KILL YOUR DARLINGS. Estados Unidos, 2013. Un film de John Krokidas
Después de haber sido tratado en Howl (2010) y en On The Road (2012), nuevamente el cine aborda el espíritu innovador y no conformista de la famosa Generación Beat en un film de superior calidad. Éste es el caso de Kill Your Darlings, donde el novel realizador John Krokidas, en un guión que le pertenece escrito con Austin Bunn, enfoca la génesis del movimiento abarcando los años de juventud del poeta Allen Ginsberg con acontecimientos que gravitaron en ese capítulo de su existencia en la experiencia vivida junto a los camaradas con quienes le cupo alternar.
El relato que transcurre en la década del 40, esboza en forma un tanto rápida algunos aspectos de la familia de Allen (Daniel Radcliffe) durante sus primeros años de adolescente en Nueva Jersey viviendo con su padre (David Cross), que era poeta y maestro de escuela, y su madre (Jennifer Jason Leigh), una mujer perturbada emocionalmente y con evidentes muestras de inestabilidad mental. Su aceptación en la Universidad de Columbia en Nueva York constituirá para el joven una manera de independizarse del ámbito de sus padres y encontrar nuevos caminos donde desarrollar sus inquietudes intelectuales a través de los estudios que comienza a emprender.
En el recinto de la universidad Allen tiene la oportunidad de comenzar a desarrollar y producir poemas innovadores y apartados de la forma de narrativa tradicional que llegaría a su máxima expresión con su famoso poema épico “Howl” publicado en 1956. Es también en ese estimulante ambiente donde llega a conocer a Lucien Carr (Dane DeHaan), un estudiante de libre espíritu, carismático y seductor que prontamente habrá de ejercer una influencia intelectual además de carácter personal en lo concerniente a la definición de la orientación sexual del incipiente poeta. Gracias a Carr que lo introduce a su círculo de amigos, Ginsberg llega a compartir las fiestas, las noches de jazz en el bohemio Greenwich Village de Nueva York, llegando a conocer a figuras que años después llegarían a trascender literariamente, tales como William Burroughs (Ben Foster) y Jack Kerouac (Jack Huston).
El film cobra un singular impacto dramático al describir la extraña relación y nunca del todo clara que existió entre Carr y David Kammerer (Michael C. Hall), un ex profesor universitario varios años mayor que él y una especie de protector al que Lucien termina matándo aduciendo que fue un depredador sexual que abusó de su persona; aunque condenado a 20 años de prisión, quedó en libertad después de dos años de cárcel.
Dosificado con algunas notas sórdidas, como la recientemente mencionada, Krokidas utiliza una estructura fragmentada de narración pero suficientemente coherente como para que el público tenga una visión clara y precisa de las relaciones personales de un grupo intelectual que en los años subsiguientes gravitaría de manera trascendental en la revolución literaria americana.
En materia interpretativa DeHaan es quien tiene mayor oportunidad de lucimiento brindando matices especiales al dinámico y magnético seductor que logra conquistar a Allen; Radcliffe por su parte no deja huella alguna de su Harry Potter demostrando que es capaz de expresar magníficamente el proceso de madurez vivido por Gingsberg en una etapa crucial de su vida. En los roles de apoyo tanto Foster como Huston permiten que fácilmente puedan ser asociados a los personajes que les cupo caracterizar.
Visualmente, tanto la fotografía de Reed Morano como el vestuario de Christopher Peterson y los diseños de producción de Stephen Carter recrean fielmente los lugares y la época en que transcurre la acción.
Conclusión: La génesis de la Generación Beat expuesta en un film de considerable interés. Jorge Gutman