FIFA 2015

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

FES­TI­VAL INTER­NA­TIO­NAL DU FILM SUR L’ART

Una vez más tie­ne lugar en Mon­treal el Fes­ti­val Inter­na­tio­nal du Film sur L’ Art, una mues­tra con­sa­gra­da a los ciné­fi­los y aman­tes del arte don­de tie­nen oca­sión de ver impor­tan­tes docu­men­ta­les que con­si­de­ran las dife­ren­tes mani­fes­ta­cio­nes de la crea­ción artís­ti­ca, como arqui­tec­tu­ra, ani­ma­ción, arte con­tem­po­rá­neo, cine, tea­tro, dan­za, escul­tu­ra, pin­tu­ra, foto­gra­fía, músi­ca, urba­nis­mo, entre otras.

En esta tri­gé­si­mo ter­ce­ra edi­ción que se extien­de des­de el 19 has­ta el 29 de mar­zo, ade­más de la exhi­bi­ción de 243 fil­mes pro­ce­den­tes de 29 paí­ses, habrá tam­bién dife­ren­tes expo­si­cio­nes sobre el arte, mesas redon­das y cla­ses magis­tra­les, en com­pa­ñía de crea­do­res y espe­cia­lis­tas invi­ta­dos. Simul­tá­nea­men­te, y den­tro del mar­co del Mer­ca­do Inter­na­cio­nal sobre Fil­mes de Arte se rea­li­za­rá un colo­quio inter­na­cio­nal don­de se echa­rá una mira­da sobre la pri­me­ra épo­ca de la tele­vi­sión en blan­co y negro.

He aquí una lis­ta de algu­nos de los títu­los que los crí­ti­cos han teni­do oca­sión de ver anticipadamente.

En Callas Vs Tebal­di, la légen­de de la tigres­se et la colom­be (Fran­cia), el rea­li­za­dor René-Jean Bou­yer, rela­ta la riva­li­dad sin igual enta­bla­da por dos extra­or­di­na­rias sopra­nos del siglo pasa­do como lo han sido María Callas y Rena­ta Tebal­di. A tra­vés de una bue­na bio­gra­fía expues­ta para­le­la­men­te de las dos divas, el docu­men­tal expli­ca las razo­nes que moti­va­ron esa suer­te de ene­mis­tad no decla­ra­da ofi­cial­men­te pero que públi­ca­men­te se mani­fes­tó en las con­fron­ta­cio­nes man­te­ni­das. Ade­más de algu­nos extrac­tos de ópe­ras que tuvie­ron opor­tu­ni­dad de can­tar en la Sca­la de Milán, el Metro­po­li­tan Ope­ra de Nue­va York y el Palais Gar­nier de París, el film pre­sen­ta aspec­tos impor­tan­tes de cada una de las mis­mas deno­tan­do sus res­pec­ti­vas per­so­na­li­da­des; así la mesu­ra y tran­qui­li­dad de Tebal­di se opo­ne la arro­gan­cia, capri­cho y rebel­día de Callas. En el caso de Tebal­di se des­ta­ca la influen­cia y apo­yo que reci­bió de su madre y en qué for­ma su muer­te reper­cu­tió para la con­se­cu­ción de su carre­ra pro­fe­sio­nal. Con rela­ción a la Callas, el film hace refe­ren­cia a algu­nos de los momen­tos des­lum­bran­tes de su carre­ra como su inter­pre­ta­ción de Vio­le­ta en La Tra­via­ta rea­li­za­da en La Sca­la en 1955 en una bri­llan­te pro­duc­ción de Luchino Vis­con­ti, así como los escán­da­los que pro­du­jo en su carre­ra, como el acon­te­ci­do en una fun­ción de gala con la pre­sen­cia del pre­si­den­te de Ita­lia en Roma don­de des­pués de haber can­ta­do el pri­mer acto de la ópe­ra Nor­ma, la diva deci­dió no con­ti­nuar con la repre­sen­ta­ción; tam­bién se refie­re a su encuen­tro con Aris­tó­te­les Onas­sis, su apa­sio­na­do roman­ce y pos­te­rior rup­tu­ra que reper­cu­tió nega­ti­va­men­te en la con­ti­nua­ción de su carre­ra. Curio­sa­men­te el film con­clu­ye con la recon­ci­lia­ción de ambas pri­ma don­nas en 1968.

National Theatre

Tim Van Some­ren con­si­de­ra la tra­yec­to­ria de una remar­ca­ble ins­ti­tu­ción cul­tu­ral en Natio­nal Thea­tre: 50 Years on Sta­ge (Esta­dos Uni­dos-Gran Bre­ta­ña). Como el títu­lo lo indi­ca, el film docu­men­ta la cele­bra­ción de los 50 años del Natio­nal Thea­tre, crea­do en 1963 en Lon­dres por Law­ren­ce Oli­vier y en don­de su esce­na­rio cobi­jó a la glo­ria del tea­tro bri­tá­ni­co. A par­tir de su pri­me­ra pro­duc­ción de Ham­let don­de Oli­vier encar­nó al céle­bre prín­ci­pe de Dina­mar­ca, se suce­die­ron pro­duc­cio­nes nota­bles que el docu­men­tal regis­tra a tra­vés de mate­rial de archi­vo así como repro­duc­cio­nes de extrac­tos de obras famo­sas repre­sen­ta­das allí y encar­na­das aho­ra por los artis­tas pre­sen­tes que estu­vie­ron en esa fun­ción de home­na­je rea­li­za­da en 2013. Entre algu­nos de los extrac­tos de pie­zas y come­dias musi­ca­les se encuen­tran Hay Fever, No Man’s Land, Ama­deus, Richard III, Anthony and Cleo­pa­tra, My Fair Lady, The His­tory Boys, Copenha­gen, Rosen­crantz and Gil­dens­tern are dead; al pro­pio tiem­po, en esa emo­ti­va fies­ta no podían estar ausen­tes algu­nos de los acto­res más impor­tan­tes de la esce­na bri­tá­ni­ca como Ralph Fien­nes, Helen Mirren, Judi Dench, Mag­gie Smith y Bene­dict Cum­ber­batch, entre otros. En esen­cia, una exce­len­te anto­lo­gía del reper­to­rio del Natio­nal Theatre.

