La céle­bre ópe­ra de Puccini

MADA­MA BUTTERFLY

La Ópe­ra de Mon­tréal (ODM) con­clu­ye la 43°va. tem­po­ra­da ofi­cial con Mada­ma But­terflly una de las ópe­ras más bellas del reper­to­rio líri­co, que su com­po­si­tor Gia­co­mo Puc­ci­ni la con­si­de­ró como “la más sin­ce­ra y suges­ti­va” de todas las crea­cio­nes líri­cas que él compuso.

Como es bien sabi­do, des­pués de Ver­di, Puc­ci­ni es el más cono­ci­do y popu­lar com­po­si­tor de ópe­ras ita­lia­nas Este con­mo­ve­dor melo­dra­ma de tres actos con libre­to de Giu­sep­pe Gia­co­sa y Lui­gi Illi­ca está basa­da en el cuen­to Mada­me But­terfly escri­to en 1898 por John Luther Long aun­que Puc­ci­ni tam­bién tuvo en cuen­ta la nove­la Mada­me Chry­santhè­me (1887) de Pie­rre Loti para su con­cep­ción. Cabe seña­lar que el com­po­si­tor escri­bió cin­co ver­sio­nes de la ópe­ra don­de la ori­gi­nal fue dada a cono­cer en La Sca­la de Milán en febre­ro de 1904. En todo caso es su ver­sión final que se estre­nó en 1907 la más repre­sen­ta­da en los esce­na­rios líri­cos internacionales.

Joy­ce El-Koury. (Foto operademontreal.com)

El tema que trans­cu­rre en Japón a prin­ci­pios del siglo XX se refie­re al amor román­ti­co aun­que no exen­to de inge­nui­dad que expe­ri­men­ta la joven geisha japo­ne­sa Cio-Cio San por B.F. Pin­ker­ton, un ofi­cial de la arma­da naval de los Esta­dos Uni­dos. Tras la noche de bodas, el marino se ale­ja a su país. Des­pués de haber trans­cu­rri­do 3 años, la joven que es madre de un niño pro­duc­to del víncu­lo con­yu­gal, espe­ra con ansie­dad el retorno de su mari­do, sin que su cria­da Suzu­ki logre disua­dir­la de que él nun­ca regre­sa­rá. Cuan­do Cio-Cio se ente­ra de la trai­ción de su cón­yu­ge por haber con­traí­do un nue­vo matri­mo­nio en los Esta­dos Uni­dos con Kate Pin­ker­ton, adop­ta una drás­ti­ca medi­da para evi­tar el deshonor.

Matthew Whi­te. Foo (Foto: glendaricecollins.com)

En esta nue­va pro­duc­ción de la ODM con la pues­ta escé­ni­ca de Stépha­nie Havey se ha modi­fi­ca­do la cro­no­lo­gía habi­tual de la his­to­ria a tra­vés de un ajus­te efec­tua­do aun­que sin alte­rar la belle­za de la obra que trans­cu­rre a comien­zos del siglo XX. En la pri­me­ra esce­na la audien­cia des­cu­bri­rá dos per­so­na­jes ubi­ca­dos 10 años más tarde,Kate Pin­ker­ton y Dolo­re, el hijo de Cio-Cio San que ha cre­ci­do en Esta­dos Uni­dos y es aho­ra un ado­les­cen­te. Con­se­cuen­te­men­te, Kate rela­ta a su hijo adop­ti­vo los acon­te­ci­mien­tos que lo lle­va­ron a vivir en Esta­dos Unidos.

La direc­to­ra cuen­ta con un renom­bra­do elen­co casi ente­ra­men­te cana­dien­se enca­be­za­do por la soprano Joy­ce El-Khoury dan­do vida al emble­má­ti­co rol de Cio-Cio San y el tenor Matthew Whi­te ani­man­do a B.F. Pin­ker­ton, el tenien­te de mari­na de Esta­dos Uni­dos. Entre otros roles de apo­yo par­ti­ci­pan el barí­tono Hugo Lapor­te (Shar­pless, el cón­sul ame­ri­cano en Naga­sa­ki), la mez­zo soprano Lau­ren Segal (Suzu­ki, la fiel cria­da de Cio-Cio San), el tenor Éric Thé­riaul (Goro, el casa­men­te­ro), el bajo Matthew Tre­vi­ño (El Bon­zo, tío de Cio-Cio San), la mez­zo soprano Mar­ti­na Mys­kohild (Kate, la espo­sa de Pin­ker­ton), Pau­li­ne Tes­sa­dri (Kate, 10 años des­pués en un rol mudo), el tenor Geof­frey Sche­llen­berg (El Prín­ci­pe Yamadori/El Ofi­cial de Esta­do Civil), el bajo Matthew Li La Mère (el comi­sa­rio impe­rial) y Enzo Zhang (Dolo­re, el hijo de Cio-Cio y Pin­ker­ton, 10 años más tar­de en un rol mudo).

