios más humil­des de Estam­bul, inter­vi­nien­do en la libe­ra­ción de Izzet, (Bün­ya­min Deger), un niño de la calle dete­ni­do por la poli­cía por rea­li­zar algu­nas pille­rías. En lo que hace a su vida per­so­nal ella con­fra­ter­ni­za con las inte­gran­tes de la peque­ña comu­ni­dad trans lle­van­do una exis­ten­cia mar­gi­nal, así como man­tie­ne un for­tui­to roman­ce con Omer (Ziya Sudan­cik­maz), un joven taxis­ta sin licen­cia y aspi­ran­te a pro­fe­sor de geografía.

Entre­tan­to, tran­si­tan­do los sec­to­res pobres de la capi­tal tur­ca, Lia y Achi pro­si­guen su inten­sa bús­que­da en tan­to que la rela­ción entre los dos, median­te encuen­tros y des­en­cuen­tros, comien­za a adop­tar un víncu­lo afec­ti­vo. Su visi­ta a Estam­bul moti­va que Lia se deje envol­ver por el ambien­te efer­ves­cen­te de la ciu­dad dis­fru­tan­do de la músi­ca fol­cló­ri­ca de Tur­quía y Geor­gia, así como de la bre­ve pre­sen­cia de Ramaz (Levan Gabri­chid­ze) un bona­chón com­pa­trio­ta inmi­gran­te que la invi­ta a cenar. Con todo, la más resal­tan­te expe­rien­cia acon­te­ce con Lia cuan­do jun­to con Achi cono­cen a Evrim; ese encuen­tro moti­va­rá a que ella deje de lado su pre­jui­cio en mate­ria de iden­ti­dad gené­ri­ca y obser­ve la reali­dad del mun­do que la rodea con una acti­tud contemporizadora.

Nota­ble es el tra­ta­mien­to que Akin ofre­ce de las dife­ren­tes face­tas que asu­men los cami­nos cru­za­dos al que alu­de el títu­lo del film. Ade­más de la tra­ve­sía marí­ti­ma des­de Geor­gia a Tur­quía, se encuen­tra el cru­ce gene­ra­cio­nal como así tam­bién los dis­tin­tos otros que tie­nen lugar entre los diver­sos per­so­na­jes de esta his­to­ria. A su vez es admi­ra­ble la pin­tu­ra que ofre­ce median­te la subli­me foto­gra­fía de Lisa­bi Fri­dell cap­tan­do la vida de las capas más bajas del estra­to social de Tur­quía, inclu­yen­do a inte­gran­tes de la comu­ni­dad tran­se­xual como asi­mis­mo la de los inmi­gran­tes tra­tan­do de sobre­vi­vir en la capi­tal. Asi­mis­mo, el cineas­ta ofre­ce una mira­da posi­ti­va a lo que ilus­tra; así cuan­do Lia pier­de la espe­ran­za de encon­trar a Tekla mani­fes­tan­do que “Estam­bul es un sitio al que la gen­te vie­ne a des­apa­re­cer”, el poé­ti­co y melan­có­li­co des­en­la­ce de la his­to­ria pare­ce con­tra­de­cir­lo en la medi­da que Lia emer­ge recon­for­ta­da al haber logra­do una autén­ti­ca cone­xión humana.

Con una flui­da direc­ción e impe­ca­ble esce­ni­fi­ca­ción y las.remarcables actua­cio­nes de Ara­bu­li, Kan­ka­va y Duman­li, el rea­li­za­dor ha logra­do un impac­tan­te dra­ma emo­cio­nal que a nadie deja­rá indi­fe­ren­te. Jor­ge Gutman

Detrás de la cáma­ra de cine

MAKING OF. Fran­cia, 2023. Un film de Cédric Kahn. 119 minutos

Des­pués de haber ofre­ci­do el exce­len­te dra­ma judi­cial en Le Pro­cès Gold­man (2023), el remar­ca­ble cineas­ta Cédric Kahn retor­na con Making Of, una alo­ca­da come­dia de humor negro acer­ca de lo que acon­te­ce duran­te la fil­ma­ción de una película.

