Un Agra­da­ble Retorno

MARY POP­PINS RETURNS. Esta­dos Uni­dos, 2018. Un film de Rob Marshall

Tras el gra­do recuer­do depa­ra­do por Mary Pop­pins (1964) lle­ga aho­ra una secue­la de la deli­cio­sa come­dia musi­cal con Mary Pop­pins Returns; como lo anti­ci­pa su títu­lo, aquí se pro­du­ce el retorno de la mági­ca niñe­ra para vol­ver a solu­cio­nar los pro­ble­mas de una tra­di­cio­nal fami­lia ingle­sa. Si en prin­ci­pio ima­gi­nar una con­ti­nua­ción de la his­to­ria ori­gi­nal podía resul­tar una arries­ga­da tarea, el direc­tor Rob Marshall, indis­cu­ti­ble­men­te ver­sa­do en come­dias musi­ca­les como lo demos­tró en Chica­go (2002) e Into the Woods (2014), ha sali­do airo­so logran­do un espec­tácu­lo vital­men­te deslumbrante.

Emily Blunt

El guión de David Magee con la cola­bo­ra­ción del rea­li­za­dor y John DeLu­ca basa­do en los libros de P. L. Tra­vers, ori­gi­na una livia­na anéc­do­ta que no obs­tan­te gra­vi­ta lo sufi­cien­te­men­te para con­for­mar una agra­da­ble fan­ta­sía musi­cal. La acción trans­cu­rre en Lon­dres, en un perío­do de depre­sión eco­nó­mi­ca, y sigue toman­do como refe­ren­cia a la fami­lia Banks. Michael (Ben Whishaw) ya no es el niño de hace 25 años, sino un hom­bre que enviu­dó hace poco más de un año y que vive en el mis­mo domi­ci­lio de Cherry Tree Lane. La vivien­da es com­par­ti­da con sus tres hiji­tos Geor­gie (Joel Daw­son), John (Natha­nael Saleh) y Anna­bel (Pixie Davies) así como su her­ma­na Jane (Emily Mor­ti­mer) y la esti­ma­da ama de lla­ves Ellen (Julie Wal­ters). La situa­ción finan­cie­ra­men­te pre­ca­ria de Michael ha moti­va­do el retra­so en el pago de las cuo­tas que adeu­da al ban­co por la pro­pie­dad en la que habi­ta; en con­se­cuen­cia, la ins­ti­tu­ción finan­cie­ra bajo el mane­jo de su des­pia­da­do geren­te (Colin Firth) está dis­pues­ta a expro­piar­la. Es allí que resur­ge Mary Pop­pins (Emily Blunt) quien con su para­guas mági­co des­cien­de de las altu­ras para visi­tar nue­va­men­te a los Banks, ayu­dar a los niños y pro­cu­rar una solu­ción al pro­ble­ma de la fami­lia fren­te a la ame­na­za de expul­sión que afron­ta; para ello la bue­na sama­ri­ta­na en lugar de con­tar con la cola­bo­ra­ción del anta­ño des­ho­lli­na­dor Bert aho­ra es Jack (Lin-Manuel Miran­da), su ami­go faro­le­ro, quien le brin­da su apoyo.

Como toda come­dia musi­cal, el rela­to se desa­rro­lla con secuen­cias musi­ca­les con­ce­bi­das por Marc Shal­man y Scott Witt­man. En este aspec­to, sin que­rer­lo sur­gen las inevi­ta­bles com­pa­ra­cio­nes con los clá­si­cos temas A Spoon Full of Sugar, Let’s go fly a Kite,  Chim Chim Cher-ee o Super­ca­li­fra­gi­lis­tic de la his­to­ria ini­cial. No obs­tan­te, el públi­co que­da­rá gra­ti­fi­ca­do con las agra­da­bles can­cio­nes que sus intér­pre­tes ento­nan don­de se des­ta­can Step in Time, Trip a Little Light Fan­tas­tic, The Pla­ce Whe­re Lost Things Go y sobre todo Tur­ning Turtle can­ta­da por la mara­vi­llo­sa Meryl Streep quien en un cameo carac­te­ri­za a Topsy, la excén­tri­ca pri­ma de Mary Poppins.

