Tes­ta­men­to de Juventud

TES­TA­MENT OF YOUTH. Gran Bre­ta­ña, 2014. Un film de James Kent

Tra­tan­do de repro­du­cir lo más fiel­men­te posi­ble las memo­rias de Vera Brit­tain, el rea­li­za­dor James Kent ofre­ce un sen­si­ble dra­ma que segu­ra­men­te no deja­rá a nadie indi­fe­ren­te. Para quie­nes no hayan oído hablar de Brit­tain (1893 – 1970) cabe men­cio­nar que se tra­ta de una renom­bra­da escri­to­ra, auto­ra pre­ci­sa­men­te del libro Tes­ta­men­to de Juven­tud publi­ca­do en 1933 don­de vuel­ca sus expe­rien­cias vivi­das duran­te la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. Con ese esce­na­rio como telón de fon­do, el públi­co asis­te a una des­car­na­da evo­ca­ción sobre el sin­sen­ti­do de la gue­rra y las con­se­cuen­cias dra­má­ti­cas sufri­das por quie­nes par­ti­ci­pa­ron en la misma.

Kit Harington y Alicia Vikander

Kit Haring­ton y Ali­cia Vikander

El muy buen guión de Juliet­te Towhi­di ubi­ca la acción en Ingla­te­rra comen­zan­do el día del armis­ti­cio, en Noviem­bre de 1918, don­de se ve a Vera Brit­tain (Ali­cia Vikan­der) no del todo feliz por­que aso­man en ella los amar­gos recuer­dos del con­flic­to béli­co. La his­to­ria inme­dia­ta­men­te se retro­trae a comien­zos de 1914 y el direc­tor James Kent toma su tiem­po para narrar deli­ca­da­men­te cómo trans­cu­rría la vida de esta joven pro­ve­nien­te de un hogar de muy bue­na posi­ción eco­nó­mi­ca en el área rural y apa­ci­ble de Derbyshi­re. De acuer­do a las cos­tum­bres impe­ran­tes, sus padres (Domi­nic West, Emily Watson) que­rían para ella algu­na acti­vi­dad apro­pia­da para las jóve­nes de esa épo­ca, como por ejem­plo tocar piano; en tal sen­ti­do se opo­ne la volun­tad de Vera quien dejan­do de lado el sexis­mo del perío­do desea enro­lar­se en un pres­ti­gio­so cole­gio de Oxford don­de final­men­te es acep­ta­da. Social­men­te, la joven está muy bien rodea­da y esti­mu­la­da por un gru­po inte­lec­tual mas­cu­lino don­de se encuen­tra su her­mano mayor Edward (Taron Eger­ton) con quien se invo­lu­cra en dis­cu­sio­nes lite­ra­rias y sobre­to­do de poe­sía por la que ella sien­te pre­di­lec­ción; entre los ami­gos de Edward que tam­bién com­par­ten el tiem­po libre con Vera se hallan Roland (Kit Haring­ton) ‑con quien ini­cia­rá una dul­ce rela­ción román­ti­ca- y el afa­ble Vic­tor (Colin Morgan).

Todo ese mar­co apa­ci­ble, don­de los jóve­nes están lejos de ima­gi­nar lo que sobre­ven­drá, se derrum­ba súbi­ta­men­te cuan­do esta­lla la gue­rra y los mucha­chos mar­chan para el fren­te supo­nien­do que el con­flic­to no se pro­lon­ga­ría más allá de 6 meses.

Hay muchos fac­to­res con­cu­rren­tes que per­mi­ten que este film cale hon­da­men­te. En pri­mer lugar se des­ta­ca la narra­ción de Kent quien en todo momen­to optó por la sobrie­dad y el bajo per­fil para lograr que el dra­ma adquie­ra fiso­no­mía pro­pia sin nece­si­dad de recu­rrir a esce­nas en los cam­pos de bata­llas; en su lugar, expo­ne a los heri­dos y mori­bun­dos del com­ba­te en las salas de los hos­pi­ta­les. Tam­bién es meri­to­rio seña­lar cómo fren­te a un tema tan dra­má­ti­co el rea­li­za­dor supo evi­tar que las emo­cio­nes se des­con­tro­la­sen aun­que per­mi­tien­do que el espec­ta­dor se invo­lu­cre de lleno con lo que está presenciando.

Otro de los aspec­tos de inte­rés resi­de en el exce­len­te elen­co que el rea­li­za­dor ha sido capaz de reu­nir; así, Vikan­der trans­mi­te con su lumi­no­sa pre­sen­cia todos los mati­ces que atra­vie­sa Vera fren­te a la pér­di­da de sus seres que­ri­dos, don­de los sue­ños de juven­tud de una gene­ra­ción lite­ra­ria han que­da­do sepul­ta­dos en el des­ván; es tam­bién alta­men­te expre­si­va actuan­do como abne­ga­da enfer­me­ra y final­men­te como una afe­rra­da anti­be­li­cis­ta ini­cian­do una cru­za­da a favor del paci­fis­mo. A pesar de la gran pres­ta­ción de esta actriz, su desem­pe­ño no ensom­bre­ce el de los jóve­nes acto­res don­de tan­to Eger­ton como Mor­gan y sobre todo Haring­ton brin­dan el tono jus­to a sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes; algo simi­lar cabe resal­tar en los pape­les meno­res pero efi­ca­ces de los acto­res vete­ra­nos como West, Watson y Miran­da Richard­son como una de las pro­fe­so­ras de Vera.

Final­men­te, los valo­res de pro­duc­ción son real­men­te excep­cio­na­les gra­cias a los dise­ños de ves­tua­rio de Con­so­lo­ta Boy­le, los de pro­duc­ción de Jon Hen­son y la esme­ra­da foto­gra­fía de Robert Hardy.

Con­clu­sión: Un buen libro, una logra­da adap­ta­ción, una esme­ra­da rea­li­za­ción y una irre­pro­cha­ble inter­pre­ta­ción embe­lle­cen a este tris­te film.  Jor­ge Gutman