Jue­go de Citas

WOMAN OF THE HOUR. Esta­dos Uni­dos-Cana­da, 2023. Un film de Anna Ken­drick. 89 minutos

La popu­lar actriz Anna Ken­drick debu­ta como direc­to­ra e igual­men­te actúa en Woman of the Hour, cuya his­to­ria basa­da en un caso real se cen­tra en un infa­me cri­mi­nal serial que azo­tó Esta­dos Uni­dos duran­te la déca­da del 70.

Una esce­na de WOMAN OF THE HOUR

El rela­to basa­do en el guión de Ian MacA­llis­ter McDo­nald comien­za en 1977 cuan­do en un acan­ti­la­do de una región mon­ta­ño­sa de Wyo­ming el fotó­gra­fo Rod­ney Alca­lá (Daniel Zovat­to) sedu­ce con su pre­sen­cia a Sarah (Kelley Jakie), quien des­pués de haber­le toma­do algu­nas fotos con la pro­me­sa de con­se­guir­le un tra­ba­jo, ter­mi­na estran­gu­lán­do­la. Retro­ce­dien­do a 1971 se sabe que se está en pre­sen­cia de un sinies­tro homi­ci­da al obser­var a otras víc­ti­mas eli­mi­na­das por él.

El núcleo cen­tral del rela­to se desa­rro­lla en 1978 en Holly­wood don­de la aspi­ran­te a actriz Cheryl Bradshaw (Ken­drick) fra­ca­sa en su inten­to de ser con­tra­ta­da al no haber satis­fe­cho en una prue­ba que le es toma­da. Con todo su agen­te con­si­gue que par­ti­ci­pe como inte­rro­ga­do­ra en el show del con­cur­so tele­vi­si­vo deno­mi­na­do The Dating Game (jue­go de citas) Este pro­gra­ma que fue crea­do por Chuck Barris a prin­ci­pios de los años 60, se carac­te­ri­za en el que una per­so­na entre­vis­ta­do­ra, gene­ral­men­te una mujer sol­te­ra, for­mu­la una serie de pre­gun­tas escri­tas en unas tar­je­tas a tres par­ti­ci­pan­tes sol­te­ros sobre temas román­ti­cos; el que resul­ta gana­dor obtie­ne como recom­pen­sa una cita con ella con todos los gas­tos cubier­tos. Curio­sa­men­te uno de los con­ten­dien­tes es el fotó­gra­fo ase­sino que resul­ta triun­fa­dor del con­cur­so. En el trans­cur­so de la emi­sión Lau­ra (Nico­let­te Robin­son) ‑una de las per­so­nas del públi­co asis­ten­te- reco­no­ce al femi­ni­ci­da y deses­pe­ra­da­men­te tra­ta de comu­ni­car esa situa­ción a los res­pon­sa­bles del pro­gra­ma aun­que sin lograrlo.

Como espec­ta­dor del film uno se pre­gun­ta qué es lo que ocu­rrió con Alca­lá antes de su pre­sen­ta­ción en este show y cómo no pudo ser detec­ta­do duran­te tan­to tiem­po por los crí­me­nes come­ti­dos. Dejan­do de lado este aspec­to no con­tem­pla­do por la direc­to­ra, lo con­cre­to es que ella logra crear momen­tos de inten­sa ten­sión, cuan­do a la sali­da del noc­turno pro­gra­ma Alca­lá se apro­xi­ma ama­ble­men­te a Cheryl; con todo ella va pre­sin­tien­do su ame­na­zan­te pre­sen­cia en medio de un par­que de esta­cio­na­mien­to que a esas horas se encuen­tra vacío.

La his­to­ria pro­si­gue en 1979 cuan­do Rod­ney encuen­tra en Cali­for­nia a Amy (Autumn Best), una ado­les­cen­te que apa­re­ce como poten­cial víc­ti­ma pero que logra esca­par­se a tiempo.

