Dis­fru­tan­do en Italia

THE TRIP TO ITALY.Gran Bre­ta­ña, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Michael Winterbottom.

Este film es una secue­la de The Tripque Michael Win­ter­bot­tom fil­ma­ra para la tele­vi­sión bri­tá­ni­ca en 2010. La men­cio­na­da pelí­cu­la con­tó con los come­dian­tes Ste­ve Coogan y Rob Bry­don como prin­ci­pa­les acto­res don­de inter­pre­tán­do­se así mis­mos rea­li­zan un via­je a tra­vés de la cam­pi­ña ingle­sa para visi­tar dife­ren­tes luga­res y sobre todo para degus­tar los man­ja­res de los mejo­res res­tau­ran­tes. Aho­ra se repi­te esa expe­rien­cia pero en Ita­lia don­de ambos ami­gos deci­den visi­tar una media doce­na de sofis­ti­ca­dos luga­res gas­tro­nó­mi­cos duran­te el trans­cur­so de una semana.

Steve Coogan y Rob Brydon en THE TRIP TO ITALY

Ste­ve Coogan y Rob Bry­don en THE TRIP TO ITALY

Aun­que Win­ter­bot­tom es el autor del guión, lo que se per­ci­be cla­ra­men­te es que el film des­can­sa fun­da­men­tal­men­te en los impro­vi­sa­dos y flui­dos diá­lo­gos que los dos acto­res man­tie­nen a lo lar­go del rela­to don­de no fal­tan los momen­tos gra­cio­sos en que ambos se bur­lan ama­ble­men­te de sí mis­mos y de ter­ce­ros. Es inne­ga­ble la extra­or­di­na­ria com­pli­ci­dad que exis­te entre Coogan y Bry­don; a tra­vés de una per­so­na­li­dad más con­te­ni­da de Coogan con­tras­tan­do con el mar­ca­do carác­ter extra­ver­ti­do y joco­so de Bry­don, el públi­co tie­ne la opor­tu­ni­dad de con­tem­plar la for­ma en que ambos van degus­tan­do los deli­cio­sos pla­tos que con­su­men en cada uno de los res­tau­ran­tes de pri­me­ra cate­go­ría así como obser­var algu­nos bro­cha­zos de los chefs y coci­ne­ros pre­pa­ran­do las comidas.

Como que­dó men­cio­na­do, el tenor de las con­ver­sa­cio­nes es lo que fun­da­men­tal­men­te cuen­ta. Así, la mayor par­te de las mis­mas está cen­tra­da en reme­mo­rar cono­ci­das pelí­cu­las como La Dol­ce Vita, Via­je a Ita­lia, La Prin­ce­sa que Que­ría Vivir, El Padrino, etc., como tam­bién los acto­res que par­ti­ci­pa­ron en las mis­mas. En tal sen­ti­do, par­te del tiem­po insu­mi­do está dedi­ca­do a la imi­ta­ción que Coogan y Bry­don efec­túan de Michael Cai­ne, Mar­lon Bran­do en El Padrino, la repro­duc­ción del soni­do de las pala­bras de Robert De Niro cuan­do habla a tra­vés de su nariz, el comen­ta­rio de cómo habría sido tra­ba­jar con cier­tos acto­res como por ejem­plo Chris­tian Bale en los fil­mes de Bat­man y pasar revis­ta a los dife­ren­tes artis­tas que ani­ma­ron a James Bond. Si bien los ciné­fi­los espec­ta­do­res son­rei­rán com­pla­ci­dos por lo que con­tem­plan, habrá otros que no cono­cien­do mucho de cine se sien­tan un poco fati­ga­dos por la exce­si­va dura­ción de las imi­ta­cio­nes. En otros aspec­tos ya no refe­ri­dos al cine, los come­dian­tes se refie­ren al lega­do del famo­so poe­ta inglés Geor­ge Gor­don Byron (más cono­ci­do como Lord Byron) y a los luga­res visi­ta­dos duran­te su esta­día en Ita­lia entre 1817 y 1822.