Las inter­pre­ta­cio­nes son impe­ca­bles y aun­que en el rol cen­tral uno no deja de recor­dar la gra­cia y sim­pa­tía de Julie Andrews que jun­to al remar­ca­ble show­man Dick Van Dyke cons­ti­tu­ye­ron pila­res valio­sos del film ori­gi­nal, aquí tan­to Emily Blunt como Lin-Manuel Miran­da y los niños acto­res con­tri­bu­yen igual­men­te a jerar­qui­zar­lo. Un tri­bu­to a la nos­tal­gia es brin­da­do por Marshall al haber inte­gra­do en su elen­co, aun­que más no sea en pape­les cameos, a Van Dyke que con sus 93 años de edad aún exhi­be ple­na ener­gía y a la tan que­ri­da Ange­la Lans­bury de simi­lar edad.

En esen­cia, tan­to la actua­ción, el rit­mo ágil que Marshall impri­me a esta his­to­ria, así como los can­tos, bai­les y la mara­vi­llo­sa coreo­gra­fía con­tri­bu­yen a que este film de los estu­dios Dis­ney, pleno de cora­zón, ter­nu­ra y emo­ción, arro­je un resul­ta­do amplia­men­te favo­ra­ble y gane la adhe­sión de la audien­cia cual­quie­ra sea su edad. Jor­ge Gutman

El Amor Cuestionado

EL AMOR MENOS PEN­SA­DO. Argen­ti­na, 2018. Un film de Juan Vera

No es exa­ge­ra­do afir­mar que El Amor Menos Pen­sa­do sea una de las come­dias román­ti­cas más impor­tan­tes que se haya vis­to en cine en los últi­mos años. Y lo es por­que no se afe­rra en su narra­ción a la típi­ca for­mu­la del mucha­cho que cono­ce a la chi­ca, la con­quis­ta, se pelea y lue­go vuel­ve a recon­quis­tar­la. Por el con­tra­rio, en su pri­mer tra­ba­jo como rea­li­za­dor Juan Vera ha deci­di­do abor­dar el géne­ro de mane­ra dife­ren­te con­si­de­ran­do el amor de un matri­mo­nio, su rup­tu­ra y los efec­tos de la mis­ma. Per­si­guien­do ese obje­ti­vo su film es algo mucho más pro­fun­do que la come­dia román­ti­ca tra­di­cio­nal asu­mien­do, a pesar de su humor sub­ya­cen­te, carac­te­rís­ti­cas de un dra­ma exis­ten­cial aun­que no exis­ta tra­ge­dia algu­na de por medio.

Ricar­do Darín y Mer­ce­des Morán

El argu­men­to se cen­tra en la pare­ja bien ave­ni­da con­for­ma­da por Mar­cos (Ricar­do Darín), un pro­fe­sor de lite­ra­tu­ra, y su espo­sa Ana, exper­ta en encues­tas de mar­ke­ting. Des­pués de 25 años de feliz con­vi­ven­cia brin­dan­do devo­ción y cari­ño a su úni­co hijo Luciano (Andrés Gil) que aho­ra tie­ne 20 años de edad, sien­ten enor­me tris­te­za cuan­do en el aero­puer­to lo des­pi­den en un via­je de estu­dios que empren­de como beca­rio en Espa­ña. En el sun­tuo­so depar­ta­men­to que habi­tan, la par­ti­da del joven va crean­do en sus padres una sen­sa­ción extra­ña al com­pro­bar que el nido se encuen­tra vacío. De algu­na mane­ra el guión del direc­tor co-escri­to con Daniel Cúpa­ro deja entre­ver la nece­si­dad de un pro­yec­to con­jun­to para que el matri­mo­nio siga ade­lan­te. Es ahí que a pesar de que­rer­se, ambos creen que ya no exis­te ena­mo­ra­mien­to y que la rela­ción de seguir así pue­da des­gas­tar­se; antes de que eso acon­tez­ca deci­den sepa­rar­se. ¿Pero pue­de real­men­te haber des­apa­re­ci­do el amor en dos per­so­nas que se siguen que­rien­do? La res­pues­ta a esa com­ple­ja pre­gun­ta resi­de en que es la angus­tia exis­ten­cial mani­fes­ta­da con la par­ti­da de Luciano la que afec­ta el víncu­lo conyugal.

