NADIABUTTERFLY. Canadá, 2020. Un film escrito y dirigido por Pascal Plante. 107 minutos
Este muy buen drama de Pascal Plante considera de manera íntima y psicológica los avatares de la vida de una atleta que ha decidido retirarse de su carrera profesional.
La acción del relato que se desarrolla en la villa olímpica de Tokio, donde se supone que las Olimpíadas de 2020 tienen lugar tal como estaban planeadas, gira en torno de Nadia (Katerine Savard), una prodigiosa nadadora de Quebec que participa en el evento.
Katerine Savard
Toda la gloria del deporte se caracteriza en triunfar cuando llega el momento de competir, sin embargo ese logro tiene un considerable costo en la medida que insume grandes esfuerzos en términos de rigor físico, estricta disciplina, régimen alimenticio y el preciso cumplimiento del horario programado; es por eso que después de la actual competencia Nadia ha decidido dejar el mundo del deporte en el que estuvo sumergida durante muchos años de su vida, siendo su propósito el de lograr una nueva identidad como persona.
El relato fundamentalmente reposa en las sesiones de entrenamiento previas a la gran jornada, donde Nadia sigue atentamente las instrucciones de Sébastien (Pierre-Yves Cardinal), su estimado entrenador de largo tiempo. En este quehacer ella se encuentra acompañada por Marie-Pierre (Ariane Mainville), su compañera deportiva franco canadiense por espacio de una década con la cual cimentó una gran amistad, como así también por las anglófonas Karen (Hilary Caldwell) y Jess (Cailin McMurray).
En esta historia Plante ha contado con la valiosa colaboración de la fotografía de Stéphanie Weber Biron captando estupendamente los ágiles movimientos desplegados por Nadia mientras está nadando en estilo mariposa; eso resalta aún más en la admirable escena que tiene lugar en los relevos de los 4 x 100 metros, ofreciendo una inmejorable sensación de autenticidad. En tal sentido uno de los grandes logros del film es precisamente la veracidad que destila, en gran parte debido a que el realizador en el pasado ha sido un nadador competitivo en tanto que Savard y Mainville son consumadas nadadoras en la vida real.
Además de la faceta deportiva el film ofrece un momento de tensión cuando Nadia sin querer hiere los sentimientos de sus compañeras de equipo al comentar que para triunfar en el deporte no es tanto el esfuerzo colectivo que cuenta sino más bien el individualismo personal; con todo, la sangre de ninguna manera llega al río porque en el grupo predomina un marcado sentimiento de solidaridad. El relato de Plante no escatima algunos momentos de notable emotividad como la pena que experimenta el entrenador con el alejamiento de su querida discípula, como así también el hálito melancólico producido cuando finalizado el torneo llega el momento en que Nadie se despide de Marie-Pierre.
Plante ha logrado un sólido film deportivo que se distingue por su completa verosimilitud y por su calificado elenco en el que Savard en el rol protagónico transmite vivamente los vaivenes emocionales de Nadia en vísperas de su tránsito hacia un nuevo rumbo de su existencia. Jorge Gutman
THENEST. Gran Bretaña-Canadá, 2019. Un film escrito y dirigido por Sean Durkin 107 minutos
Después de varios años de ausencia en el que Sean Durkin impresionó con su ópera prima Martha Marcy May Marlene (2011) abordando un buen drama de horror psicológico, ahora retorna con The Nest en el que considera la desintegración de una relación conyugal.
Jude Law y Carrie Coon
La acción que comienza en Estados Unidos se desarrolla a mediados de la década del 80, un período en el que se exaltan las ventajas del sistema capitalista. Dentro de ese marco se sale al encuentro de Rory O’Hara (Jude Law), un británico de mediana edad que se desenvuelve como operador en el mercado financiero de Nueva York. Es en esa ciudad donde vive confortablemente con su esposa americana Allison (Carrie Coon) que es entrenadora de caballos, su hijo Ben (Charlie Shotwell) y su hijastra Sam (Oona Roche). Todo cambia para esta familia cuando Rory expresa su deseo de retornar a Inglaterra porque recibió una tentadora oferta de trabajo profesional con muy buena remuneración. En la medida que la familia se ha desplazado en varias oportunidades durante los últimos años, Allison se encuentra reluctante de volver a hacerlo pero finalmente acepta la decisión de su esposo y es así que el núcleo familiar se muda a una amplia mansión gótica ubicada en Surrey, no muy lejos de Londres.