Un docu­men­tal que a la vez resul­ta emo­ti­vo y tris­te es The Caba­ret of Death (Polo­nia) de Andrzej Celins­ki que des­cri­be cómo artis­tas judíos se valían duran­te la Segun­da Gue­rra Mun­dial de sus dotes inter­pre­ta­ti­vas en el terreno de la ani­ma­ción, el tea­tro y la músi­ca para ate­nuar la repre­sión nazi, en los gue­tos y cam­pos de con­cen­tra­ción. A tra­vés de mate­rial de archi­vo se pue­de apre­ciar a algu­nos de estos artis­tas inclu­yen­do entre otros a Max Ehr­lich, Fritz Grun­baum, Kurt Gerron, el poe­ta Wladys­law Szlen­gel, así como tes­ti­mo­nios de algu­nos de los sobre­vi­vien­tes de los horro­res del holo­caus­to. El film tes­ti­mo­nia cómo el humor, la poe­sía, núme­ros de caba­ret, con­cier­tos, la crea­ti­vi­dad fíl­mi­ca y otros espec­tácu­los cons­ti­tu­ye­ron un medio para que los sufrien­tes judíos pudie­sen man­te­ner su dig­ni­dad y al pro­pio tiem­po gozar del arte a pesar de saber que la muer­te les esta­ba acechando.

Amós Lora

Amós Lora

La rea­li­za­do­ra Kate­ri­na Hager ofre­ce con Niños del Fla­men­co (Repú­bli­ca Che­ca-Espa­ña) un autén­ti­co via­je musi­cal sobre ese géne­ro que for­ma par­te inte­gral de la cul­tu­ra gita­na. Para ello se asis­te a la his­to­ria de dos niños de 12 años de edad que des­de peque­ños han des­ple­ga­do dotes espe­cia­les para la inter­pre­ta­ción del fla­men­co; uno de ellos es Amós Lora, un vir­tuo­so gui­ta­rris­ta de Sala­man­ca, en tan­to que el otro menor es Abraham Motos que vive en Madrid y per­te­ne­ce a una fami­lia gita­na. Amós es hoy día un con­su­ma­do gui­ta­rris­ta y com­po­si­tor ofre­cien­do con­cier­tos a nivel inter­na­cio­nal, del cual el docu­men­tal res­ca­ta el rea­li­za­do en la ciu­dad de Pra­ga en 2012; en su caso, no es sola­men­te la téc­ni­ca que cuen­ta sino tam­bién el rit­mo que sabe impri­mir­le a sus inter­pre­ta­cio­nes y su inte­rés en supe­rar­se cons­tan­te­men­te. Aun­que de un medio cul­tu­ral dife­ren­te, el caso de Abraham es tam­bién digno de elo­gio, quien des­de tem­pra­na edad mani­fes­tó su incli­na­ción al can­to y hoy día es un pro­di­gio como can­taor trans­mi­tien­do su sen­si­bi­li­dad y expre­si­vi­dad en el lamen­to que emer­ge de la músi­ca fla­men­ca; sin duda, se tra­ta de algo que lo lle­va en la san­gre por tra­di­ción fami­liar que se trans­mi­te de padres a hijos. A tra­vés de dos visio­nes dife­ren­tes aun­que no opues­tas, tan­to Amós como Abraham ofre­cen toda la rique­za de este géne­ro musi­cal para que el públi­co que gus­te del fla­men­co pue­da rego­ci­jar­se con e documental.

Catedral de Colonia

El espec­ta­dor incli­na­do a la arqui­tec­tu­ra, podrá apre­ciar deta­lles téc­ni­cos de alta pre­ci­sión en La Cathé­dra­le de Colog­ne (Fran­cia) de Richard Copans. Con­si­de­ra­da como el monu­men­to de mayor atrac­ción de Ale­ma­nia y un sím­bo­lo de la uni­dad ger­má­ni­ca, la Cate­dral de Colo­nia de esti­lo góti­co comen­zó a ser cons­trui­da en 1248 y curio­sa­men­te recién estu­vo con­clui­da en 1880. Alre­de­dor de 1510 se inte­rrum­pió la cons­truc­ción por pro­ble­mas eco­nó­mi­cos y la mis­ma fue reanu­da­da en 1842. El film ade­más de visi­tar minu­cio­sa­men­te sus espa­cios inte­rio­res y exte­rio­res, se aden­tra en los aspec­tos arqui­tec­tó­ni­cos como tam­bién hace refe­ren­cia a los méto­dos y mate­ria­les uti­li­za­dos en su cons­truc­ción. Con sus 157 metros de altu­ra cons­ti­tu­ye una de las obras más impo­nen­tes que se regis­tran en los ana­les de la arqui­tec­tu­ra del siglo 19.