Denis Podaly­dès

El guión del rea­li­za­dor com­par­ti­do con Fanny Bor­dino y Samuel Doux pre­sen­ta a Simon (Denis Podaly­dès) un reco­no­ci­do rea­li­za­dor que está diri­gien­do una pelí­cu­la de carác­ter social enfo­can­do a los obre­ros de una fábri­ca que estan­do en huel­ga la man­tie­nen ocu­pa­da por­que la mis­ma está a pun­to de cerrar. El cli­ma crea­do entre los tra­ba­ja­do­res asu­me un carác­ter caó­ti­co y no se dife­ren­cia mucho con res­pec­to a la situa­ción real que viven los inte­gran­tes del elenco.

La fil­ma­ción alcan­za un momen­to ten­so cuan­do los finan­cis­tas del film acom­pa­ña­dos de un cola­bo­ra­dor pro­duc­tor (Xavier Beau­vois) deci­den reti­rar su apo­yo por­que desean­do cam­biar el trá­gi­co des­en­la­ce del film, Simon se opo­ne ter­mi­nan­te­men­te a efec­tuar cam­bios con un com­pla­cien­te final.

Para­le­la­men­te el atri­bu­la­do direc­tor debe sopor­tar a Alain (Jonathan Cohen), el inso­por­ta­ble y arro­gan­te actor que pro­ta­go­ni­za al film como el líder del sin­di­ca­to, quien no tole­ra com­par­tir el car­tel con Nadia (Sou­bei­la Yacoub), una talen­to­sa nue­va actriz; asi­mis­mo Simon debe enfren­tar los pro­ble­mas per­so­na­les con su espo­sa Ali­ce (Valé­rie Donzelli).

A todo ello, lle­ga al set de fil­ma­ción Joseph (Ste­fan Cre­pon) un aspi­ran­te a cineas­ta que vive en la región a quien Simon le da la opor­tu­ni­dad de que fil­me el “making of”, o sea todo lo que acon­te­ce detrás de la cámara.

Dada la situa­ción en que se encuen­tra el roda­je urge encon­trar nue­vas fuen­tes de finan­cia­mien­to; en tan­to Vivian (Emma­nue­lle Ber­cot), la direc­to­ra de pro­duc­ción, debe hacer mila­gros para que el roda­je pro­si­ga recor­tan­do esce­nas y man­te­nien­do atra­sa­dos los sala­rios del equi­po de filmación.

No es la pri­me­ra vez que la cine­ma­to­gra­fía con­si­de­ra el caso de un film den­tro de otro, don­de el más recor­da­do ejem­plo lo sumi­nis­tró el inol­vi­da­ble Fra­nçois Truf­faut en La nuit amé­ri­cai­ne (1973) sobre un tema simi­lar. De todos modos, eso no des­es­ti­ma el inte­rés de la pre­mi­sa de Making of, en la medi­da que lo que acon­te­ce en la his­to­ria del film que se rue­da es un refle­jo de lo que ocu­rre ver­da­de­ra­men­te con los inte­gran­tes del elen­co. Si bien en varias secuen­cias resul­ta difí­cil dis­tin­guir la fic­ción de la reali­dad, Khan recu­rre a encua­dres dife­ren­tes para ate­nuar el inconveniente.

Más allá de algu­nas esce­nas secun­da­rias inne­ce­sa­rias, como es el caso del roman­ce que sur­ge entre Nadia y Joseph, esta come­dia resul­ta con­si­de­ra­ble­men­te entre­te­ni­da a la vez que ilus­tra el lado ocul­to del mun­do del cine resal­tan­do el gran esfuer­zo que invo­lu­cra el pro­ce­so crea­ti­vo de un film. Jor­ge Gutman

La Géne­sis de un Realizador

1995. Cana­dá, 2024. Un film escri­to y diri­gi­do por Ricar­do Tro­gi. 120 minutos

Así como en 1981 (2009) Ricar­do Tro­gi rela­ta­ba su expe­rien­cia de edu­ca­ción pri­ma­ria, pasan­do a 1987 (2014) con sus pille­rías de ado­les­cen­te y en 1991 (2018) su pasa­je al mun­do adul­to, es aho­ra con 1995 don­de rese­ña su ini­cio de cineasta.

