Cine­ma­nia 2020 (I)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

El 4 de noviem­bre comien­za la 26ª edi­ción del fes­ti­val de Cine­ma­nia que se exten­de­rá has­ta el 22 de noviem­bre. Debi­do a los acon­te­ci­mien­tos de domi­nio públi­co, esta mues­tra de fil­mes habla­dos en fran­cés con sub­tí­tu­los en inglés, será difun­di­da exclu­si­va­men­te en línea en todo Cana­dá. La pro­gra­ma­ción inclu­ye 43 lar­go metra­jes de los cua­les algu­nos títu­los son ofre­ci­dos en carác­ter de pri­mi­cia mundial.

Para obte­ner una infor­ma­ción com­ple­ta de las pelí­cu­las que serán difun­di­das y sobre la adqui­si­ción de bille­tes en línea el sitio a con­sul­tar es festivalcinemania.com  

He aquí el comen­ta­rio de algu­nos fil­mes ya vis­tos. 

Sous les étoi­les de Paris (Fran­cia-Bél­gi­ca)

Bajo las estre­llas de París bri­lla una artis­ta excep­cio­nal en este film de Claus Dre­xel. No pue­de cali­fi­car­se de otra mane­ra la actua­ción de la vete­ra­na Cathe­ri­ne Frot quien con alma y vida se sumer­je en un per­so­na­je no muy sen­ci­llo de caracterizar.

Maha­ma­dou Yaf­fa y Cathe­ri­ne Frot en SOUS LES ÉTOI­LES DE PARIS

Mos­tran­do un París muy lejos de la ima­gen turís­ti­ca que se sue­le apre­ciar de esta bella ciu­dad, aquí el espec­ta­dor se encuen­tra con su lado oscu­ro con­tem­plan­do las pau­pé­rri­mas con­di­cio­nes de vida de los iti­ne­ran­tes que no tie­nen domi­ci­lio fijo. Ésa es la situa­ción que atra­vie­sa Chris­ti­ne (Frot), una mujer de edad madu­ra que sin techo pro­pio uti­li­za como vivien­da un reduc­to ubi­ca­do bajo uno de los puen­tes de París. Social­men­te apar­ta­da de fami­lia­res y ami­gos esta paté­ti­ca mujer se vale de los ban­cos de comi­da don­de en for­ma gra­tui­ta logra ali­men­tar­se como al pro­pio tiem­po duran­te el día deam­bu­la por las calles de París. Su ruti­na cam­bia cuan­do una noche de pleno invierno, pró­xi­ma a con­ci­liar el sue­ño, obser­va a un niño afri­cano per­di­do (Maha­ma­dou Yaf­fa); un tan­to rece­lo­sa, acce­de a cobi­jar­lo tran­si­to­ria­men­te. Aun­que el peque­ño de 8 años no domi­na el idio­ma, lo úni­co que ati­na pro­nun­ciar en su len­gua mater­na es la pala­bra “madre”; gra­dual­men­te a tra­vés de una docu­men­ta­ción que él lle­va con­si­go, ella se ente­ra que el chi­co ha lle­ga­do al país con su madre pro­ce­den­tes de Áfri­ca como refu­gia­dos sin docu­men­ta­ción legal y él solo quie­re reen­con­trar­se con ella quien ha sido arrestada.

Esta es una his­to­ria que den­tro de su sen­ci­llez, se dis­tin­gue por la pin­tu­ra que el direc­tor rea­li­za de un estra­to de la socie­dad que pri­va­do de recur­sos ha per­di­do el dere­cho de vivir dig­na­men­te; asi­mis­mo el guión del real­zia­dor escri­to con Oli­vier Brunhes expo­ne la dra­má­ti­ca situa­ción que afron­ta el mun­do fren­te a refu­gia­dos indo­cu­men­ta­dos don­de en nume­ro­sas opor­tu­ni­da­des los meno­res son sepa­ra­dos de sus padres.

Con una remar­ca­ble pues­ta escé­ni­ca Dre­xel obtie­ne un dra­ma con­mo­ve­dor en el que Frot, omni­pre­sen­te en toda esta his­to­ria, ofre­ce una per­fec­ta sim­bio­sis con su per­so­na­je en el que a tra­vés de un encuen­tro tan ines­pe­ra­do como afor­tu­na­do es capaz de reen­con­trar su laten­te huma­ni­dad. No cabe duda que a la hora de los pre­mios el cine fran­cés sabrá recompensarla.

A Good Man (Fran­cia-Bél­gi­ca)

Un tema deli­ca­do es lo que con­si­de­ra la direc­to­ra Marie-Cas­ti­lle Men­tion-Schaar en este sor­pren­den­te dra­ma. 