Hitler’s Moun­tain of Sto­len Art (Ale­ma­nia) de Petra Dorrmann se refie­re a epi­so­dios que tuvie­ron lugar duran­te el trans­cur­so de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, don­de en los pri­me­ros meses de 1944, Hitler desea­ba cons­truir un museo de arte en la ciu­dad aus­tría­ca de Linz; para ello se valió de obras sus­traí­das a impor­tan­tes colec­cio­nis­tas de ori­gen judío como así tam­bién per­te­ne­cien­tes a peque­ñas gale­rías de los paí­ses ocu­pa­dos por Ale­ma­nia. En total fue­ron apro­pia­das alre­de­dor de 6.500 obras inclu­yen­do entre las mis­mas lien­zos de Rafael, Rubens, Rem­brandt, como tam­bién escul­tu­ras de Miche­lán­ge­lo. Todas ellas estu­vie­ron depo­si­ta­dos en la mina de sal de Altaus­see que reu­nía las con­di­cio­nes míni­mas de hume­dad y tem­pe­ra­tu­ra nece­sa­ria para que pudie­ran ser con­ser­va­das. Cuan­do se pro­du­ce el sui­ci­dio de Hitler pocos días antes de la fina­li­za­ción del cruen­to con­flic­to, los encar­ga­dos de su man­te­ni­mien­to esta­ban pre­pa­ra­dos para hacer­las des­truir. Es ahí que quie­nes se opu­sie­ron a tal medi­da, inclu­yen­do a las tro­pas ame­ri­ca­nas y a un gru­po cura­do­res de arte, direc­to­res de museos y due­ños de gale­ría cono­ci­dos como Los Hom­bres de los Monu­men­tos par­ti­ci­pa­rían en el res­ca­te de este patri­mo­nio cul­tu­ral. Con todo, el film deja abier­ta la pre­gun­ta sobre quién real­men­te sal­vó a las obras artís­ti­cas incautadas.

Hartmut Haenchen

Hart­mut Haenchen

El docu­men­tal The Skies Over Dres­den (Holan­da) alu­de en su títu­lo al direc­tor de orques­ta Hart­mut Haen­chen quien naci­do en Dres­den en 1943, pudo con­tem­plar con ape­nas dos años de edad cuan­do en febre­ro de 1945 su ciu­dad natal era obje­to del bom­bar­deo de las tro­pas alia­das. Con todo, el docu­men­tal de Paul Cohen enfa­ti­za su incli­na­ción por la músi­ca don­de lle­gó a ser direc­tor de la Filar­mó­ni­ca de Dres­den des­de 1973 a 1976 y en 1986 se con­vir­tió en direc­tor musi­cal de la Ope­ra Holan­de­sa y prin­ci­pal direc­tor de la Orques­ta Filar­mó­ni­ca de Holan­da. Ade­más de rese­ñar algu­nas de sus actua­cio­nes diri­gien­do obras de Wag­ner, el rela­to ilus­tra el modo en que Stas­si, el Ser­vi­cio Secre­to de Ale­ma­nia Orien­tal, seguía secre­ta­men­te casi todos los pasos que efec­tua­ba, corro­bo­ran­do una vez más de qué mane­ra el régi­men comu­nis­ta ale­mán se entro­me­tía en la vida pri­va­da de sus ciu­da­da­nos, don­de muchos de ellos, dis­pues­tos a ven­der su alma al dia­blo, actua­ban como informantes.

Otro de los fil­mes que sus­ci­ta inte­rés es Wri­te Down, I am an Arab (Israel-Pales­ti­na) escri­to y diri­gi­do por Ibti­sam Mara’ana Menuhin. En el mis­mo se rela­ta la vida del poe­ta pales­tino Mah­moud Dar­wich con­si­de­ra­do como el poe­ta nacio­nal del pue­blo pales­tino y una de las figu­ras más influ­yen­tes del mun­do ára­be. El film retra­ta a esta figu­ra que pasó lar­go tiem­po exila­do y que logró pro­vo­car con sus poe­mas la ira de las auto­ri­da­des israe­líes, espe­cial­men­te con Wri­te Down, I Am an Arab que fue con­si­de­ra­do como un poe­ma desa­fian­te­men­te pro­vo­ca­ti­vo y por el que fue arres­ta­do. Al pro­pio tiem­po des­ta­ca aspec­tos de su vida sen­ti­men­tal, espe­cial­men­te el gran amor de su juven­tud mien­tras vivía en Hai­fa con una chi­ca judía a quien deno­mi­na­ba “Rita” en sus poe­mas. Su com­pro­mi­so con la cau­sa pales­ti­na no le per­mi­tió con­cre­tar una rela­ción con­yu­gal esta­ble que final­men­te ter­mi­nó en divor­cio en dos oca­sio­nes. Dar­wich falle­ció en 2008. Como nota curio­sa cabe seña­lar que la direc­to­ra es una ára­be de reli­gión musul­ma­na casa­da con un hom­bre judío.

Sergéi Diaghilev

Ser­géi Diaghilev

La tra­yec­to­ria de uno de los más gran­des empre­sa­rios del arte del siglo 20 es rese­ña­do en Diaghi­lev and the Ballets Rus­ses (Esta­dos Uni­dos), cor­to metra­je escri­to y diri­gi­do por Carroll Moo­re. De ori­gen ruso pero vivien­do gran par­te de su vida en París, el empre­sa­rio Ser­géi Diaghi­lev fun­dó en 1907 la renom­bra­da com­pa­ñía de ballet deno­mi­na­da Les Ballets Rus­ses don­de no sola­men­te con­ta­ba con los mejo­res bai­la­ri­nes del ballet impe­rial del Tea­tro Mariinsky de San Peters­bur­go sino tam­bién con el extra­or­di­na­rio coreó­gra­fo Marius Peti­pa. La sen­sa­ción que esta com­pa­ñía cau­só en Euro­pa ha sido enor­me, moti­va­da por una par­te por el dina­mis­mo, ener­gía y vita­li­dad de la escue­la rusa que de nin­gún modo podía com­pa­rar­se con las de otras escue­las del vie­jo con­ti­nen­te, pero ade­más por el espí­ri­tu inno­va­dor que el gran empre­sa­rio supo impri­mir a su com­pa­ñía. Entre los excep­cio­na­les coreó­gra­fos, ade­más de Peti­pa, figu­ra­ban entre otros, Geor­ge Balan­chi­ne, Ser­ge Lifar, Léo­ni­de Mas­si­ne y Michel Foki­ne; de los bai­la­ri­nes bas­ta men­cio­nar a los pája­ros de cris­tal encar­na­dos por Vas­lav Nijins­ki, Anna Pavlo­va, Ali­cia Mar­ko­va, para citar a los más cono­ci­dos. Ade­más Diaghi­lev con­tó para las esce­no­gra­fías de sus ballets a pin­to­res de la talla de Pablo Picas­so y Henry Mat­ti­se, en tan­to que como com­po­si­to­res figu­ra­ba nada menos que Igor Stra­vinsky de quien estre­na­ría en una noche de escán­da­lo de 1913 La Con­sa­gra­ción de la Pri­ma­ve­ra. En esen­cia este sober­bio docu­men­tal ofre­ce una revi­sión de toda una lis­ta de talen­tos que con­tri­bu­ye­ron al perío­do de oro de las artes en la ciu­dad luz duran­te las pri­me­ras déca­das del siglo pasa­do y que aún sigue tenien­do influen­cia en la épo­ca actual.