Jean-Carl Bou­cher

La acción comien­za en 1994 cuan­do Ricar­do (Jean-Carl Bou­cher) con sus 24 años de edad cree que su aspi­ra­ción como direc­tor de cine no se verá con­cre­ta­da y es así que debe con­for­mar­se con ser un ven­de­dor iti­ne­ran­te de libros a fin de sol­ven­tar sus gas­tos per­so­na­les. Sin embar­go al haber pre­sen­ta­do su can­di­da­tu­ra para el pro­gra­ma La cour­se des­ti­na­tion mon­de, una popu­lar emi­sión de tele­vi­sión difun­di­da a tra­vés de Radio Cana­da, su sor­pre­sa es mayor cuan­do se ente­ra que es uno de los 8 can­di­da­tos ele­gi­dos para inter­ve­nir en la edi­ción 1994 – 1995; la par­ti­ci­pa­ción con­sis­te en la rea­li­za­ción de 20 cor­to­me­tra­jes de 4 minu­tos de dura­ción en dife­ren­tes luga­res del mun­do. Den­tro de su núcleo fami­liar de ori­gen ita­liano la ale­gría es enor­me por par­te de su eufó­ri­ca madre Clau­det­te (San­dri­ne Bis­sons) en tan­to que su aus­te­ro padre Beni­to (Clau­dio Colan­ge­lo) no está con­ven­ci­do de que el sép­ti­mo arte sea el camino más apro­pia­do que Ricar­do deba emprender.

Como novel rea­li­za­dor, el joven Ricar­do ini­cia su peri­plo en Áms­ter­dam para pro­se­guir en Tur­quía; en el via­je aéreo de Estam­bul a El Cai­ro cono­ce a Yun­nis (Sha­di Janho), un sim­pá­ti­co egip­cio que al cono­cer la inten­ción de fil­mar un cor­to, le pro­po­ne que se base en la rela­ción román­ti­ca con su ena­mo­ra­da a quien tra­ta de recon­quis­tar. Sin embar­go la inten­ción de Ricar­do es abor­dar la esci­sión de la mujer, tema evi­den­te­men­te tabú para las auto­ri­da­des ofi­cia­les del país. Más allá de ima­gi­nar cómo enca­rar ese tópi­co, Ricar­do enfren­ta el pro­ble­ma de tener su cáma­ra malo­gra­da a cau­sa de un invo­lun­ta­rio acci­den­te pro­du­ci­do por Yun­nis. Gran par­te del metra­je es dedi­ca­da a impor­tar una nue­va cáma­ra y los múl­ti­ples trá­mi­tes buro­crá­ti­cos para lograr­lo; eso ori­gi­na uno de los momen­tos más son­rien­tes del relato.

Sin adi­cio­nar infor­ma­ción sobre lo que pro­si­gue, bas­ta anti­ci­par que la his­to­ria está ani­ma­da de buen humor a tra­vés de la semi iro­nía des­pren­di­da de la narra­ción en off del rea­li­za­dor y resal­ta­da por la mag­ní­fi­ca actua­ción de Bou­cher quien por cuar­ta vez asu­me el rol del alter ego de Trogi.

Aun­que agra­da­ble la pelí­cu­la ado­le­ce de cier­ta len­ti­tud y dina­mis­mo en su pri­me­ra mitad. Con todo, el resul­ta­do es cier­ta­men­te posi­ti­vo en la medi­da que en su segun­da par­te lle­ga a cobrar relie­ve al abor­dar sobria­men­te el sen­si­ble pro­ble­ma social de muti­la­ción geni­tal feme­ni­na. A ello se agre­ga una esce­na muy emo­ti­va cuan­do des­pués de la tarea empren­di­da por Ricar­do, su padre lle­ga a reco­no­cer y apo­yar su vuel­co pro­fe­sio­nal e incur­sión en el mun­do del espectáculo.

Aspec­to com­ple­men­ta­rio al rela­to es la inclu­sión de la agra­da­ble ban­da sono­ra de Fré­dé­ric Bégin inclu­yen­do extrac­tos musi­ca­les de Daniel Belan­ger, así como la Mar­cha Triun­fal de la ópe­ra Aida y Va, Pen­sie­ro de la ópe­ra Nabu­co, ambas de Giu­sep­pe Verdi.

