FNC 2022 (Segun­da Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

He aquí una rese­ña de seis fil­mes pre­sen­ta­dos en el Fes­ti­val du Nou­veau Cinéma.

Leila’s Brothers (Irán)

La cine­ma­to­gra­fía ira­ní, sin duda una de las mejo­res del con­ti­nen­te asiá­ti­co, con­ti­núa impac­tan­do a tra­vés de sus gran­des rea­li­za­do­res como lo rati­fi­ca el direc­tor y guio­nis­ta Saeed Rous­ta­yi. En su ter­cer tra­ba­jo ofre­ce un sóli­do rela­to expo­nien­do la lucha de la super­vi­ven­cia de una fami­lia en una socie­dad no igua­li­ta­ria don­de el “sál­ve­se quien pue­da” pare­ce ser la acti­tud adop­ta­da para salir a flote.

Leila’s Brothers

En su dra­má­ti­co comien­zo el rela­to mues­tra a la poli­cía de Tehe­rán repri­mien­do con vio­len­cia las mani­fes­ta­cio­nes de pro­tes­ta de obre­ros al ser des­pe­di­dos por el cie­rre de la fábri­ca don­de tra­ba­ja­ban y sin haber sido remu­ne­ra­dos duran­te 8 meses. Entre los afec­ta­dos se encuen­tra Ali­re­za (Navid Moham­mad­za­deh) quien retor­na al hogar fami­liar pre­si­di­do por el anciano padre Esmail (Saeed Pour­sa­mi­mi); allí se encuen­tran sus her­ma­nos Farhad (Moham­mad Ali Moham­ma­di), Par­viz (Farhad Asla­ni), Manou­chehr (Pay­man Maa­di) y la her­ma­na Lei­la ((Tara­neh Ali­doos­ti), quien con su tra­ba­jo es la úni­ca pro­vee­do­ra de ingre­sos del humil­de núcleo familiar.

Es intere­san­te la for­ma en que Rous­ta­yi des­cri­be la diná­mi­ca de esta fami­lia en don­de la preo­cu­pa­ción mayor de Esmail es la de here­dar el hono­ra­ble car­go de Patriar­ca del Clan que que­dó vacan­te como con­se­cuen­cia de la muer­te de su ante­ce­sor. Para ello, según una ances­tral tra­di­ción, el anciano debe apor­tar una impor­tan­te suma de dine­ro que será entre­ga­da en oca­sión de la boda del nie­to del falle­ci­do patriar­ca. Ese ges­to con­lle­va­rá impre­vi­si­bles con­se­cuen­cias cuan­do Lei­la des­cu­bre que no obs­tan­te la débil situa­ción finan­cie­ra de la fami­lia, su padre ha uti­li­za­do fon­dos que tenía bien escon­di­dos a fin de “com­prar” el anhe­la­do títu­lo; es así como que­da refle­ja­do el egoís­ta de Esmail a quien poco le impor­ta la suer­te de sus hijos a fin de lograr su obje­ti­vo. A todo ello, Lei­la, la más madu­ra de la fami­lia, a pesar de que por su con­di­ción feme­ni­na no es obje­to del tra­to que mere­ce, pro­po­ne a sus her­ma­nos comen­zar un nego­cio que pue­da res­ca­tar­los de la pobreza.

Median­te una den­sa narra­ti­va, el rea­li­za­dor intro­du­ce varios acon­te­ci­mien­tos que refle­jan el enfren­ta­mien­to que se pro­du­ce entre los miem­bros de esta fami­lia dis­fun­cio­nal. Con inusi­ta­da vera­ci­dad, expo­ne el nivel de corrup­ción exis­ten­te que se va gene­ran­do en algu­nos de sus per­so­na­jes, como es el caso de Farhad invo­lu­crán­do­se en la ven­ta de auto­mó­vi­les pre­pa­ga­dos que no son entre­ga­dos a sus des­ti­na­ta­rios. De hecho, el film cons­ti­tu­ye el espe­jo de una socie­dad empo­bre­ci­da cuyo fun­cio­na­mien­to deja bas­tan­te que desear. Remi­tien­do de algún modo al cine de Asgar Farha­di en ‘A Hero’ con sus vuel­tas y giros ines­pe­ra­dos, Rous­ta­yi deja una exce­len­te impre­sión con este remar­ca­ble melodrama.

Dias­po­ra (Cana­dá)

El títu­lo del film alu­de al des­pla­za­mien­to que cier­tas per­so­nas se ven obli­ga­das a rea­li­zar aban­do­nan­do su lugar de ori­gen por dife­ren­tes razo­nes para encon­trar una mejor vida en otros rin­co­nes del mun­do. Es eso lo que des­cri­be el direc­tor Deco Daw­son ilus­tran­do el caso de una joven ucra­nia­na que deja su país alber­gan­do un futu­ro más aus­pi­cio­so en Canadá.

Ella es Eva (Yullia Guzh­va) quien en las pri­me­ras imá­ge­nes del film se la ve lle­gan­do a Win­ni­peg pro­ce­den­te de Ucra­nia y alo­ján­do­se en la vivien­da de un edi­fi­cio veni­do a menos.

Diás­po­ra

El rela­to trans­cu­rre duran­te los dos pri­me­ros meses de su esta­día cana­dien­se en don­de ella tra­ta de fami­lia­ri­zar­se con la ciu­dad en que habi­ta. No domi­nan­do el idio­ma inglés, tra­ta de valer­se con su len­gua mater­na ya sea en los dife­ren­tes nego­cios que visi­ta, al efec­tuar sus com­pras, los res­tau­ran­tes que fre­cuen­ta como así tam­bién en la fábri­ca tex­til don­de encuen­tra un tra­ba­jo como costurera.

En pro­cu­ra de un con­tac­to humano, Eva lo logra con Vil­mos (Mateo Gubec), un joven croa­ta a quien cono­ce en un club noc­turno y con quien ini­cia una rela­ción sen­ti­men­tal a pesar de hablar idio­mas dife­ren­tes, así como encuen­tra afec­to y amis­tad en Cho­na (Eva Sar­le), una com­pa­ñe­ra de trabajo.

A tra­vés de un enfo­que neo­rrea­lis­ta el novel rea­li­za­dor tra­ta de ilus­trar la expe­rien­cia de una inmi­gran­te en el mar­co de una cul­tu­ra dife­ren­te a la de su país de ori­gen. Sin embar­go, lo que resul­ta extra­ño es retra­tar a Eva en algu­nas situa­cio­nes un tan­to absur­das; eso se mani­fies­ta en la esce­na en que acu­de al lugar de tra­ba­jo de Vil­mus for­zán­do­lo a hacer el amor en tan­to que él se sien­te natu­ral­men­te incó­mo­do; tam­po­co resul­ta com­pren­si­ble la acti­tud de esta chi­ca al entrar a una igle­sia ucra­nia­na orto­do­xa y ante la mira­da ató­ni­ta del cura (Ken­neth Sala­zar) salir pre­ci­pi­ta­da­men­te sin que exis­ta razón que lo justifique.

Esta his­to­ria, muy bien fil­ma­da en los autén­ti­cos luga­res del dis­tri­to nor­te de Win­ni­peg, ado­le­ce de algu­nos pro­ble­mas. En pri­mer lugar su exce­si­va dura­ción se mani­fies­ta a tra­vés de esce­nas repe­ti­ti­vas que se van suce­dien­do en el reco­rri­do que Eva efec­túa por las calles de la ciu­dad, afec­tan­do su flui­dez. El otro aspec­to es que en los encuen­tros que esta joven rea­li­za con gen­te que se expre­sa en dife­ren­tes idio­mas, hay esca­sos sub­tí­tu­los que per­mi­tan al espec­ta­dor seguir los diá­lo­gos. Asi­mis­mo, a lo lar­go del metra­je no que­da refle­ja­do que su pro­ta­go­nis­ta se encuen­tre deso­la­da o tris­te; ese esta­do aní­mi­co solo se reve­la en los últi­mos minu­tos del rela­to cuan­do al visi­tar una libre­ría ucra­nia­na con­ver­sa con su due­ña del mis­mo ori­gen (Mar­ga­ret Saray), expre­sán­do­le su sole­dad y cuán­to año­ra a su fami­lia y a Ucrania.

Con un des­en­la­ce deci­di­da­men­te extra­ño que­da como balan­ce un retra­to no dema­sia­do pro­fun­do de la diás­po­ra de Eva, sin que gene­re la empa­tía nece­sa­ria para lle­gar a emocionar.

