STATELESS. Canadá-Estados Unidos, 2020. Un film escrito y dirigido por Michèle Stephenson. 97 minutos.
En este penetrante documental distinguido con el Premio Especial del Jurado en Hot Docs 2020 la realizadora de raza negra Michèle Stephenson ‑oriunda de Haití- permite que el público conozca algo no muy difundido que acontece en la República Dominicana.

Una escena de STATELESS
En el inicio de Stateless se informa que Haití y la República Dominicana que comparten la isla Española han estado sujetos a tensiones raciales desde la época colonial. Así, en 1937 con el propósito de controlar la frontera dominicana y “emblanquecer” a Dominicana, el dictador Rafael Trujillo ordenó una masacre genocida de miles de haitianos viviendo en dicho país, medida que incluyó a los dominicanos de piel oscura.
Empeorando la situación, en 2013 la corte constitucional dominicana dispuso la revocación de la ciudadanía a los dominicanos descendientes de haitianos retroactivamente a 1929, convirtiéndolos de este modo en apátridas.
En función de lo que antecede Stephenson aborda esta compleja situación enfocando principalmente a tres personas viviendo en la República Dominicana. Una de ellas es Rosa Iris Diendomi-Álvarez, que como abogada y activista defensora de los derechos humanos lucha denodadamente para revertir esta aviesa decisión política que injustamente afecta a los dominicanos de ascendencia haitiana.
En este quehacer, Rosa Iris trata de ayudar a su primo Juan Teófilo Murat quien es una de las personas perjudicadas por la decisión de 2013; en tal sentido al ser considerado extranjero en su tierra, él presenta su certificado de nacimiento dominicano a la autoridad competente a fin de otorgarle su ciudadanía, pero lamentablemente se enfrenta a escollos burocráticos donde siempre falta algún dato adicional para solucionar su statu quo.
El tercer personaje de esta historia es Gladys Feliz, una persona que pertenece al partido nacionalista y sostiene que el gobierno debería construir un muro fronterizo a fin de evitar que los migrantes haitianos lleguen y se instalen en el país. Lo curioso del caso es que esta mujer admite que tanto sus hijos como su ex marido son negros y al propio tiempo reconoce la contribución importante aportada por los haitianos a la sociedad dominicana.
El remarcable trabajo de cámara de la realizadora y su adecuado montaje permiten que la narración de esta historia real resulte fluida y mantenga permanentemente la atención del espectador. Así en los créditos finales el documental señala que debido a la actividad desplegada por Rosa Iris ella es objeto de continuas amenazas de violencia; también aclara que la situación de Juan Teófilo permanece irresuelta en tanto que Gladys continúa su trabajo con el movimiento nacionalista de discriminación y segregación de las 200 mil personas que a pesar de ser dominicanas son consideradas apátridas.
Con este muy buen documental la directora demuestra cómo está arraigada la casta racial en la comunidad latina. Al hacerlo, denuncia las consecuencias de un sistema que subyuga y divide a la población dominicana debido a los efectos nocivos de la supremacía blanca y del racismo. Jorge Gutman