En sín­te­sis 1995 con­fi­gu­ra una come­dia auto­bio­grá­fi­ca lo sufi­cien­te­men­te atra­yen­te para quie­nes han dis­fru­ta­do la tri­lo­gía pre­ce­den­te de Tro­gi. Que­da aho­ra abier­ta la pre­gun­ta de si habrá un quin­to seg­men­to abor­dan­do su vida en los años pos­te­rio­res al del pre­sen­te rela­to. Jor­ge Gutman

Comen­ta­rio de Fil­mes del Fes­ti­val Fantasia

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

He aquí un comen­ta­rio de cua­tro fil­mes que han sido juz­ga­dos en Fan­ta­sia, el fes­ti­val de cine fan­tás­ti­co que cull­mi­na el 4 de agosto.

Los Impac­ta­dos (Argen­ti­na-Chi­le)

La mane­ra en que la deto­na­ción de un fenó­meno de la natu­ra­le­za pue­de afec­tar físi­ca y psi­co­ló­gi­ca­men­te a una per­so­na es lo que con­si­de­ra la talen­to­sa direc­to­ra argen­ti­na Lucía Puen­zo en este ori­gi­nal drama.

LOS IMPAC­TA­DOS

La his­to­ria con­ce­bi­da por la cineas­ta y Lore­na Ven­ti­mi­glia dis­ta de ser sen­ci­lla así como su tema pocas veces ha sido con­si­de­ra­do por el cine. En la mis­ma Ada (Maria­na Di Giró­la­mo) es una vete­ri­na­ria quien en una fuer­te tor­men­ta ha sido alcan­za­da por un rayo en medio de un cam­po cuan­do asis­tía al par­to de una vaca; eso pro­vo­có que estu­vie­se en coma duran­te varias sema­nas en un cen­tro hos­pi­ta­la­rio. En el momen­to de su recu­pe­ra­ción, se encuen­tra rodea­da por su noble mari­do Jano (Gui­ller­mo Pfe­ning) y su psi­có­lo­go padre (Osmar Núñez) quie­nes cele­bran que haya vuel­to a la nor­ma­li­dad sin tras­tor­nos físi­cos, aun­que su cuer­po reve­la mar­cas deja­das por la des­car­ga eléctrica.

Cuan­do es dada de alta y retor­na al hogar la situa­ción de Ada se entur­bia en la medi­da que el impac­to del inci­den­te le ha deja­do com­ple­ta­men­te alte­ra­da pade­cien­do de insom­nio, ansie­dad, des­ve­los, con­fu­sión y una extre­ma sen­si­bi­li­dad al efec­to del soni­do. En la medi­da que ella duda de la medi­ca­ción psi­quiá­tri­ca que le es sumi­nis­tra­da, deci­de par­ti­ci­par en un gru­po de auto­ayu­da don­de sus inte­gran­tes tam­bién son sobre­vi­vien­tes que han sido impac­ta­dos por los rayos; el gru­po es diri­gi­do por el médi­co Juan (Ger­mán Pala­cios) que igual­men­te fue obje­to de un acci­den­te simi­lar duran­te su infan­cia. A medi­da que las sesio­nes trans­cu­rren Ada expe­ri­men­ta una extra­ña meta­mor­fo­sis en don­de su cuer­po se sien­te más ali­via­do: asi­mis­mo, la cone­xión que man­tie­ne con el expe­ri­men­tal facul­ta­ti­vo la indu­ce a ale­jar­se gra­dual­men­te de su núcleo familiar.

Obvian­do con­si­de­rar si su con­te­ni­do temá­ti­co se basa o no en un caso real, lo cier­to es que el plan­teo del rela­to resul­ta intri­gan­te dejan­do abier­ta la dis­cu­sión si aca­so la tera­pia eléc­tri­ca cons­ti­tu­ye una alter­na­ti­va mejor a la de los medi­ca­men­tos sumi­nis­tra­dos por la far­ma­co­lo­gía tra­di­cio­nal. Al pro­pio tiem­po resul­ta intere­san­te cómo Puen­zo ilus­tra la adic­ción de Ada y los inte­gran­tes hacia la pro­vo­ca­ción de des­car­gas eléctricas.