El film no apro­ve­cha todo el poten­cial al que el tema se pres­ta debi­do a una eje­cu­ción enca­mi­na­da de mane­ra des­igual. No obs­tan­te, Ken­drick per­mi­te refle­jar la miso­gi­nia exis­ten­te a tra­vés de la acti­vi­dad ruti­na­ria de Cheryl como asi­mis­mo por la vio­len­cia sufri­da por las muje­res que han sido aba­ti­das por Alca­lá. La direc­to­ra con­tó con un acer­ta­do elen­co, aun­que curio­sa­men­te su pro­pia actua­ción resul­te un tan­to afec­ta­da, en tan­to que Zovat­to cons­ti­tu­ye una ver­da­de­ra reve­la­ción trans­mi­tien­do con ente­ra con­vic­ción la saga­ci­dad emplea­da por su per­so­na­je para atraer a sus presas.

En los cré­di­tos fina­les se infor­ma que el homi­ci­da fue arres­ta­do en 1979 y mien­tras se aguar­da­ba su jui­cio fue libe­ra­do bajo fian­za y en ese inter­ín mató a una mujer de 21 años y a una chi­ca de 12 años. Arres­ta­do nue­va­men­te y habien­do pues­to en evi­den­cia la mag­ni­tud de sus crí­me­nes fue encar­ce­la­do, murien­do por cau­sas natu­ra­les en la pri­sión de Cor­co­rán, Cali­for­nia, en julio de 2021. Jor­ge Gutman

El Apren­diz y su Instructor

THE APPREN­TI­CE. Cana­dá-Dina­mar­ca-Irlan­da, 2024. Un film de Ali Abba­si. 120 minutos.

Pre­ce­di­do por dos remar­ca­bles fil­mes como lo fue­ron Bor­der (2018) y Holy Spi­der (2022), el afa­ma­do direc­tor ira­ní nacio­na­li­za­do danés Ali Abba­si retor­na con The Appren­ti­ce enfo­can­do los pri­me­ros años de ges­tión empre­sa­rial del ex pre­si­den­te Donald Trump. Sin ofre­cer gran­des sor­pre­sas ni mucho más a quie­nes se han inte­rio­ri­za­do en su vida, lo dis­tin­ti­vo de la pelí­cu­la es la for­ma que adop­ta su narra­ción y la ilus­tra­ción de un perío­do espe­cial que atra­ve­só New York.

Jeremy Strong y Sebas­tian Stan

La his­to­ria basa­da en el guión del perio­dis­ta Gabriel Sher­man comien­za en 1973 cuan­do Trump (Sebas­tian Stan) de 27 años e hijo de un acau­da­la­do empre­sa­rio con­ser­va­dor de Queens, tra­ta de abrir­se paso en el mun­do inmo­bi­lia­rio de Manhat­tan. Para ello, des­pués de cier­tos inten­tos rea­li­za­dos, logra que el influ­yen­te y amo­ral abo­ga­do Roy Cohn (Jeremy Strong), quien fue el ase­sor del sena­dor Joseph McCarthy en las audien­cias del anti­co­mu­nis­mo de los años 50, lo tome bajo su tute­la. Es allí que se ini­cia la rela­ción del devo­to apren­diz con el mons­truo­so ins­truc­tor apren­dien­do de él tres reglas fun­da­men­ta­les para triun­far, a saber: ata­car, negar todo y siem­pre asu­mir la vic­to­ria aun­que los hechos demues­tren lo con­tra­rio. Gra­cias a Cohn, Trump comien­za su derro­te­ro empre­sa­rial en el mar­co de una ciu­dad depri­mi­da eco­nó­mi­ca­men­te; con­se­cuen­te­men­te logra cons­truir el lujo­so hotel Hyatt en reem­pla­zo del prác­ti­ca­men­te des­ven­ci­ja­do inmue­ble de la Esta­ción Cen­tral. Habien­do sido menos­ca­ba­do por su padre Fred (Mar­tin Dono­van) que no creía en él, Donald le demues­tra su capa­ci­dad de empren­der y rea­li­zar­se como exi­to­so empresario.

