Una Paro­dia Teatral

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

SHOW­TI­ME, UNE GROS­SE PIÈ­CE DE THÉĀ­TRE. Tex­to y Direc­ción: Le Pro­jet Bocal – Elen­co: Éric Ber­nier, Sonia Cor­deau, Jean-Marc Dalphond, Nata­cha Filia­trault, Simon Lacroix, Raphaë­lle Lalan­de, Domi­ni­que Leduc, Étien­ne Lou, Ale­xia Mar­tel y Oli­ver Rous­seau. – Esce­no­gra­fía: Odi­le Gama­che – Ves­tua­rio: Elen Ewing – Ilu­mi­na­ción: Étien­ne Bou­cher – Músi­ca: Yves Morin. Dura­ción: 90 minu­tos, sin entre­ac­to — Repre­sen­ta­cio­nes; has­ta el 17 de diciem­bre de 2022 en el en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

El Trío del Pro­jet Bocal. (Foto: Danny Tallon)

Para quie­nes no estén fami­lia­ri­za­dos con el gru­po que con­for­ma Le Pro­ject Bocal es impor­tan­te anti­ci­par que sus fun­da­do­res e inte­gran­tes Raphaë­lle Lalan­de, Sonia Cor­deau y Simon Lacroix hace 10 años han deci­di­do mani­fes­tar­se artís­ti­ca­men­te a tra­vés de un humor irre­ve­ren­te y absurdo.

Es así que por pri­me­ra vez los tres come­dian­tes pre­sen­tan en el vas­to esce­na­rio del Tea­tro Ducep­pe, una pie­za de su crea­ción en don­de todos los gags de su carre­ra pro­fe­sio­nal salen a relu­cir. Aho­ra bien, a fin de con­ce­bir un espec­tácu­lo acor­de, estos artis­tas han ima­gi­na­do una crea­ción que trans­gre­de los códi­gos del tea­tro tradicional.

Raphaë­lle Lalan­de. (Foto: Danny Tallon)

Des­de el comien­zo, los tres intér­pre­tes salen al esce­na­rio y joco­sa­men­te comu­ni­can al públi­co sus inten­cio­nes. Para ello indi­can que la impro­vi­sa­ción será el fac­tor fun­da­men­tal de la obra. Aho­ra bien como no pue­de haber pro­yec­to alguno que no cuen­te con las gene­ro­sas sub­ven­cio­nes de aus­pi­cia­do­res des­de el vamos publi­ci­tan con des­par­pa­jo a una muy cono­ci­da manu­fac­tu­ra de que­so de Que­bec, hecho que a su vez vol­ve­rán a rea­li­zar­lo para cerrar el espectáculo.

¿En qué con­sis­te la impro­vi­sa­ción anti­ci­pa­da? Ni más ni menos que en la repre­sen­ta­ción de extrac­tos de varias obras entre las que se pue­den apre­ciar la de una pie­za ame­ri­ca­na en torno a una reu­nión fami­liar, una come­dia musi­cal que cier­ta­men­te que­da iden­ti­fi­ca­da con Cats, sin que fal­te un inten­to de tea­tro expe­ri­men­tal y docu­men­tal para final­men­te cul­mi­nar en el año 2043 de mane­ra sor­pren­den­te. Todo ello es brin­da­do a tra­vés de paro­dias en don­de cual­quier atis­bo de míni­ma serie­dad bri­lla por su ausencia.

Sonia Cor­deau y Simon Lacroix. (Foto: Danny Tallon)

Este espec­tácu­lo, que en más de una oca­sión se ase­me­ja a un show cir­cen­se, refle­ja en tono de sol­fa los veri­cue­tos que acu­den en la crea­ción de un show excén­tri­co tra­tan­do de que los des­bor­des en que incu­rre no malo­gren el pro­pó­si­to final de entre­te­ner sanamente.

El brío y entu­sias­mo que embar­ga a estos tres acó­li­tos, corrien­do, sal­tan­do y can­tan­do es com­par­ti­do por los res­tan­tes 7 miem­bros del elen­co inte­gra­do por Éric Ber­nier, Jean-Marc Dalphond, Nata­cha Filia­trault, Domi­ni­que Leduc, Étien­ne Lou, Ale­xia Mar­tel y Oli­vier Rous­seau quie­nes se desem­pe­ñan con gran sol­ven­cia profesional.