La Edad Media (Argen­ti­na)

En la era de la pan­de­mia no resul­ta extra­ño que algu­nos direc­to­res hayan con­si­de­ra­do este des­afor­tu­na­do pro­ble­ma como foco cen­tral de un rela­to, tal como lo han hecho Ale­jo Mogui­llansky y su espo­sa bai­la­ri­na y coreó­gra­fa Lucia­na Acu­ña; ade­más de ser los rea­li­za­do­res de este film son tam­bién los res­pon­sa­bles del guión com­par­ti­do con Wal­ter Jacob y asi­mis­mo sus acto­res en com­pa­ñía de la encan­ta­do­ra hiji­ta Cleo que asu­me el rol protagónico.

La Edad Media

El fic­cio­nal guión ubi­ca a la fami­lia Mogui­llansky en el piso en el que habi­ta tra­tan­do de ajus­tar­se al obli­ga­to­rio con­fi­na­mien­to duran­te la pan­de­mia; apar­te del aspec­to finan­cie­ro de tener que afron­tar el pago de fac­tu­ras que se acu­mu­lan sin obte­ner reales ingre­sos, eso se com­ple­men­ta con las con­se­cuen­cias de no poder seguir tra­ba­jan­do nor­mal­men­te. Mien­tras que Lucia­na impar­te cla­ses via zoom ali­vian­do en par­te su frus­tra­ción por haber sido can­ce­la­das sus actua­cio­nes de bai­la­ri­na en Holan­da, Ale­jo pro­si­gue su tra­ba­jo, recu­rrien­do a con­fe­ren­cias de video y fil­man­do a la dis­tan­cia una ver­sión de la céle­bre pie­za de Samuel Bec­kett Espe­ran­do a Godot. 

En tan­to que sus padres se encuen­tran absor­bi­dos en lo suyo, la peque­ña Cleo tra­ta de com­ba­tir su abu­rri­mien­to leyen­do la obra de Bec­kett, meta­fó­ri­ca­men­te espe­ran­do que algo suce­da; ade­más al estar encan­di­la­da obser­van­do la luna, su pro­pó­si­to es el de adqui­rir un teles­co­pio; para con­se­guir el dine­ro se vin­cu­la con un moto­ci­clis­ta (Lisan­dro Rodrí­guez) quien se ocu­pa de ven­der­le valio­sos obje­tos que la niña va sus­tra­yen­do de la casa sin que sus padres se aper­ci­ban de lo que está haciendo.

Al pro­me­diar el rela­to, los cineas­tas gene­ran un cam­bio en su narra­ti­va en la que la come­dia ini­cial deja su tono rea­lis­ta cedien­do lugar a otra de slaps­tick, en don­de que­dan resal­ta­dos los inten­sos movi­mien­tos cor­po­ra­les de Luciana.

Mogui­llansky y Acu­ña van tran­si­tan­do por un sen­de­ro expe­ri­men­tal que aun­que un poco des­equi­li­bra­do de todos modos no deja de ser inge­nio­so. Si algu­na refle­xión deja este film es la que efec­túa Lucia­na al pre­gun­tar­se cómo pue­de evo­lu­cio­nar la crea­ti­vi­dad artís­ti­ca den­tro de las cir­cuns­tan­cias difí­ci­les que se están vivien­do. Final­men­te, a nivel acto­ral lo más des­ta­ca­ble es la natu­ra­li­dad, viva­ci­dad y picar­día que impri­me Cleo a su fic­ti­cio per­so­na­je quien en com­pa­ñía de su perra Jua­na sabe cómo con­quis­tar al públi­co que la observa.

Des­vío de Noche (Cana­dá-Méxi­co)

La direc­to­ra cana­dien­se Aria­ne Falar­deau St-Amour y el rea­li­za­dor fran­cés Paul Cho­tel se unen para ofre­cer en su pri­mer lar­go­me­tra­je una sin­gu­lar expe­rien­cia sensorial.

Des­vío de Noche

En el guión de los cineas­tas se obser­va a una perio­dis­ta de Que­bec (Marie Bras­sard) quien se sumer­ge en los recuer­dos de su recien­te inves­ti­ga­ción que la ha trans­por­ta­do a una aldea ubi­ca­da en la cos­ta occi­den­tal de Méxi­co a fin de des­cu­brir el mis­te­rio de la des­apa­ri­ción de la pro­me­te­do­ra pati­na­do­ra artís­ti­ca meji­ca­na Vio­le­ta Mar­tí­nez. Con la voz en off se sigue el pro­ce­so de su bús­que­da que impli­ca entrar en con­tac­to con algu­nos de los mora­do­res del lugar don­de nació Vio­le­ta; sin embar­go, sur­gen algu­nos impe­di­men­tos por­que nadie tie­ne recuer­dos de ella como así tam­po­co pue­den agre­gar infor­ma­ción sobre cómo la joven apren­dió a pati­nar sobre hie­lo en una región tro­pi­cal. Si bien uno cree que ése es el tema del film a los 52 minu­tos de dura­ción de un rela­to de poco más de hora y media apa­re­ce el títu­lo del film Des­vío de Noche en don­de se des­vía la aten­ción de la his­to­ria ori­gi­nal de Vio­le­ta para cen­trar­la en la de su padre Juan Martínez.

La mini­ma­lis­ta narra­ción es la excu­sa para ilus­trar algu­nas de las supers­ti­cio­nes y leyen­das de los luga­re­ños pero la soli­dez del film resi­de en su aspec­to for­mal a tra­vés de las envol­ven­tes imá­ge­nes cap­ta­das por la foto­gra­fía de St-Amour acom­pa­ña­das de los soni­dos natu­ra­les de la sel­va duran­te las horas noc­tur­nas que son logra­das por la nota­ble con­cep­ción sono­ra de Samuel Gag­non-Thi­bo­deau. En esen­cia, a tra­vés de una pes­qui­sa mis­te­rio­sa se asis­te a un buen tra­ba­jo expe­ri­men­tal de los nove­les rea­li­za­do­res que aun­que de fic­ción adquie­re un fas­ci­nan­te viso documental.

Plan 75 (Japón-Fili­pi­nas-Fran­cia-Qatar)

En su ópe­ra pri­ma, la rea­li­za­do­ra Chie Haya­ka­wa abor­da en Plan 75 un deli­ca­do tema como es el de la euta­na­sia a tra­vés de un rela­to futu­ris­ta que no obs­tan­te podría refe­rir­se al momen­to actual.

Plan 75

Tenien­do en cuen­ta que Japón es uno de los paí­ses del mun­do con mayor pobla­ción de gen­te de la ter­ce­ra edad, la his­to­ria se refie­re a un pro­gra­ma del gobierno japo­nés apro­ba­do por el par­la­men­to por el cual se invi­ta a los habi­tan­tes de 75 años y más para some­ter­se volun­ta­ria­men­te a poner dig­na­men­te fin a su exis­ten­cia; para ello no se requie­re de nin­gún examen médi­co como tam­po­co es nece­sa­rio obte­ner el per­mi­so de la familia.

Estruc­tu­ra­do a tra­vés de tres his­to­rias para­le­las, la más impor­tan­te es la que cen­tra­li­za la aten­ción en Michi,(Chieko Baisho); ella es una apa­ci­ble y dul­ce dama sin fami­lia que no obs­tan­te su edad sigue tra­ba­jan­do como cama­re­ra en un hotel; ente­ra­da del men­cio­na­do plan no tie­ne inten­ción algu­na de some­ter­se al mis­mo. Sin embar­go, la situa­ción tien­de a cam­biar cuan­do sabe que su casa será demo­li­da, uni­do al hecho de que­dar des­em­plea­da afec­tán­do­la eco­nó­mi­ca­men­te y por si fue­ra poco su mejor ami­ga aca­ba de morir; en con­se­cuen­cia acep­ta adhe­rir­se al plan.

Simul­tá­nea­men­te se asis­te al meticu­loso tra­ba­jo que rea­li­za el joven Hiro­mu (Haya­ta Iso­mu­ra) quien está ocu­pa­do de pro­mo­cio­nar el pro­gra­ma en cues­tión; su sor­pre­sa es mayor cuan­do com­prue­ba que su anciano tío enfer­mo acep­ta unir­se al plan. La ter­ce­ra his­to­ria y la de menor sig­ni­fi­ca­ción enfo­ca a Maria (Ste­fa­nie Arian­ne) una inmi­gran­te fili­pi­na que tra­ba­ja en el sitio en que se efec­túa la euta­na­sia y tie­ne como pro­pó­si­to poder traer de Fili­pi­nas a su peque­ña hija; para ello habrá de recu­rrir a un sin­gu­lar ardid.