Al comien­zo de la narra­ción se asis­te a una esce­na ínti­ma man­te­ni­da por el enfer­me­ro Ben­ja­min (Noe­mi Mer­lant) con su pare­ja Aude (Soko), una pro­fe­so­ra de dan­za. Com­par­tien­do una rela­ción armo­nio­sa por espa­cio de 6 años, ambos aho­ra resi­den en la tran­qui­la isla de Groix des­pués de haber deja­do Aix-en-Pro­ven­ce y su úni­co deseo es tener un hijo pro­pio aun­que Aude se encuen­tra impo­si­bi­li­ta­da de concebir.

Noé­mie Mer­lant en A GOOD MAN

La gran sor­pre­sa para el espec­ta­dor ‑y que no resul­ta indis­cre­to anti­ci­par­lo- es que a los 20 minu­tos de trans­cu­rri­do el rela­to, ambos se encuen­tran con el gine­có­lo­go y es allí que Ben­ja­min mani­fies­ta el deseo de que­dar emba­ra­za­do para que así jun­to a Aude pue­dan coro­nar su feli­ci­dad al cons­ti­tuir una familia.

Es sen­ci­lla­men­te asom­bro­so com­pro­bar que Ben­ja­min, con la total pre­sen­cia físi­ca de ser un hom­bre, nació mujer y que aho­ra sola­men­te le está fal­tan­do some­ter­se a la ope­ra­ción qui­rúr­gi­ca para adqui­rir su com­ple­ta con­di­ción y lega­li­dad masculina.

Aun­que el tema de la tran­se­xua­li­dad tie­ne en el cine entre otros referentes,al remar­ca­ble film Una Mujer Fan­tás­ti­ca (2017) de Sebas­tián Lelio, el enfo­que de la direc­to­ra difie­re. Mer­ced al exce­len­te y ori­gi­nal guión que ha con­ce­bi­do jun­to a Chris­tian Son­de­reg­ger, el nudo dra­má­ti­co resi­de en que la deci­sión de Ben­ja­min tras­tor­na el equi­li­brio de la pare­ja, dado que para Aude resul­ta difi­cul­to­so acep­tar su mater­ni­dad cuan­do es su mari­do quien lo está ges­tan­do. 

Men­tion-Schaar enfo­ca este audaz tema con suma deli­ca­de­za trans­mi­tien­do com­ple­ta vero­si­mi­li­tud en su expo­si­ción aun cuan­do el plan­teo pue­da no lle­gar a ser acep­ta­do por par­te de cier­tos sec­to­res de la comu­ni­dad tran­se­xual. Con una rea­li­za­ción clá­si­ca y ape­lan­do a efec­ti­vos pri­me­ros pla­nos, la rea­li­za­do­ra logra de Mer­lant una pro­di­gio­sa inter­pre­ta­ción; esta actriz que se dis­tin­guie­ra nota­ble­men­te con su pres­ta­ción en Por­trait de la Jeu­ne Fille en Feu (2019), en este caso median­te una pro­di­gio­sa trans­for­ma­ción físi­ca expre­sa feha­cien­te­men­te la per­so­na­li­dad de Ben­ja­min ya no como un per­so­na­je tran­se­xual sino deci­di­da­men­te hete­ro­se­xual tra­sun­tan­do la noble­za del buen hom­bre, que anti­ci­pa el títu­lo de este emo­ti­vo film.

Madre (Espa­ña)

En 2017 Rodri­go Soro­go­yen reali­zó Madre, un exce­len­te cor­to metra­je que delei­tó al públi­co y a la crí­ti­ca; en esca­sos minu­tos logró sin­te­ti­zar una apa­sio­nan­te his­to­ria en don­de Ele­na (Mar­ta Nie­to) acom­pa­ña­da en su depar­ta­men­to madri­le­ño por su madre (Blan­ca Api­lá­nez) reci­be un lla­ma­do tele­fó­ni­co de su hiji­to Iván (voz de Álva­ro Balas) quien está de vaca­cio­nes con su padre en una pla­ya de Fran­cia; él le dice que se halla sólo y teme­ro­so en la cos­ta por­que su padre lo dejó por algu­nos minu­tos sin haber regre­sa­do y no hay nadie a su lado; la deses­pe­ra­ción de Ele­na tra­tan­do de pro­te­ger­lo des­de la leja­na dis­tan­cia cobra máxi­ma ten­sión cuan­do el menor le anun­cia que un hom­bre extra­ño lo obser­va y se le va acer­can­do. De este modo el cor­to con­clu­ye sin que se lle­gue a saber su desenlace.

Mar­ta Nie­to y Jules Porier en MADRE

De lo que ante­ce­de cabía espe­rar que Soro­go­yen con­vir­tien­do la his­to­ria ori­gi­nal en un lar­go metra­je con­si­de­ra­ría la suer­te corri­da por el niño. Sin embar­go, esa espe­ran­za se dilu­ye a medi­da que el rela­to va desarrollándose.