Dada la natu­ra­le­za de esta crea­ción, poco impor­ta en este caso que no exis­ta un hilo con­duc­tor o bien que en medio de cada rela­to apa­rez­can algu­nos cli­sés; lo que en cam­bio cabe resal­tar es que el rit­mo de la pie­za, mer­ced a la diná­mi­ca direc­ción de Lacroix, Cor­deau y Lalan­de, per­mi­te man­te­ner su inte­rés duran­te la hora y media de duración.

Al fina­li­zar la repre­sen­ta­ción que­da la refle­xión sobre si aca­so la for­ma de apre­ciar el tea­tro es o no exclu­si­va­men­te a tra­vés del enfo­que tra­di­cio­nal; deci­di­da­men­te que en este espec­tácu­lo Pro­jet Bocal demues­tra que su audaz méto­do aun­que defor­me la reali­dad es lo sufi­cien­te­men­te efec­ti­vo para con­ten­tar a la audiencia.

El Sen­ti­mien­to de un Asno

EO. Polo­nia-Ita­lia, 2022. Un film de Jerzy Sko­li­mows­ki. 87 minutos

Des­pués de haber ofre­ci­do nota­bles tra­ba­jos duran­te varias déca­das, el octo­ge­na­rio rea­li­za­dor Jer­zi Sko­li­mows­ki demues­tra no haber per­di­do la ener­gía, auda­cia e inte­li­gen­cia que lo carac­te­ri­za brin­dan­do un remar­ca­ble film pro­ta­go­ni­za­do por un burro lla­ma­do Eo.

EO

La pelí­cu­la se ins­pi­ra en el exce­len­te film Au Hazard Baltha­zar que Rober­to Bres­son reali­zó en 1966; no obs­tan­te la dife­ren­cia estri­ba en que allí la his­to­ria esta­ba más cen­tra­da en los huma­nos explo­tan­do al ani­mal con un toque de sua­ve melan­co­lía; el film del cineas­ta pola­co se cen­tra fun­da­men­tal­men­te en el ani­mal, ade­más de ser más radi­cal y estar imbui­do por un suges­ti­vo len­gua­je audiovisual.

El guión del vete­rano direc­tor escri­to con Ewa Pias­kows­ka pre­sen­ta en su comien­zo a Eo tra­ba­jan­do en un cir­co de Polo­nia mane­ja­do por la joven Kasan­dra (San­dra Drzy­mal­s­ka) don­de que­da evi­den­cia­do el afec­tuo­so víncu­lo que los une; sin embar­go el orden nor­mal se alte­ra cuan­do las mani­fes­ta­cio­nes de mili­tan­tes eco­lo­gis­tas logran que el cir­co no se val­ga de ani­ma­les. De allí en más, comien­za el lar­go pere­gri­na­je del ani­mal atra­ve­san­do aven­tu­ras y des­ven­tu­ras en la medi­da que va cam­bian­do de mano.

https://www.youtube.com/watch?v=LFKKNURm10Y

Al prin­ci­pio se ve coro­na­do con un collar de zanaho­rias por par­te de cier­tos fun­cio­na­rios para, pos­te­rior­men­te reca­lar en una gran­ja de caba­llos; entre otros epi­so­dios se lo ve invo­lu­cra­do en un par­ti­do de fút­bol que con su inter­ven­ción per­mi­te que el equi­po local gane aun­que eso le redun­da­rá con­se­cuen­cias nega­ti­vas al ser ata­ca­do por el equi­po opues­to; otro seg­men­to inclu­ye el encuen­tro de Eo con un camio­ne­ro (Mateusz Kos­ciu­kie­wicz) con­du­cien­do una reme­sa de equinos.

Al pro­me­diar el rela­to, el asno se vin­cu­la con un joven cura (Loren­zo Zuzo­lo) que es el hijas­tro de una con­de­sa Ita­lia­na (Isa­be­lle Hup­pert), lo que ori­gi­na un epi­so­dio extem­po­rá­neo que pare­cie­ra per­te­ne­cer a otro film, aun­que no lle­ga a empa­ñar su con­te­ni­do global.

En ese reco­rri­do que efec­túa el ani­mal, que bien podría ase­me­jar­se al de un humano bus­can­do un lugar en el mun­do, va com­pro­ban­do el exa­ge­ra­do com­por­ta­mien­to de los huma­nos; es allí que tra­du­ce su sen­ti­mien­to de pena por la explo­ta­ción de que es obje­to al atra­ve­sar situa­cio­nes crue­les y vio­len­tas en un aza­ro­so mun­do de incier­to futuro.

