COMPETENCIA OFICIAL. España-Argentina, 2022. Un film de Mariano Cohn y Gastón Duprat. 114 minutos
Después de logrados trabajos como lo fueron entre otros El Artista (2008), El Hombre de al Lado (2009) y El Ciudadano Ilustre (2016), los cineastas Mariano Cohn y Gastón Duprat retornan con una comedia dedicada al cine. En un guión que les pertenece junto con Andrés Duprat lo que fundamentalmente queda resaltado es el ego actoral, aunque eso no descarta que sea atributo exclusivo del mundo del espectáculo.
La acción se desarrolla en España en donde Humberto Suárez (José Luis Gómez), un millonario empresario de la industria farmacéutica, en ocasión de celebrar su octogésimo aniversario quiere que se lo recuerde cuando ya no esté; es así que además de proyectar la construcción de un puente que llevará su nombre su propósito es el de financiar una película trascendente que lo inmortalice como productor de la misma. Para ello su asistente Matías (Manolo Soto) convoca a Lola Cuevas (Penélope Cruz), una prestigiosa directora que ha recibido numerosos premios y uno de sus filmes obtuvo la Palma de Oro en Cannes. A su vez ella piensa reunir a dos intérpretes de personalidades completamente diferentes y que nunca han trabajado juntos; uno de ellos es Félix Rivero (Antonio Banderas), un narcisista que triunfa en Hollywood y está acostumbrado a recibir los halagos del público; el otro es Iván Torres (Oscar Martínez), un profesor de interpretación y prestigioso actor teatral, preocupado por mantener un comportamiento ético en su profesión. La película a ser rodada por Lola se basa en una novela escrita por el Premio Nobel de Literatura Daniel Mantovani (personaje extraído de El Ciudadano Ilustre) que relata la rivalidad existente entre dos hermanos adultos; coincidentemente ese sentimiento asimismo se reflejará entre los dos actores que habrán de caracterizarlos.
La mayor parte de esta historia se desarrolla en los ensayos previos a la filmación reflejando la interacción que se produce entre la directora y los actores. Lola, adoptando un método de trabajo decididamente excéntrico, está obsesionada en generar la máxima tensión en la caracterización que Iván y Félix deben lograr de sus personajes. En ese trajinar, ellos no ocultan la animosidad que les asiste en la medida que cada uno trata de demostrar al otro que es superior como actor; es así que a medida que diariamente prosiguen los ensayos la hostilidad entre ambos se va intensificando al punto tal de llegar a intercambiar exasperados insultos; a todo ello, Lola aprovecha esa situación a fin de que sus actores puedan adentrarse mejor en la psicología de los personajes del film.
Ilustrando el marcado egocentrismo de Iván y Félix, el guión introduce momentos de efectiva comicidad, a través de ingeniosas jugarretas empleadas por ambos para demostrar quién de los dos es el mejor. Con todo, hay situaciones en que el efecto cómico se diluye como en el caso de la escena en que Lola demuestra a sus intérpretes cómo besar apasionadamente a la prostituta interpretada por Diana Suárez (Irene Escolar), la hija del productor.
Lo más sustancioso de esta historia es su imprevisible desenlace que naturalmente no se habrá de revelar; en todo caso su resolución ratifica el propósito de Cohn y Duprat de desnudar las mentiras, hipocresía y cinismo trasuntados en la descripción de los tres principales personajes. Asimismo, los cineastas no eluden en ilustrar la frivolidad demostrada en ocasión del estreno de “Rivalidad” donde en la alfombra roja los principales responsables son fotografiados por centenares de fotógrafos, así como en la conferencia de prensa que sigue a la conclusión del film, no faltan algunas preguntas banales formuladas a Lola y a Iván.
Esta comedia se destaca por la solidez actoral de sus tres figuras estelares. Si bien el personaje de López es el menos desarrollado, la remarcable actriz permite que su excéntrica Lola provista de una enrizada cabellera rojiza atraiga la atención cada vez que imparte las instrucciones durante los ensayos. Banderas compone impecablemente al fanfarrón comediante con ansias de derrumbar a su adversario quien frente al público falsamente lo alaba como su “maestro, amigo y hermano”. Por su parte Martínez igualmente deslumbra animando al pedante elitista
Aunque Competencia Oficial contempla algunas escenas repetitivas que aminoran su ritmo, lo cierto es que sin ser el mejor trabajo de la dupla Cohen-Duprat, ambos cineastas logran un divertimento que se deja ver con agrado reflejando algunas de las situaciones que pueden acontecer en el proceso creativo de un film. Jorge Gutman