Como nota adi­cio­nal y tra­tan­do de intro­du­cir algu­nos mati­ces leve­men­te emo­cio­na­les aun­que sin espa­cio para mayo­res refle­xio­nes, el film expo­ne bre­ve­men­te la rela­ción de Coogan con su hijo ado­les­cen­te con quien se encuen­tra duran­te el tra­yec­to, así como el inci­den­tal affai­re extra­ma­tri­mo­nial de Bry­don que aun­que sin mayo­res con­se­cuen­cias por momen­tos lo vuel­ve ansioso.

Con­si­de­ran­do que el peri­plo com­pren­de, entre otros luga­res, la ciu­dad de Roma, Pom­pe­ya, Nápo­les, Capri y Sici­lia, cons­ti­tu­ye un pla­cer visual apre­ciar los dis­tin­tos sitios de Ita­lia, sobre­to­do el reco­rri­do por la cos­ta amal­fi­ta­na exhi­bien­do su extra­or­di­na­ria belle­za natural.

Con­clu­sión: A tra­vés de un paseo turís­ti­co que pone de relie­ve los méri­tos de la bue­na coci­na ita­lia­na, Win­ter­bot­tom ofre­ce un film liviano que se nutre de la espon­ta­nei­dad brin­da­da por dos exce­len­tes come­dian­tes en los diá­lo­gos que man­tie­nenJor­ge Gutman

Un Noble Sacerdote

CAL­VARY Irlan­da-Gran Bre­ta­ña, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por John Michael McDonagh

Una pelí­cu­la de indu­da­ble con­te­ni­do teo­ló­gi­co don­de el tema de la fe y la creen­cia en Dios adquie­re espe­cial sig­ni­fi­ca­ción es lo que el rea­li­za­dor y guio­nis­ta John Michael McDo­nagh abor­da en Cal­vary de John Michael McDo­nagh. Deci­di­da­men­te, no se tra­ta de un film de entre­te­ni­mien­to liviano sino más bien una obra den­sa que deja inmen­so cam­po a la refle­xión con res­pec­to a los valo­res mora­les y éti­cos que alien­tan a la huma­ni­dad así como el papel que le cabe desem­pe­ñar a la igle­sia católica.

 Brendan Gleeson

Bren­dan Gleeson

La acción se desa­rro­lla en un peque­ño pue­blo rural de Irlan­da don­de el Padre James (Bren­dan Glee­son) está a car­go de la parro­quia local. Todo comien­za un domin­go cuan­do él reci­be la con­fe­sión de un peni­ten­te; se tra­ta de un hom­bre –al que ni el espec­ta­dor ni el sacer­do­te ven- que duran­te su infan­cia sufrió repe­ti­da­men­te la vio­la­ción de un cura; como denun­ciar­lo no tie­ne mayor sen­ti­do por­que el per­pe­tra­dor ya está muer­to, aho­ra el afec­ta­do hom­bre deci­de ven­gar­se anun­cian­do que el domin­go siguien­te mata­rá a su con­fe­sor por­que sien­do un hom­bre bueno y puro el impac­to de su acción lla­ma­rá la aten­ción pública.

Si bien la idea de que alguien pue­da ser exo­ne­ra­do de un peca­do aún no come­ti­do resul­te inusual, la con­fe­sión bien pue­de estar sus­ten­ta­da en un acto de ines­ta­bi­li­dad men­tal por par­te de un indi­vi­duo que habien­do sufri­do un gra­ve daño moral como el des­crip­to, las heri­das emo­cio­na­les aún no están cica­tri­za­das. De lo que ante­ce­de, la audien­cia no podrá diso­ciar lo que pre­sen­cia con el escán­da­lo que duran­te los últi­mos años se ha veni­do regis­tran­do en el seno de la igle­sia cató­li­ca por par­te de algu­nos de sus miem­bros. Pero la situa­ción aquí adquie­re con­no­ta­cio­nes sin­gu­la­res tenien­do en cuen­ta la noble­za e inte­gri­dad del ame­na­za­do quien es un sacer­do­te due­ño de una pro­fun­da fe y voca­ción reli­gio­sa y que dedi­ca todos sus esfuer­zos a sem­brar el bien en su comunidad.

