Un Veloz Caracol

TUR­BO. Esta­dos Uni­dos, 2013. Un film de David Soren

Una escena de TURBO

Una esce­na de TURBO

Este dibu­jo ani­ma­do que se dis­tin­gue por las carac­te­rís­ti­cas espe­cia­les de sus per­so­na­jes des­pier­ta amplia sim­pa­tía y es un buen entre­te­ni­mien­to para toda la fami­lia. Por pri­me­ra vez la ani­ma­ción enca­ra cara­co­les que por su natu­ra­le­za len­ta de des­pla­za­mien­to y debi­do a su caren­cia de patas, son ejem­pla­res más difí­ci­les de otor­gar­les vida en la pan­ta­lla. Sin embar­go, a tra­vés de Tur­bo todo es posi­ble por­que la expre­si­vi­dad que estos molus­cos trans­mi­ten con sus oji­tos es total, per­mi­tien­do una inme­dia­ta comu­ni­ca­ción por par­te del público.

La his­to­ria tie­ne un dejo de haber­se vis­to muchas veces en la pan­ta­lla pero la mane­ra en que está rela­ta­da la con­vier­te en fres­ca y ame­na. El pro­ta­go­nis­ta es Theo (Ryan Rey­nolds) que se hace lla­mar “Tur­bo”, un cara­co­li­to que ade­más de des­pla­zar­se más rápi­do que los demás, anhe­la trans­for­mar su ruti­na­ria exis­ten­cia en algo más tras­cen­den­te e impor­tan­te al no con­for­mar­se con su con­di­ción actual. Vivien­do con su her­mano mayor Chet (Paul Gia­mat­ti) en medio de una plan­ta­ción de toma­tes que tan­to a ambos como a los otros miem­bros de su colo­nia, les pro­vee de ali­men­ta­ción, la mayor pasión de Tur­bo son las carre­ras de auto­mó­vi­les que las apre­cia a tra­vés de un video que ve todas las noches y en don­de admi­ra al gran cam­peón del auto­mo­vi­lis­mo Guy Gag­né (Bill Hader). He ahí el “sue­ño ame­ri­cano” de este dimi­nu­to gas­te­ró­po­do: lle­gar algún día a emu­lar a su ído­lo en una com­pe­ten­cia automovilística.

Cuan­do debi­do a la natu­ra­le­za intré­pi­da de Theo, su impru­den­cia le aca­rrea un acci­den­te, el resul­ta­do es que el des­afor­tu­na­do con­tra­tiem­po le apor­ta más bien una ven­ta­ja; como con­se­cuen­cia del mis­mo, resul­ta embe­bi­do de óxi­do de nitra­to lo que ines­pe­ra­da­men­te le con­vier­te en un cara­col de rapi­dez extra­or­di­na­ria capaz de supe­rar a cual­quier atle­ta humano. Esas con­di­cio­nes son apre­cia­das por Tito López (Michael Peña), un camio­ne­ro que jun­to con su her­mano Ange­lo (Luis Guz­mán) regen­tean un decaí­do res­tau­ran­te de tacos mexi­ca­nos, quien logra la haza­ña de que un ani­ma­li­to inver­te­bra­do como Tur­bo pue­da ser acep­ta­do para com­pe­tir en las 500 millas de India­ná­po­lis; allí ten­drá que demos­trar sus atri­bu­tos sobre­na­tu­ra­les de corre­dor sin coche fren­te a otros auto­mo­vi­lis­tas des­ta­ca­dos don­de obvia­men­te no está ausen­te el has­ta aho­ra inven­ci­ble y ego­cén­tri­co Guy Gagné.

No es nece­sa­rio agre­gar sobre quién sal­drá vic­to­rio­so y de qué mane­ra. El men­sa­je del film es que nin­gún sue­ño que se ten­ga en men­te resul­ta dema­sia­do gran­de o impo­si­ble cuan­do se está dis­pues­to a luchar para que se con­vier­ta en reali­dad, a pesar de ser un caracol.

La mayo­ría de las voces que dan vida a sus per­so­na­jes cons­ti­tu­yen una deli­cia de oír pero quien se lle­va las pal­mas es sin duda Michael Peña que a pesar de no apar­tar­se mucho del este­reo­ti­pa­do per­so­na­je mexi­cano tie­ne toda la pimien­ta y sal­sa capaz de entu­sias­mar. Entre otros aspec­tos cabe resal­tar que el espec­tácu­lo es visual­men­te atra­yen­te y con bue­na uti­li­za­ción del for­ma­to 3D, en espe­cial en las esce­nas de la com­pe­ten­cia deportiva.

Con­clu­sión: Con una muy bue­na ani­ma­ción de sus per­so­na­jes, el rea­li­za­dor David Soren ha logra­do un film de rit­mo flui­do que aun­que ino­cen­te y pre­vi­si­ble resul­ta agra­da­ble de con­tem­plar y de ser apre­cia­do por cual­quier tipo de audien­cia. Jor­ge Gutman