Impreg­na­da de melan­co­lía y sin caer en un arti­fi­cio­so sen­ti­men­ta­lis­mo la novel direc­to­ra entre­ga una come­dia dra­má­ti­ca que aun­que no com­ple­ta­men­te pare­ja atrae la aten­ción por su temá­ti­ca; con todo, su visión resul­ta­rá un tan­to depri­men­te para quie­nes atra­vie­san la eta­pa cre­pus­cu­lar de su exis­ten­cia en don­de según el rela­to debe­rían ser descartables.

Alca­rràs (Espa­ña)

La exce­len­te direc­to­ra espa­ño­la Car­la Simon se con­sa­gró inter­na­cio­nal­men­te en 2017 con su pri­mer remar­ca­ble lar­go­me­tra­je Verano 1993 y aho­ra repi­te su éxi­to en este mara­vi­llo­so film que fue dis­tin­gui­do con el Oso de Oro en el fes­ti­val de Ber­lin de este año. Sin lugar a dudas se tra­ta de una joya cine­ma­to­grá­fi­ca en la que Simon abor­da aspec­tos de su vida fami­liar en esta suer­te de semi autobiografía.

Alca­rràs

El esce­na­rio es pre­ci­sa­men­te Alca­rràs, un peque­ño pue­blo de 9000 habi­tan­tes que viven de la acti­vi­dad agrí­co­la cul­ti­van­do fru­tas de mane­ra arte­sa­nal. Es allí don­de se sale al cru­ce de 3 gene­ra­cio­nes de la fami­lia Sole habi­tan­do un fun­do cuya tie­rra en la que tra­ba­jan duran­te 80 años ha sido cedi­da por los inte­gran­tes de la acau­da­la­da fami­lia Pin­yol al bisa­bue­lo por haber­los pro­te­gi­do duran­te la cruen­ta gue­rra civil; es aho­ra que el anciano abue­lo admi­te que no ha habi­do nin­gún docu­men­to o con­tra­to escri­to de esa adju­di­ca­ción. Ese hecho ten­drá con­se­cuen­cias nega­ti­vas cuan­do los here­de­ros del clan Pin­yol deci­den implan­tar pla­cas sola­res que si bien cons­ti­tu­yen una impor­tan­te fuen­te de ener­gía pue­den impli­car la des­apa­ri­ción del mun­do rural.

Con gran sen­si­bi­li­dad la rea­li­za­do­ra median­te su pro­pia expe­rien­cia refle­ja qué es lo que sig­ni­fi­ca vivir en el cam­po labran­do la tie­rra y cómo los inte­gran­tes de esa gran fami­lia inte­gra­da por el abue­lo, la tía abue­la, los padres, hijos mayo­res y los más peque­ños com­par­ten con amor y ter­nu­ra su exis­ten­cia en los momen­tos de ale­gría como así tam­bién las penas que emer­gen al afron­tar sus dificultades.

Para narrar esta his­to­ria Simon se ha vali­do de un con­jun­to de acto­res no pro­fe­sio­na­les quie­nes trans­mi­ten com­ple­ta auten­ti­ci­dad a los roles asig­na­dos per­mi­tien­do así que el espec­ta­dor se iden­ti­fi­que con sus per­so­na­jes. En suma, la direc­to­ra ha logra­do un mag­ní­fi­co retra­to de un pue­blo como así tam­bién resal­ta el sóli­do lazo de la fami­lia a tra­vés de un rela­to que sin gol­pes bajos lle­ga a con­mo­ver. Sin duda éste es uno de los mejo­res fil­mes del año que repre­sen­ta­rá a Espa­ña para com­pe­tir en la carre­ra del Oscar en la cate­go­ría de Mejor Pelí­cu­la Internacional.

.

FNC 2022 (Pri­me­ra Parte)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

A con­ti­nua­ción se ofre­ce una rese­ña de cua­tro fil­mes pre­sen­ta­dos en el Fes­ti­val du Nou­veau Cinéma 

After­sun (Gran Bretaña)

En su ópe­ra pri­ma la direc­to­ra Char­lot­te Wells enfo­ca la espe­cial rela­ción esta­ble­ci­da entre un padre y su hija. En un guión que le per­te­ne­ce Wells pre­sen­ta a la adul­ta Sophie (Celia Rowl­son-Hall) miran­do videos gra­ba­dos en una mini cáma­ra DV; ahí revi­ve su eta­pa pre­ado­les­cen­te con su padre divor­cia­do de 31 años en oca­sión de haber efec­tua­do un via­je de vacaciones.

A tra­vés de flash­backs la acción retro­ce­de a 1990 don­de Sofía (Fran­kie Corio) de 11 años vivien­do en Edim­bur­go con su madre, acep­ta la invi­ta­ción de su padre Callum (Paul Mes­cal) radi­ca­do en Lon­dres para pasar un par de sema­nas en un peque­ño resor­te ubi­ca­do en Turquía.

After­sun

Prác­ti­ca­men­te la mayor par­te del metra­je trans­cu­rre en ese bal­nea­rio don­de se pue­de apre­ciar la cáli­da amis­tad que sur­ge entre ambos per­so­na­jes. A pesar de que Callum está sepa­ra­do de su espo­sa des­de hace varios años, la ex pare­ja man­tie­ne una acti­tud cor­dial que se vis­lum­bra en un lla­ma­do tele­fó­ni­co que él le efec­túa des­de Tur­quía. Duran­te esas jor­na­das, los días trans­cu­rren vien­do a padre e hija bañar­se en la pis­ci­na, sumer­gién­do­se en el mar, jugar a las car­tas, asis­tir a algu­nos espec­tácu­los que se ofre­cen, com­par­tir los almuer­zos y cenas, así como las res­tan­tes acti­vi­da­des pro­pias de un via­je de placer.

La narra­ti­va es muy escue­ta sin que ofrez­ca gran­des sobre­sal­tos o mayo­res exci­ta­cio­nes. Sin embar­go, en este melan­có­li­co rela­to sobre­sa­len algu­nos ras­gos tan­to de Sophie, obser­van­do y vin­cu­lán­do­se con la gen­te de su edad que le salen al paso, así como por par­te de Callum impreg­nan­do en todo momen­to inmen­so cari­ño a la peque­ña. De todos modos, sin ofre­cer deta­lles sobre el pasa­do de este indi­vi­duo hay un ins­tan­te en el que vuel­ca su llan­to, pre­su­mien­do que hay algo serio que lo afli­ge aun­que se igno­ra la causa.

Con bue­nos intér­pre­tes, la novel rea­li­za­do­ra demues­tra una espe­cial sen­si­bi­li­dad y deli­ca­de­za expo­nien­do una nos­tál­gi­ca his­to­ria bien cons­trui­da que a pesar de no exis­tir un con­flic­to dra­má­ti­co de todos modos resul­ta emotiva.

A Pie­ce of Sky (Sui­za-Ale­ma­nia)

En su segun­da pelí­cu­la el direc­tor Michael Koch narra un ínti­mo dra­ma román­ti­co que trans­cu­rre en los Alpes de Sui­za en don­de la natu­ra­le­za ejer­ce espe­cial influen­cia en el desa­rro­llo del relato.

A Pie­ce of Sky

El guión del rea­li­za­dor ilus­tra a una comu­ni­dad rural que aun­que ais­la­da y afe­rra­da a sus tra­di­cio­nes fun­cio­na armo­nio­sa­men­te. Es allí don­de se sale al encuen­tro de Anna (Michè­le Brand), que tra­ba­ja en un café local a la vez que tam­bién se desem­pe­ña como emplea­da de correo y es madre mono­pa­ren­tal de Julia (Elin Zgrag­gen). En el bar ella cono­ce a Mar­co (Simon Wis­ler), un muscu­loso gran­je­ro de natu­ra­le­za poco comu­ni­ca­ti­va con quien esta­ble­ce inme­dia­ta sin­to­nía; es así que en las pri­me­ras esce­nas que­da expues­to el apa­sio­na­do amor que los une tra­du­ci­do en mani­fies­ta carnalidad.