La cir­cuns­tan­cia de no poder reve­lar el sacra­men­tal secre­to de con­fe­sión del Padre James pare­ce­ría ase­me­jar­se al exce­len­te dra­ma de sus­pen­so I Con­fess (1953) de Alfred Hitch­cock don­de un clé­ri­go (Mont­go­mery Clift) atra­vie­sa un pro­ble­ma simi­lar. Sin embar­go, y a pesar de que sub­sis­te la incóg­ni­ta de quien podrá ser el poten­cial ase­sino, el rela­to es algo más que un thri­ller por­que apun­ta a ana­li­zar las carac­te­rís­ti­cas y com­por­ta­mien­tos de los habi­tan­tes del pueblo.

En el trans­cur­so de cada uno de los días de la fatí­di­ca sema­na el sacer­do­te va reco­rrien­do el vecin­da­rio inter­ac­tuan­do con algu­nos feli­gre­ses: entre los mis­mos se encuen­tran un enga­ña­do car­ni­ce­ro local (Chris O’Dowd) cuya mujer (Orla O’Rourque) man­tie­ne una rela­ción adúl­te­ra con un mecá­ni­co afri­cano (Isaach De Ban­ko­lé), una sufri­da viu­da (Marie-Josée Cro­ze), un alta­ne­ro ciru­jano ateo adic­to a la cocaí­na (Aiden Gillen), un autor ame­ri­cano anciano (M. Emmet Walsh), un millo­na­rio osten­to­so (Dylan Moran), un cura de la mis­ma parro­quia (David Wil­mot), el poli­cía ins­pec­tor (Gary Lydon) así como un ase­sino serial que se encuen­tra en pri­sión (Domh­nall Gleeson).

Una inmen­sa com­pa­sión huma­na es la que ani­ma a este ínte­gro hom­bre, cuya per­so­na­li­dad en par­te podría tra­tar­se de una répli­ca del excep­cio­nal Papa Fran­cis­co, y den­tro de ese con­tex­to, como un rela­to sub­si­dia­rio a la tra­ma cen­tral, se enfo­can los momen­tos de ter­nu­ra que man­tie­ne con su per­tur­ba­da hija, pro­duc­to de un matri­mo­nio que pre­ce­dió a su incor­po­ra­ción a la igle­sia; con­ver­san­do con ella, aflo­ran impor­tan­tes aspec­tos sobre la vida y la muerte.

Den­tro de un elen­co de pri­mer nivel, Glee­son des­cue­lla en el rol cen­tral. Impo­si­ble de ima­gi­nar a otro actor que pudie­ra tra­du­cir con abso­lu­ta con­vic­ción la pla­ci­dez exter­na del Padre James con el tor­men­to inte­rior que sien­te al com­pro­bar que su enor­me fe reli­gio­sa no logra ser trans­mi­ti­da a sus des­creí­dos parro­quia­nos. En tal sen­ti­do el títu­lo del film se ajus­ta per­fec­ta­men­te al cal­va­rio que sien­te este per­so­na­je por no ser capaz de alte­rar la reali­dad que lo rodea; de allí que no resul­ta casual que “Cal­va­rio” sea pre­ci­sa­men­te el nom­bre de la coli­na don­de Cris­to fue crucificado.

Sería impru­den­te anti­ci­par cómo con­clu­ye el film pero en cam­bio lo que más intere­sa des­ta­car es que McDo­nagh inte­li­gen­te­men­te deja abier­ta varias pre­gun­tas tras­cen­den­ta­les, don­de entre ellas la más impor­tan­te es si aca­so la fe en Dios pue­de real­men­te repre­sen­tar el camino de la sal­va­ción del hom­bre. Obvia­men­te, cada espec­ta­dor halla­rá sus res­pues­tas según sus pro­pias convicciones.

