THE GRAND SEDUCTION. Canadá, 2013. Un film de Don McKellar
Con el propósito de atraer a una audiencia anglófona, Don McKellar decidió efectuar una nueva versión de la excelente comedia quebequense La Grande Seduction de Jean-François Pouliot juzgada en 2003. Si bien la intención es inobjetable lo que cabría esperar es que el presente film introdujera algo distintivo que sin alterar la premisa del guión original de Ken Scott pudiera uno olvidar que está viendo una réplica casi calcada de lo que ya se ha visto.
La historia solamente cambia de escenario donde en lugar de un pueblo rural de pescadores de Quebec esta vez se desarrolla en Tickle Cove, una pequeña comunidad costera de 120 habitantes ubicada en Terranova. La situación atravesada por sus habitantes es penosa por la desocupación reinante donde todos viven del bienestar social provisto por los cheques que provee el gobierno. La situación tiene visos de cambiar cuando surge la posibilidad de que se generen empleos debido a que una empresa petroquímica considera que el lugar podría ser apropiado para instalar una planta industrial; la única condición requerida es que cuente con un servicio médico, donde de hecho la población no posee ningún facultativo residente. Por un factor fortuito, el joven doctor Lewis (Taylor Kitsch), al llegar al aeropuerto de St John es aprehendido por la posesión de cocaína y para lograr la clemencia de las autoridades se compromete a brindar un mes de servicio profesional en el pueblo; es allí donde la población local encabezada por su patriarca Murray French (Brendan Gleeson) no quiere dejar pasar la oportunidad para tratar de lograr que el doctor fije allí su residencia permanente. Para ello habrá que seducir al visitante demostrándole que Tickle Cove es un lugar encantador; para implementar la farsa, los lugareños simulan que son apasionados del cricket que es el deporte favorito del visitante, también practican la pesca y además gustan del jazz al igual que Lewis; para completar la tarea tratarán de hacerle creer que Kathleen (Liane Balaban), la joven del pueblo por quien el médico se siente interesado, gusta de él. Frente a la ingenuidad del huésped ignorando que todo lo que presencia es un ardid, la intriga reside en determinar hasta dónde es posible seguir manteniendo esta comedia y qué es lo que habrá de ocurrir cuando Lewis descubra que fue objeto de un engaño y que el lugar que visita dista de poseer el encanto que aparenta.
En esencia, el relato impregnado de sano humor se asemeja más a un cuento de hadas que a un drama realista, pero en todo caso es muy fácil adaptarse a esta fantasía adulta que cuenta con un buen elenco encabezado por la carismática presencia de Kitsch, la remarcable participación de Gleeson así como la buena actuación de Gordon Pinsent caracterizando al buen amigo de Murray. Lo que en cambio habría sido deseable es que McKellar hubiese incorporado su visión personal a esta historia para que no se tuviera que compararla con el film precedente que sin duda se destacó por su premisa original y por sus personajes más pintorescos.
Conclusión: Esta es una pequeña comedia amable bien realizada que sin ser memorable conformará a quienes no hayan conocido la versión quebequense. Jorge Gutman