Expo­nien­do satis­fac­to­ria­men­te esce­nas de la vida coti­dia­na en ese ámbi­to cam­pe­sino, el rea­li­za­dor enfa­ti­za el com­por­ta­mien­to errá­ti­co de Mar­co que podría deber­se al serio tumor cere­bral que le está afec­tan­do. Esa angus­tio­sa situa­ción reper­cu­te inten­sa­men­te en Anna, sobre todo cuan­do lo obser­va adop­tan­do una con­duc­ta ambi­gua fren­te a su hijita.

Adqui­rien­do el rela­to un carác­ter frag­men­ta­rio e inter­ca­lan­do un cam­bio de tono con la fil­ma­ción en el lugar de un Bolly­wood musi­cal, la pelí­cu­la pier­de vita­li­dad y su tema cen­tral va dilu­yén­do­se. Eso cons­pi­ra aún más debi­do a que el film trans­cu­rre con pas­mo­sa len­ti­tud y su dura­ción de más de dos horas y media resul­ta extre­ma­da­men­te exce­si­va, pudien­do haber­se redu­ci­do en por lo menos 45 minu­tos. Aun­que la inter­pre­ta­ción es correc­ta y es remar­ca­ble la foto­gra­fía de Armin Die­rolf, a pesar de sus bue­nas inten­cio­nes, el film no lle­ga a trascender.

The Novelist’s Film (Corea del Sur)

El pro­lí­fi­co rea­li­za­dor sur­co­reano Hong Sang­soo vuel­ve a delei­tar con esta agra­da­bi­lí­si­ma come­dia en don­de con una mini­ma­lis­ta narra­ción enfo­ca las vici­si­tu­des de una vete­ra­na nove­lis­ta duran­te el trans­cur­so de una jornada.

The Novelist’s Film

La pelí­cu­la comien­za con la visi­ta que la escri­to­ra men­cio­na­da Junhee (Lee Hye­young) efec­túa a una libre­ría en los subur­bios de Seúl en don­de su due­ña Sweon (Seo Youngh­wa) es una anti­gua ami­ga con quien había per­di­do con­tac­to; es allí que en ese encuen­tro y com­par­tien­do pos­te­rior­men­te una taza de té Junhee le mani­fies­ta que des­pués de muchos años de tra­ba­jo se sien­te un tan­to blo­quea­da en su con­di­ción de nove­lis­ta; en el lugar igual­men­te se encuen­tra la joven asis­ten­te de la due­ña a quien la visi­tan­te le soli­ci­ta que le ense­ñe a uti­li­zar el len­gua­je de los sig­nos para apre­ciar la belle­za de un poema..

Pos­te­rior­men­te Junhee deci­de efec­tuar un paseo en don­de encuen­tra a Hyo­jin (Kwon Haeh­yo), un direc­tor de cine acom­pa­ña­do de su espo­sa, a quien ella cono­ce des­de hace tiem­po y en cier­to modo le resien­te por no haber fil­ma­do nin­gu­na de sus nove­las; mien­tras los tres siguen cami­nan­do por un par­que se topan con Kil­soo (Kim Minheey), una reco­no­ci­da actriz que tie­ne la inten­ción de dejar su pro­fe­sión; inme­dia­ta­men­te sur­ge una comu­ni­ca­ción espe­cial entre Junhee y Kil­soo, en don­de ambas deci­den que van a hacer un cor­to­me­tra­je con Gyeong­woo (Ha Seong­guk), un estu­dian­te de cine sobrino del mari­do de Kil­soo, en don­de la actriz vol­ve­rá a actuar basa­do en un libre­to con­ce­bi­do por la nove­lis­ta. ¿Pero en que esta­rá basa­do el guión? ¿Es nece­sa­rioi saber­lo de ante­mano o mejor comen­zar a rodar refle­jan­do en ese momen­to lo que está ocurriendo?

Cada uno de estos per­so­na­jes pare­ce atra­ve­sar momen­tos deci­si­vos en su res­pec­ti­va carre­ra y a ello se agre­ga la pre­sen­cia de Man­soo (Ki Joo­bong), un vie­jo poe­ta con quien Junhee man­tu­vo en el pasa­do un víncu­lo sen­ti­men­tal y que indi­rec­ta­men­te influi­rá en el film de la novelista.

Con meri­dia­na cla­ri­dad y sin sofis­ti­ca­ción algu­na, el direc­tor deja plan­tea­da algu­nas pre­gun­tas sobre la reafir­ma­ción del pro­ce­so de crea­ti­vi­dad pero lo impor­tan­te es que a tra­vés de agra­da­bles y filo­só­fi­cas con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das entre los per­so­na­jes de esta his­to­ria, el direc­tor va hil­va­nan­do el espon­tá­neo guión ima­gi­na­do por Junhee. En esen­cia, he aquí una chis­pean­te his­to­ria fil­ma­da en blan­co y negro por el rea­li­za­dor que el espec­ta­dor selec­ti­vo sabrá apre­ciar así como lo con­si­de­ró el jura­do del Fes­ti­val de Ber­lín de este año adju­di­cán­do­le el Gran Premio.

Tchaikovsky’s Wife (Rusia-Fran­cia-Sui­za)

El renom­bra­do cineas­ta ruso Kiril Sere­bren­ni­kov abor­da en este film un ambi­cio­so pro­yec­to en el que como su títu­lo lo anti­ci­pa se refie­re a la mujer que el céle­bre com­po­si­tor ruso espo­só duran­te un bre­ve lap­so de su vida.

Tchaikovsky’s Wife

La acción comien­za en Mos­cú en noviem­bre de 1893 en don­de Anto­ni­na Mili­uko­va (Alyo­na Mikhai­lo­va), la viu­da de Tchai­kovsky, acu­de a su fune­ral. De inme­dia­to el rela­to basa­do en el guión del rea­li­za­dor retro­ce­de a 1871 en don­de en una reu­nión social la joven Anto­ni­na cono­ce al emble­má­ti­co com­po­si­tor (Odin Biron) y como joven aspi­ran­te a pia­nis­ta le hace saber la pro­fun­da admi­ra­ción que sien­te por él y su deseo de ingre­sar al Con­ser­va­to­rio de Músi­ca en don­de Tchai­kovsky es docen­te. No pasa mucho tiem­po en el que ella le expre­sa su amor y es así que final­men­te Tchai­kovsky le pro­po­ne matri­mo­nio el cual habrá de con­cre­tar­se en 1877. Es evi­den­te que ese arre­glo matri­mo­nial cons­ti­tu­yó una for­ma de encu­brir la homo­se­xua­li­dad del artis­ta aun­que su espo­sa igno­ra­ba su orien­ta­ción sexual. La dicha de Anto­ni­na es de cor­to alcan­ce por­que su mari­do hace todo lo posi­ble por evi­tar­la man­te­nién­do­se ale­ja­do. Lle­ga un momen­to en que los ami­gos del com­po­si­tor le soli­ci­tan a Anto­ni­na que acep­te divor­ciar­se de él, pero ella ence­gue­ci­da por com­ple­to se nie­ga a hacerlo.

De allí en más, el rela­to trans­mi­te el cal­va­rio que atra­vie­sa esta mujer para sal­var un amor impo­si­ble den­tro del mar­co de un desas­tro­so matri­mo­nio, agra­va­do por el hecho de ser des­pre­cia­da y humi­lla­da por un mari­do que no la desea. El inten­so mar­ti­rio sufri­do por su mar­ca­da obs­ti­na­ción de seguir sien­do a toda cos­ta su mujer la con­du­ce a un esta­do de com­ple­ta ena­je­na­ción que le hace per­der el sen­ti­do de la razón.

De impe­ca­ble rea­li­za­ción ilus­tran­do muy bien algu­nos aspec­tos de la socie­dad rusa del siglo 19, el tra­ba­jo de Sere­bren­ni­kov se real­za por el exce­len­te dise­ño de pro­duc­ción de Vlad Ogal repro­du­cien­do feha­cien­te­men­te los esce­na­rios en que trans­cu­rre el rela­to. Con todo, el úni­co bemol es la exce­si­va dura­ción del metra­je que pue­de lle­gar a exas­pe­rar con­tem­plan­do en for­ma casi per­ma­nen­te la deses­pe­ran­te alie­na­ción de la trá­gi­ca Anto­ni­na, ideal­men­te inter­pre­ta­da por Mikhai­lo­va. En todo caso la obje­ción apun­ta­da no des­me­dra la cali­dad de este sen­si­ble dra­ma conyugal.