Vincent Van Gogh

Vin­cent Van Gogh

Un capí­tu­lo no muy cono­ci­do en la vida de Vin­cent Van Gogh es con­si­de­ra­do en Van Gogh, le choix de pein­dre (Bél­gi­ca-Fran­cia) de Hen­ri de Gar­la­che con un guión que le per­te­ne­ce. El rela­to está refe­ri­do a la tra­yec­to­ria de Van Gogh cuan­do en 1878, mien­tras se encon­tra­ba estu­dian­do para con­ver­tir­se en pas­tor, tra­tó de evan­ge­li­zar a los mine­ros más des­fa­vo­re­ci­dos que vivián en la región de Bori­na­ge, en Bél­gi­ca. A tra­vés de la corres­pon­den­cia epis­to­lar que él man­tu­vo con su que­ri­do her­mano Theo pue­de lle­gar a des­cu­brir­se la pro­fun­da dimen­sión espi­ri­tual del artis­ta a tra­vés de la con­cep­ción que tenía de la vida así como del arte. La con­tem­pla­ción de la mise­ria, el bre­ve perío­do que pasó tra­ba­jan­do en las minas de car­bón, la influen­cia que le brin­da­ba la natu­ra­le­za y en espe­cial las obras pic­tó­ri­cas de Jules Bre­ton con su visión idí­li­ca del mun­do rural, con­tri­bu­ye­ron fuer­te­men­te a deci­dir su futu­ro como pin­tor. Es así que a par­tir de 1880 comien­za para Van Gogh un perío­do de tra­ba­jo fecun­do que se tra­du­jo en la rea­li­za­ción de apro­xi­ma­da­men­te 2000 obras has­ta su muer­te en 1890, a la tem­pra­na edad de 37 años dejan­do un lega­do excep­cio­nal don­de para el gran pin­tor “el arte es el hom­bre adhe­ri­do a la natu­ra­le­za”. Muy buen documental.

El cor­to metra­je Cabe­zón (Chi­le) de Jai­ro Boi­sier se cen­tra en el pin­tor chi­leno Javier Mar­ti­co­re­na quien tra­ta de efec­tuar un retra­to de su perro mas­tín inglés de gran cabe­za a quien deno­mi­na “cabe­zón”. ¿Cómo es posi­ble efec­tuar un retra­to de un ani­mal a quien se le es reque­ri­do un míni­mo de con­cen­tra­ción, una inmo­vi­li­dad difí­cil de lograr y una espe­cial expre­sión para poder con­cre­tar­lo? A tra­vés de esa rela­ción esta­ble­ci­da entre el artis­ta y su mode­lo duran­te el espa­cio de algu­nos días, Mar­ti­co­re­na logra ven­cer el desa­fío que se pro­pu­so habien­do logra­do su obje­ti­vo. Como ele­men­to adi­cio­nal al del retra­to en sí mis­mo, el cor­to refle­ja el espí­ri­tu de amis­tad y cari­ño enta­bla­do entre dos seres vivien­tes aun­que per­te­nez­can a dife­ren­tes especies.

Para una infor­ma­ción de la lis­ta com­ple­ta de los fil­mes, las 14 salas en que se pro­yec­ta­rán y los hora­rios per­ti­nen­tes, el sitio a visi­tar es www.artfifa.com

Un Cuen­to de Hadas Siem­pre Vigente

CIN­DE­RE­LLA. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de Ken­neth Branagh

El direc­tor Ken­neth Bra­nagh ha sali­do airo­so revi­vien­do la his­to­ria de la Ceni­cien­ta, un clá­si­co de la lite­ra­tu­ra infan­til que tuvo como pri­mer ante­ce­den­te fíl­mi­co la mara­vi­llo­sa pelí­cu­la ani­ma­da de Walt Dis­ney de 1950. En esta opor­tu­ni­dad, el rea­li­za­dor ha logra­do un film con per­so­na­jes en vivo, deli­ca­da­men­te román­ti­co, que lle­ga a impre­sio­nar gra­ta­men­te tan­to en lo que con­cier­ne a su narra­ti­va como por sus impor­tan­tes ele­men­tos de producción.

Basán­do­se en el libro de Char­les Perrault, el guión de Chris Weitz efec­tuó míni­mos cam­bios que de nin­gún modo alte­ra su con­te­ni­do. La his­to­ria comien­za ilus­tran­do los momen­tos feli­ces de la infan­cia de Ella (Lily James) rodea­da del cari­ño de sus padres (Hay­ley Atwell y Ben Cha­plin). En la con­for­ta­ble man­sión cam­pes­tre en que vive todo es color de rosa has­ta el día en que su madre enfer­ma y mue­re pre­ma­tu­ra­men­te, no sin antes dejar­le el con­se­jo de que ten­ga valor y cora­je en la vida y que sea amable.