Aun­que en su tra­mo final la narra­ción se des­me­jo­ra al apar­tar­se del enfo­que cen­tral y adop­tar en su lugar un tono melo­dra­má­ti­co poco con­vin­cen­te, la pelí­cu­la reúne ele­men­tos que la favo­re­cen. Entre los mis­mos se des­ta­can la pul­cra direc­ción de Puen­zo así como, el inob­je­ta­ble elen­co, sobre todo por la remar­ca­ble com­po­si­ción que logra Di Giró­la­mo en el rol pro­ta­gó­ni­co trans­mi­tien­do los con­flic­tos que expe­ri­men­ta su cuer­po. Men­ción espe­cial mere­cen los efec­tos visua­les resal­tan­do en nume­ro­sas esce­nas el des­te­llo de luz de los relám­pa­gos y la pre­sen­cia de los rayos que cons­ti­tu­yen en la tra­ma un fac­tor esencial.

En esen­cia, sin ser un film per­fec­to, lo cier­to es que la rea­li­za­do­ra acep­tó el desa­fío de abor­dar un tema audaz; habien­do emer­gi­do airo­sa del mis­mo Puen­zo rati­fi­ca una vez más su artís­ti­ca idoneidad.

Wake Up (Cana­dá)

Uti­li­zan­do como excu­sa un men­sa­je social, los direc­to­res Fra­nçois Simard, Anouk Whis­sell y Yoann-Karl Whis­sell han logra­do un inge­nio­so film uti­li­zan­do como fuen­te el buen guión de Alber­to Marini.

WAKE UP

La his­to­ria intro­du­ce a Ethan (Benny O. Arthur), Yas­min (Jac­que­li­ne Moré), Gra­ce (Ales­sia Yoko Fon­ta­na), Tyler (Kyle Scud­der), Emily (Char­lot­te Stoi­ber) y Karim (Tom Gould), quie­nes son jóve­nes acti­vis­tas preo­cu­pa­dos por la eco­lo­gía. A fin de con­cien­ti­zar a la pobla­ción por la defo­res­ta­ción de los bos­ques que se está rea­li­zan­do, quie­ren denun­ciar a aque­llas gran­des cor­po­ra­cio­nes que los des­tru­yen a fin de uti­li­zar­los para sus nego­cios; es así que deci­den ata­car a una gran com­pa­ñía de mue­bles que uti­li­za la made­ra para la ela­bo­ra­ción de sus productos.

Des­pués de haber­se intro­du­ci­do en el local apa­ren­tan­do ser comu­nes clien­tes, cada uno de los seis acti­vis­tas aus­cul­tan dife­ren­tes rin­co­nes del mis­mo. Poco antes de fina­li­zar la jor­na­da dia­ria, ellos se ocul­tan y cuan­do ya está cerra­da la inmen­sa tien­da, pro­vis­tos de más­ca­ras comien­zan a efec­tuar diver­sos actos de van­da­lis­mo que ade­más los difun­den en las redes socia­les a fin de resal­tar la for­ma en que la com­pa­ñía aten­ta al medio ambiente.

A todo ello, los her­ma­nos Kevin (Tur­lough Con­very) y Jack (Aidan O’Hare), se desem­pe­ñan como guar­dias de segu­ri­dad, encar­ga­dos de cen­trar su aten­ción para que el orden se man­ten­ga per­ma­nen­te­men­te. Al escu­char cier­tos rui­dos, eso los man­tie­nen aler­ta­dos y tra­tan­do de ave­ri­guar lo que acon­te­ce. Al que­dar Jack acci­den­ta­do y fue­ra del esce­na­rio, es el for­ni­do y muscu­loso Kevin quien se ocu­pa del asun­to y a par­tir de ese momen­to la situa­ción se tor­na alta­men­te peli­gro­sa para el gru­po. Con su expe­rien­cia de hábil caza­dor y dota­do de un ins­tin­to cri­mi­nal, Kevin tra­ta de cap­tu­rar y eli­mi­nar a los inva­so­res del inmue­ble median­te el jue­go del gato y el ratón.

Sin entrar en deta­lles adi­cio­na­les sobre la pro­gre­sión del rela­to, se pue­de anti­ci­par que el mis­mo adquie­re un cli­ma de exor­bi­tan­te enfu­re­ci­mien­to nutri­do de con­si­de­ra­ble violencia.