Una Nue­va Edi­ción del FNC

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Des­de el 5 has­ta el 16 de octu­bre se desa­rro­lla­rá el Fes­ti­val du nou­veau ciné­ma (FNC). El decano de los fes­ti­va­les cana­dien­ses pre­sen­ta en esta 51ª edi­ción 291 fil­mes, inclu­yen­do 46 cor­to­me­tra­jes, pro­ve­nien­tes de 49 paí­ses, de los cua­les varios de ellos han sido acla­ma­dos en los fes­ti­va­les rea­li­za­dos este año en Ber­lín, Can­nes, Vene­cia y Toronto.

El film que el 5 de octu­bre abri­rá la mues­tra es Fal­con Lake (Fran­cia-Que­bec), ópe­ra pri­ma de Char­lot­te Le Bon e inter­pre­ta­do por Sara Mont­pe­tit, Kari­ne Gonthier-Hynd­man, Monia Cho­kri y Joseph Engel; su tema gira en torno de dos ado­les­cen­tes que pasan sus vaca­cio­nes con sus res­pec­ti­vas fami­lias en una caba­ña de Que­bec fren­te a un lago que pare­cie­ra estar embru­ja­do. La pelí­cu­la de clau­su­ra es Les Cinq Dia­bles (Fran­cia) de la rea­li­za­do­ra Léa Mysius y pro­ta­go­ni­za­da por Adè­le Exar­cho­pou­los y Sally Dra­mé; este dra­ma fan­ta­sio­so gira en torno de una niña dota­da de pode­res sobre­na­tu­ra­les que guar­da un amor incon­di­cio­nal hacia su madre.

FAL­CON LAKE.jpg

La Com­pe­ten­cia Inter­na­cio­nal inclu­ye 9 títu­los de direc­to­res emer­gen­tes que apor­tan en sus pri­me­ros y segun­dos lar­go­me­tra­jes nue­vas ideas y pun­tos de vis­ta al pano­ra­ma cine­ma­to­grá­fi­co mun­dial. Los títu­los selec­cio­na­dos que com­pi­ten por el Lou­ve d’Or son los siguien­tes: A Pie­ce of Sky (Sui­za-Ale­ma­nia) de Michael Koch, After­sun (Gran Bre­ta­ña) de Char­lot­te Wells, Cet­te Mai­son (Cana­dá) de Mir­yam Char­les, Dal­va (Bél­gi­ca-Cana­dá) de Emma­nue­lle Nicot, How To Save a Dead Friend (Sue­cia-Norue­ga-Fran­cia-Ale­ma­nia) de Marus­ya Syroech­kovs­ka­ya, Mutzen­ba­cher (Aus­tria) de Ruth Bec­ker­mann, Les Pires (Fran­cia) de Lise Ako­ka y Roma­ne Gue­ret, Sto­ne Turtle (Mala­sia-Indo­ne­sia) de Ming Jin Woo, así como Will‑O’-The Wisp (Por­tu­gal) de Jõao Pedro Rodrigues.

Como es habi­tual el FNC brin­da espe­cial con­si­de­ra­ción al cine cana­dien­se resal­tan­do las expre­sio­nes artís­ti­cas de cineas­tas de Que­bec y de las dife­ren­tes pro­vin­cias del país. Para la Com­pe­ten­cia Nacio­nal se han selec­cio­na­do 9 fil­mes, a saber: Befo­re I Chan­ge My Mind (Alber­ta) de Tre­vor Ander­son, Le Coyo­te (Que­bec) de Kathe­ri­ne Jer­ko­vic, Des­vío de Noche (Que­bec) de Aria­ne Falar­deau St-Amour y Paul Cho­tel, Diás­po­ra (Mani­to­ba) de Deco Daw­son, The Mai­den (Onta­rio) de Graham Foy, Pro­me­na­des Noc­tur­nes (Que­bec) de Ryan McKen­na, Queens of the Qing Dynasty (Nova Sco­tia) de Ash­ley McKen­zie, So Much Ter­der­ness (Onta­rio) de Lina Rodrí­geuz y Soft (Onta­rio) de Joseph Amenta.

De la sóli­da selec­ción de fil­mes con­sa­gra­dos inter­na­cio­nal­men­te se encuen­tran entre otros títu­los Alca­rràs (Espa­ña-Ita­lia) de Car­la Simón ‑Oso de Oro en el Fes­ti­val de Ber­lín-;  The Nove­list Film (Corea del Sur) de Hong Sang-Soo –Gran Pre­mio del Jura­do del Fes­ti­val de Ber­lín-; Whi­te Noi­se (Esta­dos Uni­dos-Gran Bre­ta­ña) de Noah Baum­bach ‑pelí­cu­la de aper­tu­ra del Fes­ti­val de Vene­cia-; Women Tal­king (Esta­dos Uni­dos) de Sarah Polley ‑pre­sen­ta­do en el TIFF-; Coma (Fran­cia) de Ber­trand Bone­llo; Tori et Lokit­ta (Bél­gi­ca Fran­cia) de Jean-Pie­rre et Luc Dar­den­ne que obtu­vo el Pre­mio del 75° ani­ver­sa­rio del Fes­ti­val de Can­nes; Eo (Polo­nia-Ita­lia) de Jerzy Sko­li­mows­kiPre­mio del Jura­do del fes­ti­val de Can­nes y Deci­sion to Lea­ve (Corea del Sur) de Park Chan-Wook que fue dis­tin­gui­do como el mejor direc­tor en el Fes­ti­val de Cannes.

En el mar­co del fes­ti­val, el direc­tor Wal­ter Hill reci­bi­rá el pre­mio hono­rí­fi­co Lou­ve d’honneur des­pués de la pro­yec­ción de su nue­vo film Dead for a Dollar que se estre­nó en el recien­te Fes­ti­val de Vene­cia. Para esta oca­sión, tam­bién se exhi­bi­rán tres de sus pelí­cu­las: The Dri­ver (1978), The Warriors (1979) y Extre­me Pre­ju­di­ce (1987).

Infor­ma­ción adi­cio­nal sobre la com­ple­ta pro­gra­ma­ción, salas de pro­yec­ción y hora­rios per­ti­nen­tes así como las acti­vi­da­des vin­cu­la­das con la mues­tra pue­de obte­ner­se pre­sio­nan­do aquí.

Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2022 (4)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gut­man 

Saint Omer (Fran­cia)

La expe­ri­men­ta­da docu­men­ta­lis­ta Ali­ce Diop abor­da por pri­me­ra vez un lar­go­me­tra­je de fic­ción y su debut no pudo haber sido más aus­pi­cio­so al haber logra­do una his­to­ria de con­si­de­ra­ble impac­to emo­cio­nal. La rea­li­za­do­ra se ha ins­pi­ra­do en el infan­ti­ci­dio come­ti­do por Fabienne Kanou en noviem­bre de 2013 al haber aban­do­na­do en horas noc­tur­nas a su hiji­ta de 15 meses en una pla­ya del nor­te de Fran­cia, aguar­dan­do a que la alta marea del mar la arras­tra­ra consigo.

SAINT OMER (Foto: TIFF)

El guión de Diop com­par­ti­do con Amri­ta David y Marie NDia­ye intro­du­ce a Rama (Kay­jie Kaga­me), una joven escri­to­ra fran­co-sene­ga­le­sa que para su pró­xi­mo libro tie­ne pro­yec­ta­do aden­trar­se en una ver­sión con­tem­po­rá­nea del mito de Medea. La oca­sión no pudo haber­le sido más pro­pi­cia cuan­do se pre­sen­ta el caso de un fili­ci­dio don­de Lau­ren­ce Coly (Gus­la­gie Malan­da) es acu­sa­da de haber mata­do a su hiji­ta de 15 meses en Saint-Omer: por lo tan­to Rama está dis­pues­ta a asis­tir al jui­cio. La con­si­de­ra­ble atrac­ción del rela­to resi­de en la enig­má­ti­ca per­so­na­li­dad de Lau­ren­ce quien al ser inte­rro­ga­da por la jue­za (Valé­rie Dré­vi­lle) mani­fies­ta abier­ta­men­te que ella es la res­pon­sa­ble del cri­men come­ti­do; lo más sor­pren­den­te es que ade­más de con­si­de­rar­se ino­cen­te desea saber las razo­nes que la impul­sa­ron a come­ter el infan­ti­ci­dio de la cria­tu­ra a la que ella fer­vien­te­men­te amó. Con todo, apa­ren­te­men­te no exis­te moti­vo alguno para supo­ner que Lau­ren­ce pade­ce de des­equi­li­brio mental.