En líneas gene­ra­les Sko­li­mows­ki expre­sa mag­ní­fi­ca­men­te el pen­sa­mien­to del asno que aun­que gene­ral­men­te se lo aso­cia como un ani­ma­li­to ter­co y obs­ti­na­do, tam­bién es capaz de demos­trar ter­nu­ra y cari­ño cuan­do es bien tra­ta­do y por ello sufre por estar sepa­ra­do de Kasandra.

En lo que con­cier­ne al elen­co, lo más des­ta­ca­ble es el tra­ba­jo de Eo trans­mi­tien­do la emo­ción de su per­so­na­je; no obs­tan­te es impor­tan­te acla­rar que para ello el rea­li­za­dor se valió de seis burros acto­res (Hola,Tako, Mariet­ta, Etto­re, Roc­co y Mela) que al estar muy bien ensam­bla­dos resul­ta difí­cil ima­gi­nar que así haya sido. Sobria­men­te diri­gi­do, Sko­li­mows­ki con­tó con la valio­sa cola­bo­ra­ción del fotó­gra­fo Michal Dymek y la acer­ta­da músi­ca de Pawel Mykietyn.

En suma, no obs­tan­te su tris­te his­to­ria, el film des­ti­la una mági­ca poe­sía capaz de sen­si­bi­li­zar al ciné­fi­lo exi­gen­te. Por sus inne­ga­bles méri­tos, Eo obtu­vo, en situa­ción de empa­te, el Pre­mio del Jura­do en el Fes­ti­val de Can­nes de este año. Jor­ge Gutman

Una Fic­ción Histórica

LE TIGRE ET LE PRÉ­SI­DENT. Fran­cia-Bél­gi­ca, 2022. Un film de Jean-Marc Pey­re­fit­te. 98 minutos

En su pri­mer lar­go­me­tra­je como rea­li­za­dor, Jean-Marc Pey­re­fit­te abor­da un rela­to his­tó­ri­co de Francia.

Tenien­do en cuen­ta que lo que se narra res­pon­de a la reali­dad de lo acon­te­ci­do, eso no impli­ca que en la fic­ción exis­tan algu­nas licen­cias dado que Le Tigre et le Pre­si­dent adop­ta el tono de come­dia antes que el de un autén­ti­co dra­ma político.

La acción que trans­cu­rre en 1920 cen­tra­li­za en prin­ci­pio su aten­ción en el Pre­si­den­te Paul Des­cha­nel (Jac­ques Gam­blin), un polí­ti­co que ese año lle­gó al poder imbui­do de gran­des idea­les. Sin embar­go sus nobles inten­cio­nes no pudie­ron con­cre­tar­se como él lo hubie­ra desea­do debi­do a su enfer­me­dad men­tal que lo con­du­jo a acti­tu­des extra­va­gan­tes; así, en un epi­so­dio acon­te­ci­do en la madru­ga­da del 20 de mayo de 1920, des­pués de haber inge­ri­do varios som­ní­fe­ros, des­apa­re­ció de su des­pa­cho por­que se cayó por la ven­ta­na del tren pre­si­den­cial ves­ti­do en pija­ma, esta situa­ción lo ridi­cu­li­zó por com­ple­to ante la ima­gen públi­ca, moti­van­do que a los pocos meses pre­sen­ta­ra su dimisión.

Jac­ques Gam­blin y André Dussollier

Simul­tá­nea­men­te el guión del rea­li­za­dor con la cola­bo­ra­ción de Marc Syri­gas pre­sen­ta a Geor­ges Clé­men­ceau (André Dus­so­llier), quien como ave­za­do Pri­mer Minis­tro del país entre 1906 y 1920 esta­ba segu­ro de ganar las elec­cio­nes de ese año al haber sido con­si­de­ra­do el favo­ri­to en la con­tien­da pre­si­den­cial. De allí que entre él y Des­cha­nel haya sur­gi­do una máxi­ma riva­li­dad, gene­ran­do el pun­to de infle­xión de esta comedia.