Con un buen elen­co de jóve­nes artis­tas, en el repar­to se impo­ne la pre­sen­cia de Tur­lough Con­very quien brin­da una muy bue­na carac­te­ri­za­ción del impla­ca­ble y des­con­tro­la­do ofi­cial de seguridad.

Los tres cineas­tas que die­ron mues­tra de satis­fa­cer a una nutri­da audien­cia con Tur­bo Kid (2015) y Sum­mer of 84 (2018), con­fir­man aquí su com­pe­ten­cia en la ela­bo­ra­ción de un film que osci­lan­do entre el dra­ma, la come­dia, acción y sus­pen­so, resul­ta con­si­de­ra­ble­men­te entretenido.

Con­fes­sion (Japón)

El expe­ri­men­ta­do rea­li­za­dor japo­nés Nobuhi­ro Yamashi­ta ofre­ce un dra­ma psi­co­ló­gi­co de sos­te­ni­do sus­pen­so median­te un elo­gia­ble esti­lo narrativo.

CON­FES­SION

Basa­do en el guión de Shu­ji Yuki y Ryo Taka­da la his­to­ria enfo­ca a Asai (Toma Iku­ta) y Ji-yong (Yang lk-june), dos ami­gos de lar­ga data que per­te­ne­cien­tes a un club mon­ta­ñés, anual­men­te duran­te la tem­po­ra­da inver­nal rea­li­zan un sen­de­ris­mo a la mon­ta­ña. En esta oca­sión ambos recuer­dan a Sayu­ri (Nao Hon­da), la novia de Asai, que hace 16 años des­apa­re­ció. Cuan­do en la expe­di­ción rea­li­za­da irrum­pe una fuer­te tor­men­ta de nie­ve y Ji-yong que­da seria­men­te heri­do en una pier­na, cre­yen­do que está por morir, le con­fie­sa a su ami­go que por un rap­to de celos ase­si­nó a Sayu­ri. No obs­tan­te esa sór­di­da reve­la­ción, Asai rea­li­za un gran esfuer­zo por sal­var a su com­pa­ñe­ro y es así que logra trans­por­tar­lo has­ta una cabi­na cer­ca­na para pro­te­ger­se de la tem­pes­tad y aguar­dar allí el momen­to en que las auto­ri­da­des de res­ca­te lle­guen a socorrerlos.

Una vez en la cabi­na, len­ta­men­te Asai comien­za a sos­pe­char que al haber sobre­vi­vi­do Ji-yong está arre­pen­ti­do de la con­fe­sión rea­li­za­da y que pue­da lle­gar a matar­lo con el cuchi­llo que por­ta con­si­go. Esa duda se con­fir­ma al poco tiem­po don­de la ten­sión que se va gene­ran­do entre ambos esta­lla estre­pi­to­sa­men­te que­brán­do­se obvia­men­te la amis­tad que los unió.

De allí en más el rela­to prác­ti­ca­men­te se con­vier­te en un bru­tal des­cen­so a los infier­nos median­te el due­lo gene­ra­do entre Asai y Ji-yong, des­per­tan­do la intri­ga en saber quién de los dos con­trin­can­tes que­da­rá a sal­vo. No obs­tan­te que el film se desa­rro­lla total­men­te en un redu­ci­do espa­cio, esa limi­ta­ción no pro­du­ce claus­tro­fo­bia en la medi­da que su ela­bo­ra­da cons­truc­ción per­mi­te con­cen­trar la com­ple­ta aten­ción de la audiencia.

Si bien esta his­to­ria intro­du­ce algu­nos giros impre­vis­tos que no resul­tan com­ple­ta­men­te con­vin­cen­tes, esta obje­ción es amplia­men­te com­pen­sa­da por la flui­da direc­ción de Yamashi­ta y por la sóli­da inter­pre­ta­ción de los dos úni­cos acto­res del elen­co que ame­ri­tan su visión.