Si bien la mayor par­te de esta his­to­ria se con­cen­tra en el jui­cio desa­rro­lla­do a lo lar­go de varias jor­na­das, el rela­to igual­men­te enca­ra la situa­ción per­so­nal y fami­liar de Rama; estan­do casa­da con Adrien (Tho­mas de Pour­query) ella se encuen­tra en los pri­me­ros esta­dios de emba­ra­zo, hecho que le ocul­ta a su madre con quien man­tie­ne una difí­cil rela­ción. A medi­da que la audien­cia pro­si­gue Rama se intere­sa con mayor inten­si­dad en el caso de la incul­pa­da y de qué mane­ra eso podrá influir en su futu­ra mater­ni­dad tenien­do en cuen­ta cier­tos trau­mas expe­ri­men­ta­dos en el pasa­do; por lo tan­to su esta­do aní­mi­co está vin­cu­la­do con lo que el des­tino le aguar­da­rá a Laurence.

Con una mag­ní­fi­ca pues­ta escé­ni­ca más pro­pia de un docu­men­tal que de una his­to­ria de fic­ción, la rea­li­za­do­ra per­mi­te que el rela­to con­cen­tre per­ma­nen­te­men­te la aten­ción del espec­ta­dor; ade­más de la direc­ción y del sóli­do guión, las remar­ca­bles actua­cio­nes de Kaga­me y de Malan­da resal­tan los valo­res de este exce­len­te film que obtu­vo el Gran Pre­mio del Jura­do en el fes­ti­val de Vene­cia con­clui­do hace pocos días.

Whi­le We Wat­ched (Gran Bretaña)

Este remar­ca­ble docu­men­tal de Vinay Schu­kla enfo­ca un pro­ble­ma que no es sola­men­te exclu­si­vo de India, sino que lamen­ta­ble­men­te acon­te­ce en otras regio­nes del mun­do. El rea­li­za­dor enfo­ca la impor­tan­cia de man­te­ner un perio­dis­mo tele­vi­si­vo inde­pen­dien­te a tra­vés de la per­so­na­li­dad de Ravish Kumar.

WHI­LE WE WAT­CHED (Foto:TIFF)

Este famo­so perio­dis­ta indio no tie­ne pelos en la len­gua y es así que duran­te su tra­yec­to­ria pro­fe­sio­nal como supe­rior eje­cu­ti­vo y edi­tor del canal de tele­vi­sión indio NDTV se preo­cu­pa en difun­dir los dife­ren­tes pro­ble­mas de carác­ter social que aque­jan a su país. Con­se­cuen­te­men­te el vene­ra­ble repor­te­ro, no ali­nea­do con las polí­ti­cas segui­das por el gobierno del Pri­mer Minis­tro Naren­dra Modi, inten­ta des­ba­ra­tar la des­in­for­ma­ción gene­ra­da por el Estado.

Cier­ta­men­te, la inte­gri­dad moral de Kumar lo ha con­ver­ti­do en un anti­na­cio­na­lis­ta por par­te de sus enemi­gos quie­nes lo con­si­de­ran como “enemi­go del pue­blo”; de allí, las con­ti­nuas ame­na­zas de muer­te hacia él y su fami­lia, reci­bi­das median­te e‑mails o tele­fó­ni­ca­men­te. Afor­tu­na­da­men­te, a dife­ren­cia de varios perio­dis­tas y acti­vis­tas que han sido arres­ta­dos por el actual gobierno, Kumar ha logra­do pre­ser­var su inde­pen­den­cia con­vir­tién­do­se en una figu­ra céle­bre duran­te el hora­rio cen­tral en que se emi­te su pro­gra­ma. Fun­da­men­tal­men­te él es com­ple­ta­men­te cons­cien­te de que para pre­ser­var la demo­cra­cia es nece­sa­rio que no se des­na­tu­ra­li­ce la infor­ma­ción suministrada.

Con un rit­mo flui­do y median­te un len­gua­je sobrio y mesu­ra­do, Shu­kla rela­ta la his­to­ria de su pro­ta­go­nis­ta resal­tan­do la nece­si­dad de pre­di­car la ver­dad con la máxi­ma obje­ti­vi­dad posi­ble. Por sus valio­sos méri­tos, el docu­men­tal des­ta­ca las nume­ro­sas dis­tin­cio­nes reci­bi­das por Kumar, inclu­yen­do entre otras, la Exce­len­cia en Perio­dis­mo de Ram­nath Goe­ri­ka por ser el Mejor Perio­dis­ta del Año y el pre­mio Ramon Mag­say­say en 2019.

The Swea­ring Jar (Cana­dá)

En su segun­do lar­go­me­tra­je la direc­to­ra y escri­to­ra Lind­say Mac­Kay ofre­ce un rela­to basa­do en el no del todo cla­ri­fi­ca­do guión de Kate Hewlett.

En la pri­me­ra esce­na se obser­va a Carey (Ade­lai­de Cle­mens), pro­fe­so­ra de músi­ca en una escue­la secun­da­ria a la vez que can­tan­te en un café local, cele­bran­do con su can­to el cum­plea­ños de su mari­do Simon (Patrick J. Adams). A con­ti­nua­ción se apre­cia la dicha que expe­ri­men­ta esta pare­ja en estar jun­tos a la vez que su feli­ci­dad se inten­si­fi­ca cuan­do Carey que­da emba­ra­za­da y el anhe­lo de ambos de ser padres.

THE SWEA­RING JAR (Foto: TIFF)

Cuan­do todo pare­ce trans­cu­rrir plá­ci­da­men­te hay un hecho sig­ni­fi­ca­ti­vo que alte­ra el orden exis­ten­te; eso se pro­du­ce a par­tir del momen­to en que Carey visi­ta una libre­ría y cono­ce a Owen (Dou­glas Smith), el joven emplea­do que la atien­de. La sim­pa­tía inme­dia­ta gene­ra­da entre ambos se tra­du­ce en un táci­to flir­teo en don­de Carey no pue­de ocul­tar la atrac­ción que le sus­ci­ta Owen. Sin que exis­ta indi­cio alguno de que Simon sufre una gra­ve enfer­me­dad, él repen­ti­na­men­te mue­re a cau­sa de un aneu­ris­ma dejan­do a su espo­sa pro­fun­da­men­te des­con­so­la­da al pun­to tal de no asis­tir a su fune­ral. Su dolor se trans­for­ma en rabia cuan­do su cáus­ti­ca sue­gra Bev (Kath­leen Tur­ner) le infor­ma que ella había esta­do al corrien­te de la dolen­cia de su hijo sin que Carey se hubie­ra impues­to de lo que le suce­día a su marido.

Pos­te­rior­men­te el rela­to avan­za en 3 años en don­de apa­re­ce Bev para cono­cer a su nie­ti­ta. Asi­mis­mo retor­na Owen con quien Carey reanu­da su roman­ce para con­su­mar­se esta vez sexual­men­te. Curio­sa­men­te, recién aho­ra ella expe­ri­men­ta sen­ti­mien­tos de cul­pa por haber ocul­ta­do a su mari­do la rela­ción que man­tu­vo con el libre­ro y a mane­ra de home­na­je cele­bra su cua­dra­gé­si­mo cum­plea­ños con ami­gos, can­tan­do con acom­pa­ña­mien­to de Owen en cali­dad de guitarrista.

Aun­que la direc­ción de Mac­Kay es acer­ta­da, el entre­ve­ra­do guión tor­na irrea­lis­ta los secre­tos que se acu­mu­lan en esta his­to­ria. Si bien pue­de ser fac­ti­ble que duran­te los 12 años de feliz matri­mo­nio con Simon, Carey se ena­mo­re de Owen sin habér­se­lo hecho saber a su mari­do, cues­ta admi­tir que ella hubie­ra igno­ra­do la gra­ve enfer­me­dad de su espo­so; final­men­te, el remor­di­mien­to que la aco­sa habien­do comen­za­do varios años des­pués del dece­so de Simon, resis­te cre­di­bi­li­dad. No obs­tan­te su cali­fi­ca­do elen­co, resul­ta difí­cil empa­ti­zar con sus personajes.

Sid­ney (Esta­dos Unidos)

En este sóli­do docu­men­tal Regi­nald Hud­lin revi­ve la vida del caris­má­ti­co y exce­len­te actor Sid­ney Poi­tier. Aun­que la des­apa­ri­ción de esta legen­da­ria figu­ra se pro­du­jo en enero de este año a los 94 años, la pelí­cu­la con­clui­da poco antes de su dece­so per­mi­te entrar en con­tac­to direc­to con Poitier.