En la esfe­ra sen­ti­men­tal el film ilus­tra los esfuer­zos de Trump para con­quis­tar a la bella y popu­lar mode­lo Iva­na Zel­nic­ko­va (Maria Baka­lo­va), que final­men­te lo logra­rá pro­po­nién­do­le matri­mo­nio. En tal sen­ti­do nue­va­men­te se apre­cia la fuer­te influen­cia de Cohn hacia Trump cuan­do le alec­cio­na acer­ca de los arre­glos finan­cie­ros que debe­rá tener en cuen­ta con quien será su futu­ra esposa.

A medi­da que pasan los años el nom­bre “Trump” cons­ti­tu­ye una refe­ren­cia impor­tan­te en el nego­cio inmo­bi­lia­rio, en gran par­te res­pal­da­do por la gigan­tes­ca Torre Trump inau­gu­ra­da en 1983. Curio­sa­men­te, el empo­de­ra­mien­to de Donald suce­de al mis­mo tiem­po que se pro­du­ce la caí­da en des­gra­cia de Cohn que es víc­ti­ma del Sida en los años 80; en tal sen­ti­do es sor­pren­den­te cómo Trump sin con­mi­se­ra­ción algu­na lo va dejan­do aban­do­na­do, olvi­dan­do lo que su mali­cio­so pro­fe­sor con­tri­bu­yó en el éxi­to de su carre­ra profesional.

Sin entrar a deta­llar las sub­tra­mas refe­ren­tes a aspec­tos fami­lia­res de Trump, Abba­si ofre­ce un rela­to que sin duda no habrá de con­ci­tar una opi­nión uná­ni­me dada la fuer­te pola­ri­za­ción exis­ten­te en torno a su pro­ta­go­nis­ta. Sin caer en la ten­ta­do­ra cari­ca­tu­ra, el rea­li­za­dor evi­ta huma­ni­zar a Trump, así, si en par­te él apren­dió la lec­ción de Cohn en saber men­tir y caer en manio­bras bor­dean­do la corrup­ción, el film no duda en expo­ner su com­por­ta­mien­to inescrupuloso.

La inter­pre­ta­ción de Strong es memo­ra­ble mos­tran­do la per­so­na­li­dad del detes­ta­ble y mons­truo­so abo­ga­do capaz de mane­jar a su anto­jo a su dis­cí­pu­lo; asi­mis­mo no menos admi­ra­ble es la com­po­si­ción de Stan quien mos­tran­do la per­so­na­li­dad vani­do­sa y mani­pu­la­do­ra del ex pre­si­den­te, apli­ca con asom­bro­sa natu­ra­li­dad sus ges­tos, movi­mien­tos, la ento­na­ción de su voz al hablar y el empleo de sus tics.

En los fac­to­res téc­ni­cos, es des­ta­ca­ble el dise­ño de pro­duc­ción de Alek­san­dra Marin­ko­vich repro­du­cien­do feha­cien­te­men­te la ciu­dad neo­yor­ki­na de las déca­das del 70 y 80.

En suma, dejan­do de lado cual­quier con­tro­ver­sia que pue­da sur­gir en torno de Trump, el film de Abba­si está bien rea­li­za­do y aun­que uno desea­ría mayor pro­fun­di­dad logra con­ci­tar la aten­ción, sobre todo por la enco­mia­ble actua­ción sus dos pro­ta­go­nis­tas. Jor­ge Gutman

Con­mo­ve­dor Documental

BLINK. Esta­dos Uni­dos, 2024. Un docu­men­tal de Daniel Roher y Edmund Sten­son. 84 minutos

Un muy buen docu­men­tal de los rea­li­za­do­res Daniel Roher y Edmund Sten­son es lo que se apre­cia en Blink.