La mayor par­te del metra­je se cen­tra en la vida que Mar­cos y Ana lle­van sepa­ra­da­men­te en los 3 años siguien­tes don­de cada una de ellos vive dife­ren­tes expe­rien­cias sen­ti­men­ta­les sin que se nutra del ver­da­de­ro sen­ti­mien­to que los unió pre­via­men­te. Así Mar­cos se vin­cu­la al prin­ci­pio con una alo­ca­da mujer (Andrea Polit­ti) cono­ci­da a tra­vés de Tin­der para pos­te­rior­men­te con­vi­vir con Celia (Andrea Pie­tra), una de sus alum­nas; por su par­te, Ana ten­drá un encuen­tro con Ansel­mo (Juan Minu­jín), un excén­tri­co ven­de­dor de per­fu­mes, así como tra­ta­rá de man­te­ner una rela­ción esta­ble con su jefe Eloy (Jean Pie­rre Noher). Sin embar­go, a pesar de todo, el matri­mo­nio des­uni­do lle­ga­rá a cobrar con­cien­cia de que don­de hubo fue­go ceni­zas quedan.

Al mar­gen del con­flic­to cen­tral del rela­to, el sóli­do guión pro­vis­to de inge­nio­sos diá­lo­gos inclu­ye situa­cio­nes anec­dó­ti­cas que aun­que apa­ren­te­men­te bana­les cobran real sen­ti­do y trans­mi­ten vita­li­dad. Entre algu­nos joco­sos momen­tos se des­ta­ca la esce­na en que Ana pone a prue­ba el pala­dar de Mar­cos para demos­trar que es exper­to y gran cono­ce­dor de empa­na­das pro­ve­nien­tes de dife­ren­tes pro­vin­cias de Argen­ti­na. Otras ins­tan­cias bien logra­das mues­tran el asom­bro de Ana cuan­do su madre viu­da (Clau­dia Lapa­có) de 82 años con­fie­sa que está ena­mo­ra­da y ade­más le da una lec­ción de vida demos­tran­do que nun­ca es tar­de para el amor como así tam­bién para apren­der nue­vos pasos de bai­le y por supues­to bai­lar. Igual­men­te es apre­cia­ble la rela­ción de Mar­cos con su anciano padre (Nor­man Bris­ki) e igual­men­te la que man­tie­ne con su gran ami­go Edi (Luis Rubio) a quien ama­ble­men­te le recri­mi­na por enga­ñar des­de hace tiem­po a su espo­sa (Clau­dia Fon­tán) con una amante.

Dejan­do de lado los per­so­na­jes secun­da­rios bien dise­ña­dos e irre­pro­cha­ble­men­te inter­pre­ta­dos, es nece­sa­rio des­ta­car que en gran par­te el film se valo­ri­za por la extra­or­di­na­ria carac­te­ri­za­ción que efec­túan de sus pro­ta­go­nis­tas Ricar­do Darín y Mer­ce­des Morán y la nota­ble com­pli­ci­dad entre ellos exis­ten­tes; más aún, ambos con­vier­ten a Mar­cos y Ana en per­so­nas ver­da­de­ras al pun­to tal que el espec­ta­dor se olvi­da por com­ple­to que por detrás hay dos remar­ca­bles acto­res que les dan vida. En todo caso, Darin ya no lle­ga a sor­pren­der; sin duda algu­na, el mejor actor argen­tino ‑y qui­zás lati­no­ame­ri­cano- de su gene­ra­ción con­mue­ve una vez más como el hom­bre sen­si­ble a quien el des­tino le ha some­ti­do el desa­fío de poder supe­rar la cri­sis matri­mo­nial; a su lado, igual­men­te des­te­lla Morán como la mujer que en últi­ma ins­tan­cia com­pren­de­rá que ena­mo­ra­da o no lo que cuen­ta en su vida es el ver­da­de­ro sen­ti­mien­to que la liga a su marido.

Unas pala­bras fina­les para Vera. Si bien es su debut detrás de la cáma­ra, su expe­rien­cia logra­da como pro­duc­tor de fil­mes diri­gi­dos por pres­ti­gio­sos direc­to­res de Argen­ti­na ‑Juan José Cam­pa­ne­lla, Pablo Tra­pe­ro y Lucía Mar­tel, entre otros- más su par­ti­ci­pa­ción como guio­nis­ta en exi­to­sas pelí­cu­las, le ha con­fe­ri­do una admi­ra­ble madu­rez para esta nue­va tarea. Así da mues­tras de cono­cer a fon­do la com­ple­ji­dad del ser humano con su vul­ne­ra­bi­li­dad, sus temo­res, deseos y con­tra­dic­cio­nes a tra­vés de una his­to­ria román­ti­ca que entre­mez­cla armo­nio­sa­men­te la come­dia con el dra­ma. El resul­ta­do es un mag­ní­fi­co film, pleno de ter­nu­ra y emo­ción que resul­ta fácil­men­te apre­cia­ble tan­to por el públi­co masi­vo como igual­men­te por par­te del ciné­fi­lo exi­gen­te. Jor­ge Gutman