Pedro Halff­ter. (Foto: montrealopera.com)

Esta melo­dra­má­ti­ca obra que ha con­mo­vi­do a audien­cias de dife­ren­tes regio­nes del mun­do debi­do a su tema y a su rique­za musi­cal está nutri­da de memo­ra­bles arias, entre ellas la muy cono­ci­da “Un bel di vedre­mo”. El maes­tro espa­ñol Pedro Halff­ter que es un gran cono­ce­dor del reper­to­rio ita­liano diri­gi­rá l’Ochestre Metro­po­li­tain y el Coro de l’Opéra de Mon­tréal. La esce­no­gra­fía y el ves­tua­rio per­te­ne­cen a l’Opéra de Mon­treal.

Con una dura­ción de 2 horas y 45 minu­tos, Mada­ma But­terfly será pre­sen­ta­da en su ver­sión ori­gi­nal ita­lia­na con sobre­tí­tu­los en fran­cés e inglés, el 6, 9, 11 y 16 de mayo (19h30) y el 14 de mayo (14h) en la Salle Wil­frid-Pelle­tier.

Infor­ma­ción adi­cio­nal pue­de obte­ner­se en el sitio operademontreal.com

Una Ópe­ra de Teren­ce Blanchard

CHAM­PION

En una nue­va trans­mi­sión des­de el Metro­po­li­tan Ope­ra (MET) de New York, el aman­te del arte líri­co de Cana­dá ten­drá opor­tu­ni­dad de juz­gar Cham­pion de Teren­ce Blan­chard. El cele­bra­do com­po­si­tor afro­ame­ri­cano que inau­gu­ró la tem­po­ra­da 2021 – 2022 con el reso­nan­te suce­so de “Fire Shut Up in My Bones”, mar­có un hito his­tó­ri­co en los ana­les de la com­pa­ñía dado que por pri­me­ra vez repre­sen­ta­ba una ópe­ra de un afroamericano.

El cele­bra­do com­po­si­tor que ade­más ha teni­do emi­nen­te par­ti­ci­pa­ción en la músi­ca de 60 fil­mes, ofre­ce con Cham­pion  una con­mo­ve­do­ra ópe­ra cuyo argu­men­to está basa­do en el libre­to de Michael Cris­to­fer. El rela­to se refie­re al boxea­dor gay Emi­le Grif­fith quien en un ten­so match en el ring pro­pi­na un feroz ata­que a su homo­fó­bi­co rival que se bur­ló de él quien murió pocos días des­pués; ese hecho mar­ca­ría a Grif­fith duran­te el res­to de su vida.

Eric Owens y Ryan Spee­do Green. (Foto: Ken Howard-Met)

A tra­vés de flash­backs el com­po­si­tor y su libre­tis­ta Michael Cris­to­fer rela­tan la his­to­ria del boxea­dor a tra­vés de tres can­tan­tes en don­de Ethan Joseps ani­ma la infan­cia de Grif­fith, el barí­tono Ryan Spee­do Green lo inter­pre­ta en sus años jóve­nes don­de emer­ge de la oscu­ri­dad para con­ver­tir­se en cam­peón mun­dial y el barí­tono bajo Eric Owens carac­te­ri­za al madu­ro lucha­dor en edad avan­za­da don­de se halla aco­sa­do por los fan­tas­mas de su pasa­do. En el elen­co igual­men­te par­ti­ci­pan la soprano Lato­nia Moo­re como la dis­tan­cia­da madre del pugi­lis­ta, el tenor Paul Gro­ves como el entre­na­dor de Grif­fith y la mez­zo soprano Stepha­nie Bly­te como Kathy Hagen, la vul­gar due­ña de un bar gay.

Paul Gro­ves, Ryan Spee­do Green y Lato­nia Moo­re. (Foto: Ken Howard/Met)

La pro­duc­ción está a car­go de James Robin­son en tan­to que el maes­tro Yan­nick Nézet-Ségun diri­ge la orques­ta del MET, en tan­to que la coreo­gra­fía está a car­go de Cami­lle A. Brown.