Con­clu­sión: Un dra­ma deli­ca­do, sen­si­ble, refle­xi­vo y pro­fun­do abor­dan­do el urti­can­te tema de la fe reli­gio­sa de mane­ra ejem­plar.  Jor­ge Gutman

Entre el Racio­na­lis­mo y la Fe

MAGIC IN THE MOON­LIGHT. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Woody Allen

El pro­lí­fi­co Woody Allen que tie­ne acos­tum­bra­do a su públi­co en brin­dar­le anual­men­te un nue­vo tra­ba­jo, reúne en su fil­mo­gra­fía títu­los tras­cen­den­tes y otros que no lo son tan­to; todo depen­de de cuán ins­pi­ra­do se sien­te en el momen­to de escri­bir sus guio­nes. Su últi­mo film dis­ta de alcan­zar el bri­llo apor­ta­do en la últi­ma déca­da con Match Point (2005), Mid­night in Paris (2011) o más recien­te­men­te en Blue Jas­mi­ne (2013) pero con todo cabe afir­mar que aun­que un menor tra­ba­jo de Allen no lle­gue a col­mar las expec­ta­ti­vas aguar­da­das, nun­ca deja­rá des­alen­ta­do al espec­ta­dor por más banal que sea su con­te­ni­do por­que siem­pre exis­te el inge­nio chis­pean­te de sus inte­li­gen­tes diálogos.

Comen­ce­mos por seña­lar que la idea sub­ya­cen­te de Magic in the Moon­light es afín con lo que el extra­or­di­na­rio rea­li­za­dor Ing­mar Berg­man –a quien Allen vene­ra- con­si­de­ró en muchos de sus tra­ba­jos, o sea el gran con­flic­to que se pro­du­ce entre el racio­ci­nio y el mis­ti­cis­mo. Es por eso, que la pre­mi­sa de este film per­mi­te que el públi­co dis­fru­te amplia­men­te en su pri­me­ra media hora por resul­tar intri­gan­te así como por la soca­rro­ne­ría que Woody brin­da a tra­vés de la pre­sen­ta­ción de sus personajes.

Emma Stone y Colin Firth

Emma Sto­ne y Colin Firth

Ubi­ca­da en 1928, la tra­ma pre­sen­ta al arro­gan­te y famo­so ilu­sio­nis­ta Stan­ley Craw­ford (Colin Firth) quien delei­ta a un públi­co de Ber­lín con sus espec­tácu­los de magia. Allí se encuen­tra con Howard, (Simon McBur­ney), un cole­ga ami­go que le soli­ci­ta que via­je a la cos­ta azul de Fran­cia para des­en­mas­ca­rar a Sophie (Emma Sto­ne), una far­san­te cla­ri­vi­den­te que con sus supues­tos dones ha logra­do fas­ci­nar a una acau­da­la­da fami­lia ame­ri­ca­na enca­be­za­da por Gra­ce Catled­ge (Jac­ki Wea­ver), la matriar­ca viu­da quien está dis­pues­ta a donar una impor­tan­te suma de dine­ro para una “fun­da­ción” des­ti­na­da a pro­mo­cio­nar las habi­li­da­des de Sophie. Para un hom­bre abso­lu­ta­men­te racio­na­lis­ta y ego­cén­tri­co como Stan­ley, este ofre­ci­mien­to resul­ta un agra­da­ble desa­fío para demos­trar que Sophie es una embau­ca­do­ra de gen­te ino­cen­te. Cual será la sor­pre­sa de Stan­ley cuan­do al cono­cer­la, lle­ga poco a poco a com­pro­bar que ella a tra­vés de sus vibra­cio­nes men­ta­les es capaz de cono­cer deta­lles pasa­dos de su vida per­so­nal como así tam­bién actuan­do como médium le per­mi­te comu­ni­car­se con el mun­do astral y con el espí­ri­tu del mari­do de Grace.

Lo que ante­ce­de pare­cie­ra vul­ne­rar los fir­mes prin­ci­pios de Stan­ley y comen­zar a dudar si aca­so pudo haber esta­do equi­vo­ca­do duran­te toda una vida sobre la no exis­ten­cia en Dios, de un mun­do espi­ri­tual y/ o de las creen­cias sobre el más allá des­pués de la vida. Cono­cien­do el agnos­ti­cis­mo de Allen pare­ce­ría un tan­to utó­pi­co creer que el rea­li­za­dor se haya con­ver­ti­do en una suer­te de abo­ga­do del dia­blo con res­pec­to al modo en que él pien­sa. Cla­ro está que el públi­co debe­rá aguar­dar para ver cómo pro­si­gue esta historia.