 Lily James

Lily James

Pasa­do cier­to tiem­po su padre con­trae un nue­vo matri­mo­nio con Lady Tre­mai­ne (Cate Blan­chett), una viu­da alta­ne­ra que tie­ne dos hijas (Holli­day Grain­ger, Sophie McShe­ra) hue­cas, esno­bis­tas y com­ple­ta­men­te inso­por­ta­bles. Sin dejar de recor­dar a su ama­da madre, la joven tra­ta de adap­tar­se a la nue­va fami­lia aun­que ya se dejan sen­tir cier­tos resa­bios de des­pre­cio por par­te de su madras­tra y her­ma­nas­tras que se harán más evi­den­tes cuan­do su padre en uno de sus via­jes de nego­cios mue­re, deján­do­la huér­fa­na por com­ple­to. De allí en más sus for­za­das parien­tes no esca­ti­ma­rán esfuer­zo alguno para explo­tar­la como si fue­se una escla­va; ade­más, debi­do a su ros­tro cur­ti­do de ceni­za por los tra­ba­jos que se ve obli­ga­da a rea­li­zar, nues­tra heroí­na es rebau­ti­za­da por ellas al agre­gar a su nom­bre ori­gi­nal la pala­bra “cin­der” (ceni­za) para ser lla­ma­da de este modo “Cin­de­re­lla”.

En don­de esta ver­sión se apar­ta un poco de la ori­gi­nal es que la joven encuen­tra a su prín­ci­pe antes de que ten­ga lugar el famo­so bai­le de pala­cio. Así, en una tra­ve­sía que rea­li­za por el bos­que, la joven se topa con un jine­te (Richard Maden) y su séqui­to; él sin reve­lar­le de que es el prín­ci­pe disi­mu­la su con­di­ción adop­tan­do el rol de un apren­diz de pala­cio; la atrac­ción es mutua pero el des­tino que­rrá que un nue­vo y mági­co encuen­tro se pro­duz­ca en la fies­ta de pala­cio ofre­ci­da por el rey (Derek Jaco­bi) para que su hijo encuen­tre a la novia ideal que com­par­ta su vida.

Den­tro de lo que se aguar­da de un cuen­to de hadas, James res­pon­de con sim­pa­tía y deter­mi­na­ción a las carac­te­rís­ti­cas de la Ceni­cien­ta de Perrault; igual­men­te Maden es con­vin­cen­te como el prín­ci­pe dis­pues­to a rom­per las con­ven­cio­nes socia­les y lograr que su padre mori­bun­do acep­te su elec­ción de casar­se con una ple­be­ya. En otras actua­cio­nes, Blan­chett es la gran actriz de siem­pre y aquí se ajus­ta muy bien en el papel de la cruel, malé­vo­la y villa­na madras­tra; en un rol bre­ve que no exi­ge dema­sia­do, Hele­na Bonham Car­ter acier­ta como el hada madri­na que posi­bi­li­ta­rá a que Ella pue­da acu­dir como corres­pon­de a la fies­ta palaciega.

Al mar­gen de las inter­pre­ta­cio­nes, debe des­ta­car­se el mag­ní­fi­co dise­ño de pro­duc­ción con influen­cia barro­ca del gran artis­ta Dan­te Ferret­ti que lle­ga a impre­sio­nar con la esce­no­gra­fía logra­da; elo­gios simi­la­res mere­ce el ves­tua­rio con­ce­bi­do por Sandy Powell así como la foto­gra­fía de Haris Zam­bar­lou­kos y la román­ti­ca músi­ca de Patrick Doy­le. Final­men­te, los efec­tos espe­cia­les logra­dos por orde­na­dor crean una sen­sa­ción de real magia, cuan­do el hada madri­na logra la trans­for­ma­ción de raton­ci­tos en caba­llos, una cala­ba­za en ele­gan­te carrua­je, lagar­ti­jas en los mozos del mis­mo y un gan­so trans­for­ma­do en el con­duc­tor del vehícu­lo; hecho simi­lar se regis­tra cuan­do al sonar las cam­pa­na­das de la media­no­che todo retor­na al esta­do original.

Es posi­ble que esta ver­sión no lle­gue a supe­rar a la de Dis­ney; sin embar­go esta Ceni­cien­ta con­tem­po­rá­nea de car­ne y hue­so tie­ne per­ti­nen­cia por cuan­to ha sido muy bien rea­li­za­da por Bra­nagh quien vol­có el mis­mo esme­ro, refi­na­mien­to y meticu­losi­dad que carac­te­ri­zan a los tra­ba­jos más rele­van­tes de su filmografía.

Con­clu­sión: Esta nue­va Cin­de­re­lla cum­ple con los requi­si­tos nece­sa­rios de un buen film para toda la fami­lia y que indu­da­ble­men­te será el públi­co ado­les­cen­te, espe­cial­men­te el feme­nino, quien más goce con esta fan­ta­sio­sa his­to­ria de amorJor­ge Gutman

Una Secue­la Liviana

THE SECOND BEST EXO­TIC MARI­GOLD HOTEL. Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film de John Madden

Hace 3 años se cono­ció The Best Exo­tic Mari­gold Hotel que gira­ba en torno de un gru­po de com­pa­trio­tas jubi­la­dos de Gran Bre­ta­ña que via­ja­ban a India para pasar allí los años de reti­ro en un hotel de Jai­pur en fran­ca deca­den­cia que ori­gi­nó el títu­lo del film. Ade­más de ana­li­zar los con­tras­tes cul­tu­ra­les exis­ten­tes, las dife­ren­tes his­to­rias narra­das no tenían gran tras­cen­den­cia pero lo que jus­ti­fi­có su visión fue la remar­ca­ble actua­ción de algu­nos de los más renom­bra­dos intér­pre­tes del cine y la esce­na británica.