Los problemas conyugales comienzan a surgir a partir del momento en que Allison se entera que el motivo por el que su marido decidió trasladarse a Inglaterra no respondió exactamente a lo que él le había dicho. A ello se agrega que Rory en su puesto de asesor financiero mantiene serias diferencias con su jefe (Michael Culkin) quien no quiere aceptar las medidas por él sugeridas.
Lentamente se van revelando los delirios de grandeza de Rory donde sus imaginativos sueños de un futuro brillante comienzan a tambalear, los ingresos disminuyen y las deudas se van acumulando; asimismo la relación matrimonial se vuelve más tensa dado que Allison se ve afectada por las mentiras de su esposo y además se siente agobiada dentro de los muros de una residencia palaciega a todas luces lúgubre; el único solaz de esta mujer es un muy querido caballo que ha traído de Estados Unidos pero cuya repentina muerte le produce un gran desconsuelo. A medida que el tiempo transcurre el clima de animosidad entre marido y mujer se va intensificando y esa desarmonía repercute sensiblemente en sus hijos quienes además no logran ajustarse por completo al nuevo ambiente cultural.
Durkin logra una buena puesta escénica aunque su guión no alcanza conformar suficientemente. Si bien se puede inferir que él ha querido efectuar una crítica sobre el materialismo cultural imperante en la época como causa de la disgregación conyugal, el desarrollo dramático de su relato no resulta muy convincente, sobre todo por un final decididamente inconcluso donde se ignora cuál será el futuro de esta familia. Lo mejor del film descansa en su elenco en donde Law se desempeña cabalmente como el insaciable trepador que finalmente se topa con la cruda realidad, en tanto que Coon caracteriza impecablemente a la mujer que lentamente se desestabiliza emocionalmente al enfrentar la descomposición del núcleo familiar. Jorge Gutman
RADIOACTIVE. Gran Bretaña, 2019. Un film de Marjane Satrapi. 103 minutos
Sin duda alguna una de las mujeres más renombradas del campo científico ha sido Maríe Curie ‑nacida en Polonia como Maria Sklodowska‑, la autora de importantes descubrimientos realizados durante su vida y la única persona hasta la fecha en haber recibido dos premios Nobel. Es así que la inteligente directora iraní Marjane Satrapi, que gratamente impresionó en Persepolis (2007), rinde en Radioactive un homenaje a esta pionera de la radioactividad.
Rosamund Pike
Basado en la novela gráfica de Lauren Redniss, el guión de Jack Torne relata la vida de esta excepcional mujer resaltando su existencia profesional aunque sin descartar algunos aspectos de su vida personal.
En 1893 Marie (Rosamund Pike), es una joven investigadora que trabaja en el laboratorio del físico e inventor Gabriel Lippmann (Simon Russell Beale) hasta el momento en que es despedida por requerir mayor libertad de acción en el ejercicio de su tarea. Su situación habrá de cambiar al conocer fortuitamente al científico Pierre Curie (Sam Riley) quien reconociendo sus aptitudes la invita a trabajar con él en su laboratorio de La Sorbona; al existir una atracción mutúa, después de un breve período de flirteo romántico ambos unirán sus vidas cimentando una familia con sus dos hijas Eva e Irene.
Las investigaciones científicas conjuntamente realizadas les permiten examinar la radiación que se puede desprender del uranio como así también descubren otros dos elementos químicos, el polonio y el radium. Ese aporte revolucionario que Marie bautizó con el nombre “radioactividad” les hace merecedores del premio Nobel de física en 1903.