Pre­ci­sa­men­te la pro­se­cu­ción del rela­to y la mane­ra de con­cluir­lo román­ti­ca­men­te es lo que resul­ta menos efec­ti­vo; así, la trans­for­ma­ción que sufre el per­so­na­je de Stan­ley no ter­mi­na resul­tan­do creí­ble en tan­to que la hipó­te­sis del film, aun­que bien plan­tea­da, no logra ser desa­rro­lla­da con más pro­fun­di­dad como para que el film resul­ta­ra más apa­sio­nan­te. No obs­tan­te lo ante­rior, que­da cla­ro que lo que Allen desea expre­sar es que por más racio­nal que sea la con­duc­ta de una per­so­na, la magia de la ilu­sión resul­ta salu­da­ble para que siem­pre ani­de la espe­ran­za de lograr lo que uno ansía.

Dejan­do de lado si el cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co se aco­mo­da o no con la magia de la vida, díga­se que los valo­res de pro­duc­ción de este film son sen­ci­lla­men­te mara­vi­llo­sos. Es increí­ble la repro­duc­ción de épo­ca que aquí se con­tem­pla, méri­to de Anne Sei­bel como dise­ña­do­ra de pro­duc­ción cui­dan­do en for­ma meticu­losa has­ta los míni­mos deta­lles, el impe­ca­ble ves­tua­rio debi­do a la impe­ca­ble dise­ña­do­ra Sonia Gran­de, la radian­te foto­gra­fía de Darius Khond­ji cap­tan­do entre otras las her­mo­sas vis­tas de Cap d’Antibes, Juan-les.Pins y Niza , así como la músi­ca, que como bien es sabi­do Allen le atri­bu­ye un valor muy espe­cial incor­po­ran­do agra­da­bles temas de jazz de su que­ri­do Cole Por­ter, entre otros auto­res, entre­mez­cla­dos con la músi­ca clá­si­ca de Beetho­ven, Ravel y Stravinsky.

El comen­ta­rio final va para los acto­res. ¿Es nece­sa­rio remar­car que los artis­tas que par­ti­ci­pan en cual­quier film de Allen lo hacen de mane­ra inob­je­ta­ble? No sé si es la magia del direc­tor o el talen­to vol­ca­do de quie­nes con él cola­bo­ran, pero lo cier­to es que uno se gra­ti­fi­ca con la pul­cra pres­ta­ción brin­da­da en los roles pro­ta­gó­ni­cos por Firth y Sto­ne, así como en los pape­les de apo­yo de Eileen Atkins como la tía de Stan­ley, Mar­cia Gay Har­den ani­man­do a la mamá de Sophie y Hamish Lin­kla­ter como el pre­su­mi­do cor­te­jan­te de Sophie que tra­ta de con­quis­tar­la tocan­do el ukelele.

Con­clu­sión: Un film menor de Allen que aun­que no resul­te tan mági­co como lo espe­ra­do siem­pre resul­ta atrac­ti­vo por el tema que tra­ta y sobre todo por su per­ma­nen­te preo­cu­pa­ción sobre aspec­tos vin­cu­la­dos con el sen­ti­do de la vida.
Jor­ge Gut­man 

Impor­tan­te Pre­sen­cia del Cine Cana­dien­se en el TIFF 2014

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Una vez más el Fes­ti­val de Cine de Toron­to ha reu­ni­do un impor­tan­te núme­ro de fil­mes cana­dien­ses en la edi­ción que comen­za­rá el 4 de sep­tiem­bre. Com­bi­nan­do la pre­sen­cia de con­sa­gra­dos direc­to­res con la de nue­vos jóve­nes talen­tos del país, el públi­co ten­drá oca­sión de juz­gar más de 30 títu­los dis­tri­bui­dos en varios pro­gra­mas, don­de la mayo­ría de los mis­mos serán pre­sen­ta­dos en carác­ter de pri­mi­cia mundial.

