El Tra­ba­jo de un Gran Escultor

RODIN. Fran­cia-Bél­gi­ca, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Jac­ques Doillon

En el cen­te­na­rio de su des­apa­ri­ción que tuvo lugar el año pasa­do, el cine fran­cés qui­so ren­dir tri­bu­to a Augus­te Rodin a tra­vés de la visión del vete­rano rea­li­za­dor Jac­ques Doi­llon. Sin embar­go, el bio­grá­fi­co film de fic­ción que aquí se pre­sen­cia no está a la altu­ra de quien fue­ra el excep­cio­nal escul­tor de Fran­cia, cono­ci­do inter­na­cio­nal­men­te a tra­vés de las expo­si­cio­nes rea­li­za­das en impor­tan­tes museos del mun­do, inclu­yen­do el Museo Rodin de París.

Vin­cent Lindon

La his­to­ria de Rodin (Vin­cent Lin­don) se desa­rro­lla entre 1880 Y 1890, perío­do en que el artis­ta desa­rro­lla su madu­rez artís­ti­ca. Pocos años antes había pre­sen­ta­do en el Salón de París su nota­ble escul­tu­ra La Edad de Bron­ce y a pesar de la con­tro­ver­sia sus­ci­ta­da en su opor­tu­ni­dad, para él cons­ti­tu­yó su car­ta de pre­sen­ta­ción y el reco­no­ci­mien­to de su gran talen­to. Es así que el Minis­tro de Ins­truc­ción Públi­ca y Bellas Artes de Fran­cia le enco­men­dó la rea­li­za­ción de una puer­ta deco­ra­ti­va que repre­sen­ta­ra a la Divi­na Come­dia de Dan­te para el futu­ro Museo de Artes Deco­ra­ti­vas de París; el resul­ta­do ha sido la crea­ción de La Puer­ta del Infierno, su pri­mer gran triun­fo artís­ti­co; a ello segui­rá entre otras gran­des obras el Monu­men­to a Bal­zac, escul­tu­ra rea­li­za­da en home­na­je a Hono­ré de Balzac.

Es en 1883 que comien­za su tem­pes­tuo­sa rela­ción con Cami­lle Clau­del (Izia Hige­lin), a pesar de haber con­vi­vi­do toda su vida con su abne­ga­da com­pa­ñe­ra Rose Beu­ret (Seve­ri­ne Canee­le) con quien tuvo un hijo. Con todo es Cami­lle, su alum­na y asis­ten­te quien logra apre­ciar la dimen­sión com­ple­ta de su arte con­vir­tién­do­se en su musa y aman­te, aun­que nun­ca lle­ga­ría a des­po­sar­la. En tal sen­ti­do resul­ta mucho más intere­san­te apre­ciar cómo el víncu­lo de Cami­lle con el autor de “El Pen­sa­dor” es refle­ja­do en el film Cami­lle Clau­del (1988) de Bruno Nuyt­ten con Isa­bel Adja­ni y Gérard Depardieu.

En gene­ral, lo más impor­tan­te del film es Lin­don quien con máxi­ma expre­si­vi­dad infun­de la fuer­za, pasión y ener­gía de Rodin como así tam­bién su sen­sua­li­dad, seduc­ción y mas­cu­li­ni­dad con el sexo feme­nino. Igual­men­te se des­ta­ca el dise­ño de pro­duc­ción de Katia Wysz­kop resal­tan­do las dis­tin­tas eta­pas con­cu­rren­tes en el pro­ce­so de tra­ba­jo del escul­tor. Con todo, y a pesar de con­tem­plar una pro­duc­ción agra­da­ble a la vis­ta, esos valo­res no alcan­zan a com­pen­sar la con­si­de­ra­ble moro­si­dad narra­ti­va de Doui­llon insis­tien­do en lar­gas secuen­cias que mues­tran los esfuer­zos del artis­ta por tra­tar de mejo­rar sus crea­cio­nes pero que en últi­ma ins­tan­cia ter­mi­nan fati­gan­do al espec­ta­dor. En suma, la falli­da direc­ción y los diá­lo­gos poco inge­nio­sos del guión cons­pi­ran en dra­ma­ti­zar la vida de este excep­cio­nal artis­ta. Jor­ge Gutman