WADJDA. Arabia Saudita-Alemania, 2012. Un film escrito y dirigido por Haifaa al- Mansour
Arabia Saudita es un país bien conocido por ser uno de los mayores productores de petróleo del mundo pero no precisamente por su cinematografía. De allí que asistir a la proyección de Wadjda es todo un acontecimiento por dos importantes razones: es el primer film que se realiza en el país, y está dirigido por una mujer que refleja las costumbres prevalecientes en cuanto al trato dispensado al sexo femenino que ocupa un lugar secundario en esa sociedad y es objeto de serias presiones.
La directora Haifaa al-Mansour adopta para su narración un lenguaje extremadamente sencillo que rememora algunas de las películas iraníes como The White Balloon (1995) de Jafar Panahi y/o Children of Heaven (1997) y The Color of Paradise (1999) de Majid Majidi.
Wadjda (Waad Mohammed) es una niña de 12 años, quien todavía goza de ciertas libertades que desaparecerán cuando en poco tiempo más se convierta en mujer. Habitando en un barrio de Riad, la capital de Arabia Saudita, vive con sus padres que bien la quieren y tiene como amiguito a un chico vecino (Abdullrahman Al Gohani) que posee una bicicleta y que ella también le gustaría tener; pero hay un gran inconveniente porque de acuerdo a las normas imperantes en ese país conservador y musulmán, las chicas no pueden montar en bicicleta porque con su uso podrían romper su virginal himen. Empecinada en tener una bicicleta, Wadjda recurre a diferentes medios para afrontar su costo después de ver una que se encuentra expuesta en un negocio cercano; la gran oportunidad se le presenta cuando la escuela realiza un concurso que consiste en interpretar y recitar de memoria extractos del Corán, donde el premio consiste en una suma de dinero que le permitirá lograr su propósito si ella resulta ganadora.
El simple pero bien urdido guión recrea a través de la ficción un excelente retrato de la realidad en cuanto a los derechos que asisten a las mujeres de Arabia Saudita, utilizando como modelo a nuestra heroína, alguien que es muy consciente del medio en que se desenvuelve pero que al mismo tiempo trata de rebelarse contra las adversidades que le impone ese entorno social liderado por hombres.
Utilizando como excusa la adquisición de un biciclo, el relato expone claramente varias situaciones que testimonian las marcadas diferencias entre el hombre y la mujer, donde el sexo femenino no tiene derecho a conducir un auto y debe mantener su rostro completamente cubierto en su aparición pública. Más específicamente, se observa a los padres de Wadjda, donde su madre (Reem Abdullah) percibe que su marido está aburrido de ella porque no le ha provisto de un hijo varón y de allí que intente encontrar una segunda esposa; naturalmente ella no tiene derecho a protesta alguna. No menos ilustrativo resulta la actitud de la directora de la escuela (Ahd) a la que asiste Wadjda, oprimiendo a sus alumnas con tal de aplicar con firmeza la ley de la charia. En una escena se observa la actitud de varias niñas escolares que siendo divisadas a una gran distancia por hombres trabajadores, deben ocultarse para no ser vistas públicamente; de algún modo, eso refleja el reducido espacio al que la mujer está confinada cuando se encuentra fuera de su casa donde siempre debe estar acompañada por un hombre de su familia.
Con eficientes movimientos de cámara y un apropiado montaje, Haifaa al-Mansour ofrece un poético relato donde evita juzgar lo que expone para que el público lo haga por sí mismo. Si bien ella es la principal responsable de este notable film denotando la sumisión de la mujer, cabe señalar que gran parte del mérito reside en su elenco, sobre todo en la extraordinaria composición que Waad Mohammed realiza de una niña madura que es dueña de una innata libertad interna para asumir los desafíos que su medio le impone.
Conclusión: He aquí un sobrio, humano, honesto y audaz retrato realista sobre la segregación femenina proveniente de una singular y dotada realizadora saudita. Jorge Gutman