Xavier Dolan en THE ELEPHANT SONG

Xavier Dolan en THE ELEPHANT SONG

Entre los fil­mes que más se des­ta­can se encuen­tra Mommy de Xavier Dolan que mere­ció el Pre­mio Espe­cial del Jura­do en el Fes­ti­val de Can­nes de este año y será exhi­bi­do en Spe­cial Pre­sen­ta­tions. En la mis­ma sec­ción tam­bién se verá The Elephant Song de Char­les Bina­mé en don­de Dolan –esta vez como actor- jun­to a Bru­ce Green­wood y Cathe­ri­ne Kee­ner ani­man los prin­ci­pa­les per­so­na­jes de la obra de Nico­las Billon adap­ta­da a la pan­ta­lla don­de se pre­sen­ta a un psi­quia­tra envuel­to en un intrin­ca­do jue­go men­tal al cues­tio­nar a un pro­ble­ma­ti­za­do pacien­te sobre la des­apa­ri­ción de un cole­ga. James Caan y Son­ja Ben­nett ani­man la come­dia Preg­go­land de Jacob Tier­ney que gira en torno de una mujer de 35 años que fin­ge estar emba­ra­za­da a fin de poder ade­cuar­se con su gru­po de ami­gos. Octo­ber Gale de Ruba Nad­da cuen­ta con la actua­ción de Patri­cia Clark­son inter­pre­tan­do a una doc­to­ra recien­te­men­te enviu­da­da que deja su vida nor­mal de la ciu­dad para refu­giar­se en una isla y su pos­te­rior encuen­tro con un mis­te­rio­so y des­co­no­ci­do hom­bre (Scott Speed­man) a quien le sal­va la vida pero que pue­de ser poten­cial­men­te peli­gro­so. El adul­te­rio es con­si­de­ra­do en An eye for Beauty de Denys Arcand don­de un joven y talen­to­so arqui­tec­to que lle­va una vida apa­ci­ble con su mujer en la her­mo­sa región de Char­le­voix, lle­ga a Toron­to para par­ti­ci­par como miem­bro de un jura­do de arqui­tec­tu­ra y ahí cono­ce a una bella mujer con la que man­tie­ne un amor apasionado.

En la sec­ción de cine mun­dial con­tem­po­rá­neo se encuen­tra Felix and Mei­ra de Maxi­me Giroux sobre una his­to­ria de amor entre un hom­bre fran­co cana­dien­se y una mujer reli­gio­sa judía casa­da y con fami­lia. Entre otros títu­los del mis­mo pro­gra­ma figu­ran la román­ti­ca come­dia vera­nie­ga Tu Dors Nico­le de Stépha­ne Lafleur que fue muy bien reci­bi­da en Can­nes, y Heart­beat de Andrea Dorf­man que enfo­ca a una joven gui­ta­rris­ta que habien­do aban­do­na­do su carre­ra musi­cal por páni­co fren­te al públi­co se sien­te ins­pi­ra­da a reco­men­zar­la des­pués de un des­en­ga­ño amo­ro­so. En Love in the Time of Civil War el rea­li­za­dor Rodri­gue Jean abor­da la his­to­ria de un joven dro­ga­dic­to pros­ti­tui­do de Mon­treal; por su par­te el direc­tor Blai­ne Thu­rier enfo­ca en Teen Lust a un estu­dian­te de ense­ñan­za media que se esfuer­za por per­der su vir­gi­ni­dad antes de que sus padres y su satá­ni­co cul­to lo sacri­fi­quen al diablo.

En la sec­ción Mid­night Mad­ness se pre­sen­ta­rá la come­dia de horror The Edi­tor de los direc­to­res Matthew Ken­nedy y Adam Brooks.

Los docu­men­ta­les cana­dien­ses inclu­yen Mon­soon de Stu­ria Guin­nars­son abor­dan­do el impac­to del mon­són en la diver­si­fi­ca­da cul­tu­ra de la India, The Pri­ce We Pay de Harold Crooks ana­li­zan­do la dra­má­ti­ca reali­dad de gran­des empre­sas que evi­tan el pago de impues­tos, la copro­duc­ción The Wan­ted 18 de Amer Sho­ma­li y Paul Cowan reve­lan­do cómo 18 vacas en la aldea de Beit Sahour se con­vir­tie­ron en un sím­bo­lo de resis­ten­cia duran­te la pri­me­ra Inti­fa­da pales­ti­na y Trick or Treaty de Ala­nis Obom­sa­win sobre gen­te nati­va que pro­cu­ran­do obte­ner jus­ti­cia inten­ta esta­ble­cer un diá­lo­go con el gobierno canadiense.