La ópe­ra Cham­pion será trans­mi­ti­da en direc­to y en alta defi­ni­ción en su ver­sión ori­gi­nal ingle­sa con sub­tí­tu­los en inglés en las salas de Cine­plex el 29 de abril de 2023 y será nue­va­men­te difun­di­da ‑aun­que no en direc­to- a par­tir del 27 de mayo de 2023

Othe­llo

UNA NUE­VA VISION

En una nue­va pre­sen­ta­ción de Natio­nal Thea­tre Live se podrá juz­gar la inmor­tal obra Othe­llo, de Sha­kes­pea­re, que ha sido repre­sen­ta­da has­ta el 21 de enero pasa­do en el tea­tro Lyttle­ton de Lon­dres y fue fil­ma­da en vivo en una de sus representaciones.

A más de 4 siglos de su con­cep­ción, la gran popu­la­ri­dad de este dra­ma resi­de en la for­ma en que el genial autor expo­ne algu­nas de las falen­cias más oscu­ras que pue­de evi­den­ciar el géne­ro humano. Habién­do­se repre­sen­ta­do mun­dial­men­te a tra­vés de dife­ren­tes ver­sio­nes, en este caso la pro­duc­ción actual del lau­rea­do direc­tor bri­tá­ni­co Clynt Dyer expo­ne su visión per­so­nal enfa­ti­zan­do tan­to la dis­cri­mi­na­ción racial así como la vio­len­cia domés­ti­ca y la misoginia.

Giles Tere­ra. (Foto: Myah Jeffers)

El Othe­llo de esta ver­sión ha sido un escla­vo negro refu­gia­do que vio ele­va­do su esta­tus en una Vene­cia blan­ca y racis­ta. Casa­do con su ama­da Des­dé­mo­na ha logra­do desa­fiar los pre­jui­cios exis­ten­tes basa­dos en el color de su piel. La nue­va vida de la pare­ja se ve ame­na­za­da por la mali­cia de su racis­ta alfé­rez Iago quien crea en Othe­llo la duda sobre la fide­li­dad de su espo­sa, hecho que a la pos­tre desem­bo­ca­rá en tragedia.

(Rosy McE­wen y Giles Tere­ra. (Foto: Myah Jeffers)

En la actual visión que­da refle­ja­da una Des­dé­mo­na con­fi­den­te y desa­fian­te fren­te a los abu­sos de Othe­llo que en esta ver­sión no apa­re­ce como héroe sino como villano; igual­men­te, Emi­lia — la emplea­da domés­ti­ca de Des­dé­mo­na- es abu­sa­da por su vio­len­to mari­do Iago.

El elen­co está enca­be­za­do por Giles Tere­ra (Othe­llo), Rosy McE­wean (Des­dé­mo­na) y Paul Hil­ton (Iago). En los prin­ci­pa­les roles de apo­yo actúan Tan­ya Franks (Emi­lia), Rory Fleck Byr­ne (Cas­sio) y Jack Bar­doe (Rode­ri­go). En los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción, la esce­no­gra­fía es de Chloe Lam­ford, la ilu­mi­na­ción de Jai Mor­ja­ria y el ves­tua­rio de Michael Vale.

Othe­llo se exhi­bi­rá en selec­tas salas de Cine­plex el 27 de abril de 2023.

Emi­nen­te Vio­li­nis­ta y Compositor

CHE­VA­LIER. Esta­dos Uni­dos, 2022. Un film de Stephen Williams. 107 minutos

El nom­bre de Joseph Bolog­ne no es muy cono­ci­do en la esfe­ra musi­cal; es así que resul­tó opor­tu­na la idea de Stephen Williams de rea­li­zar Che­va­lier que intro­du­ce al espec­ta­dor al pri­mer com­po­si­tor negro de la his­to­ria musi­cal quien ade­más ha sido un vir­tuo­so violinista.

Kel­vin Harri­son Jr.

El rela­to trans­cu­rre en la Fran­cia del siglo 18, pocos años antes de la Revo­lu­ción Fran­ce­sa. En la pri­me­ra esce­na se obser­va a un joven músi­co lla­ma­do Wolf­gang Ama­deus Mozart (Joseph Pro­wen) quien en París ofre­ce uno de sus con­cier­tos de vio­lín para una dis­tin­gui­da audien­cia. Cuál será su sor­pre­sa cuan­do ines­pe­ra­da­men­te sube al esce­na­rio con su vio­lín Joseph Bolog­ne (Kel­vin Harri­son Jr.) quien le pro­po­ne tocar con­jun­ta­men­te a lo que Mozart acce­de; de inme­dia­to el públi­co apre­cia la maes­tría de ambos músi­cos y el fer­vor se inten­si­fi­ca cuan­do pos­te­rior­men­te Bolog­ne actúa solo y al final el públi­co lo aplau­de a rabiar, hacién­do­le som­bra al genio de Salz­bur­go quien se mani­fies­ta fas­ti­dia­do por tal razón. Ese ini­cio es uno de los momen­tos más sóli­dos del film pre­dis­po­nien­do favo­ra­ble­men­te al espectador.

