Crónica de Jorge Gutman
DES SOURIS ET DES HOMMES – Autor: John Steinbeck – Traducción: Jean-Philippe Lehoux — Dirección: Vincent-Guillaume Otis – Elenco: Guillaume Cyr, Benoît McGinnis, Nicolas Centeno, Maxim Gaudette, Mathieu Gosselin, Marie-Pier Labrecque, Martin-David Peters, Luc Proulx, Gabriel Sabourin — Escenografía: Romain Fabre. — Vestuario: Marc Sénécal – Iluminación: Julie Basse – Música: Jean Gaudreau. Duración: 1h30m, sin entreacto. Representaciones: Hasta el 1 de diciembre de 2018 en el Théâtre Duceppe (www.duceppe.com)

Benoît McGinnis y Guillaume Cyr. (Foto: Caroline Laberge)
Inspirado por las condiciones miserables de vida y de trabajo prevalecientes en la época de la Gran Depresión de la década del 30, John Steinbeck publicó en 1937 su aclamada novela Of Mice and Men que debido a su gran éxito ha sido convertida en pieza teatral además de haber sido adaptada para el cine en 1939 y 1992. Ahora, el público de Montreal tiene la oportunidad de juzgar esta obra a través de la visión del director Vincent-Guillaume Otis en una traducción efectuada por Jean-Philippe Lehoux.
Ambientada en esos difíciles años, el relato se centra en dos amigos de humilde condición social que sin recursos disponibles migran de un lugar a otro en procura de pequeños trabajos en las granjas del norte de California En ese dúo George, es el hombre normal que guia a Lennie en la aventura emprendida; por su parte, éste último que adolece de una disminución mental se aferra a su extraordinaria fuerza como medio de defensa.
Después de mucho andar finalmente logran ser conchabados en un rancho californiano como trabajadores temporarios. A partir de allí saldrán al encuentro de diferentes personajes, la mayor parte de ellos marginados y vulnerables donde los más débiles deben sufrir el oprobio de los poderosos que tienen la sartén por el mango.

Marie-Pier Labrecque y Guillaume Cyr (Foto: Caroline Laberge)
Lo más pertinente de la obra es el énfasis del autor en el mito del sueño americano, comenzando por George que aspira a tener algún día su propia tierra para cultivar y Lennie por su lado gozar de la granja que puedan llegar a poseer y acariciar con sus manos a los conejitos que allí se encuentren; eso es compartido por el resto de los trabajadores donde cada cual en lo suyo alberga la esperanza de un futuro mejor.
A través de ese microcosmos el autor refleja la realidad social que afecta al pueblo americano al propio tiempo que destaca el valor de la amistad, la solidaridad y la compañía como antídoto para mitigar la soledad que sus caracteres albergan.
En la versión teatral presentada el director potencia a cada uno de sus personajes en la transmisión de sus anhelos, miedos, frustraciones y demonios ocultos; para ello consiguió un remarcable trabajo de equipo de su irreprochable elenco. Luc Proulx trasunta en el anciano Candy como la persona subestimada por su edad; Martin-David Peters expone muy bien al peón Crooks quien es discriminado por el color de su piel; Mathieu Gosselin se introduce eficientemente en la piel de Carlson, el cruel individuo indiferente a los sentimientos de los demás; Gabriel Sabourin expresa muy bien a Slim, el arquetipo del sabio del rancho; igualmente es convincente Maxim Gaudette como Curley, el arrogante hijo del dueño del rancho que para vencer su complejo de inferioridad hace alarde de su poder; por su parte, en el único personaje femenino de la obra se distingue Marie-Pier Labrecque como Mae, la atractiva esposa de Curley a quien le aguarda un triste destino.
Finalmente merecen distinción especial sus dos protagonistas. Guillaume Cyr, en la mejor interpretación de su carrera, otorga a su Lennie las características propias de un ser aniñado que desprovisto de las armas necesarias para enfrentar un medio hostil que segrega a los mentalmente discapacitados encuentra en George al mentor que le protege y le ayuda a defender su dignidad. Por su parte Benoît McGinnis igualmente descuella como George, el individuo que en su devota amistad con Lennie, recurre a un desesperado y trágico acto de compasión para salvarlo.
La remarcable puesta escénica de Vincent-Guillaume Otis, el elenco y todo el equipo de producción involucrado contribuyen a que el público se involucre plenamente en este drama humano que a pesar de haber sido escrito en una época diferente a la actual su temática universal permite que se mantenga vigente.