Las Eter­nas Mujercitas

LITTLE WOMEN. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Gre­ta Gerwig

Des­pués de su exi­to­so debut como rea­li­za­do­ra en Lady Bird (2017), la actriz Gre­ta Ger­wig se ubi­ca nue­va­men­te detrás de las cáma­ras para abor­dar la clá­si­ca nove­la Little Women de Loui­sa May Alcott publi­ca­da en 1868 y que fue tras­la­da­da al cine en varias opor­tu­ni­da­des. En esta oca­sión, la adap­ta­ción efec­tua­da por Ger­wig adop­ta un tono moder­nis­ta aun­que res­pe­tan­do la esen­cia de su contenido..

Saoir­se Ronan

La tra­ma que se desa­rro­lla duran­te la segun­da mitad del siglo 19 gira en torno de cua­tro her­ma­nas de la fami­lia March vivien­do en Con­cord, Mas­sa­chu­setts. La mayor de ellas es Meg, Jo le sigue en edad, Beth es la ter­ce­ra y Amy la menor. En la ver­sión de Ger­wig, el rela­to comien­za con la adul­ta Jo (Saoir­se Ronan), el alter ego de Alcott, quien se encuen­tra en Nue­va York tra­ba­jan­do como maes­tra y que como nova­ta escri­to­ra tra­ta de ven­der su pri­mer tra­ba­jo al edi­tor de una revis­ta (Tracy Letts); al pro­pio tiem­po vive un roman­ce con Frie­drich Bhaer (Louis Garrel), un pro­fe­sor lin­güis­ta fran­cés, que se ve inte­rrum­pi­do por las crí­ti­cas que él le efec­túa en torno a la natu­ra­le­za de las his­to­rias por ella escri­tas. Por su par­te, Amy (Flo­ren­ce Pugh), se encuen­tra en París estu­dian­do pin­tu­ra a la vez que acom­pa­ña a su rica tía (Meryl Streep).

A tra­vés de flash­backs, la rea­li­za­do­ra retro­ce­de la acción 7 años don­de vemos a las chi­cas con­vi­vien­do con su madre Mar­mee (Lau­ra Dern), una abne­ga­da tra­ba­ja­do­ra social que tra­ta de man­te­ner a la fami­lia uni­da en ausen­cia del padre (Bob Oden­kirk) quien está pres­tan­do ser­vi­cios en la Gue­rra Civil de Sece­sión. A todo ello la céli­be tía March, un tan­to esnob, alta­ne­ra y cas­ca­rra­bias, urge a las jóve­nes a bus­car un poten­cial mari­do adi­ne­ra­do para afron­tar la vida de mane­ra más esta­ble y confortable.

Fun­da­men­tal­men­te, la esen­cia de esta his­to­ria radi­ca en la diná­mi­ca enta­bla­da entre las her­ma­nas, cada una con sus pro­pias carac­te­rís­ti­cas. Jo, apa­sio­na­da de la lite­ra­tu­ra, repre­sen­ta a la joven de espí­ri­tu inde­pen­dien­te que aspi­ra con­cre­tar una carre­ra como nove­lis­ta. La sen­si­ble Meg (Emma Watson) con incli­na­cio­nes de actriz final­men­te deja de lado esos sue­ños al encon­trar­se rea­li­za­da en su matri­mo­nio con John Broo­ke (James Mor­ton), un maes­tro de modes­tos recur­sos. En tan­to la pre­sun­tuo­sa y egoís­ta Amy sien­te celos de Jo por la impor­tan­cia que adquie­re en el seno fami­liar y en un acto mali­cio­so que­ma el borra­dor de uno de sus tra­ba­jos, aun­que final­men­te se redi­me pre­va­le­cien­do el amor fra­ter­nal. En tan­to, la dul­ce, tier­na y frá­gil Beth (Eli­za Scan­len) encuen­tra solaz tocan­do el piano, sin sos­pe­char el gol­pe que el des­tino habrá de aca­rrear­le. Den­tro de ese ínti­mo circu­lo se halla el joven y encan­ta­dor vecino Lau­rie (Timothée Cha­ma­let) quien ena­mo­ra­do de Jo es recha­za­do en su pro­pues­ta matri­mo­nial por­que ella desea ser su pro­pia per­so­na y por lo tan­to pri­vi­le­giar su liber­tad sin ata­du­ras sentimentales.

Aun­que en línea gene­ral las inter­pre­ta­cio­nes son satis­fac­to­rias, por la impor­tan­cia que adquie­re su rol se dis­tin­gue Ronan al iden­ti­fi­car­se ple­na­men­te con la aco­me­te­do­ra Jo, tal como la auto­ra la con­ci­bió en su nove­la; igual­men­te gra­vi­ta la muy bue­na com­po­si­ción de Pugh en un rol no muy sim­pá­ti­co, como así tam­bién se luce el joven Cha­ma­let cuyo per­so­na­je guar­da una muy bue­na quí­mi­ca con el de Jo.

Guar­dan­do un pro­fun­do afec­to hacia las mujer­ci­tas de Alcott, Ger­wig ha logra­do una pelí­cu­la que real­za los valo­res de la fami­lia al pro­pio tiem­po que deja tras­lu­cir, a tra­vés de Jo, el empo­de­ra­mien­to feme­nino en una épo­ca tan dis­tan­te de la actual. Lo más impor­tan­te es que la direc­to­ra, apar­tán­do­se del mar­co de una con­ven­cio­nal narra­ti­va, depa­ra para la actual gene­ra­ción de ciné­fi­los una agra­da­ble y emo­ti­va come­dia dra­má­ti­ca con­per­so­na­jes que­ri­bles y fáci­les de empa­ti­zar. Jor­ge Gutman