Adop­tan­do un cri­te­rio bio­grá­fi­co, la pelí­cu­la sigue los pasos de Joseph, naci­do en Gua­da­lu­pe, cuya madre Nanon (Ron­ke Ade­ko­lue­jo) es una escla­va sene­ga­le­sa que fue vio­la­da por su aris­to­crá­ti­co padre fran­cés Geor­ges (Jim High), due­ño de una plan­ta­ción. En sus años jóve­nes, su pro­ge­ni­tor lo tras­la­da a Fran­cia para seguir sus estu­dios en un acre­di­ta­do inter­na­do en don­de el mucha­cho per­ci­be que no es muy bien reci­bi­do por sus com­pa­ñe­ros de escue­la; es así que Joseph empie­za a expe­ri­men­tar los sin­sa­bo­res de ser negro. No obs­tan­te, dada su maes­tría musi­cal como exi­mio vio­li­nis­ta y sus dotes de com­pe­ten­te esgri­mis­ta, le per­mi­te ganar­se el res­pe­to y sobre todo la admi­ra­ción de la rei­na Marie-Antoi­net­te (Lucy Boyn­ton) quien le otor­ga el pres­ti­gio­so títu­lo de Che­va­lier de Saint Geor­ges; de este modo él se incor­po­ra al selec­to séqui­to de la Corte.

Gran par­te del metra­je es dedi­ca­do a rese­ñar su roman­ce con Marie Josephi­ne Mon­ta­lem­bert (Sama­ra Wea­wing), una des­ta­ca­da can­tan­te de ópe­ra casa­da con un celo­so mari­do racis­ta (Mar­ton Cso­kas); es para ella que Bolog­ne com­po­ne su pri­me­ra ópe­ra Ernes­ti­ne al pro­pio tiem­po que aspi­ra a ser nom­bra­do direc­tor de la Ópe­ra de Paris, car­go que no habrá de lograr, entre varias razo­nes por no ser blan­co. Su vin­cu­la­ción con los par­ti­da­rios que aso­man al comien­zo de la revo­lu­ción mani­fes­tan­do su des­con­ten­to por los exce­sos de la monar­quía, pro­du­ci­rá su ais­la­mien­to de la cor­te, con­tan­do úni­ca­men­te con el apo­yo de su incon­di­cio­nal ami­go Phi­lip­pe (Alex Fitza­lan). En los tra­mos fina­les del rela­to Joseph se reen­cuen­tra con su madre y a tra­vés de ella se fami­lia­ri­za más con sus raí­ces, lle­gan­do a la con­vic­ción de que por más ami­ga­ble que la gen­te blan­ca pue­da ser, el estig­ma del color de la piel segui­rá persistiendo.

Con­tan­do con un buen elen­co, cabe dis­tin­guir la excep­cio­nal com­po­si­ción que Harri­son Jr. logra del com­po­si­tor expre­san­do su ego, cons­tan­cia, deter­mi­na­ción de su per­so­na­je tan­to en los momen­tos duros como en los de alegría.

La direc­ción de Williams mere­ce cier­ta reser­va al haber­se vali­do del guión de Ste­fa­ni Robin­son, un tan­to des­igual y obje­to de licen­cias his­tó­ri­cas; sin pro­fun­di­zar en el espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio de Bolog­ne; lo que ha sido de él des­pués de la revo­lu­ción fran­ce­sa solo se sabe por lo que se lee en los cré­di­tos fina­les. De todos modos este dra­ma musi­cal arro­ja un sal­do favo­ra­ble, sobre todo con la emo­ción que gene­ra la vibran­te esce­na final. Méri­to apar­te es atri­bui­do al dise­ño de pro­duc­ción de Karen Murphy con la estu­pen­da repro­duc­ción de épo­ca, la esme­ra­da foto­gra­fía de Jess Hall, el ves­tua­rio de Oli­ver Gar­cía y la impe­ca­ble ban­da sono­ra de Kris Bowers. Jor­ge Gutman

Sen­si­ble Retra­to de Vida

JOY­LAND. Pakis­tán, 2022. Un film de Saim Sadiq. 127 minutos

No es fre­cuen­te con­tem­plar en Cana­dá un film de Pakis­tán; es así que resul­ta aus­pi­cio­so el estreno de Joy­land que por su nota­ble cali­dad le ha mere­ci­do obte­ner el Pre­mio del Jura­do en la sec­ción Una Cier­ta Mira­da del fes­ti­val de Can­nes 2022.

