Cues­tio­nan­do el Valor del Exito

TOP GIRLS.  Autor: Caryl Chur­chill – Adap­ta­ción y Direc­ción: Miche­li­ne Che­vrier –- Elen­co: Lau­ra Condlln, Leni Par­ker, Lauryn All­man, Lucin­da Davis, Ela­na Dun­kel­man, Fran­ce Rolland, Julie Tami­ko Man­ning — Deco­ra­dos: Max-Otto Fau­teux — Ves­tua­rio: Mylè­ne Cha­brol — Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Sirois – Dise­ño de Soni­do: Jes­se Ash — Dura­ción: 2h25 inclu­yen­do 20 minu­tos de entre­ac­to- Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 18 de mayo de 2014 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre (www.segalcentre.org)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Esta obra de la dra­ma­tur­ga bri­tá­ni­ca Caryl Chur­chill estre­na­da en 1982 y que ya fue estre­na­da en Cana­dá, vuel­ve a ser repre­sen­ta­da en una esme­ra­da pro­duc­ción del Cen­tro Segal. Chur­chill ubi­ca la acción en Gran Bre­ta­ña a prin­ci­pios de la déca­da de los años 80 y su pro­pó­si­to es explo­rar el femi­nis­mo a tra­vés del suce­so de las muje­res en el medio labo­ral. Si bien el femi­nis­mo es un con­jun­to de ideo­lo­gías pre­co­ni­zan­do la igual­dad de los dere­chos entre ambos sexos, cues­tio­nan­do el domi­nio de los hom­bres y la injus­ta asig­na­ción de roles socia­les atri­bui­dos, el pro­pó­si­to de la auto­ra es una feroz crí­ti­ca al indi­vi­dua­lis­mo impe­ran­te duran­te la ges­tión de gobierno de Mar­ga­ret That­cher toman­do como ejem­plo el éxi­to logra­do por la pro­ta­go­nis­ta de su rela­to en el mun­do de los negocios.

Leni Parker (Joyce) and Laura Condlln (Marlene)

Leni Par­ker (Joy­ce) y Lau­ra Condlln (Mar­le­ne)

A tra­vés de una narra­ción nada con­ven­cio­nal a la vez que no lineal, la obra tie­ne dos par­tes bien dife­ren­cia­das. La pri­me­ra de ella que es la más bre­ve intro­du­ce a Mar­le­ne, el per­so­na­je prin­ci­pal, quien deci­de fes­te­jar su pro­mo­ción como Direc­to­ra Eje­cu­ti­va en la agen­cia de empleos en la que tra­ba­ja orga­ni­zan­do una cena a la que acu­den per­so­na­jes feme­ni­nos de dife­ren­tes perío­dos his­tó­ri­cos que inclu­yen a una papi­sa que ejer­ció el papa­do cató­li­co ocul­ta­do su ver­da­de­ro sexo, una via­je­ra de la era vic­to­ria­na, una cor­te­sa­na de un empe­ra­dor japo­nés, una fla­men­ca pro­vo­ca­do­ra que sur­ge de una pin­tu­ra de Brueghel así como una obe­dien­te espo­sa de uno de los cuen­tos inclui­dos en la obra Los Cuen­tos de Can­ter­bury escri­ta en el siglo 14. A tra­vés de los diá­lo­gos, en gran par­te super­pues­tos, que se van suce­dien­do duran­te el ága­pe la auto­ra pun­tua­li­za los esfuer­zos y logros de esas muje­res para esta­ble­cer un para­le­lo con lo que acon­te­ce en la segun­da par­te de esta his­to­ria que trans­cu­rre en la épo­ca actual, a prin­ci­pios de la déca­da del 80.

Es en esta sec­ción don­de pre­sen­cia­mos a Mar­le­ne, en su nue­vo pues­to, don­de tan­to ella como dos de sus subal­ter­nas van entre­vis­tan­do a can­di­da­tas que se pre­sen­tan en pro­cu­ra de empleo y en don­de cual­quie­ra que haya bus­ca­do tra­ba­jo pue­de fácil­men­te iden­ti­fi­car­se. Es allí que tras­lu­ce la per­so­na­li­dad de Mar­le­ne como una mujer arro­gan­te, inhu­ma­na, dura e insen­si­ble, quien no duda en recu­rrir a cual­quier medio con tal de man­te­ner el éxi­to obte­ni­do. Ya, en el plano más ínti­mo y per­so­nal, la obra plan­tea el con­tras­te entre ella y su her­ma­na Joy­ce don­de en la últi­ma esce­na, la más pro­fun­da y emo­ti­va, que­da expues­ta la sole­dad de Mar­le­ne que tam­po­co dudó en aban­do­nar a su fami­lia con tal de lograr su meta triunfal.

En esen­cia, ana­li­zan­do la con­di­ción feme­ni­na, la obra cues­tio­na el sig­ni­fi­ca­do del éxi­to cuan­do eso es logra­do a tra­vés de una dudo­sa esca­la de valo­res que el pro­pio movi­mien­to femi­nis­ta ha veni­do cri­ti­can­do al con­ver­tir a las muje­res en patriar­cas sin alma ni amor hacia los más débi­les y necesitados.

La obra igual­men­te plan­tea has­ta qué pun­to las muje­res pue­den lle­var ade­lan­te una exi­to­sa carre­ra pro­fe­sio­nal sin des­cui­dar la vida fami­liar. En tal sen­ti­do, con la evo­lu­ción de la socie­dad actual, se pue­de cons­ta­tar que a pesar de que aún sub­sis­ten cier­tas dife­ren­cias, la mujer ha veni­do rele­gan­do el rol tra­di­cio­nal de ama de casa para desem­pe­ñar­se a la par del hom­bre ejer­cien­do car­gos eje­cu­ti­vos de jerar­quía en los sec­to­res labo­ra­les como así tam­bién en el cam­po polí­ti­co, sin que eso vaya en detri­men­to de su familia.

La muy satis­fac­to­ria pues­ta con­ce­bi­da por Miche­li­ne Che­vrier trans­mi­te la diná­mi­ca del tex­to y logra nota­ble flui­dez en la muy bue­na actua­ción de las sie­te actri­ces que inte­gran su elen­co, don­de cada una de ellas asu­me más de un rol con la sola excep­ción de Lau­ra Condlln inter­pre­tan­do a Mar­le­ne. La esce­no­gra­fía de Max-Otto Fau­teux valién­do­se de seis mesas y sillas res­pec­ti­vas per­mi­te ade­cua­da­men­te repro­du­cir las esce­nas que tie­nen lugar en la comi­da de Mar­le­ne, la ofi­ci­na de la agen­cia y la del living de la casa don­de habi­ta Joyce.

Sal­vo la úni­ca obser­va­ción de que los diá­lo­gos super­pues­tos que acon­te­cen en deter­mi­na­das situa­cio­nes de la obra impi­den que el públi­co pue­da con­cen­trar­se en lo que los per­so­na­jes están expre­san­do, el Segal Cen­tre ofre­ce una vela­da tea­tral de calidad.