Sepa­ra­da­men­te, cada uno de estos dos per­so­na­jes reúne valo­res que jus­ti­fi­can su paso por la polí­ti­ca a pesar de adop­tar una visión dife­ren­te. En el caso de Des­cha­nel es loa­ble su labor como mili­tan­te con la inten­ción de abo­lir la pena de muer­te, adju­di­car el dere­cho del voto feme­nino así como otras medi­das inno­va­do­ras para su pue­blo; por su par­te, acu­dien­do a los regis­tros his­tó­ri­cos que­da cons­ta­ta­da la con­tri­bu­ción de Clé­men­ceau a su país duran­te los emba­tes de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial y su par­ti­ci­pa­ción como uno de los prin­ci­pa­les nego­cia­do­res de la Con­fe­ren­cia de Paz de París en 1919.

Evo­can­do ese espe­cial perío­do, el rea­li­za­dor per­mi­te que el rela­to ade­cua­da­men­te narra­do inclu­ya algu­nas situa­cio­nes hila­ran­tes que aun­que a veces resis­ten cre­di­bi­li­dad no obs­tan­te están satis­fac­to­ria­men­te resueltas.

Es en la inter­pre­ta­ción don­de resi­den los aspec­tos más salien­tes de esta his­to­ria en el mar­co de un elen­co inte­gra­do por dos acto­res exce­len­tes del cine fran­cés. Gam­blin expre­sa viva­men­te la situa­ción de un pre­si­den­te aba­ti­do por la ansie­dad y angus­tia que lo lle­va al esta­do depre­si­vo para con­ver­tir­lo en un ser ende­ble y ridícu­lo. Por su par­te Dus­so­llier ilus­tra estu­pen­da­men­te el cinis­mo de un polí­ti­co con­ser­va­dor fuer­te y viril que habien­do vis­to sus aspi­ra­cio­nes pre­si­den­cia­les frus­tra­das no disi­mu­la su ren­cor hacia Des­cha­nel mofán­do­se de él en la medi­da de lo posible.

Dicho lo que ante­ce­de, esta ópe­ra pri­ma de Pey­re­fit­te cum­ple con su come­ti­do de ofre­cer una come­dia que aun­que sin ser excep­cio­nal, resul­ta agra­da­ble de con­tem­plar ade­más de haber incor­po­ra­do datos his­tó­ri­cos que aun­que no todos com­ple­ta­men­te feha­cien­tes han sido poco cono­ci­dos por el públi­co masi­vo. Jor­ge Gutman

Recuer­dos de un Cineasta

THE FABEL­MANS. Esta­dos Uni­dos, 2022. Un film de Ste­ven Spiel­berg. 150 minutos

Con The Fabel­mans Ste­ven Spiel­berg refle­ja sus recuer­dos de infan­cia y ado­les­cen­cia en un rela­to semi­au­to­bio­grá­fi­co en el que des­ta­ca su víncu­lo fami­liar y su amor por el cine a tra­vés de un perío­do de apro­xi­ma­da­men­te 13 años. Con gran afec­to y empa­tía se asis­te a una his­to­ria que aun­que evi­den­te­men­te emo­cio­nal, el rea­li­za­dor evi­ta car­gar las tin­tas a fin de no caer en fal­sos sentimentalismos.

Con un esme­ra­do guión del rea­li­za­dor com­par­ti­do con el dra­ma­tur­go Tony Kush­ner, la acción comien­za en enero de 1952 en New Jer­sey don­de se con­tem­pla al peque­ño Sammy Fabel­man (Mateo Zor­yon Fran­cis-DeFord), alter ego de Spiel­berg, asis­tien­do con sus padres al cine para ver The Grea­test Show on Earth; esa pelí­cu­la que mucho le impre­sio­nó mar­ca­ría de algún modo su inte­rés por la cinematografía.

De retorno al hogar se lo con­tem­pla fes­te­jan­do con su fami­lia judía la fes­ti­vi­dad de Janu­cá y el ambien­te cir­cun­dan­te es de feliz con­vi­ven­cia; allí están reu­ni­dos su padre Burt (Paul Dano) que es un inge­nie­ro eléc­tri­co, su madre Mitzi (Miche­lle Williams), sus her­ma­ni­tas, la abue­la pater­na (Jean­nie Ber­lin) como asi­mis­mo Ben­nie (Seth Rogen) quien como emplea­do de su padre a la vez que su gran ami­go es con­si­de­ra­do un miem­bro más de dicho núcleo. A todo ello con una peque­ña cama­ri­ta Sammy comien­za a rea­li­zar bre­ves pelí­cu­las case­ras fil­man­do a sus hermanas.