Los pri­me­ros 15 minu­tos del film son prác­ti­ca­men­te una repe­ti­ción del cor­to; de inme­dia­to el guión del direc­tor escri­to con Isa­bel Peña tras­la­da la acción 10 años des­pués en don­de se con­tem­pla a Ele­na desem­pe­ñán­do­se como cama­re­ra de un res­tau­ran­te ubi­ca­do en una pla­ya cer­ca de Bia­rritz; ese sitio pudo haber sido el lugar don­de su hiji­to se halla­ba en el últi­mo con­tac­to que man­tu­vo con él. Vivien­do apa­ren­te­men­te tran­qui­la, man­tie­ne una sóli­da rela­ción de pare­ja con su ami­go Jose­ba (Alex Bren­de­mühl). El arco dra­má­ti­co de esta his­to­ria se pro­du­ce cuan­do Jean (Jules Porier), un mucha­cho pari­sino de 16 años vera­nean­do con sus padres (Fré­dé­ric Pie­rrot, Anne Con­signy), comien­za a fre­cuen­tar el lugar don­de tra­ba­ja Ele­na con quien sim­pa­ti­za. En un prin­ci­pio, ella no le brin­da mayor con­fian­za en el tra­to dis­pen­sa­do, pero a medi­da que trans­cu­rren los días exis­te en esta mujer una extra­ña fija­ción que la impul­sa a seguir­lo y a entro­me­ter­se en la inti­mi­dad de su vida familiar.

Si bien en un prin­ci­pio uno cree pre­de­cir lo que ven­drá, rápi­da­men­te la pre­sun­ción des­apa­re­ce, aun­que no por ello pue­de jus­ti­fi­car­se la par­ti­cu­lar rela­ción espi­ri­tual enta­bla­da entre Ele­na y el ado­les­cen­te turis­ta. A pri­me­ra vis­ta podría com­pren­der­se la acti­tud de una madre que al no haber podi­do cica­tri­zar la pro­fun­da heri­da cau­sa­da por la des­apa­ri­ción de Iván, encuen­tra en Jean algu­nos ras­gos que lo aso­cien a aquél. Sin embar­go, la his­to­ria se tor­na inve­ro­sí­mil cuan­do su alu­ci­na­da obse­sión la moti­va a sem­brar el caos a la vez que arries­ga el víncu­lo sen­ti­men­tal man­te­ni­do con su pare­ja. No menos creí­ble resul­ta la acti­tud de Jean quien per­te­ne­cien­do a una fami­lia uni­da y muy que­ri­do por sus padres lle­ga a enfren­tar­se con ellos para que­rer estar al lado de Ele­na. De este modo Soro­go­yen deja al espec­ta­dor con­fu­so al no lograr com­pe­ne­trar­se en el inusual com­por­ta­mien­to de sus dos per­so­na­jes centrales.

Con una bue­na pues­ta escé­ni­ca el rea­li­za­dor per­mi­te que el film, a pesar de no con­ven­cer como debie­ra, logre cap­tar la aten­ción median­te una acep­ta­ble intri­ga apo­ya­da por la mag­ní­fi­ca actua­ción de Nie­to. Sin embar­go, a dife­ren­cia de lo que acon­te­ce en el cor­to metra­je, las obje­cio­nes pre­via­men­te efec­tua­das moti­van a que las expec­ta­ti­vas crea­das con la pro­lon­ga­ción de la his­to­ria ori­gi­nal no hayan sido colmadas.

L’Au­di­tion (Ale­ma­nia-Fran­cia)

En este psi­co­ló­gi­co dra­ma la direc­to­ra Ina Weis­se ilus­tra cómo una inusi­ta­da devo­ción pue­de resul­tar contraproducente.

La talen­to­sa actriz ale­ma­na Nina Hoss ani­ma a Anna, una pro­fe­so­ra de vio­lín que se desem­pe­ña en una pres­ti­gio­sa aca­de­mia de músi­ca de Ber­lín; ella es madre de Jonas (Sera­fin Mishiev) de 10 años y espo­sa de Phi­lip­pe (Simon Abka­rian) que se dedi­ca en el taller del hogar a fabri­car ins­tru­men­tos de músi­ca. En la reu­nión anual para la admi­sión de futu­ros aspi­ran­tes al renom­bra­do con­ser­va­to­rio, Anna jun­to con sus cole­gas juz­gan a los can­di­da­tos que aspi­ran ingre­sar al mis­mo; es allí que a dife­ren­cia de la opi­nión de los otros pro­fe­so­res ella apre­cia el talen­to de Ale­xan­der (Ilja Mon­ti), un joven vio­li­nis­ta, per­mi­tien­do su ingre­so al esta­ble­ci­mien­to. A par­tir de ese momen­to, Anna des­ti­na la mayor par­te de su tiem­po a ins­truir a Ale­xan­der para que esté bien pre­pa­ra­do en el momen­to que deba par­ti­ci­par en un con­cier­to a fin de que pue­da apro­bar los exá­me­nes intermedios.

