Por Siem­pre Van Gogh

LOVING VIN­CENT. Polo­nia-Gran Bre­ta­ña, 2017. Un film de Doro­ta Kobie­la y Hugh Welchman

La per­so­na­li­dad del excep­cio­nal pin­tor holan­dés Vin­cent Van Gogh fue tra­ta­da en varias opor­tu­ni­da­des por el cine don­de por vez pri­me­ra la con­si­de­ró Vin­cent Min­ne­lli en Lust for Life (1956) per­so­ni­fi­ca­do mag­ní­fi­ca­men­te por Kirk Dou­glas. Lo que en este caso dis­tin­gue a Loving Vin­cent es ser el pri­mer lar­go­me­tra­je ani­ma­do, don­de cada plano es pin­ta­do exclu­si­va­men­te en for­ma manual.

Este cicló­peo pro­yec­to lle­va­do a cabo por los direc­to­res Doro­ta Kobie­la y Hugh Welch­man abar­có 7 años para ser imple­men­ta­do, don­de han par­ti­ci­pa­do un cen­te­nar de pin­to­res para recrear la últi­ma eta­pa de la vida de Van Gogh trans­cu­rri­da en Arles; para ello se ins­pi­ra­ron en más de 100 pin­tu­ras de este genio que se sui­ci­dó a la tem­pra­na edad de 37 años, a fines de julio de 1890.

La acción que comien­za en Arles, un año des­pués de su muer­te adop­ta la for­ma de un rela­to de intri­ga. El fac­tor que impul­sa la tra­ma es una car­ta pós­tu­ma de Van Gogh (Robert Gulaczyk) diri­gi­da a su que­ri­do her­mano y bene­fac­tor Theo. Quien la reci­be es Armand Rou­lin (Dou­glas Booth), el hijo del car­te­ro Joseph Rou­lin (Chris O’Dowd) que solía encar­gar­se de la fre­cuen­te corres­pon­den­cia epis­to­lar que Vin­cent man­te­nía con su her­mano; pero suce­de que cuan­do Armand deci­de entre­gar esa misi­va via­jan­do hacia Auvers don­de resi­día su .des­ti­na­ta­rio des­cu­bre que Theo tam­bién había muer­to debi­do a la sífi­lis que había contraído.

Agu­za­do por la curio­si­dad de saber si Van Gogh real­men­te se sui­ci­dó o si en cam­bio fue ase­si­na­do, Armand deci­de inves­ti­gar el asun­to. A tra­vés de la tarea que se impu­so va reci­bien­do dife­ren­tes ver­sio­nes sobre el maes­tro brin­da­das por los per­so­na­jes que en vida lo cono­cie­ron y que por él fue­ron retra­ta­dos; entre algu­nos de ellos se encuen­tra el doc­tor Gachet (Jerô­me Flynn) quien aten­dió a Vin­cent en sus días fina­les, su hija Mar­gue­ri­te Gachet (Saoir­se Ronan), Ade­li­ne Ravoux (Elea­nor Tom­lin­son), cuya fami­lia era due­ña de la posa­da don­de resi­dió Van Gogh y el Padre Tan­guy (John Sessions).

Aun­que el rela­to, basa­do en el guión de los direc­to­res y Jacek Deh­nel, no escla­re­ce la cau­sa de su muer­te, eso poco impor­ta por­que lo que aquí tras­cien­de es apre­ciar de qué modo las pin­tu­ras adquie­ren vida pro­pia a medi­da que se inda­ga sobre Van Gogh; en con­se­cuen­cia, obras como La Noche Estre­lla­da, El retra­to del Dr. Gachet, o bien Terra­za de Café por la Noche, entre muchas otras, que­dan resal­ta­das al pro­pio tiem­po que se inten­ta pene­trar en la psi­quis del gran crea­dor postimpresionista.

Ade­más de impre­sio­nar por su belle­za visual esta remar­ca­ble pelí­cu­la de ani­ma­ción no sola­men­te satis­fa­rá a los aman­tes de la pin­tu­ra sino tam­bién a quie­nes aún no hayan cono­ci­do la obra de este genio que lamen­ta­ble­men­te fue valo­ra­do en toda su dimen­sión artís­ti­ca des­pués de su muer­te; así hoy día es con­si­de­ra­do por muchos crí­ti­cos de arte como el más famo­so artis­ta del mun­do. Para con­cluir con este comen­ta­rio, cabe acla­rar que los cineas­tas deci­die­ron deno­mi­nar a esta pelí­cu­la con las pala­bras fina­les que Van Gogh solía fir­mar en las car­tas diri­gi­das a Theo. Jor­ge Gutman