La Visi­ta de un Monstruo

A MONS­TER CALLS. Esta­dos Uni­dos-Espa­ña, 2016. Un film de Juan Anto­nio Bayona

El direc­tor espa­ñol Juan Anto­nio Bayo­na ofre­ce con A Mons­ter Calls, un buen film en el cual la reali­dad se cru­za con la fan­ta­sía man­te­nien­do un deli­ca­do equilibrio.

Lewis MacDougall

Lewis Mac­Dou­gall

El rela­to que se basa en un cuen­to infan­til de Patrick Ness, quien tam­bién se ocu­pó de su adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca, cen­tra su aten­ción en Conor O’Ma­lley (Lewis Mac­Dou­gall), un niño de 12 años que lle­va en sus hom­bros una pesa­da car­ga de angus­tia emo­cio­nal. Hijo de un matri­mo­nio sepa­ra­do, sufrien­do el aco­so de sus com­pa­ñe­ros de escue­la, su males­tar lle­ga al máxi­mo al tener que estar vivien­do el dra­ma de ver a su madre (Feli­city Jones) en el hos­pi­tal don­de se encuen­tra en un esta­do mori­bun­do por el cán­cer que la está con­su­mien­do. Para peor, el chi­co con­vi­ve con su abue­la (Sigour­ney Wea­ver) con quien man­tie­ne una rela­ción fría y distante.

Fren­te a lo que ante­ce­de, Conor encuen­tra una sali­da a su des­di­cha ape­lan­do a la ima­gi­na­ción; es así que dia­ria­men­te, 7 minu­tos des­pués de la media­no­che, un gigan­tes­co árbol cobra vida con la apa­ri­ción de un mons­truo (Liam Nee­son) que lo visi­ta y que no resul­ta ser tan horro­ro­so como uno podría supo­ner. Más aún, actuan­do como su guía el mons­truo le cuen­ta tres fábu­las para que pos­te­rior­men­te el niño le pro­vea la suya. Es allí, don­de el rela­to efec­tuan­do un giro del terreno real a lo fan­tás­ti­co adquie­re rele­van­cia a medi­da que los encuen­tros del niño con el gigan­tes­co árbol cons­ti­tu­yen para él un tra­ta­mien­to tera­péu­ti­co capaz de hacer­lo madu­rar y de poder ven­cer su inse­gu­ri­dad; de esa mane­ra, Conor logra acep­tar la reali­dad que le cir­cun­da con el pró­xi­mo final de su madre.

Ade­más de una muy bue­na actua­ción de con­jun­to, el film se des­ta­ca por sus apre­cia­bles téc­ni­cas de ani­ma­ción acu­dien­do a imá­ge­nes gene­ra­das por compu­tado­ra don­de se refle­jan las pesa­di­llas sufri­das por el niño, así como la acer­ta­da inte­gra­ción del fic­ti­cio árbol cada vez que irrum­pe en el relato.

Bayo­na que tan bien explo­ró el géne­ro fan­tás­ti­co en El Orfa­na­to (2007), per­mi­te una flui­da trans­po­si­ción del melo­dra­ma a la fan­ta­sía con la carac­te­rís­ti­ca que al hacer­lo trans­for­ma una his­to­ria tris­te y amar­ga en un rela­to emo­ti­vo. De este modo, esta som­bría fábu­la con­fir­ma el esti­lo per­so­nal del rea­li­za­dor que se dis­tin­gue por su capa­ci­dad de inno­va­ción. Jor­ge Gutman