Satrapi intercala adecuadamente en el relato las implicaciones que la radioactividad produjo a través del tiempo. Así en 1957, un doctor de Cleveland lo utiliza para atenuar el tumor canceroso de un joven pero al propio tiempo se comprueba otros hechos desafortunados como la devastación producida en Hiroshima en 1945, la prueba nuclear en el desierto de Nevada en 1961 así como el desastre nuclear de Chernobyl acontecido en 1986.
Un aspecto distintivo del film es la ilustración de la personalidad de Marie como una mujer resoluta y firme reflejando cierta agresividad a fin de defender su condición femenina. Su deseo de no quedar relegada a un segundo plano se manifiesta en una escena de reproche que ella efectúa a su marido al regresar de Estocolmo donde viajó solo para recibir en nombre de ambos el premio Nobel adjudicado.
Un duro golpe constituyo para Marie la muerte de Pierre en 1906. No obstante, su fortaleza la permitió continuar trabajando intensamente en su laboratorio, incluso poniendo en serio riesgo su salud por la anemia contraída a causa de la radiación. Su devoción profesional queda nuevamente reconocida al ser distinguida por segunda vez en 1911 con el Nobel de química donde al asistir a la ceremonia de entrega del honorable premio es aplaudida clamorosamente por la audiencia presente.
Mediante una honesta y compenetrada descripción de esta excepcional científica, Satrapi permite que su muy bien construido relato cunda en el público, realzado por la excepcional interpretación de Pike; en el mejor papel de su carrera, la talentosa actriz ofrece un vívido retrato de Marie, destacando su pasión al servicio de la ciencia como así también demostrando su determinación en jamás permitir que fuese discriminada como mujer. Finalmente, puede agregarse que este buen film resulta sumamente oportuno en el momento actual donde queda evidenciado el empoderamiento femenino. Jorge Gutman
Habiendo sido programada para el cancelado Festival de Cannes, es en el TIFF donde por primera vez ha sido presentada esta voluptuosa película que como su título lo anticipa se centra en una pasión.
El film está basado en la novela autobiográfica de Annie Ernaux publicada en 1992 aunque la adaptación para el cine realizada por la directora Danielle Arbid y la autora del libro ubica la acción en el momento actual.
El relato que transcurre en París introduce a Hélène (Laetitia Dosch) una profesora investigadora divorciada y madre de un hijo preadolescente que siente un irresistible deseo sexual hacia Alexandre (Sergei Polunin), un hombre más joven que ella quien se desempeña en Francia como diplomático en la embajada rusa. No es la primera vez que el cine aborda una temática semejante pero en este caso lo objetable es la falta de descripción adecuada de estos dos personajes. Nada se sabe del pasado de Hélène, su actitud asumida en su fracasada vida conyugal como así también se ignora cómo llegó a conocer a su amante y qué es lo que incentivó su fuerte atracción. Asimismo, Alexandre con su cuerpo tatuado resulta un enigma; sólo se sabe que es casado y con su rostro completamente inexpresivo lo único que deja traslucir es el modo en que utiliza a Hélène como muñeca sexual.
https://www.youtube.com/watch?v=IEqB3398Zq4
A lo largo de su desarrollo Arbid trata de transmitir hasta qué punto la desenfrenada pasión de Hélène y su total dependencia hacia un hombre manipulador que nada siente por ella, la conduce a un desequilibrio emocional afectando su labor profesional y su responsabilidad maternal al descuidar a su hijo. Sin embargo el propósito de la realizadora se desvirtúa al ilustrar el vínculo amoroso de los amantes mediante repetidas y alargadas escenas de copulación rodadas en primer plano que insumiendo considerable parte del metraje llegan a producir letargo; su errática puesta escénica atenúa la atracción del relato que se encuentra agravado por un precipitado desenlace.