Gabriel LaBe­lle

Pasan los años y ya se está en pre­sen­cia del joven Sammy (Gabriel LaBe­lle) quien ve aumen­ta­da su pasión por el cine y ya con una cáma­ra más sofis­ti­ca­da empren­de varios cor­tos. Ese aspec­to no va en detri­men­to de su amor por la fami­lia en don­de él guar­da una muy bue­na rela­ción con sus padres. Con su mamá exis­te un víncu­lo muy espe­cial dado que se tra­ta de una mujer emo­cio­nal­men­te débil y due­ña de un talen­to artís­ti­co como pia­nis­ta que no lo desa­rro­lló para dedi­car­se al hogar y es quien más valo­ra la voca­ción de Sammy; en cuan­to a su padre que es un muy buen com­pa­ñe­ro con­si­de­ra que la afi­ción de su hijo es un mero hobby.

A todo ello, el tra­ba­jo de Burt moti­va que tras­la­de la fami­lia a Ari­zo­na don­de tam­bién está inclui­do su ami­go Ben­nie. Allí lle­ga ines­pe­ra­da­men­te de visi­ta el tío abue­lo Boris (Judd Hirsch), un extra­va­gan­te vete­rano artis­ta de cine que tam­bién actuó en el cir­co, quien duran­te su bre­ve esta­día ofre­ce a Sammy algu­nas nocio­nes pre­ci­sas sobre el arte, enfa­ti­zan­do que lle­ga­rá un momen­to en que ten­drá que balan­cear su pasión artís­ti­ca con el amor por su familia.

La nota dra­má­ti­ca del rela­to se pro­du­ce cuan­do en un paseo cam­pes­tre hacien­do pic­nic, Sammy fil­ma a su fami­lia y en un momen­to dado al enfo­car su cáma­ra efec­túa un des­cu­bri­mien­to que lo impac­ta fuer­te­men­te y que habrá de reper­cu­tir en su vida.

Nue­va­men­te el empleo de su padre moti­va la mudan­za de la fami­lia al nor­te de Cali­for­nia; es allí don­de en la escue­la secun­da­ria a la que asis­te Sammy comien­za a expe­ri­men­tar los cole­ta­zos del sutil anti­se­mi­tis­mo exis­ten­te por par­te de algu­nos de sus com­pa­ñe­ros, pero a la pos­tre el sen­si­ble mucha­cho sabrá dar­les una muy bue­na lec­ción. A nivel fami­liar, pron­ta­men­te se pro­du­ce la sepa­ra­ción de sus padres, hecho que le pro­du­ce a Sammy una gran pena que es com­par­ti­da con su her­ma­na Reg­gie (Julia Butters).

El gran Spiel­berg ofre­ce aquí una estu­pen­da lec­ción de cine. No hay ele­men­to alguno que que­de libra­do al azar y su tra­ba­jo es uno de los más impor­tan­tes de su bri­llan­te carre­ra pro­fe­sio­nal. Sin ape­lar nece­sa­ria­men­te a la clá­si­ca nos­tal­gia, el guión se nutre con per­so­na­jes exce­len­te­men­te desa­rro­lla­dos en don­de se nota la maes­tría del rea­li­za­dor como asi­mis­mo la de Kush­ner que es un gran cono­ce­dor del cineasta.

Come­dia y dra­ma están bien cohe­sio­na­dos a tra­vés del rela­to. Entre algu­nas de las memo­ra­bles esce­nas que cun­den inten­sa­men­te en el áni­mo del espec­ta­dor es la del enfren­ta­mien­to de Sammy con su que­ri­da madre. Alta­men­te atra­yen­te a la vez que joco­so es el pri­mer víncu­lo román­ti­co que Sammy man­tie­ne con Moni­ca (Chloe East) una chi­ca de fe cris­tia­na. Pero indu­da­ble­men­te la más con­mo­ve­do­ra secuen­cia es la del des­en­la­ce de esta his­to­ria que tie­ne lugar en Los Ánge­les y que resul­ta­ría suma­men­te indis­cre­to reve­lar­lo sal­vo seña­lar que a par­tir de allí comen­za­rá el gran derro­te­ro cine­ma­to­grá­fi­co de Sammy (léa­se Spielberg).