Not Friends (Tai­lan­dia)

Muy apro­pia­da ha sido la incor­po­ra­ción de esta come­dia de ado­les­cen­tes en Fan­ta­sia, que como ante­ce­den­te posi­ti­vo fue la ele­gi­da por Tai­lan­dia para optar a la mejor pelí­cu­la inter­na­cio­nal en los Oscar de este año, aun­que no lle­gó a ser nomi­na­da. Lo impor­tan­te es que Not Friends cons­ti­tu­ye un meri­to­rio debut del rea­li­za­dor Atta Hem­wa­dee y bien mere­ce su difu­sión comer­cial en Canadá.

NOT FRIENDS

La his­to­ria comien­za con el ingre­so a un nue­vo cole­gio de ense­ñan­za media del joven estu­dian­te Pae (Anthony Buis­se­ret), poco antes de su gra­dua­ción; allí se vin­cu­la con su com­pa­ñe­ro de aula y de asien­to Joe (Pisit­pol Ekaphong­pi­sit), un alumno que es uno de los más que­ri­dos del colegio.

La gran pena cun­de en la escue­la cuan­do ines­pe­ra­da­men­te Joe mue­re a cau­sa de un acci­den­te de trán­si­to. Pero la vida sigue su cur­so en la medi­da que los estu­dian­tes se pre­pa­ran para ingre­sar a la universidad.

Para no tener que tra­ba­jar en el nego­cio de su padre y poder seguir una carre­ra uni­ver­si­ta­ria, Pae deci­de par­ti­ci­par en el roda­je de un cor­to metra­je, en una com­pe­ten­cia aus­pi­cia­da por el depar­ta­men­to de artes de la escue­la, con la espe­ran­za de poder ser pre­mia­do para faci­li­tar su ingre­so a la uni­ver­si­dad. El con­te­ni­do del cor­to está basa­do en una his­to­ria que había escri­to Joe.

Logran­do la cola­bo­ra­ción de la joven Boken (Thi­ti­ya Jira­porn­silp), que había sido ami­ga de Joe y de otros com­pa­ñe­ros de estu­dio, el pro­yec­to comien­za a tomar vue­lo, con­tan­do con el bene­plá­ci­to de los padres del difun­to estu­dian­te al ver que su libre­to sería revi­vi­do en un film a la vez que cons­ti­tui­ría un tri­bu­to a su memoria.

Esta atrac­ti­va pri­me­ra par­te del rela­to se entron­ca con su segun­da mitad cuan­do retor­na a la escue­la Ohm (Ing­ka­rat Dam­rong­sak­kul), un alumno que estu­vo ausen­te a cau­sa de una enfer­me­dad. La rela­ción con Pae es muy cor­dial y es así que Ohm lo invi­ta a la fies­ta de su cum­plea­ños; es en esa reu­nión don­de se abre la caja de Pan­do­ra reve­lan­do un aspec­to ines­pe­ra­do que gene­ra un serio con­flic­to moral, ponien­do a prue­ba el sen­ti­mien­to de amis­tad que en últi­ma ins­tan­cia es el, ele­men­to esen­cial de Not Friends.

El film del novel rea­li­za­dor impre­sio­na narran­do remar­ca­ble­men­te las viven­cias de un gru­po de ado­les­cen­tes en el pro­ce­so de madu­rez hacia la eta­pa adul­ta en pro­cu­ra de su pro­pia iden­ti­dad; a ello se agre­ga la mag­ní­fi­ca carac­te­ri­za­ción de Anthony Buis­se­ret y Thi­ti­ya Jira­porn­silp en los roles pro­ta­gó­ni­cos des­ti­lan­do auten­ti­ci­dad y encan­to al igual que el res­to del elen­co. En suma, he aquí una come­dia ágil, entre­te­ni­da, con­mo­ve­do­ra y sin duda recomendable.

Un Cáli­do Dra­ma Humano

TOUCH. Islan­dia-Gran Bre­ta­ña, 2024. Un film de Bal­ta­sar Kor­má­kur. 121 minutos.

Como alter­na­ti­va a los fil­mes livia­nos y sin mayor sus­ten­to que abun­dan duran­te el verano, resul­ta bien­ve­ni­do Touch del direc­tor islan­dés Bal­ta­sar Kor­má­kur por su apre­cia­ble nivel de calidad. .