Lo más importante del film reside en la muy buena prestación de Dosch quien a pesar de las limitaciones del guión logra reflejar la profunda angustia y sufrimiento de una mujer que no puede dominar su enfermizo instinto sexual. Queda como balance un drama erótico de escasa convicción en el que su protagonista femenina contrasta fuertemente con el empoderamiento de la mujer embanderado por el movimiento #metoo.
CASADEANTIGUIDADES (Brasil-Francia)
Escrito y dirigido por Joäo Paulo Miranda Maria, este bien intencionado film parte de una premisa interesante pero posteriormente se bifurca desvaneciendo el potencial contenido en sus primeras escenas.
La acción transcurre en la época actual donde Cristoyam (Antônio Pitanga), un hombre negro de edad madura proveniente del norte brasileño, ha estado trabajando durante 30 años en una factoría láctea ubicada en una ciudad sureña del país y que ahora pertenece a una compañía austríaca. Debido a la crisis económica que aflige a la fábrica, él está obligado a aceptar la reducción de su salario para seguir conservando su empleo. De inmediato, el relato adopta un rumbo diferente cuando el hombre encuentra un refugio en una casa abandonada donde descubre diferentes objetos que le hacen rememorar sus orígenes y el de sus ancestros.
https://www.youtube.com/watch?v=QKxnNSHZhLU
Miranda Maria desea transmitir la dimensión espiritual de su protagonista dentro del trauma que vive en el marco de una sociedad conservadora y prejuiciosa. Asimismo puede inferirse que el realizador quiere demostrar que el legado colonial del pasado con la intolerancia y discriminación racial por parte de los políticos de los ricos estados sureños del país hacia los habitantes autóctonos de color de las regiones del norte, sigue subsistiendo en el presente; con todo, el guión no logra encontrar el foco preciso al haber recurrido a una narración abstracta que afecta la coherencia del relato desestimulado su interés. A su favor, el insuficientemente logrado film se beneficia por sus buenos efectos visuales.
TRUEMOTHERS (Japón)
La presentación de filmes en línea del TIFF culminó con este conmovedor drama de la veterana realizadora japonesa Noami Kawase. Si bien el delicado tema de la adopción ya ha sido tratado por el cine, como por ejemplo lo abordó Jeane Herry en Pupille (2018), aquí Kawase lo considera desde un ángulo diferente basándose en la novela homónima de 2015 de Mizuki Tsujimura.
De manera no lineal el relato está estructurado en tres partes muy bien cohesionadas. En su comienzo se observa al matrimonio japonés conformado por Satoko (Hiromi Nagasaku), su marido Kiyokazu (Arata Lula) y el hijo Asato (Reo Sato) de 6 años. Más allá de un incidente escolar entre el niño y un compañero de escuela, se aprecia el calor de familia imperante entre sus tres integrantes. Posteriormente el guión retrocede la acción hacia atrás reseñando las dificultades del matrimonio que deseosos de ser padres se encuentran impedidos por una deficiencia espermática de Kiyokazu. Habiendo tomado nota de la existencia de Baby Baton, una organización sin fines de lucro destinada a niños recién nacidos de madres que no pueden hacerse cargo de sus hijos para ser adoptados por quienes no pueden concebir, la pareja acude a la misma y es así que con gran alegría logran adoptar a Asato al momento de nacer, teniendo todos los derechos de actuar como verdaderos padres. Volviendo la acción al tiempo actual el nudo conflictivo del relato se produce cuando de manera sorpresiva aparece en escena Hikari (Aju Makita), la joven madre biológica de Asato reclamándolo. De allí en más la historia se retrotrae nuevamente a la época en que Hikari con sus 14 años quedó embarazada de Takumi (Taketo Tanaka), un compañero de escuela, y sus estrictos padres (Tetsu Hirahara, Hiroko Nakajima) se encuentran imposibilitados de abortar la gestación por estar bastante avanzada; es así que ella es enviada a Baby Baton durante el período restante de su embarazo.