Ali June­jo y Ali­na Khan

Con asom­bro­sa madu­rez, ya demos­tra­do en varios cor­tos rea­li­za­dos, en su pri­mer lar­go­me­tra­je Saim Sadiq ofre­ce un retra­to rea­lis­ta de la socie­dad pakis­ta­ní enfo­can­do a la fami­lia Rana que resi­de en Laho­re. La mis­ma está inte­gra­da por el auto­ri­ta­rio padre Appa (Sal­man Peer­za­da), su hijo mayor Kaleem (Sohail Sameer), su mujer Nuc­chi (Sar­wat Gila­ni) quie­nes son padres de tres niñas y una pró­xi­ma por nacer, y el hijo menor Hai­der (Ali June­jo) casa­do con Mum­taz (Ras­ti Farooq) quie­nes aún no tie­nen descendientes.

El guión del rea­li­za­dor com­par­ti­do con Mag­gie Briggs enfo­ca su aten­ción prin­ci­pal en Hai­der quien estan­do des­em­plea­do des­de hace un tiem­po se ocu­pa de las tareas domés­ti­cas en tan­to que su bella mujer es quien con su tra­ba­jo de este­ti­cis­ta apor­ta los ingre­sos de la fami­lia; si bien esa divi­sión del tra­ba­jo no afec­ta en abso­lu­to el satis­fac­to­rio víncu­lo matri­mo­nial, el res­to de la fami­lia no ve con bue­nos ojos ese cam­bio de roles.

Cuan­do final­men­te Hai­der con­si­gue un tra­ba­jo como bai­la­rín en un tea­tro eró­ti­co, la situa­ción fami­liar se ve alte­ra­da; eso es debi­do a que Nuc­chi no pue­de que­dar sobre­car­ga­da para aten­der por sí sola las nece­si­da­des del hogar y es nece­sa­rio enton­ces que Mum­taz deje su empleo para que la ayu­de. La situa­ción se com­pli­ca cuan­do en su tra­ba­jo Hai­der expe­ri­men­ta una atrac­ción hacia Biba (Ali­na Khan), una bai­la­ri­na transexual.

El film des­cri­be minu­cio­sa­men­te las cos­tum­bres fami­lia­res den­tro del mar­co de un entorno con­ser­va­dor, musul­mán y reli­gio­so don­de es nece­sa­rio man­te­ner las apa­rien­cias, tra­tan­do de ocul­tar todo aque­llo que pue­da trans­gre­dir las nor­mas socia­les impe­ran­tes. Sin que nece­sa­ria­men­te el rela­to enfo­que la tran­se­xua­li­dad, con todo que­da bien refle­ja­do qué es lo que impli­ca ser un trans­gé­ne­ro y la difi­cul­tad de tener que supe­rar el obs­tácu­lo de la iden­ti­dad gené­ri­ca como es el caso de Biba.

Con su exce­len­te narra­ción el novel cineas­ta per­mi­te aden­trar­se ple­na­men­te en la cul­tu­ra pakis­ta­ní refle­jan­do la impor­tan­cia que adquie­re vivir inde­pen­dien­te­men­te de las expec­ta­ti­vas gene­ra­das en una comu­ni­dad tra­di­cio­nal. El rela­to rebo­sa ple­na huma­ni­dad y ter­nu­ra a tra­vés de sus per­so­na­jes mag­ní­fi­ca­men­te per­fi­la­dos tra­sun­tan­do la varie­dad de emo­cio­nes que les embar­ga a tra­vés de sus ale­grías, frus­tra­cio­nes y con­tra­dic­cio­nes que son remar­ca­ble­men­te carac­te­ri­za­das por un com­pe­ten­te elenco.

Evi­tan­do caer en un arti­fi­cio­so melo­dra­ma, este sen­si­ble rela­to de vida con­du­ce a un des­en­la­ce muy emo­ti­vo dejan­do una exce­len­te impre­sión en el espec­ta­dor que lo con­tem­pla. Sin duda, esta ópe­ra pri­ma de Sadiq, ade­más de cons­ti­tuir una favo­ra­ble car­ta de pre­sen­ta­ción para futu­ros pro­yec­tos, des­pier­ta inte­rés por poder juz­gar otros tra­ba­jos de la cine­ma­to­gra­fía de Pakis­tán. Jor­ge Gutman