Un Pro­di­gio­so Ajedrecista

FAHIM. Fran­cia, 2019. Un film de Pie­rre-Fra­nçois Martin-Laval.

Un acon­te­ci­mien­to real per­mi­tió al direc­tor Pie­rre-Fra­nçois Mar­tin-Laval con­ce­bir una come­dia dra­má­ti­ca que por sus carac­te­rís­ti­cas asu­me el carác­ter de un cuen­to de hadas.

Basa­do en el libro Un roi clan­des­tin de Sophie Le Callen­nec y Xavier Par­men­tier, el guión del rea­li­za­dor se cen­tra en Fahim (Assad Ahmed) de 8 años quien en 2008 jun­to a su padre Nura (Raha­man Nura) dejan al res­to de la fami­lia en Ban­gla­desh para asen­tar­se en Paris en pro­cu­ra de un mejor por­ve­nir que el que pue­de ofre­cer­les la ines­ta­ble y tumul­tuo­sa tie­rra natal. Una vez más el cine abor­da el espi­no­so y tris­te tema de los refu­gia­dos que tra­tan de obte­ner asi­lo polí­ti­co con la ame­na­za de ser expul­sa­dos en cual­quier momen­to. Ésa es la situa­ción que enfren­tan Fahim y su progenitor.

Gérard Depar­dieu y Assad Ahmed

Como siem­pre exis­te la posi­bi­li­dad de que halla una luz al final del túnel, eso acon­te­ce con Fahim. Habien­do sido un pro­di­gio del aje­drez en Ban­gla­desh, encuen­tra aho­ra la posi­bi­li­dad de sua­vi­zar sus penas cuan­do por un gol­pe de bue­na suer­te se vin­cu­la con Syl­vain (Gérard Depar­dieu) quien es uno de los más impor­tan­tes ins­truc­to­res fran­ce­ses de dicho jue­go en un club local. Al prin­ci­pio es recha­za­do por Syl­vain por­que no logra expre­sar­se bien en fran­cés; con todo, mer­ced al huma­nis­mo demos­tra­do por Mathil­de (Isa­be­lle Nanty), la asis­ten­te del ins­truc­tor, el niño pue­de asis­tir a las cla­ses de este maes­tro que logra apre­ciar la saga­ci­dad e inte­li­gen­cia del chi­co en el mane­jo de las pie­zas de este difí­cil depor­te inte­lec­tual. En con­se­cuen­cia, la des­con­fian­za y rece­lo ini­cial cede paso al afec­to que gra­dual­men­te va sur­gien­do entre pro­fe­sor y alumno para con­ver­tir­se en una sóli­da amistad.

Lo que sigue es pre­de­ci­ble pero no menos autén­ti­co y emo­ti­vo. Así, Fahim se des­ta­ca en los tor­neos loca­les para final­men­te par­ti­ci­par en la com­pe­ten­cia nacio­nal don­de en 2012 es coro­na­do como el Cam­peón de Aje­drez en la cate­go­ría corres­pon­dien­te a meno­res de 12 años. Obvia­men­te, esa con­sa­gra­ción per­mi­ti­rá que tan­to él como su padre obten­gan la anhe­la­da resi­den­cia y que pron­ta­men­te toda la fami­lia pue­da reunirse.

Si bien la his­to­ria es ver­da­de­ra en don­de el pro­fe­sor Syl­vain es real­men­te Xavier Par­men­tier, uno de los dos auto­res del libro men­cio­na­do, el film per­mi­te apre­ciar el tesón de Fahim en triun­far, la deter­mi­na­ción de su padre en ven­cer los gra­ves obs­tácu­los inter­pues­tos, como así tam­bién la soli­da­ri­dad de des­co­no­ci­dos para ayu­dar­les, real­zan­do el lado posi­ti­vo del géne­ro humano.

Si en pala­bras ésta es una bella his­to­ria, en su imple­men­ta­ción el direc­tor ha logra­do un film de bue­nos sen­ti­mien­tos capaz de con­mo­ver al espec­ta­dor. Final­men­te cabe des­ta­car el buen tra­ba­jo de Depar­dieu, la cali­dez des­ple­ga­da por Nanty, así como la nota­ble inter­pre­ta­ción de Ahmed quien por pri­me­ra vez se encuen­tra enfren­tan­do a una cáma­ra no sien­do un actor pro­fe­sio­nal como tam­po­co lo es Raha­man. Jor­ge Gutman