Excelentemente el film expone el gran dilema entre una madre que junto a su esposo ha brindado todo su amor al hijo adoptivo y la madre biológica que desearía no quedar eliminada de la vida de Asato. Kawase con gran sutileza logra imprimir genuina emoción a esta humana historia sobre lo que implica ser una verdadera madre así como las diferentes facetas que puede adquirir la maternidad; para ello contó con las remarcables actuaciones de Nagasaku y Makita quienes con completa naturalidad se adentran en sus respectivos personajes. De excelente factura técnica, la excepcional fotografía de Yuta Tsukinaga contribuye a realzar los valores de este ponderable drama.
Una de las más agradables sorpresas de un festival es cuando se descubre nuevos valores capaces de revitalizar la cinematografía. Esto es lo que acontece con Suzanne Lindon, de apenas 20 años que es toda una revelación como directora, guionista y protagonista en su primer largometraje
Lindon da vida a su alter ego Suzanne, una adolescente de 16 años un tanto tímida y retraída proveniente de una familia de clase media que vive en París. Bien querida por sus padres (Frédéric Pierrot y Florence Viala) y su hermana mayor, no hay nada que en ese ámbito pueda afectarla. Apartándose de los clásicos problemas que surgen durante la transición adolescente, en este caso la joven directora no los considera aquí sino que el factor que motoriza a su relato es la casual atracción que despierta en ella Raphaél (Arnaud Valois), un actor de 35 años a quien llegó a divisar en su camino de la escuela hacia su hogar al pasar por la puerta del teatro donde actúa. Inducida por ella, prontamente se establece una aproximación entre ambos donde sus encuentros se producen en algunos cafés y caminatas. A través de gestos y de no muchas palabras entre los dos se establece una especial comunicación donde la diferencia de 19 años de edad que los separa parecería no existir. Para Suzanne ese acercamiento produce el primer sentimiento amoroso que brota de su cuerpo; en cuanto a él, que igualmente se enamora de ella, prefiere guardar la distancia necesaria, respetándola en todo momento y evitando que la pasión irrumpa en ese amor platónico.
Con poco diálogo, a través de observaciones precisas Lindon transmite elocuentemente la turbulencia, confusión, emoción y hasta cierto temor de Suzanne hacia una persona que más que la dobla en edad pero que la hace feliz aunque el vínculo romántico no llegue a consumarse. Con un final abierto, la inteligente realizadora demostrando una inusual madurez entrega una pequeña joya plena de ternura y poesía capaz de conformar enteramente al espectador. Siendo Lindon la hija de dos excelentes actores como lo son Vincent Llndon y Sandrine Kiberlain aquí podría aplicarse el refrán “De tal palo, tal astilla”.
ANOTHERROUND (Dinamarca)
La cultura de la bebida alcohólica en Dinamarca es abordada por el conocido director danés Thomas Vinterberg en una historia que pretende divertir aunque el balance final resulte discutible.
El protagonista es Martin (Mads Mikkelsen), un profesor de historia de mediana edad en una escuela de enseñanza media de Copenhague; él ha llegado a una etapa de su vida donde se siente un tanto apagado, de escaso aliciente y sin la vitalidad necesaria de antaño; eso se refleja tanto en su actividad docente como también en su vida personal dado que como marido y padre de familia no demuestra mayor interés sobre lo que acontece en su hogar.
Su vida social se centra en la amistad que mantiene con Tommy (Bo Larsen), Peter (Lars Ranthe) y Nikolaj (Magnus Millang) quienes también son profesores de diferentes cátedras en el mismo establecimiento escolar. La rutina de Martin cambia a partir de una comida con sus amigos celebrando los 40 años de Nikolaj donde el festejado les hace saber que, según la teoría sustentada por el filósofo y psicólogo noruego Finn Skårderud, los seres humanos nacen con una deficiencia de alcohol en la sangre; por lo tanto él propone al grupo realizar un experimento consistente en no restringirse en el consumo de bebidas alcohólicas, para comprobar si realmente les habrá de suministrar mayor energía y vigor en lo que emprenden. Aunque reluctante al principio, Martín acepta la propuesta y comprueba que la bebida le permite mayor frescura y entusiasmo en la relación con sus alumnos, como así también revitalizar su matrimonio con su mujer Trine (María Bonnevie).