El direc­tor ha con­vo­ca­do un anto­ló­gi­co repar­to don­de en los roles más impor­tan­tes que­dan resal­ta­das las exce­len­tes pres­ta­cio­nes de Williams y Dano quie­nes en sus per­so­na­jes sobria­men­te van trans­mi­tien­do las suti­les ten­sio­nes de la rela­ción matri­mo­nial; sus actua­cio­nes no van en detri­men­to del res­to del elen­co en don­de en una bre­ve apa­ri­ción se des­ta­ca la inter­ven­ción del emi­nen­te direc­tor David Lynch. Una autén­ti­ca reve­la­ción cons­ti­tu­ye la actua­ción pro­ta­gó­ni­ca de LaBe­lle quien en cuer­po y alma se sumer­ge en la per­so­na­li­dad de Sammy, trans­mi­tien­do con gran auten­ti­ci­dad la inse­gu­ri­dad de un mucha­cho ado­les­cen­te que tra­ta de for­jar su des­tino a la vez que vuel­ca un gran amor a su familia.

No obs­tan­te su lar­ga dura­ción la impe­ca­ble edi­ción de Michael Kahn y Srah Broshar impi­de que exis­tan tiem­pos muer­tos. Una valio­sa con­tri­bu­ción es la rea­li­za­da por el lau­rea­do com­po­si­tor John Williams quien ha sabi­do com­po­ner una músi­ca aso­cia­da emo­cio­nal­men­te a la tra­ma del relato.

A tra­vés de sus recuer­dos, he aquí el noble y logra­do tri­bu­to que Spiel­berg ofre­ce al cine con este tierno y con­mo­ve­dor film. Jor­ge Gutman

Can­ción de Navidad

CLÁ­SI­CO CUEN­TO DE DICKENS

En una nue­va trans­mi­sión de una obra que ha sido repre­sen­ta­da en 2021 en el Ale­xan­dra Pala­ce Thea­tre de Lon­dres, median­te la fil­ma­ción rea­li­za­da en una de sus repre­sen­ta­cio­nes por la pro­duc­to­ra Not­tingham Playhou­se, se podrá juz­gar A Christ­mas Carol: A Ghost Story.

Esta obra basa­da en la nove­la escri­ta por el memo­ra­ble escri­tor bri­tá­ni­co Char­les Dic­kens y publi­ca­da a fines de 1843 está imbui­da de amor, pér­di­da y reden­ción en don­de su tema cen­tral man­tie­ne rele­van­cia en la épo­ca actual.

(Aoi­fe Gas­ton y Nicho­las Farrell. Foto: Manuel Harlan)

La nove­la que en esen­cia cons­ti­tu­ye una con­de­na de la ava­ri­cia ha sido adap­ta­da por Mark Gatiss y diri­gi­da por Adam Pen­ford. El rela­to trans­cu­rre en una fría vela­da de la Noche­bue­na en don­de resi­de el míse­ro Ebe­ne­zer Scroo­ge (Nicho­las Farrell); es en esta espe­cial oca­sión que este egoís­ta indi­vi­duo reci­be la ines­pe­ra­da visi­ta del espí­ri­tu de su anti­guo aso­cia­do comer­cial Jacob Mar­ley (Mark Gatiss) quien, suje­to en cade­nas como cas­ti­go por su vida codi­cio­sa, le hace saber que aún no es tar­de para que cam­bie de con­duc­ta y pue­da esca­par de su mis­ma suer­te. Para ello Scroo­ge debe­rá enfren­tar a una serie de fan­tas­mas alec­cio­nán­do­lo para su con­ver­sión en una per­so­na pro­vis­ta de humanidad.

Ade­más de Farrell y Gatiss, el elen­co se com­ple­ta con James Back­way, Ange­li­na Chu­di, Patri­cia Gets Ready, Jo Eaton-Kent, Zak Ford-Williams; Aoi­fe Gas­ton, Edward Harri­son, Sarah Rid­ge­way, Joe Shi­re y el vete­rano Chris­topher God­win como el narra­dor de la pieza.

Este sin­gu­lar cuen­to fan­tas­mal se encuen­tra resal­ta­do por los des­co­llan­tes efec­tos visua­les de John Bulleid, la esce­no­gra­fía de Paul Wills, la ilu­mi­na­ción de Phi­lip Glad­well y el dise­ño de video de Nina Dunn.

La pie­za de 2 horas de dura­ción será exhi­bi­da en Cana­dá en los cines de Cine­plex el 27 y 28 de noviem­bre de 2022.