La sec­ción Dis­co­very dedi­ca­da a pri­me­ros rea­li­za­do­res inclu­ye 10 fil­mes. Entre los mis­mos se encuen­tran Back­country de Adam Mac­Do­nald basa­do en una his­to­ria real de super­vi­ven­cia de una pare­ja urba­na que se pier­de yen­do de cam­ping, el thri­ller Bang Bang Bay de Jef­frey St. Jules, Cor­bo de Mathieu Denis sobre un mucha­cho idea­lis­ta de Que­bec invo­lu­cra­do en el FLQ (Fren­te de Libe­ra­ción de Que­bec), el dra­ma rural In Her Pla­ce de Albert Shin que se desa­rro­lla en Corea del Sur, Songs She Wro­te About Peo­ple She Knows de Kris Elgs­trand don­de una mujer emo­cio­nal­men­te repri­mi­da logra que una can­ción por ella com­pues­ta la con­vier­ta en una estre­lla de rock, We Were Wol­ves de Jor­dan Can­ning sobre dos her­ma­nos dis­tan­cia­dos que retor­nan al hogar fami­liar des­pués de la muer­te del padre, la come­dia Gui­dan­ce de Pat Mills sobre un ex actor infan­til des­em­plea­do y alcohó­li­co quien con un fal­so currí­cu­lum logra un tra­ba­jo de guía estu­dian­til en una escue­la secun­da­ria, el dra­ma The Valley Below de Kyle Tho­mas que rela­ta la vida de una peque­ña ciu­dad de Alber­ta en el trans­cur­so de un año, Wet Bum de Lind­say Mac­kay enfo­can­do el pro­ce­so de madu­rez de una ado­les­cen­te de 14 años; la lis­ta se com­ple­ta con Big Muddy de Jef­fer­son Moneo.

Dos Cul­tu­ras Culinarias

THE HUN­DRED-FOOT JOUR­NEY. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Las­se Hallström

Ple­na de bue­nos sen­ti­mien­tos, este film de Las­se Halls­tröm reto­ma el camino que este rea­li­za­dor ini­ció con Cho­co­lat  (2000) don­de una madre y su hija abrían un nego­cio de cho­co­la­te en un peque­ño pue­blo de Fran­cia; algo pare­ci­do acon­te­ce con The Hun­dred-Foot Jour­ney en don­de una fami­lia de la India deci­de ins­ta­lar un res­tau­ran­te en una peque­ña ciu­dad fran­ce­sa. Basa­do en la nove­la del mis­mo nom­bre de Richard C. Morais, el guión de Ste­ven Knight resal­ta los aspec­tos más huma­nos del film que Halls­tröm supo apro­ve­char dejan­do una sen­sa­ción pla­cen­te­ra en el áni­mo del espectador.

