La Mano de Dios

THE HAND OF GOD (È sta­ta la mano di dio). Ita­lia, 2021. Un film escri­to y diri­gi­do por Pao­lo Sorren­tino. 130 minutos

Siguien­do los pasos de Felli­ni en Amar­cord (1973), Cua­ron con Roma (2018) y Almo­dó­var en Dolor y Glo­ria (2019), el direc­tor ita­liano Pao­lo Sorren­tino retor­na a su natal Nápo­les para narrar sus años de juven­tud en The Hand of God, un film auto­bio­grá­fi­co que logró el Gran Pre­mio del Jura­do en el últi­mo Fes­ti­val de Venecia.

Filip­po Scotti

En un rela­to a la vez per­so­nal e ínti­mo el rea­li­za­dor rese­ña la tra­yec­to­ria de su alter ego Fabiet­to (Filip­po Scot­ti) en su eta­pa ado­les­cen­te a media­dos de la déca­da del 80 y el pro­ce­so de madu­rez que va adqui­rien­do a tra­vés de la expe­rien­cia vivi­da. Fabiet­to que aún no ha encon­tra­do un rum­bo fijo en su vida per­te­ne­ce a la fami­lia Schi­sa; la mis­ma está inte­gra­da por Save­rio (Toni Ser­vi­llo), su padre ban­ca­rio que se con­si­de­ra comu­nis­ta, su bro­mis­ta madre María (Tere­sa Sapo­nan­ge­lo), su her­mano mayor Mar­chino (Mar­lon Jou­bert) que aspi­ra ser actor de cine y una her­ma­na que se la pasa gran par­te del día en el baño.

La pri­me­ra mitad del film está con­for­ma­da por viñe­tas fami­lia­res en don­de tam­bién par­ti­ci­pa su exu­be­ran­te tía Patri­cia (Lui­sa Ranie­ri) que sue­le flir­tear con Fabiet­to y que reci­be los repro­ches de su mari­do Fran­co (Mas­si­mi­lliano Gallo) con­ven­ci­do de que es ‑aun­que no lo sea- una pros­ti­tu­ta por la for­ma de exhi­bir su cuer­po; por razo­nes de salud men­tal pos­te­rior­men­te ella es inter­na­da en una clí­ni­ca psiquiátrica.

Entre otros aspec­tos el mucha­cho es tes­ti­go de las dispu­tas que man­tie­nen sus pro­ge­ni­to­res debi­do en gran par­te a que su madre des­cu­bre que Save­rio la enga­ña con una aman­te. El rela­to igual­men­te ilus­tra su pri­me­ra rela­ción sexual con una veci­na (Bet­ti Pedraz­zi) mucho mayor que él.

A todo ello, como telón de fon­do Fabiet­to, al igual que la mayo­ría de la pobla­ción napo­li­ta­na, sien­te enor­me pasión por el fút­bol ido­la­tran­do al gran cam­peón argen­tino Die­go Mara­do­na de quien se rumo­rea que pron­to ingre­sa­rá a jugar con el equi­po del Napoli.

El dis­pa­ra­dor del con­flic­to dra­má­ti­co se pro­du­ce cuan­do a los 17 años para no per­der­se un par­ti­do de fút­bol en el que Mara­do­na jue­ga para el Napo­li en Sao Pau­lo, Fabiet­to decli­na la invi­ta­ción de sus padres para pasar con ellos el fin de sema­na en la casa de cam­po en Roc­ca­ra­so; quie­re el des­tino que sus pro­ge­ni­to­res mue­ran por un acci­den­te debi­do a un esca­pe de gas. En esa tra­ge­dia Fabiet­to cree haber sal­va­do su vida por haber inter­ve­ni­do la mano de Dios de Mara­do­na, fra­se atri­bui­da al triun­fo que el excep­cio­nal depor­tis­ta logró para Argen­ti­na en el mun­dial de Méxi­co de 1986 en el par­ti­do dispu­tado con Inglaterra..

Sorren­tino ade­más de home­na­jear a Mara­do­na expre­sa su reco­no­ci­mien­to al direc­tor y guio­nis­ta Anto­nio Capuano (Ciro Capano), quien fue el que lo indu­jo a ini­ciar su carre­ra en el cine.

No obs­tan­te que en algu­nas situa­cio­nes el film ado­le­ce de cier­tos exce­sos y en una que otra esce­na de dis­cu­ti­ble gus­to, con una sen­ci­lla pues­ta escé­ni­ca Sorren­tino logra un film pleno de nos­tal­gia y ter­nu­ra que encuen­tra en el joven Scot­ti al actor ideal para trans­mi­tir los sen­ti­mien­tos y emo­cio­nes que ani­man al rea­li­za­dor.  Jor­ge Gutman