Algo pare­ci­do acon­te­ce con The Second Best Exo­tic Mari­gold Hotel, don­de en esta con­ti­nua­ción los per­so­na­jes están suje­tos a situa­cio­nes bas­tan­te rebus­ca­das y sin muchas sor­pre­sas que lla­men la aten­ción o lle­guen a con­mo­ver. Pero posi­ble­men­te la audien­cia madu­ra que gus­tó del film pre­ce­den­te se sen­ti­rá con­for­ma­da con el pre­sen­te; para quie­nes en cam­bio no hayan pre­sen­cia­do el capí­tu­lo ante­rior, pue­de que se sien­tan un poco per­di­dos al no haber un enla­ce a la mane­ra de pró­lo­go que per­mi­ta iden­ti­fi­car la natu­ra­le­za de sus per­so­na­jes y por­qué se encuen­tran don­de están residiendo.

La acción comien­za en San Die­go don­de Sonny (Dev Patel), el joven indio pro­pie­ta­rio y empre­sa­rio del exó­ti­co hotel, y la expa­tria­da bri­tá­ni­ca Muriel (Mag­gie Smith) que es su asis­ten­te, tra­tan de lograr el finan­cia­mien­to nece­sa­rio para tener a su car­go un segun­do hotel más moderno y atrac­ti­vo. Esa tarea impi­de a Sonny dedi­car­le el tiem­po nece­sa­rio a la ado­ra­ble Sunai­na (Tina Des­ai), su joven novia con quien está pró­xi­mo a casar­se. Ya de regre­so a la India, el hote­le­ro reci­be la visi­ta de Guy Cham­bers (Richard Gere), un hués­ped de Esta­dos Uni­dos de quien sos­pe­cha que se tra­ta de un envia­do del poten­cial inver­sio­nis­ta (David Strathairn) que vie­ne a rea­li­zar una ins­pec­ción del establecimiento.

Para­le­la­men­te a los pre­pa­ra­ti­vos que se rea­li­zan para la gran boda, el rela­to echa una mira­da super­fi­cial a los dife­ren­tes per­so­na­jes de la colo­nia bri­tá­ni­ca ya cono­ci­dos en la pri­me­ra ver­sión. Así, Evelyn (Judy Dench), la viu­da que tra­ba­ja efi­cien­te­men­te en una com­pa­ñía impor­ta­do­ra de tex­ti­les, man­tie­ne una rela­ción pla­tó­ni­ca con el tími­do Dou­glas (Bill Nighy); éste últi­mo, que se desem­pe­ña como un guía turís­ti­co y tie­ne algu­nos pro­ble­mas de memo­ria, se encuen­tra defi­ni­ti­va­men­te sepa­ra­do de su mujer (Pene­lo­pe Wil­ton) y desea reanu­dar su vida sen­ti­men­tal con Evelyn, aun­que ella ten­ga sus dudas por­que aún per­sis­te los fuer­tes sen­ti­mien­tos hacia su mari­do muer­to. A todo ello, Nor­man (Ronald Pic­kup) que final­men­te ha encon­tra­do en Carol (Dia­na Hard­castle) la mujer con la que desea asen­tar­se en una rela­ción esta­ble y mono­gá­mi­ca se encuen­tra con que ella tie­ne otras ideas al res­pec­to. Mien­tras tan­to Guy le ha echa­do el ojo a Mrs. Kapoor (Lille­te Dubey), la madre viu­da de Sonny.

Judi Dench y Bill Nighy

Judi Dench y Bill Nighy

Todas estas sub­tra­mas pue­den ser obser­va­das con una leve son­ri­sa pero apa­re­cen des­co­nec­ta­das unas con otras y aun­que se dejen ver, el rela­to en últi­ma ins­tan­cia se reve­la dema­sia­do anec­dó­ti­co. Aquí ya no exis­te el con­flic­to de cho­ques cul­tu­ra­les sino sim­ple­men­te la des­crip­ción de cómo cada per­so­na­je expa­tria­do tra­ta de reaco­mo­dar su vida. Si aca­so el guión hubie­se sido más ela­bo­ra­do para dejar lugar a refle­xio­nar sobre la mejor mane­ra de vivir en el cre­púscu­lo de la exis­ten­cia huma­na, qui­zás habría podi­do resul­tar tras­cen­den­te. Tal como está pre­sen­ta­do, se asis­te a un con­jun­to de viñe­tas ais­la­das sin que exis­ta enla­ce entre las mis­mas y sazo­na­do con una espec­ta­cu­lar y colo­ri­da boda india don­de no fal­tan la músi­ca, can­cio­nes y la vital dan­za, al esti­lo Bollywood.

Como ocu­rrió con la pelí­cu­la ante­rior, lo que podría jus­ti­fi­car la visión de este film es el que­rer apre­ciar el his­trio­nis­mo inter­pre­ta­ti­vo de Mag­gie Smith y Judy Dench así como la pre­sen­cia de Bill Nighy quie­nes con su pre­sen­cia com­pen­san par­cial­men­te la insu­fi­cien­cia de un rela­to caren­te de fuer­za dra­má­ti­ca. Jor­ge Gutman

Una Irre­pa­ra­ble Pérdida

CHO­RUS. Cana­da, 2013. Un film escri­to y diri­gi­do por Fra­nçois Delisle

La pér­di­da de un hijo, que es sin lugar a dudas la peor tra­ge­dia que pue­de acon­te­cer­le a un ser humano, ha sido abor­da­da por el cine en varias opor­tu­ni­da­des, entre ellas en el exce­len­te film La stan­za del figlio (La Habi­ta­ción del Hijo) de Nanny Moret­ti que en 2001 obtu­vo la Pal­ma de Oro en Can­nes. A pesar de la fami­lia­ri­dad del tris­te tema, Fra­nçois Delis­le vuel­ve a con­si­de­rar­lo a tra­vés de un dra­ma mini­ma­lis­ta de muy buen nivel que sin recu­rrir a nin­gún gol­pe efec­tis­ta con­mue­ve profundamente.