Hasta aquí el guión de Tobías Lindholm y de Vinterberg tiene la intención de amenizar con las andanzas de 4 inmaduros sujetos que tanto en el lugar de trabajo como fuera del mismo aprovechan sus encuentros para dar rienda suelta a la bebida con excesivas dosis de vino, whisky, vodka y champán, terminando a la postre borrachos. A partir de allí el desarrollo de la trama adquiere un carácter más serio; así, las consecuencias del desorbitado consumo de alcohol repercute negativamente en Martin produciendo la separación de su cónyuge y sus dos hijos adolescentes, como al propio tiempo esa peligrosa adicción adquiere connotaciones similares para los restantes amigos donde uno de ellos sufre un dramático percance.
La objeción que merece esta historia reside en su mensaje decididamente contradictorio. Por un lado ilustra claramente los efectos perniciosos de la drogadicción alcohólica; pero por el otro pareciera ofrecer una oda a la vida donde en la escena final los estudiantes del curso celebran su graduación escolar bailando y consumiendo alcohol. En todo caso, más allá de ignorar hacia dónde Vinterberg apunta con este film ‑que sin mayor profundidad fluctúa entre la comedia y el drama‑, cabe destacar la correcta realización y su buen elenco en donde Mikkelsen asumiendo el rol protagónico reafirma una vez más que es uno de los mejores actores de Europa.
MLK/FBI(Estados Unidos)
He aquí otro de los remarcables documentales presentados en esta edición del TIFF. El realizador Sam Pollard pasa revista a una de las etapas más oscuras de la historia americana del siglo pasado ilustrando cómo el gobierno trató de desprestigiar a Martin Luther King Jr.
A partir de la desclasificación de documentos del FBI el film reconstruye magníficamente el enfrentamiento de J. Edgar Hoover, quien durante 48 años ha sido el director de dicha agencia federal de investigación, con su enemigo más temible MLK. Esa animosidad comienza en 1956 cuando Luther King, el afroamericano ministro de la fe cristiana, como decidido activista persigue de manera pacífica que sus compatriotas de color adquieran los mismos derechos civiles que los blancos sin sufrir la inhumana discriminación existente de la época.
Dada la gravitación que MLK va adquiriendo en la medida que sus prédicas alcanzan amplia resonancia en Estados Unidos, Hoover considera que Luther King es una persona peligrosa para la nación, fundamentándose en el hecho de que él está apoyado por influyentes personas de ideología comunista. A través de importante material de archivo, entrevistas con algunas personalidades académicas como el historiador Beverly Gage y en especial Clarence Jones que fuera amigo personal de King, se demuestran los métodos nefastos de espionaje empleados por el FBI para desacreditar a su adversario. Sin embargo las maniobras de la agencia no logran disminuir la popularidad de MLK que alcanza su pico máximo con su más famoso discurso “I have a dream” de agosto de 1963 en el cual expresa su deseo de que la gente blanca y negra pueda coexistir armoniosamente; ese hito unido al Premio Nobel de la Paz obtenido en 1964 motiva a que un decepcionado y alarmado Hoover tuviera que recurrir a la extorsión denunciando su infidelidad conyugal. Como es bien sabido, la vida del apóstol del pacifismo llega a su fin a los 39 años al ser asesinado en abril de 1968 por un segregacionista blanco.
Este cautivante y bien construido documental puede que para muchos no agregue mucho a lo ya conocido; sin embargo su mensaje es importante para las nuevas generaciones. Teniendo en cuenta que hoy día la violencia racial hacia el afroamericano aún perdura ‑basta recordar el crimen de George Floyd de mayo pasado‑, este film es más que bienvenido a la vez que constituye un indirecto apoyo a la causa del loable movimiento “Black lives matter”.