Lo que aquí se con­tem­pla a tra­vés del guión del rea­li­za­dor y Óla­fur Jóhann Ólafs­son es un dra­ma román­ti­co tra­ta­do con gran sen­si­bi­li­dad. La his­to­ria que trans­cu­rre duran­te el ini­cio de la pan­de­mia se cen­tra en Kris­to­fer (Egill Ólafs­son) , un sep­tua­ge­na­rio viu­do que vive en Reikia­vik cuyo esta­do de salud men­tal comien­za a dete­rio­rar­se, según el diag­nós­ti­co de su médi­co. Es así que este hom­bre desea sal­dar una deu­da pen­dien­te con­si­go mis­mo antes de que sea dema­sia­do tarde.

Kōki Kimu­ra y Pál­mi Kormakur

Con­se­cuen­te­men­te y no obe­de­cien­do los con­se­jos de su hija, a quien se la escu­cha tele­fó­ni­ca­men­te, deci­de empren­der un via­je a Lon­dres a pesar de la ame­na­za del Covid que comien­za a hacer estruen­dos en el mun­do. Al lle­gar a des­tino y ubi­car­se en un hotel soli­ta­rio su men­te comien­za a recor­dar su viven­cia acae­ci­da 50 años atrás cuan­do en 1969 el joven Kris­to­fer (Pál­mi Kor­ma­kur) estu­dia­ba eco­no­mía en una pres­ti­gio­sa uni­ver­si­dad lon­di­nen­se; sin embar­go debi­do a sus con­vic­cio­nes mar­xis­tas, aban­do­na sus estu­dios y deci­de encon­trar empleo en el pri­mer lugar que encuen­tre. Es así que es con­cha­ba­do como lava­pla­tos en un res­tau­ran­te japo­nés a car­go de su due­ño Takahashi-san (Msahi­ro Moto­ki). Inmer­so en la cul­tu­ra de Japón, pron­ta­men­te cono­ce a Miko (Kōki Kimu­ra), la joven hija de su patrón, con quien ini­cia un pro­fun­do víncu­lo sen­ti­men­tal; en las con­fi­den­cias ínti­mas enta­bla­das entre ellos, Kris­to­fer se impo­ne de que la madre de Miko esta­ba emba­ra­za­da de ella cuan­do se pro­du­jo el bom­bar­deo de Hiroshi­ma; por esa razón su fami­lia se tras­la­dó a Tokio y pos­te­rior­men­te des­pués de la muer­te de su madre, ella y su padre inmi­gra­ron a Lon­dres. Lamen­ta­ble­men­te el roman­ce se inte­rrum­pe cuan­do un buen día al lle­gar a su tra­ba­jo, Kris­to­fer des­cu­bre que el res­tau­ran­te está cerra­do e igno­ran­do el para­de­ro de su amada.

Cuan­do vol­vien­do a la épo­ca pre­sen­te, el anciano Kris­to­fer des­pla­zán­do­se por las calles soli­ta­rias de Lon­dres tra­ta de ubi­car a Miko, por una pis­ta que encuen­tra se ente­ra que vive en Japón y es así que des­oyen­do a su hija que le implo­ra que retor­ne a Islan­dia, des­de Lon­dres él deci­de empren­der vue­lo al país nipón. Cuan­do final­men­te Kris­to­fer reen­cuen­tra en Hiroshi­ma a su entra­ña­ble ena­mo­ra­da (Yoko Narahashi), se ente­ra de reve­la­do­res deta­lles que moti­va­ron la dra­má­ti­ca sepa­ra­ción y las con­se­cuen­cias de la misma.

En esta esme­ra­da pro­duc­ción islan­de­sa el cineas­ta logra una narra­ción de bajo per­fil evi­tan­do que su his­to­ria des­bor­de en un lacri­mó­geno melo­dra­ma, lo que no impi­de que legí­ti­ma­men­te con­mue­va. Las inter­pre­ta­cio­nes son estu­pen­das en don­de exis­te una ínti­ma quí­mi­ca entre los acto­res que dan vida a los juve­ni­les aman­tes; asi­mis­mo es Olafs­son quien carac­te­ri­zan­do al anciano Kris­to­fer per­mi­te gene­rar una com­ple­ta empa­tía con un hom­bre que ya poco le impor­ta la dis­mi­nu­ción de su capa­ci­dad men­tal al haber­se reu­ni­do con el gran amor de su vida. Jor­ge Gutman