Fanny Mallete y Sébastien Ricard

Fanny Malle­te y Sébas­tien Ricard

La des­apa­ri­ción sin hue­lla algu­na de Hugo, un niño de 8 años, acae­ci­da en Mon­treal hace 10 años ha devas­ta­do a sus padres, Chris­tophe (Sébas­tien Ricard) e Ire­ne (Fanny Malle­te). Esa des­gra­cia moti­vó la rup­tu­ra del víncu­lo con­yu­gal don­de el mari­do optó por auto­exi­liar­se en Méxi­co en tan­to que su mujer per­ma­ne­ció en Mon­treal. De él se sabe que al no haber supe­ra­do lo acon­te­ci­do su angus­tia lo ha lle­va­do a pen­sar has­ta en sui­ci­dar­se, hecho que se refle­ja en una esce­na don­de apa­re­ce des­nu­do en el mar dejan­do que las aguas lle­ven su cuer­po inmó­vil, así como en algu­nos momen­tos de inti­mi­dad amo­ro­sa en que miran­do a su pare­ja de turno no pue­de dejar de pen­sar en su hijo. Por su par­te, Ire­ne sigue vivien­do el due­lo de mane­ra tal que le impi­de tener rela­cio­nes per­so­na­les inclu­yen­do a su pro­pia madre (Gene­viè­ve Bujold) con quien man­tie­ne una rela­ti­va dis­tan­cia; inca­paz de expe­ri­men­tar emo­cio­nes, la úni­ca acti­vi­dad que ate­núa su dolor es su par­ti­ci­pa­ción como voca­lis­ta de un coro en una igle­sia local.

Lo que esta sepa­ra­da pare­ja esta­ba lejos de ima­gi­nar es lo que un pre­si­dia­rio (Luc Senay) le con­fie­sa a un detec­ti­ve inves­ti­ga­dor (Didier Lucien) rela­tán­do­le el gra­ve deli­to come­ti­do una déca­da atrás cuan­do como pedó­fi­lo vio­ló al peque­ño Hugo y pos­te­rior­men­te lo ase­si­nó. Impues­ta de la cruel noti­cia, Ire­ne deses­pe­ra­da­men­te se comu­ni­ca tele­fó­ni­ca­men­te con Chris­tophe y le pide que retor­ne a Cana­dá a fin de que jun­tos com­ple­ten las for­ma­li­da­des per­ti­nen­tes para el demo­ra­do funeral.

Lo des­crip­to se pres­ta para un mar­ca­do melo­dra­ma pero Delis­le lo elu­de sabia­men­te. Man­te­nien­do un fir­me con­trol de la narra­ción per­mi­te que Cho­rus adquie­ra la fuer­za emo­cio­nal nece­sa­ria ape­lan­do a un len­gua­je estric­ta­men­te cine­ma­to­grá­fi­co de nota­ble suti­le­za don­de las imá­ge­nes antes que las pala­bras van expre­san­do los sen­ti­mien­tos que se ani­dan en sus per­so­na­jes. Y hablan­do de las sober­bias imá­ge­nes con­tem­pla­das, es méri­to del rea­li­za­dor quien como direc­tor de foto­gra­fía haya recu­rri­do a la fil­ma­ción en blan­co y negro para que el dra­ma adquie­ra mayor intensidad.

Malle­te así como Ricard sobre­sa­len en los pape­les pro­ta­gó­ni­cos; brin­dan­do com­ple­ta auten­ti­ci­dad a sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes trans­mi­ten cabal­men­te el dra­ma de dos seres a quie­nes el des­tino les depa­ró una amar­ga juga­da y que no pue­den sino seguir vivien­do a pesar de todo. En pape­les de apo­yo se des­ta­ca la vete­ra­na Bujold así como Pie­rre Cur­zi quien como el padre de Chris­tophe tra­ta de brin­dar­le el mayor apo­yo posible.

Para con­cluir, Delis­le deci­de dejar un final abier­to a su rela­to para que el públi­co lo dis­cu­ta des­pués de la pro­yec­ción. En todo caso lo que real­men­te cuen­ta es que el direc­tor ha logra­do un film enco­mia­ble exa­mi­nan­do las dife­ren­tes eta­pas que pue­de expe­ri­men­tar el dolor por una tra­ge­dia irre­pa­ra­ble y sus efec­tos a tra­vés del tiem­po. Jor­ge Gutman

Rela­tos Para la Reflexión

RELA­TOS SAL­VA­JES. Argen­ti­na-Espa­ña, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Damián Szifron

Des­de el vamos pue­de afir­mar­se que Rela­tos Sal­va­jes es un film de inusi­ta­da cali­dad Cada uno de los seis rela­tos de esta tra­gi­co­me­dia des­bor­da una ori­gi­na­li­dad e inge­nio­si­dad remar­ca­ble a tra­vés de las dife­ren­tes situa­cio­nes en que se ven expues­tos sus per­so­na­jes. Damián Szi­fron como rea­li­za­dor y guio­nis­ta vuel­ca una crea­ti­vi­dad remar­ca­ble en sus his­to­rias dotán­do­las de una nota­ble vita­li­dad al pro­pio tiem­po que en un tono de fran­co humor es capaz de expre­sar su pro­fun­do eno­jo fren­te a la vio­len­cia, un mal apa­ren­te­men­te inex­pug­na­ble que corroe a la socie­dad y que es el hilo común que vin­cu­la a los dife­ren­tes episodios.