Para los padres de una fami­lia bien cons­ti­tui­da lo más impor­tan­te cons­ti­tu­ye el bien­es­tar de sus hijos y cuan­do algu­na enfer­me­dad les afec­ta, eso gene­ra una gran preo­cu­pa­ción. Algo seme­jan­te acon­te­ce con el matri­mo­nio de Sébas­tien Pelle­tier y su mujer Édith que habi­tan en Mon­treal con sus cua­tro hijos, Mia de 11 años, Léo de 9 años, Colin de 6 años y Lau­rent de 4 años; con excep­ción de Léo, los res­tan­tes niños han sido diag­nos­ti­ca­dos con reti­no­sis pig­men­ta­ria; ésta es una enfer­me­dad gené­ti­ca incu­ra­ble don­de las per­so­nas afec­ta­das pier­den la visión gra­dual­men­te, aun­que no nece­sa­ria­men­te que­dan com­ple­ta­men­te ciegos.

La fami­lia Pelletier

Tenien­do en con­si­de­ra­ción esa situa­ción, Sébas­tien y Édith deci­den efec­tuar un via­je con sus hijos para que cuan­do lle­guen even­tual­men­te a per­der la vis­ta les que­de gra­ba­do en su memo­ria algu­nas de las mara­vi­llas que el mun­do les ha ofrecido.

Ese via­je los lle­va­rá a dife­ren­tes sitios de Áfri­ca, Asia y Suda­mé­ri­ca. Así se los ve en Nami­bia gozan­do de un safa­ri, en Indo­ne­sia prac­ti­can­do surf, en Tur­quía sabo­rean­do los hela­dos cre­mo­sos, así como cabal­gan­do en Mon­go­lia; obser­van­do la pues­ta de sol en el Par­que Nacio­nal del Desier­to Blan­co de Egip­to como asi­mis­mo con­tem­plar el ama­ne­cer en las mon­ta­ñas del Hima­la­ya en oca­sión de su esta­día en Nepal. Eso no impi­de haber expe­ri­men­ta­do algu­nos momen­tos de inquie­tud cuan­do estan­do en Ecua­dor efec­túan un paseo en funi­cu­lar y el mis­mo se que­da atas­ca­do por una horas en las altu­ras debi­do a un pro­ble­ma téc­ni­co que final­men­te que­dó resuelto.

Esta sin­gu­lar epo­pe­ya per­mi­te apre­ciar la diná­mi­ca esta­ble­ci­da entre el matri­mo­nio y sus hijos en don­de la fami­lia irra­dia en todo momen­to el enor­me pla­cer de dis­fru­tar con­jun­ta­men­te. Aun­que la enfer­me­dad como telón de fon­do jamás lle­ga a ensom­bre­cer los áni­mos, hay un momen­to pro­fun­da­men­te emo­ti­vo cuan­do el peque­ño Lau­rent desea que su madre le expli­que lo que sig­ni­fi­ca que­dar cie­go; tal como la mujer con­fie­sa a la cáma­ra que la fil­ma, esa pre­gun­ta repre­sen­tó para ella como si fue­se un dar­do atra­ve­san­do su cuerpo.

El via­je cul­mi­na en el Ama­zo­nas don­de los visi­tan­tes tran­si­tan por una aldea; allí se rela­cio­nan con una fami­lia del pue­blo indí­ge­na Achuar don­de son cáli­da­men­te aco­gi­dos. Esa visi­ta cons­ti­tu­ye para los Pelle­tier una expe­rien­cia alta­men­te valio­sa al lle­gar a impo­ner­se de la enri­que­ce­do­ra cul­tu­ra autóctona.

Si bien la belle­za visual del film es un fac­tor impor­tan­te en la valo­ri­za­ción del docu­men­tal, lo que aquí cuen­ta es su con­te­ni­do. En ese aspec­to los cineas­tas — que han sido los auto­res del exce­len­te docu­men­tal Navalny (2022) — habien­do segui­do duran­te un año el tra­yec­to de los seis via­je­ros, han cap­ta­do con nota­ble auten­ti­ci­dad la resi­lien­cia de estos padres y las emo­cio­nes alber­ga­das jun­to a sus hijos. Cier­ta­men­te, este via­je cons­ti­tu­ye un pre­cio­so lega­do de este matri­mo­nio para sus que­ri­dos hijos, quie­nes cuan­do alcan­cen la edad adul­ta recor­da­rán el inmen­so amor que les ha sido brin­da­do con esta remar­ca­ble tra­ve­sía turística.