El Rey del Vals en un Con­cier­to Especial

ANDRE RIEU DES­DE AUSTRALIA

El caris­má­ti­co direc­tor y vio­li­nis­ta holan­dés André Rieu quien se ha con­ver­ti­do en una super­es­tre­lla del espec­tácu­lo, nue­va­men­te podrá ser apre­cia­do en la gran pan­ta­lla de los cines del mun­do con una pro­duc­ción musi­cal fes­te­jan­do el Nue­vo Año que se ave­ci­na. Eso ha sido posi­ble gra­cias a la gra­ba­ción efec­tua­da en vivo por Pie­ce of Magic Enter­tain­ment des­de el icó­ni­co Ayun­ta­mien­to de Sid­ney, en uno de los con­cier­tos de la gira rea­li­za­da en Aus­tra­lia en el mes de Noviem­bre último.

La carre­ra pro­di­gio­sa de este artis­ta a lo lar­go de más de tres déca­das a tra­vés del glo­bo ha logra­do una audien­cia que se delei­ta escu­chan­do las inter­pre­ta­cio­nes que rea­li­za con su Orques­ta Johann Strauss inte­gra­da por 60 miem­bros pro­ve­nien­tes de 10 nacio­nes. El maes­tro sabe cómo mon­tar un gran espec­tácu­lo inclu­yen­do momen­tos román­ti­cos median­te la eje­cu­ción de músi­ca clá­si­ca, ópe­ra, reper­to­rio pop en don­de no fal­tan los val­ses de los cua­les él es con­si­de­ra­do el rey de este géne­ro. Las giras rea­li­za­das con su orques­ta atraen un audi­to­rio que supera más de 600.000 por año lo que por sí mis­mo dicha cifra super al de Madon­na y Elton John, entre algu­nos nom­bres famosos.

En ese espec­tácu­lo, el gran públi­co que le es fiel ten­drá oca­sión de dis­fru­tar un con­cier­to fes­ti­vo de músi­ca y dan­za con sus sopra­nos, el Trío de Pla­tin Tenors inte­gra­do por los teno­res Tho­mas Gruel (Ale­ma­nia), Bela Mavrak (Aus­tria) y Gary Ben­nett (Aus­tra­lia) así como muchas sor­pre­sas más. En suma, los fac­to­res men­cio­na­dos se aúnan para des­pe­dir 2018 y salu­dar a 2019 de la mane­ra más entre­te­ni­da posi­ble sobre todo si se tie­ne en cuen­ta que ade­más de sus dotes artís­ti­cas, Rieu es un excep­cio­nal animador.

Como com­ple­men­to del espec­tácu­lo, el espec­ta­dor ten­drá acce­so a lo que acon­te­ce detrás del esce­na­rio con las entre­vis­tas de Char­lot­te Haw­kins efec­tua­das a André y sus invi­ta­dos espe­cia­les; es ella la que igual­men­te se desem­pe­ña como anfi­trio­na en opor­tu­ni­dad de los con­cier­tos que André rea­li­za anual­men­te en el mes de Julio en su ciu­dad natal de Maastricht.

André Rieu 2019. New Yea­r’s Con­cert from Syd­ney será trans­mi­ti­do por pri­me­ra vez en las salas de Cine­plex el 31 de diciem­bre de 2018 para difun­dir­se nue­va­men­te los días 1, 2, 3, 4, 5, 6, 10 y 16 de Enero de 2019. Infor­ma­ción adi­cio­nal sobre los cines par­ti­ci­pan­tes y hora­rios res­pec­ti­vos pue­de ser obte­ni­da pre­sio­nan­do aquí

Un Tras­tor­na­do Rey

THE MAD­NESS OF GEOR­GE III

En otra de las pre­sen­ta­cio­nes del ciclo Natio­nal Thea­tre Live, Cine­plex pre­sen­ta­rá la obra de Alan Ben­nett The Mad­ness of Geor­ge III que has­ta el 24 de noviem­bre últi­mo ha sido repre­sen­ta­da en el tea­tro Not­tingham Playhou­se de la ciu­dad ingle­sa de Nottingham.