Con impe­ca­ble habi­li­dad narra­ti­va el rea­li­za­dor expo­ne con una mira­da nada com­pla­cien­te las debi­li­da­des huma­nas cuan­do la impo­ten­cia impi­de supe­rar las difi­cul­ta­des capri­cho­sa­men­te impues­tas por el medio social. Ese es el mar­co don­de van aflo­ran­do las mise­rias, las con­tra­dic­cio­nes, la dis­pli­cen­cia y el cinis­mo humano que aun­que espe­cí­fi­ca­men­te se refie­ra al modus viven­di de los argen­ti­nos, alcan­za dimen­sión uni­ver­sal per­mi­tien­do que cual­quier espec­ta­dor pue­da empa­ti­zar con la suer­te corri­da por sus personajes.

El pri­mer seg­men­to esta­ble­ce la pau­ta de lo que ven­drá des­pués; en la cla­se eje­cu­ti­va de un vue­lo comer­cial, una mode­lo (María Marull) enta­bla una con­ver­sa­ción con un crí­ti­co musi­cal (Dario Gran­di­net­ti) y al men­cio­nar­se el nom­bre de Pas­ter­nak, un indi­vi­duo cono­ci­do por ambos, inme­dia­ta­men­te todos los demás pasa­je­ros se encuen­tran por coin­ci­den­cia vin­cu­la­dos con este per­so­na­je ausen­te, pro­du­cién­do­se situa­cio­nes des­me­di­das den­tro de un mar­co de irre­sis­ti­ble hilaridad.

Un impla­ca­ble humor maca­bro impreg­na al segun­do capí­tu­lo ilus­tran­do el caso de una cama­re­ra (Julie­ta Zyl­ber­berg) de un para­dor de ruta que des­cu­bre que su úni­co clien­te (César Bor­don) ha sido el ines­cru­pu­lo­so usu­re­ro que ha cau­sa­do la muer­te de su padre; incen­ti­va­da por la maquia­vé­li­ca coci­ne­ra del local (Rita Cor­te­se) deci­de ven­gar­se de mane­ra inusual.

Una mar­ca­da ten­sión pre­va­le­ce en el siguien­te rela­to cuan­do en una auto­pis­ta soli­ta­ria un auto­mo­vi­lis­ta (Leo­nar­do Sba­ra­glia) entra en con­flic­to con otro con­duc­tor (Wal­ter Dona­do) que le impi­de ceder­le el paso, lo que desem­bo­ca en un des­en­la­ce de desen­fre­na­da violencia.

Ricardo Darín

Ricar­do Darín

La cuar­ta his­to­ria, tra­ta­da con humor a pesar de su dra­ma­tis­mo, abor­da el tema de la jus­ti­cia por cuen­ta pro­pia pre­sen­tan­do a un hones­to inge­nie­ro (Ricar­do Darín) que debe pade­cer la humi­lla­ción y agra­vios por par­te de una buro­cra­cia cruel e insen­si­ble; el vía cru­cis vivi­do le hará aflo­rar toda la furia con­te­ni­da en un acto de impla­ca­ble revancha.

El quin­to epi­so­dio, el úni­co que care­ce de humor y el más per­tur­ba­dor, cons­ti­tu­ye un serio cues­tio­na­mien­to moral al demos­trar cómo un padre (Oscar Mar­tí­nez) tra­tan­do de encu­brir el acci­den­te auto­mo­vi­lís­ti­co pro­vo­ca­do por su hijo ado­les­cen­te (Alan Daicz), acep­ta la pro­po­si­ción de su abo­ga­do (Osmar Núñez) para que el jar­di­ne­ro de la casa (Ger­mán de Sil­va) se res­pon­sa­bi­li­ce del cri­men a cam­bio de una impor­tan­te remu­ne­ra­ción; ade­más de cons­ti­tuir una áci­da crí­ti­ca al poder del dine­ro, demues­tra cómo la corrup­ción pue­de irrum­pir en cual­quier nivel de la socie­dad inclu­yen­do a la pro­pia ins­ti­tu­ción judicial.

La entre­ga final que se ubi­ca den­tro del mar­co de una boda judía es un gro­tes­co de arro­lla­do­ra comi­ci­dad don­de una novia (Eri­ca Rivas) des­cu­bre duran­te la fies­ta que su novel mari­do (Die­go Gen­ti­le) le ha sido infiel con una her­mo­sa mujer que se encuen­tra entre las invi­ta­das; fren­te a esa acti­tud des­leal y des­ho­nes­ta la joven des­po­sa­da no pue­de repri­mir el sen­ti­mien­to de indig­na­ción que la envuel­ve esta­llan­do furiosamente.

Con un mag­ní­fi­co nivel de inter­pre­ta­ción, una impe­ca­ble pues­ta en esce­na, una meri­to­ria ban­da sono­ra, un remar­ca­ble mon­ta­je y un des­plie­gue visual irre­pro­cha­ble, el rea­li­za­dor brin­da una obra inquie­tan­te, mor­daz, per­ver­sa y beli­co­sa­men­te sal­va­je que apun­ta a toda cla­se de públi­co al ape­lar a un len­gua­je cla­ro y fácil­men­te acce­si­ble sin tener por ello que menos­pre­ciar su nivel de inteligencia.

Más allá de sus legí­ti­mos logros, es posi­ble que este film pue­da reabrir el deba­te sobre la fal­sa dico­to­mía exis­ten­te entre el lla­ma­do cine de autor y el cine comer­cial. Sin duda que Rela­tos Sal­va­jes logra­rá inter­na­cio­nal­men­te una gran reper­cu­sión popu­lar pero de nin­gu­na mane­ra el “peca­do” come­ti­do por no ser eli­tis­ta pue­de dis­mi­nuir sus legí­ti­mos méritos.

Con­clu­sión: Un film exce­len­teJor­ge Gutman