En esen­cia, la audien­cia asis­te a un con­mo­ve­dor docu­men­to agri­dul­ce de la vida real, que es reco­men­da­ble sin reser­va algu­na. Jor­ge Gutman

Un Hom­bre Diferente

A DIF­FE­RENT MAN. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Aaron Schim­berg. 111 minutos

En su ter­cer tra­ba­jo como rea­li­za­dor Aaron Schim­berg ima­gi­na una intri­gan­te fábu­la acer­ca de la apa­rien­cia físi­ca del ser humano. Su guión en gran par­te surrea­lis­ta per­mi­te refle­xio­nar sobre cómo uno se sien­te fren­te a la mira­da del prójimo.

Sebas­tian Stan

La his­to­ria se cen­tra en Edward (Sebas­tian Stan), un neo­yor­kino aspi­ran­te a actor afec­ta­do de neu­ro­fi­bro­ma­to­sis, una rara ano­ma­lía gené­ti­ca que pro­du­ce cam­bios en la pig­men­ta­ción de la piel; eso moti­va que ten­ga que sopor­tar el estig­ma de su des­fi­gu­ra­do ros­tro, con­vir­tién­do­lo en un ser soli­ta­rio e insa­tis­fe­cho, por lo que ape­la a su voca­ción artís­ti­ca para ate­nuar en par­te su esta­do anímico.

La situa­ción tien­de a cam­biar cuan­do lle­ga a habi­tar pró­xi­mo a su depar­ta­men­to, Ingrid (Rena­te Reins­ve), una jovial veci­na que es una aspi­ran­te dra­ma­tur­ga; ambos sim­pa­ti­zan y Edward se sien­te atraí­do con su pre­sen­cia en tan­to que ella demues­tra un sen­ti­mien­to hacia él mera­men­te pla­tó­ni­co. Con el pro­pó­si­to de solu­cio­nar su pro­ble­ma facial, Edward se pres­ta como volun­ta­rio para el tra­ta­mien­to de una dro­ga expe­ri­men­tal; al hacer­lo, súbi­ta­men­te obtie­ne un físi­co nor­ma­ti­vo de ros­tro atrac­ti­vo físi­ca­men­te, al pro­pio tiem­po que comu­ni­ca a quie­nes solían rodear­lo que Edward se suicidó.

Dis­fru­tan­do en su comien­zo con su nue­vo sem­blan­te y logran­do un tra­ba­jo en una agen­cia inmo­bi­lia­ria, Edward pue­de des­cu­brir cómo vive el res­to del mun­do, ade­más de invo­lu­crar­se román­ti­ca­men­te con Ingrid, quien igno­ra la trans­for­ma­ción por él logra­da. El rela­to cobra un giro ines­pe­ra­do cuan­do Edward se ente­ra que su ena­mo­ra­da había escri­to una con­mo­ve­do­ra obra basa­da en su anti­gua con­di­ción y que se deno­mi­na pre­ci­sa­men­te “Edward”. Es así que deci­de pos­tu­lar­se como can­di­da­to para inter­pre­tar su pro­pio rol; pero la situa­ción se tras­to­ca con la apa­ri­ción de Oswald (Adam Pear­son); él es un hom­bre que expe­ri­men­ta la mis­ma afec­ción cutá­nea que aque­ja­ba a Edward y al estar ente­ra­do del con­te­ni­do de la pie­za aspi­ra actuar en el rol pro­ta­gó­ni­co de la misma.