SID­NEY (Foto: TIFF)

En la pri­me­ra ima­gen Hud­lin enfo­ca a Poi­tier quien con su plá­ci­da voz comien­za a con­tar su vida des­de su naci­mien­to en Esta­dos Uni­dos y su crian­za en Baha­mas en un ambien­te de con­si­de­ra­ble pobre­za. A los 15 años, este ino­cen­te joven se tras­la­da a Mia­mi y es en ese enton­ces cuan­do cobra con­cien­cia de lo que sig­ni­fi­ca para él ser negro al tes­ti­mo­niar la bru­tal dis­cri­mi­na­ción racial exis­ten­te y las ame­na­zas de muer­te del temi­ble Ku Klux Klan. De allí se des­pla­za a New York obte­nien­do un tra­ba­jo de lava copas en un café don­de un devo­to mese­ro judío le ense­ña a leer. De inme­dia­to des­cu­bre su amor por la actua­ción comen­zan­do su carre­ra de actor en el Ame­ri­can Negro Thea­tre de Har­lem y su incur­sión en el cine con su pri­me­ra apa­ri­ción en el film de 1950 No Way Out; su con­sa­gra­ción inter­na­cio­nal se pro­du­ce en 1958 com­par­tien­do el rol pro­ta­gó­ni­co con Tuny Cur­tis en The Defiant Ones, en una his­to­ria con­mo­ve­do­ra de dos con­vic­tos, uno blan­co y el otro negro, soli­da­ri­zán­do­se duran­te la hui­da que empren­den. Ya en la déca­da del 60 Poi­tier se con­vier­te en una super estre­lla de Holly­wood don­de sus pelí­cu­las cons­ti­tu­yen un rotun­do éxi­to cele­bra­do por la audien­cia blanca.

Ade­más de la pre­sen­cia de Poi­tier, el film se nutre con impor­tan­te mate­rial de archi­vo y la par­ti­ci­pa­ción de emi­nen­tes cabe­zas par­lan­tes, inclu­yen­do entre otros nom­bres a Den­zel Washing­ton, Halle Berry, Spi­ke Lee, Mor­gan Free­man, Robert Red­ford, Bar­ba­ra Strei­sand, Quincy Jones, así como las dos espo­sas del actor ‑Jua­ni­ta Har­di y Joan­na Shim­kus — y sus res­pec­ti­vos hijos. En for­ma espe­cial se des­ta­ca los comen­ta­rios de Oprah Win­frey expre­san­do su gran emo­ción cuan­do en 1964 Poi­tier fue el pri­mer actor afro­ame­ri­cano en haber logra­do el Oscar como pro­ta­go­nis­ta de Lilies of the Field.

Apar­te de incor­po­rar extrac­tos de gran par­te de su fil­mo­gra­fía inclu­yen­do en 1972 su debut como rea­li­za­dor en Buck and the Pre­acher, el docu­men­tal resal­ta la pro­fun­da amis­tad que man­tu­vo con Harry Bela­fon­te como acti­vis­tas socia­les en el movi­mien­to de la defen­sa de los dere­chos civi­les, resal­tan­do la tras­cen­den­cia que tuvo en ambos el cruel ase­si­na­to de Mar­tin Luther King en 1968, pro­fun­do opo­si­tor a la segre­ga­ción de la raza negra en Esta­dos Unidos.

Cier­ta­men­te este exce­len­te docu­men­tal de Hud­lin cons­ti­tu­ye un her­mo­so home­na­je al legen­da­rio Poi­tier quien con su talen­to, huma­ni­dad y heroís­mo defen­dió ardien­te­men­te la cau­sa per­se­gui­da en la defen­sa de la pobla­ción afro­ame­ri­ca­na de Esta­dos Uni­dos. Como nota final cabe men­cio­nar la aco­ta­ción del rea­li­za­dor con res­pec­to a la vigo­ro­sa ins­pi­ra­ción brin­da­da por este ícono que hizo posi­ble de que en 2009 lle­ga­ra a la Casa Blan­ca el Pri­mer Pre­si­den­te negro en la his­to­ria de Esta­dos Unidos.

Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2022 (3)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gut­man 

El Suplen­te (Argen­ti­na)

Si al prin­ci­pio todo haría supo­ner que este remar­ca­ble film se cen­tra en la rela­ción que se esta­ble­ce entre un edu­ca­dor y su alum­na­do, el rea­li­za­dor Die­go Ler­man aspi­ra a algo más al asu­mir un com­pro­mi­so social y polí­ti­co en el tema que abor­da. Lo que se pue­de des­de ya anti­ci­par es que el cineas­ta rati­fi­ca una vez más su talen­to de buen narra­dor como ya lo ha demos­tra­do en el pasa­do con Mien­tras Tan­to, La Mira­da Invi­si­ble, Refu­gia­do y Una Espe­cie de Fami­lia.

EL SUPLEN­TE (Foto: TIFF)

El pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria con­ce­bi­da por Ler­man, María Mei­ra y Lucia­na De Mello pre­sen­ta a Lucio Gar­men­dia (Juan Minu­jin), un inte­lec­tual cate­drá­ti­co que acep­ta el car­go de pro­fe­sor suplen­te de lite­ra­tu­ra en una escue­la secun­da­ria ubi­ca­da en la Isla Maciel, un subur­bio des­fa­vo­re­ci­do situa­do a cor­ta dis­tan­cia de Bue­nos Aires. No obs­tan­te de no expe­ri­men­tar gran entu­sias­mo por la tarea que debe­rá efec­tuar, al poco tiem­po con­si­gue crear una atmós­fe­ra apa­ci­ble con sus ado­les­cen­tes estu­dian­tes. Esa pri­me­ra par­te del film en don­de se dis­cu­te en cla­se la uti­li­dad de la lite­ra­tu­ra con espe­cial refe­ren­cia a la poe­sía, está muy bien ela­bo­ra­da a tra­vés de intere­san­tes diá­lo­gos gene­ra­dos entre el pro­fe­sor y sus alum­nos poco entu­sias­tas en esa temá­ti­ca. En el ámbi­to per­so­nal, Lucio está divor­cia­do de su ex mujer Marie­la (Bár­ba­ra Len­nie) y man­tie­ne una pro­ble­má­ti­ca rela­ción con su hija Sol (Rena­ta Ler­man) al resis­tir­se a dar un examen para ingre­sar a un exi­gen­te y pres­ti­gio­so cole­gio; a ello cabe agre­gar su preo­cu­pa­ción por la enfer­me­dad de su padre Rober­to (Alfre­do Cas­tro) quien cono­ci­do como “El Chi­leno” ha crea­do un come­dor comu­ni­ta­rio des­ti­na­do a per­so­nas de esca­sos recursos.

La chis­pa que dis­pa­ra al rela­to se pro­du­ce cuan­do arri­ba al esta­ble­ci­mien­to esco­lar fun­cio­na­rios de la gen­dar­me­ría des­cu­brien­do allí la exis­ten­cia de estu­pe­fa­cien­tes; en ese escán­da­lo está invo­lu­cra­do Dilan (Lucas Arrúa), el alumno favo­ri­to de Lucio, obli­ga­do a actuar en la ven­ta de dro­gas bajo las órde­nes del capo nar­co­tra­fi­can­te local (Agus­tín Rit­tano) y sus mato­nes. Con­se­cuen­te­men­te, Lucio está deter­mi­na­do a pro­te­ger la vida del mucha­cho y para ello cuen­ta con la cola­bo­ra­ción de Car­men (María Mer­lino) una cole­ga pro­fe­so­ra de bio­lo­gía, a pesar de cier­ta resis­ten­cia por par­te de la direc­to­ra de la escue­la (Rita Cortese).

Den­tro de un rela­to muy bien estruc­tu­ra­do, Ler­man logra trans­mi­tir las ten­sio­nes pro­pias que se gene­ran cuan­do un edu­ca­dor que­da expues­to a situa­cio­nes lími­tes de com­ple­ja reso­lu­ción, en don­de entran en jue­go con­si­de­ra­cio­nes éti­cas. En tal sen­ti­do, la actua­ción de Minu­jin es estu­pen­da expre­san­do la varia­da gama de emo­cio­nes de su per­so­na­je que final­men­te logra­rá salir a flo­te al haber esta­ble­ci­do una corrien­te de fran­co afec­to y sim­pa­tía con sus estu­dian­tes al fina­li­zar el año escolar.