Mark Gatiss (Foto: Manuel Harlan)

Geor­ge III fue el rey de Gran Bre­ta­ña des­de 1760 has­ta su dece­so en 1820. Duran­te su rei­na­do, la nación se con­vir­tió en la pri­me­ra poten­cia mun­dial exten­dien­do su poder a Cana­dá des­pués de la Gue­rra de los Sie­te Años (1756 – 1763) en que derro­tó a Fran­cia. Sin embar­go duran­te su dinas­tía el monar­ca sufrió una recu­rren­te y pos­te­rior­men­te per­ma­nen­te enfer­me­dad men­tal; es pre­ci­sa­men­te ese acon­te­ci­mien­to lo que ins­pi­ró al dra­ma­tur­go Alan Ben­nett a con­ce­bir su pie­za que fue estre­na­da en 1991 y ade­más fue obje­to de una adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca en 1994 lle­va­da a cabo por su autor y diri­gi­da por Nicho­las Hytner.

Debra Gillett y Mark Gatiss (Foto:Manuel Harlan)

Con la direc­ción escé­ni­ca de Adam Pen­ford la pie­za está pro­ta­go­ni­za­da por el gran actor Mark Gat­tis quien carac­te­ri­za al pode­ro­so rey pre­ci­sa­men­te cuan­do en 1788 comien­za sus des­ór­de­nes men­ta­les y ner­vio­sos atri­bui­dos a la por­fi­ria, una enfer­me­dad san­guí­nea que ha afec­ta­do a varios monar­cas bri­tá­ni­cos. En esa inter­pre­ta­ción Gat­tis, que fue aplau­di­do en for­ma uná­ni­me por los crí­ti­cos lon­di­nen­ses, trans­mi­te ple­na­men­te el dete­rio­ro men­tal y la decli­na­ción físi­ca que se va mani­fes­tan­do en su salud. Es así que para la iden­ti­fi­ca­ción de la cau­sa de sus sín­to­mas los ami­gos de Geor­ge III des­cu­bren al Dr. Willis ‑inter­pre­ta­do por Adrian Scar­bo­rough-. En el pro­ce­so que se esta­ble­ce entre el pacien­te y el médi­co, el hom­bre más pode­ro­so de la tie­rra se ve obli­ga­do a acep­tar la auto­ri­dad de otro ser humano que tra­ta de recu­pe­rar su nor­ma­li­dad del sobe­rano y al pro­pio tiem­po dete­ner las ambi­cio­nes de su hijo, el Prín­ci­pe de Gales ‑inter­pre­ta­do por Wilf Scol­ding- que ambi­cio­na alcan­zar el poder en cali­dad de regen­te del rey.

En esta ver­sión Pen­ford con­si­gue trans­mi­tir la fra­gi­li­dad de la con­di­ción huma­na a tra­vés de la difu­sa línea exis­ten­te entre la locu­ra y la enfer­me­dad como así tam­bién el con­flic­to interno de un pode­ro­so monar­ca en don­de hay un hom­bre por detrás que como cual­quier mor­tal es sus­cep­ti­ble de pade­cer de una enfermedad.

Nicho­las Bishop y Adrian Scar­bo­rough (Foto: Manuel Harlan)

Entre otros miem­bros del elen­co se des­ta­can Debra Gillet como la Rei­na Char­lot­te, Sara Powell como Lady Pem­bro­ke, Harry Kershaw como el Duke de York, Nicho­las Bishop como el joven pri­mer minis­tro y Aman­da Hadin­gue en el papel de Char­les Fox, miem­bro del Par­la­men­to del Par­ti­do Libe­ral Bri­tá­ni­co. El repar­to se com­ple­ta con Nadia Albi­na, Jack Hol­den, Stepha­nie Jacob, Loui­se Jame­son,  Andrew Joshi, Billy Postleth­wai­teJes­si­ca Tem­pleDavid Houns­low y Adam Karim.

La obra será exhi­bi­da los días 20 y 22 de diciem­bre de 2018 y para infor­ma­ción acer­ca de los cines que habrán de pre­sen­tar­la y sus res­pec­ti­vos hora­rios pre­sio­ne aquí.

Clint East­wood, Actor y Realizador

THE MULE.  Esta­dos Uni­dos, 2018. Un film de Clint Eastwood

Des­pués de casi una déca­da de ausen­cia en que asu­mió el doble carác­ter de direc­tor y actor en Gran Torino, el vete­rano rea­li­za­dor Clint East­wood vuel­ve a diri­gir­se a sí mis­mo en The Mule. Con sus 88 años este gran cineas­ta demues­tra una vez más que es un exce­len­te narra­dor de esti­lo clá­si­co de rela­tos que ape­lan al sen­ti­mien­to de mane­ra sutil sin des­bor­dar en bara­ta sensiblería.