Obvian­do rese­ñar lo que con­ti­núa, Schim­berg evi­ta con­mi­se­rar­se de Edward como tam­po­co explo­ta la con­di­ción de quie­nes pade­cen de neu­ro­fi­bro­ma­to­sis. El pro­pó­si­to de esta his­to­ria es el mos­trar que el cam­bio físi­co de Edward no le abre la posi­bi­li­dad de ser más feliz o real­men­te dife­ren­te de lo que era antes; es así que el film deja abier­ta las pre­gun­tas sobre qué es lo que se con­si­de­ra nor­mal en los ras­gos de una per­so­na, qué es lo que dife­ren­cia lo bello de lo feo, así como si impor­ta más la mira­da de los otros hacia uno o en cam­bio saber acep­tar­se a sí mismo.

Sor­tean­do algu­nas situa­cio­nes que resis­ten cre­di­bi­li­dad y tenien­do en con­si­de­ra­ción que el equi­li­brio entre la crí­ti­ca social y el dra­ma psi­co­ló­gi­co es en par­te des­igual, el film adquie­re rele­van­cia por su elen­co pro­ta­gó­ni­co. En ese aspec­to es muy con­vin­cen­te la carac­te­ri­za­ción efec­tua­da por Stan como el inse­gu­ro indi­vi­duo que lle­ga even­tual­men­te a auto­des­truir­se al encon­trar que su nue­va iden­ti­dad dis­ta de brin­dar­le satis­fac­ción; su nota­ble carac­te­ri­za­ción le ha vali­do el pre­mio al mejor actor en el fes­ti­val de Ber­lin. Por su par­te, Reins­ve refle­ja muy bien la evo­lu­ción que adquie­re su per­so­na­je inter­ac­tuan­do con el des­fi­gu­ra­do y el nue­vo Edward; asi­mis­mo es loa­ble la labor de Pear­son, resal­tan­do la viva­ci­dad y elo­cuen­cia del con­fi­den­te Oswald quien con su caris­ma, su bue­na actua­ción y can­tan­te a la vez, demues­tra que para nada le impor­ta pare­cer “un hom­bre diferente”.
Jor­ge Gutman

Can­do­ro­so Amor Juvenil

WHI­TE BIRD. Esta­dos Uni­dos, 2022. Un film de Marc Fors­ter. 2 horas

Des­pués de varias pos­ter­ga­cio­nes acae­ci­das en los últi­mos dos años, final­men­te se cono­ce Whi­te Bird de Marc Fors­ter quien cen­tra su aten­ción en un amor juve­nil duran­te la épo­ca del nazismo.

Basa­da en la nove­la grá­fi­ca de R.J. Pala­cio el guio­nis­ta Mark Bom­back ha efec­tua­do una muy bue­na adap­ta­ción de la mis­ma que per­mi­tió que Fors­ter logra­ra un apre­cia­ble film en don­de uno de los moti­vos de atrac­ción resi­de en la par­ti­ci­pa­ción de la extra­or­di­na­ria Helen Mirren quien no obs­tan­te en sus pocas esce­nas ilu­mi­na con su presencia.

La his­to­ria pre­sen­ta a Julian Albans (Bry­ce Ghei­sar), un mucha­cho que ha sido expul­sa­do de la escue­la públi­ca por bull­ying y que aho­ra asis­te a un liceo pri­va­do don­de tra­ta de adap­tar­se al nue­vo sis­te­ma edu­ca­cio­nal. Sin­tién­do­se un tan­to aba­ti­do des­pués de una jor­na­da esco­lar, regre­sa a su hogar y es ahí don­de en ausen­cia de sus padres ines­pe­ra­da­men­te reci­be la visi­ta de su abue­la Sara (Mirren), una cele­bra­da artis­ta quien efec­tua­rá una expo­si­ción de su tra­ba­jo en un impor­tan­te museo de Manhat­tan. Sabien­do lo que acon­te­ció con su nie­to por el cam­bio de cole­gio, ama­ble­men­te lo repren­de y con el pro­pó­si­to de hacer­le ver cuán impor­tan­te es ser ama­ble y gen­til con el pró­ji­mo se apres­ta a rela­tar­le la his­to­ria de su pasa­do que gene­ral­men­te ha tra­ta­do de evitarla.

