Una Dra­má­ti­ca Reali­dad Social

HELI. Méxi­co, 2013. Un film de Amat Escalante 

Con su ter­ce­ra pelí­cu­la des­pués de San­gre (2006) y Los Bas­tar­dos (2008) Amat Esca­lan­te logra su tra­ba­jo más aca­ba­do por el que le valió obte­ner el pre­mio al mejor rea­li­za­dor en el últi­mo Fes­ti­val de Cannes. 

Heli es un film duro a la vez que uno de los más inquie­tan­tes y per­tur­ba­do­res pro­ve­nien­tes del país azte­ca. Una vez más, su tema es el de la inusi­ta­da vio­len­cia des­ple­ga­da en cier­tas regio­nes de Méxi­co don­de Esca­lan­te no tie­ne repa­ros en mos­trar­la de la mane­ra más explí­ci­ta y bru­tal al pun­to tal que cier­tas esce­nas pro­du­cen una sen­sa­ción de fran­co rechazo. 

 Andrea Vergara en HELI

Andrea Ver­ga­ra en HELI

El rela­to des­cri­be a una humil­de fami­lia de tra­ba­ja­do­res vivien­do cer­ca de Gua­na­juato; la mis­ma está inte­grada por Heli Sil­va (Arman­do Espi­tía), un joven adul­to de 20 años que vive con su espo­sa y su bebé en la casa de su padre jun­to con su her­mana menor Este­la (Andrea Ver­gara) de 12 años. Cuan­do esta ado­les­cen­te se vin­cula sen­ti­men­tal­mente con Alber­to (Juan Eduar­do Pala­cios), un cade­te de la poli­cía local de 17 años, y éste se apo­de­ra de dos paque­tes de cocaí­na per­sua­dien­do a su novia para que guar­de el botín en el hogar de los Sil­va, la suer­te que­da­rá echa­da; en efec­to, la dro­ga mal­di­ta será la chis­pa que invo­lun­ta­ria­mente arras­tra a toda la fami­lia con­du­cien­do a una situa­ción infer­nal que invo­lu­cra a mer­ca­de­res del nar­co­trá­fico. De allí en ade­lan­te se asis­te a un tris­te espec­tácu­lo de horror al pro­du­cir­se el secues­tro de Heli, su her­ma­ni­ta y Alber­to, la nefas­ta vio­la­ción de la joven, y una exten­dida secuen­cia de tor­tura que por razo­nes de dis­cre­ción y buen gus­to no mere­ce ser des­crip­ta pero que es capaz de crear un agu­do sen­ti­mien­to de malestar. 

Fil­mado en for­ma impe­ca­ble, el nihi­lismo de Esca­lante es espe­luz­nante. Así en la lucha empren­di­da con­tra los tra­fi­can­tes de dro­gas que lle­ga a enve­ne­nar a la juven­tud mexi­ca­na se mues­tra al pro­pio tiem­po la acción de un cuer­po poli­cial corrup­to, des­pro­vis­to de com­por­ta­mien­tos éti­cos y de sen­ti­mien­tos huma­nos. Fren­te a este cua­dro des­pia­da­do el rela­to no ofre­ce una míni­ma luz de espe­ran­za para este cán­cer que mina a la socie­dad en su con­jun­to dejan­do pro­fun­das heri­das físi­cas y mora­les que resul­tan difí­ci­les de cicatrizar. 

Este film es un buen expo­nen­te del com­pro­mi­so social que asu­me el cine de Amé­ri­ca Lati­na a la hora actual, abor­dan­do una reali­dad que sacu­de impu­ne­men­te a cier­tas regio­nes del país; solo que­da la duda si aca­so no exis­ten cami­nos alter­na­ti­vos o más suti­les para expo­ner esa cruel violencia. 

Con­clu­sión: Un film enco­mia­ble pero que des­cri­bien­do una tris­te reali­dad social mexi­ca­na des­plie­ga una exa­cer­ba­da bru­ta­li­dad pro­du­cien­do un amar­go sabor en el áni­mo del espec­ta­dor.  Jor­ge Gutman