Helen Mirren

Helen Mirren

La his­to­ria se aden­tra en el tema gas­tro­nó­mi­co y al hacer­lo des­ta­ca el apa­ren­te cho­que cul­tu­ral que pue­de pro­du­cir­se a la hora de comer entre el refi­na­mien­to de un menú fran­cés y un colo­ri­do y delei­to­so pla­to indio. Comen­zan­do con una nota dra­má­ti­ca se ve a Papa (Om Puri), el res­pe­ta­ble patriar­ca de una fami­lia de Mum­bai exper­to en coci­na, quien sufre una tra­ge­dia con la per­di­da de su espo­sa cuan­do mal­he­cho­res incen­dian su res­tau­ran­te; esta des­gra­cia lo moti­va a dejar el país jun­to con sus hijos para esta­ble­cer­se en Fran­cia. Al visi­tar la peque­ña y encan­ta­do­ra loca­li­dad de Saint-Anto­nin-Noble-Val ubi­ca­da en el sudoes­te del país, Papa des­cu­bre un ele­gan­te res­tau­ran­te de comi­da fran­ce­sa a car­go de la viu­da Mada­me Mallory (Helen Mirren) y muy bien cata­lo­ga­do por la guía Miche­lin. Rápi­da­men­te, lle­ga a la con­clu­sión de que él podría hacer lo pro­pio abrien­do un res­tau­ran­te típi­ca­men­te indio con la ayu­da impor­tan­te de su joven hijo Has­san (Manish Dayal) que here­dó sus habi­li­da­des culi­na­rias; para ello com­pra una pro­pie­dad ali­caí­da ubi­ca­da a poco más de 30 metros del esta­ble­ci­mien­to fran­cés. A pesar de que el res­to de la fami­lia se opo­ne a esta idea por razo­nes de la pro­xi­mi­dad del com­pe­ti­dor gas­tro­nó­mi­co, pre­do­mi­na la volun­tad de Papa y es así que comien­za la tarea de los pre­pa­ra­ti­vos para que el nue­vo res­tau­ran­te atrai­ga a los mora­do­res de la región. Demás está decir que fren­te a la com­pe­ten­cia que lle­ga­rá a enta­blar­se, Mada­me Mallory tra­ta de uti­li­zar todos los medios posi­bles para que el nue­vo cen­tro culi­na­rio encuen­tre con­tra­tiem­pos, como por ejem­plo el sabo­ta­je de aca­pa­rar en el mer­ca­do local los ingre­dien­tes nece­sa­rios para que Papa y Has­san no pue­dan dis­po­ner de los mis­mos para cocinar.

A pesar de que no fal­tan accio­nes xeno­fó­bi­cas que denun­cian­do ten­sio­nes racia­les gene­ran una acti­tud vio­len­ta y dañi­na para la fami­lia Kadam, el rela­to adop­ta el tono de la ama­ble come­dia capaz de des­per­tar la son­ri­sa del espec­ta­dor con­tem­plan­do per­so­na­jes con los cua­les resul­ta fácil de empa­ti­zar. Así la anta­gó­ni­ca rela­ción ini­cial entre Papa y Mallory, dos per­so­na­li­da­des obs­ti­na­das en lograr lo que se pro­po­nen, lle­ga a “dul­ci­fi­car­se” gra­dual­men­te reco­no­cien­do ella el gran talen­to de Has­san y con­tra­tán­do­lo para la ela­bo­ra­ción de pla­tos con ingre­dien­tes que des­ta­quen lo mejor de ambas coci­nas; por su par­te el joven indio comien­za a sen­tir­se román­ti­ca­men­te atraí­do por Mar­gue­ri­te (Char­lot­te Le Bon) quien se desem­pe­ña como asis­ten­te del chef del res­tau­ran­te francés.

Demás está decir que el film des­pier­ta el ape­ti­to, pero lo que más intere­sa aquí es el modo en que la pre­pa­ra­ción de las rece­tas gas­tro­nó­mi­cas pue­de lograr que dos cul­tu­ras dife­ren­tes pue­dan encon­trar pun­tos de con­ver­gen­cia. Todo está dicho de la for­ma más sen­ci­lla posi­ble y si en últi­ma ins­tan­cia el film podría ser obje­ta­do por­que no hay un fuer­te impac­to dra­má­ti­co de todos modos el tra­ta­mien­to liviano que adop­ta el rela­to no lle­ga a menos­ca­bar sus meritos.

Tan­to Puri, uno de los más cele­bra­dos acto­res de la India, como la exce­len­te Helen Mirren no nece­si­tan rea­li­zar gran­des esfuer­zos para trans­mi­tir con­vic­ción a sus res­pec­ti­vos roles y en cuan­to a Dayal y Le Bon no des­en­to­nan apor­tan­do sim­pa­tía a los suyos. A pesar de la corrien­te actual de fil­ma­ción digi­tal, Halls­trom ha pre­fe­ri­do man­te­ner­se fiel a la de 35 mm y en tal sen­ti­do apro­ve­cha la con­tri­bu­ción de la mag­ní­fi­ca foto­gra­fía de Linus Sand­gren para real­zar la belle­za y lumi­no­si­dad del lugar don­de trans­cu­rre la acción.

Con­clu­sión: La gas­tro­no­mía como metá­fo­ra de la diver­si­dad cul­tu­ral en una ama­ble come­dia dramática.
 Jor­ge Gutman