Un Vals Sombrío

THE WALDHEIM WALTZ. Ale­ma­nia, 2018. Un film de Ruth Beckermann

Ana­li­zar el pasa­do para com­pren­der mejor el pre­sen­te y ser­vir de lec­ción al futu­ro pare­ce no evi­den­ciar­se en los hechos que este con­vul­sio­na­do mun­do está tes­ti­mo­nian­do. Si aca­so fue­se nece­sa­rio ofre­cer una de las muchas prue­bas que exis­ten al res­pec­to bas­ta con­tem­plar este estu­pen­do ensa­yo de Ruth Bec­ker­man, hija de judíos que han sufri­do el Holo­caus­to, don­de se cen­tra en los últi­mos meses de la cam­pa­ña pre­si­den­cial de Aus­tria que lle­vó al poder a Kurt Waldheim. Lo que pro­si­gue es una lec­ción de his­to­ria pro­ban­do la fra­gi­li­dad de la memo­ria colec­ti­va de un pueblo.

Kurt Waldheim

Con una narra­ción deci­di­da­men­te cla­ra y didác­ti­ca por par­te de Bec­ker­mann apo­ya­da en extrac­tos fil­ma­dos por ella con su cáma­ra de video y el valio­so mate­rial de archi­vo que ha logra­do reu­nir, en The Waldheim Waltz se asis­te a esa cam­pa­ña elec­to­ral don­de se van cono­cien­do aspec­tos tur­bios de la per­so­na­li­dad del can­di­da­to Waldheim como miem­bro inte­gran­te del régi­men nazi duran­te la Segun­da Gue­rra. Eso salió a la luz cuan­do en 1985 al pos­tu­lar­se como can­di­da­to a la pre­si­den­cia, el perio­dis­ta inves­ti­ga­dor Huber­tus Czer­nin logró des­cu­brir el pasa­do de Waldheim don­de a ello se agre­ga­ron docu­men­tos tes­ti­mo­nia­les por par­te del Con­gre­so Judío Mun­dial; esas seve­ras acu­sa­cio­nes incri­mi­na­ban a Waldheim de haber esta­do indi­rec­ta­men­te invo­lu­cra­do en la depor­ta­ción de 60.000 judíos de Thes­sa­lo­ni­ki hacia los cam­pos de exterminación.

Al pro­pio tiem­po la direc­to­ra pre­sen­ta la defen­sa sus­ten­ta­da por Waldheim quien sos­tie­ne que todas las acu­sa­cio­nes for­man par­te de una sucia cam­pa­ña, adu­cien­do que Aus­tria igual­men­te fue víc­ti­ma de los nazis como así tam­bién que él no estu­vo pre­sen­te ni menos ente­ra­do de lo que había acon­te­ci­do con los judíos de Grecia.

Uno de los momen­tos más apa­sio­nan­tes del docu­men­tal es cuan­do Gerhard, el hijo de Kurt, con moti­vo de las ale­ga­cio­nes con­tra su padre par­ti­ci­pa en un inte­rro­ga­to­rio de Tom Lan­tos, repre­sen­tan­te de la audien­cia del Con­gre­so de los Esta­dos Uni­dos; en el mis­mo, negan­do que su padre estu­vo impli­ca­do en los hechos denun­cia­dos no lle­ga a jus­ti­fi­car que en la auto­bio­gra­fía de Waldheim él omi­tie­se por com­ple­to hacer refe­ren­cia al perío­do trans­cu­rri­do entre 1942 y 1944, como si esta eta­pa de su vida no tuvie­se tras­cen­den­cia alguna.

En retros­pec­ti­va, no deja de sor­pren­der que Waldheim haya sido elec­to en 1971 Secre­ta­rio Gene­ral de las Nacio­nes Uni­das, un car­go que por exce­len­cia impli­ca la con­fian­za abso­lu­ta que el mun­do depo­si­ta en su repre­sen­tan­te como así tam­bién gozar de incues­tio­na­bles valo­res morales.

Pero vol­vien­do al foco cen­tral en sí mis­mo, nin­gu­na de las prue­bas sus­ten­ta­das afec­ta­ron su elec­ción demo­crá­ti­ca don­de el 8 de junio de 1986, en segun­da vuel­ta obtu­vo el 53,9 por cien­to de los votos emi­ti­dos; eso rati­fi­ca­ría la visión de una par­te de la ciu­da­da­nía aus­tría­ca que lo con­si­de­ra­ba como un buen cris­tiano y padre de la fami­lia ade­más de defen­sor de la moral. El film regis­tra igual­men­te la ausen­cia del pro­nun­cia­mien­to de las Nacio­nes Uni­das fren­te a los hechos denunciados.

En esen­cia, el exce­len­te docu­men­tal deja un sabor tris­te al com­pro­bar que los acon­te­ci­mien­tos des­crip­tos no han evi­ta­do que Aus­tria eli­gie­ra en 2016 un gobierno de extre­ma dere­cha y que esa ten­den­cia igual­men­te se regis­tre en otros paí­ses euro­peos, don­de por ejem­plo en el caso de Polo­nia cons­ti­tu­ye un acto pena­do por la ley si alguien se atre­ve a comen­tar que un núme­ro con­si­de­ra­ble­men­te alto de pola­cos denun­cia­ron a sus veci­nos judíos duran­te la ocu­pa­ción nazi. He aquí la para­do­ja don­de la ver­dad de la his­to­ria y la ver­dad polí­ti­ca difie­ren. ¿Enton­ces, para qué sir­ve la memo­ria? Deja­mos la res­pues­ta sin con­tes­tar para que cada lec­tor de esta nota extrai­ga su pro­pia con­clu­sión. Jor­ge Gutman