All the Beauty and the Bloodshed (Esta­dos Unidos)

Esta pelí­cu­la de la lau­rea­da docu­men­ta­lis­ta Lau­ra Poi­tras es un tri­bu­to a la figu­ra de la renom­bra­da fotó­gra­fa y asi­mis­mo docu­men­ta­lis­ta Nan Gol­din. Sin entrar a rela­tar bio­grá­fi­ca­men­te lo que fue y es Gol­din, este film está con­for­ma­do por tres capas bien engar­za­das a lo lar­go de su desarrollo..

ALL THE BEAUTY AND THE BLOODSHED (Foto: TIFF)

Uno de los aspec­tos con­si­de­ra­dos es la crea­ción artís­ti­ca de Gol­din enfo­ca­da a tra­vés de sus fotos, dia­po­si­ti­vas y mate­rial de archi­vo vin­cu­la­dos con el cine cuyo prin­ci­pal expo­nen­te es su docu­men­tal The Ballad of Sexual Depen­dency (1986) refle­jan­do los devas­ta­do­res efec­tos del SIDA en la comu­ni­dad homosexual.

Para­le­la­men­te Poi­tras retra­ta el acti­vis­mo polí­ti­co de Gol­din en la cru­za­da que aco­me­te denun­cian­do el devas­ta­dor efec­to del Oxy­con­tin pro­du­ci­do por la com­pa­ñía far­ma­céu­ti­ca Pur­due Phar­ma per­te­ne­cien­te a la mul­ti­mi­llo­na­ria fami­lia Sac­kler. El moti­vo resi­de en que ese opioi­de había gene­ra­do una alta sobre­do­sis de la gen­te que lo ha con­su­mi­do, pro­vo­can­do la muer­te de medio millón de ame­ri­ca­nos; afor­tu­na­da­men­te Gol­din a pesar de haber­se vali­do de esa dro­ga logró recu­pe­rar­se. Para lle­var a cabo su pro­pó­si­to ella lide­ra el gru­po P.A.I.N. (Pres­crip­tion, Addic­tion, Inter­ven­tion, Now), inte­gra­do por ex víc­ti­mas y fami­lia­res de las per­so­nas falle­ci­das; rea­li­zan­do nume­ro­sas mani­fes­ta­cio­nes públi­cas fren­te a los museos; el obje­ti­vo per­se­gui­do es el de per­sua­dir a impor­tan­tes ins­ti­tu­cio­nes cul­tu­ra­les de arte (Metro­po­li­tan Museum of Arts, Gug­genheim, Natio­nal Por­trait Gallery de Lon­dres y el Lou­vre, entre otros) que han sido favo­re­ci­das por cuan­tio­sas dona­cio­nes de los Sac­kler para que en el futu­ro se nie­guen a seguir reci­bién­do­las y a su vez reti­rar el nom­bre Sac­kler en algu­nas de las salas de los pres­ti­gio­sos museos.

La cáma­ra de Poi­tras sigue aten­ta­men­te a Gol­din a tra­vés de su pre­sen­cia físi­ca o median­te su voz en off expre­san­do su difí­cil infan­cia así tam­bién cómo emer­gió su pasión por la foto­gra­fía. En todo caso, en ese aspec­to lo más resal­tan­te es que la artis­ta no ha sabi­do sobre­po­ner­se al dolor que le cau­só el sui­ci­dio de Bar­ba­ra, su her­ma­na mayor; esta ado­les­cen­te no con­for­mis­ta y sin pre­jui­cios en mate­ria sexual, inco­mo­dó a su fami­lia lo que con­du­jo a que fue­ra tra­ta­da por algu­nos médi­cos y con el diag­nós­ti­co de enfer­ma men­tal fue final­men­te ins­ti­tu­cio­na­li­za­da, lo que moti­vó a que la joven haya deci­di­do poner fin a su vida.

Poi­tras ha con­se­gui­do cap­tar el espí­ri­tu inno­va­dor de Gol­din, a tra­vés de sus varia­das face­tas per­mi­tien­do que esta explo­ra­ción de su vida artís­ti­ca y per­so­nal alcan­ce amplia reso­nan­cia en este vívi­do y fas­ci­nan­te retra­to. Por sus inne­ga­bles méri­tos, este exce­len­te film obtu­vo el León de Oro en el recien­te fes­ti­val de Vene­cia. 

Coyo­te (Cana­dá)

En su segun­do lar­go­me­tra­je la rea­li­za­do­ra cana­dien­se Kathe­ri­ne Jer­ko­vic con­fir­ma su talen­to demos­tra­do en su debut Roads in February que habien­do sido pre­sen­ta­do en el Tiff de 2018 obtu­vo el pre­mio de mejor pri­mer film cana­dien­se. En este caso nue­va­men­te Jer­ko­vic demues­tra su fine­za en el tra­ta­mien­to de una emo­ti­va his­to­ria por ella escri­ta enfo­can­do los lazos de familia.

COYO­TE (Foto: TIFF)

La acción trans­cu­rre en Mon­treal don­de se obser­va a Cami­lo (Jor­ge Mar­tí­nez Colo­ra­do), un inmi­gran­te meji­cano viu­do de media­na edad que tiem­po atrás había teni­do a su car­go un res­tau­ran­te (Le coyo­te) y que lo ven­dió aun­que no se lle­ga a saber el moti­vo. Aho­ra se desem­pe­ña como emplea­do de una com­pa­ñía de lim­pie­za pero no sin­tién­do­se satis­fe­cho con lo que hace aspi­ra a con­se­guir un pues­to como coci­ne­ro dada su pasión por el arte culi­na­rio; con la ayu­da de Edgar (Chris­tian de la Cor­ti­na), su cole­ga de tra­ba­jo y a la vez gran ami­go, logra enviar en línea su currí­cu­lum, con­si­guien­do final­men­te un empleo de coci­ne­ro en un res­tau­ran­te ubi­ca­do a unos 400 kiló­me­tros de Mon­treal para comen­zar a tra­ba­jar en el pró­xi­mo mes.

El rela­to cobra impul­so cuan­do impre­vis­ta­men­te apa­re­ce Tania (Eva Avi­la), la hija de Cami­lo con quien estu­vo dis­tan­cia­do por varios años, hacién­do­le saber que es abue­lo de su hiji­to Zachary (Enzo Des­meu­les) de cin­co años; más aún, ella le pide que se haga car­go del niño por tres sema­nas por­que debi­do a su dro­ga­dic­ción ella ingre­sa­rá a un cen­tro de reha­bi­li­ta­ción en las afue­ras de Mon­treal. Dado que Cami­lo resien­te fuer­te­men­te de Tania por haber­le roba­do y adu­cien­do de que por su cul­pa per­dió el res­tau­ran­te, se mues­tra reluc­tan­te del favor que le pide su hija; a la pos­tre ter­mi­na acce­dien­do por­que en caso con­tra­rio ella podría dejar de tener la cus­to­dia del menor si no lle­ga a regenerarse.

Con suma deli­ca­de­za Jer­ko­vic expo­ne los esfuer­zos de Cami­lo para tra­tar de com­pla­cer a su nie­to tenien­do en cuen­ta que el peque­ño muy ape­ga­do a su madre sien­te su ausen­cia a la vez que mani­fies­ta su inco­mo­di­dad de tener que estar con su abue­lo al que no había cono­ci­do has­ta ese enton­ces. Pero Cami­lo no ceja en su inten­to, lle­ván­do­lo al jar­dín de infan­tes, paseán­do­lo en el par­que así como toman­do las pre­cau­cio­nes de que duran­te sus horas noc­tur­nas de tra­ba­jo el chi­co esté bien cui­da­do por Ana (Cata­li­na Pop), la bon­da­do­sa guar­dia­na que vive en el mis­mo edificio.

Sin ape­lar al melo­dra­ma la direc­to­ra refle­ja el con­flic­to emo­cio­nal tan­to de Cami­lo como de Zachary al visi­tar a Tania en el lugar de reha­bi­li­ta­ción. Con un sen­ci­llo y emo­ti­vo final abier­to mos­tran­do que la vida sigue inde­fec­ti­ble­men­te su cur­so, Jer­ko­vic apor­ta un con­mo­ve­dor rela­to res­pal­da­do por la nota­ble inter­pre­ta­ción de Mar­tí­nez Colo­ra­do y del niño Desmeules.

.