Al haber retor­na­do a la actua­ción East­wood tuvo muy en cuen­ta que el per­so­na­je a carac­te­ri­zar debía res­pon­der al de una per­so­na de edad simi­lar; para ello, se ins­pi­ró en un caso real acon­te­ci­do al octo­ge­na­rio ame­ri­cano Leo­nard Sharp cuya his­to­ria fue difun­di­da en varios artícu­los del New York Times.

Clint East­wood

El rea­li­za­dor se valió del guión de Nick Schenk para dar vida a Sharp pero en este caso se tra­ta de un per­so­na­je de fic­ción lla­ma­do Earl Sto­ne. Este anciano que ha sido vete­rano de la gue­rra de Corea dedi­ca sus esfuer­zos a la hor­ti­cul­tu­ra. Como en algu­nos casos sue­le suce­der, la pasión por su tra­ba­jo ha moti­va­do que su fami­lia que­da­se rele­ga­da a segun­do plano y por lo tan­to ale­ja­do de su exmu­jer (Dian­ne Wiest) como así tam­bién de su hija (Ali­son East­wood, pri­mo­gé­ni­ta de Clint).

Con el paso del tiem­po su nego­cio decae y en con­se­cuen­cia, para mejo­rar su con­di­ción finan­cie­ra acep­ta una pro­po­si­ción de tra­ba­jo del pode­ro­so car­tel meji­cano de Sina­loa, su tarea con­sis­te en trans­por­tar en un camión tone­la­das de cocaí­na des­de El Paso, en Texas, has­ta Chica­go, en Illi­nois. Curio­sa­men­te ese trá­fi­co lo rea­li­za a tra­vés de varios años sin que el agen­te de la DEA (Brad­ley Cooper) ni su ayu­dan­te (Michael Peña) sos­pe­chen del trans­por­ta­dor quien guar­da la apa­rien­cia de un ino­cen­te con­duc­tor tran­si­tan­do apa­ci­ble­men­te por las carre­te­ras ame­ri­ca­nas. Des­pués de varios años, el tra­ba­jo de Sto­ne con­clu­ye cuan­do lle­ga a ser des­cu­bier­to y aprehen­di­do por las autoridades.

Plan­tea­do el tema cen­tral, East­wood nutre a su rela­to con sim­pá­ti­cas pin­ce­la­das que su pro­ta­go­nis­ta va vivien­do en cada uno de sus via­jes, ya sea visi­tan­do a vie­jos cono­ci­dos en los tre­chos inter­me­dios o bien a tra­vés de algu­nas situa­cio­nes espe­cia­les que atra­vie­sa: así por ejem­plo, cuan­do en la ruta asis­te a una pare­ja afro­ame­ri­ca­na para cam­biar­le los neu­má­ti­cos de su vehícu­lo, invo­lun­ta­ria­men­te deve­la su sen­ti­mien­to racis­ta al pro­nun­ciar la pala­bra “negro”.

East­wood no juz­ga la moral de su per­so­na­je sino que sim­ple­men­te lo expo­ne y al hacer­lo, más allá de pre­sen­tar­lo como un soli­ta­rio, adus­to cas­ca­rra­bias y xenó­fo­bo indi­vi­duo dedi­ca­do al trá­fi­co de dro­gas, tra­ta de resal­tar su encu­bier­to huma­nis­mo. Así, a la pos­tre, sin arre­pen­ti­mien­to de lo actua­do en el pasa­do, Sto­ne tra­ta de redi­mir­se acer­cán­do­se está vez a su fami­lia como así tam­bién ayu­dar a su nie­ta adul­ta recu­rrien­do a sus exce­len­tes ingre­sos obte­ni­dos en su tra­ba­jo de mula.

Aun­que el film que se comen­ta no adquie­ra espe­cial rele­van­cia, de todos modos lle­va la impron­ta de su rea­li­za­dor por su flui­da narra­ción y muy bue­na actua­ción del elen­co, don­de deci­di­da­men­te sobre­sa­le la suya; su mag­ní­fi­ca carac­te­ri­za­ción del per­so­na­je cen­tral per­mi­te una total empa­tía del públi­co. Es de desear que el amor que East­wood sien­te por el cine, le per­mi­ta seguir ofre­cien­do tra­ba­jos hones­tos, sin­ce­ros y huma­nos, como lo ha veni­do efec­tuan­do a lo lar­go de su valio­sa fil­mo­gra­fía. Jor­ge Gutman