Un Gran Tra­ba­jo de Daniel Day-Lewis

LIN­COLN. Esta­dos Uni­dos, 2012. Un film de Ste­ven Spielberg

Con toda segu­ri­dad será uno de los fil­mes más comen­ta­dos de esta tem­po­ra­da inver­nal y posi­ble­men­te logra­rá varias nomi­na­cio­nes para el Oscar. Aun­que sin ser el tra­ba­jo más des­ta­ca­do de Ste­ven Spiel­berg, Lin­coln cons­ti­tu­ye un inte­li­gen­te retra­to de la per­so­na­li­dad del déci­mo sex­to pre­si­den­te de Esta­dos Uni­dos a la vez que una bue­na ilus­tra­ción del fun­cio­na­mien­to demo­crá­ti­co de ese país.

Daniel Day-Lewis

Daniel Day-Lewis

La inten­ción del rea­li­za­dor no ha sido narrar una bio­gra­fía de Abraham Lin­coln sino más bien con­cen­trar la aten­ción en un momen­to deci­si­vo de su vida, jus­to en los ini­cios de su segun­do man­da­to en enero de 1865 y tres meses antes de su trá­gi­co ase­si­na­to. Con la valio­sa cola­bo­ra­ción del cono­ci­do dra­ma­tur­go Tony Kush­ner quien pre­pa­ró el guión basa­do en el libro Team of Rivals: The Poli­ti­cal Genius of Abraham Lin­coln, elo­gia­da bio­gra­fía de la his­to­ria­do­ra Doris Kearns Good­win, Spiel­berg enfo­ca los esfuer­zos del pre­si­den­te en lograr la apro­ba­ción par­la­men­ta­ria de la déci­mo ter­ce­ra enmien­da a la cons­ti­tu­ción de los Esta­dos Uni­dos, con­sis­ten­te en la abo­li­ción de la escla­vi­tud. A pesar de que la Gue­rra de Sece­sión aún no había con­clui­do, el rela­to con­si­de­ra ese dra­má­ti­co hecho en for­ma secun­da­ria –una bre­ve esce­na al comien­zo del film- para con­sa­grar­se fun­da­men­tal­men­te a la noble cau­sa empren­di­da por el pre­si­den­te. De todos modos, Lin­coln no igno­ra­ba el ries­go asu­mi­do con su pro­pues­ta por­que la apro­ba­ción de la men­cio­na­da enmien­da podría incen­ti­var la pro­lon­ga­ción del con­flic­to béli­co por par­te de los sure­ños par­ti­da­rios del man­te­ni­mien­to de la escla­vi­tud. 

En la anto­ló­gi­ca inter­pre­ta­ción de Daniel Day-Lewis ani­man­do a Lin­coln, se lo ve al pre­si­den­te ayu­da­do por su efi­cien­te y leal secre­ta­rio de esta­do William Seward (David Strathairn) y del ardien­te con­gre­sal abo­li­cio­nis­ta repu­bli­cano Thad­deus Ste­vens (Tommy Lee Jones) para pro­cu­rar que la enmien­da pro­pues­ta por la pre­si­den­cia fue­ra san­cio­na­da por la cáma­ra de repre­sen­tan­tes. 

La tarea no era sen­ci­lla por­que para lograr el pro­pó­si­to desea­do había que lidiar con un con­gre­so de la nación alta­men­te divi­di­do, que reque­ría ven­cer la resis­ten­cia de los miem­bros del par­ti­do demó­cra­ta opo­si­tor así como tam­bién de algu­nos con­gre­sa­les repu­bli­ca­nos. 

Dicho lo que ante­ce­de, el film se con­vier­te en un lar­go y con­ver­sa­do rela­to don­de la acción gira en torno de los argu­men­tos a favor o en con­tra de los dife­ren­tes par­la­men­ta­rios defen­dien­do o negan­do los dere­chos que asis­ten a los escla­vos como per­so­nas libres. Las per­so­na­li­da­des his­tó­ri­cas de la épo­ca que tuvie­ron a car­go esos lar­gos deba­tes si bien pue­den ser cono­ci­das por los his­to­ria­do­res en la mate­ria y/o por el públi­co ame­ri­cano, lo más pro­ba­ble es que no lo sean para el res­to del mun­do. Asis­tir al deba­te inte­lec­tual de los par­la­men­ta­rios pue­de resul­tar de inte­rés en un comien­zo, pero el mis­mo va dis­mi­nu­yen­do en la medi­da que domi­na gran par­te del rela­to; de algu­na mane­ra, ese fac­tor con­tri­bu­ye a que el film carez­ca de ver­da­de­ra acción al no pro­veer emo­ción o ten­sión en tér­mi­nos de entre­te­ni­mien­to. 

Los deta­lles apun­ta­dos están en gran par­te com­pen­sa­dos por Day-Lewis quien cons­ti­tu­ye el cen­tro de gra­vi­ta­ción del film. Aun­que el públi­co no haya cono­ci­do a Lin­coln, la com­po­si­ción logra­da por el actor per­mi­te al espec­ta­dor iden­ti­fi­car­se con la leyen­da y el aura que rodea la figu­ra del míti­co per­so­na­je. Sumer­gién­do­se en la piel del pre­si­den­te, el gran méri­to del intér­pre­te es haber sabi­do repro­du­cir la sim­ple­za, cal­ma y sere­ni­dad de su per­so­na, sus movi­mien­tos y mira­das, su tono sua­ve de voz, el sen­ti­do del humor apli­ca­do a la polí­ti­ca, así como otros deta­lles que van refle­jan­do las moti­va­cio­nes, psi­co­lo­gía y el con­si­de­ra­ble huma­nis­mo que lo carac­te­ri­zó. El res­to del elen­co es de pri­mer nivel, inclu­yen­do una apa­sio­na­da y jus­ta com­po­si­ción de Sally Field como la espo­sa del pre­si­den­te que tuvo una enor­me influen­cia en él y la efi­cien­te inter­pre­ta­ción de Joseph Gor­don-Levitt como el hijo mayor del matri­mo­nio que man­tie­ne una rela­ción con­flic­ti­va con su padre.

Con­clu­sión: Un film que des­pier­ta inte­rés y será recor­da­do por la estu­pen­da actua­ción de Daniel Day-LewisJor­ge Gutman