Orlan­do Sch­werdt y Arie­la Glaser

A par­tir de allí comien­za la narra­ción de Sara don­de sus recuer­dos moti­van que el rela­to retro­ce­da a 1942. Ahí se la ve a la ado­les­cen­te Sara de 15 años (Arie­la Gla­ser) resi­dien­do en Alsa­cia, una región que aún no había sido inclui­da en la ocu­pa­ción ale­ma­na rea­li­za­da en Fran­cia. La joven vive una eta­pa que has­ta ese momen­to es de evi­den­te des­preo­cu­pa­ción estan­do rodea­da y mima­da por su madre maes­tra (Oli­via Ross) y su padre ciru­jano (Ishai Golan), como tam­bién dis­fru­tan­do con sus ami­gas de la escue­la a la que asis­te. Su vida cobra un dra­má­ti­co giro con la lle­ga­da de los nazis, don­de su padre con­si­de­ra que es el momen­to de tener que huir del lugar en que viven. Lamen­ta­ble­men­te, la deci­sión resul­ta tar­día dado que sus pro­ge­ni­to­res son cap­tu­ra­dos y envia­dos a un cam­po de con­cen­tra­ción; Sara en cam­bia logra sal­var­se debi­do a la opor­tu­na ayu­da de Julien Beau­mier (Orlan­do Sch­werdt) ‑un com­pa­ñe­ro ale­mán de su cole­gio que ren­guea debi­do a una secue­la de polio- y a la bue­na aco­gi­da de sus padres (Gillian Ander­son, Jo-Sto­ne Fewings) quie­nes la res­guar­dan en el gra­ne­ro por temor a que sus veci­nos que sim­pa­ti­zan con los fas­cis­tas pue­dan denunciarla.

En gran par­te el rela­to enfo­ca la amis­tad que se va gene­ran­do entre Sara y Julien don­de él al regre­sar de la escue­la ser­vi­cial­men­te le sumi­nis­tra las ense­ñan­zas reci­bi­das en cla­se. Pron­ta­men­te esa rela­ción con­du­ce a un tierno roman­ce don­de en cier­tos momen­tos ambos ape­lan a la fan­ta­sía para ima­gi­nar que están via­jan­do por el mun­do, como medio de esca­pe del claus­tro­fó­bi­co refugio.

Fos­ter con­si­gue evi­tar cual­quier exce­so melo­dra­má­ti­co expo­nien­do muy bien lo que dos ado­les­cen­tes expe­ri­men­tan en el con­tex­to del impe­ran­te nazis­mo. Si algu­na obje­ción pue­de mere­cer el rela­to es que los horro­res del holo­caus­to apa­re­cen sua­vi­za­dos; en todo caso el men­sa­je de la ancia­na abue­la que­da cla­ro demos­tran­do a Julian cómo la gen­ti­le­za y bon­dad de quie­nes la pro­te­gie­ron han posi­bi­li­ta­do sal­var su vida y per­mi­ti­do desa­rro­llar su voca­ción artística.

Sin lle­gar a un nivel excep­cio­nal, el cineas­ta logra un emo­ti­vo rela­to en el que la audien­cia pue­de empa­ti­zar con las alter­na­ti­vas del roman­ce juve­nil de sus pro­ta­go­nis­tas en medio de la per­se­cu­ción nazi. A nivel acto­ral, los jóve­nes Gla­ser y Sch­werdt se desem­pe­ñan mesu­ra­da­men­te en tan­to que los adul­tos intér­pre­tes salen airo­sos en fun­ción de lo que el guión les deman­da, con espe­cial refe­ren­cia a Mirren don­de en sus bre­ves apa­ri­cio­nes del comien­zo y final del rela­to, con su excep­cio­nal cali­dez rati­fi­ca por enési­ma vez de ser una de las más bri­llan­tes divas del cine universal.
Jor­ge Gutman