Nina Hoss en L’AUDITION

La extre­ma obs­ti­na­ción de Anna y su esca­sa peda­go­gía al deman­dar a su alumno un per­fec­cio­na­mien­to a todas luces exa­ge­ra­do moti­va a que jus­ti­fi­ca­da­men­te él se sien­ta frus­tra­do. A todo ello, su hijo que tam­bién estu­dia vio­lín con otra ins­truc­to­ra resien­te que su madre lo pre­sio­ne en sus estu­dios para que pue­da alcan­zar su mis­mo nivel de vir­tuo­sis­mo musi­cal. No menos impor­tan­te es que la rela­ción con­yu­gal comien­za a dete­rio­rar­se en la medi­da que Anna va dejan­do de lado a su fami­lia al enfo­car su aten­ción exclu­si­va­men­te en su dis­cí­pu­lo. El cli­ma de ten­sión aumen­ta aún más en la medi­da que man­tie­ne un affai­re con Chris­tian (Jens Albi­nus), un vio­lon­che­lis­ta que la invi­ta a par­ti­ci­par como vio­li­nis­ta en su con­jun­to de cáma­ra. El guión de Weis­se y Daph­né Cha­ri­za­ni con­du­ce a un dra­má­ti­co y per­tur­ba­dor des­en­la­ce que resul­ta­ría indis­cre­to revelar.

En un fas­ci­nan­te aná­li­sis del com­por­ta­mien­to obse­si­vo de una per­so­na a expen­sas de su vida fami­liar, la direc­to­ra ofre­ce un intri­gan­te e impre­de­ci­ble rela­to que man­tie­ne la aten­ción per­ma­nen­te del públi­co quien asi­mis­mo es con­vi­da­do a escu­char bellos extrac­tos musi­ca­les, en gran par­te per­te­ne­cien­tes a Bach.

Si le vent tom­be. (Fran­cia-Bél­gi­ca-Arme­nia)

Basa­do en hechos reales, la novel direc­to­ra Nora  Mar­ti­ros­yan ofre­ce un film que se desa­rro­lla en Nagorno-Kara­bakh, una auto­pro­cla­ma­da repú­bli­ca ubi­ca­da al sur del Cáu­ca­so, prác­ti­ca­men­te igno­ra­da por el mun­do y que bor­dean­do la fron­te­ra entre Arme­nia y Azer­bai­yán se encuen­tra en per­ma­nen­te con­flic­to béli­co. Es allí don­de lle­ga Alain (Gré­goi­re Colin), un inge­nie­ro mili­tar fran­cés, quien como audi­tor debe pro­du­cir un infor­me en don­de deter­mi­na­rá si el aero­puer­to local reúne las con­di­cio­nes nece­sa­rias para que con su aper­tu­ra pue­da garan­ti­zar una com­ple­ta segu­ri­dad para los vue­los inter­na­cio­na­les que allí aterricen.

Hayk Bakhr­yan en SI LE VENT TOMBE

Tra­tan­do de cum­plir sus fun­cio­nes de mane­ra obje­ti­va, al prin­ci­pio el visi­tan­te adop­ta una acti­tud par­ca sin per­mi­tir que nadie pue­da influir o inmis­cuir­se en el repor­te que debe­rá pro­du­cir. Len­ta­men­te y toman­do con­tac­to con varios de sus habi­tan­tes, entre ellos el direc­tor del aero­puer­to, una perio­dis­ta, un taxis­ta, un vie­jo pai­sano y sobre todo Edgar (Hayk Bakhr­yan), un niño de la ciu­dad ven­dien­do el esca­so agua a sus habi­tan­tes, Alain va apre­cian­do las carac­te­rís­ti­cas de un con­tex­to cul­tu­ral muy dife­ren­te al suyo. A tra­vés de su estan­cia en ese recón­di­to lugar mon­ta­ño­so, va cobran­do con­cien­cia de la huma­ni­dad y soli­da­ri­dad que advier­te en esta gen­te étni­ca­men­te arme­nia, sobre todo tenien­do en cuen­ta cómo la mis­ma tra­ta de supe­rar las ten­sio­nes béli­cas existentes.

Aun­que narra­ti­va­men­te la direc­to­ra ha evi­ta­do en su guión refe­rir­se con más pro­fun­di­dad lo que acon­te­ce en esta dispu­tada repú­bli­ca, con todo, entre­ga un noble docu­men­to reve­lan­do algu­nos aspec­tos socio-cul­tu­ra­les de la mis­ma que has­ta el pre­sen­te no han sido difundidos.