VICE. Estados Unidos, 2018. Un film escrito y dirigido por Adam McKay
Aunque no llegó a la presidencia de los Estados Unidos, la carrera política de Dick Cheney adquirió especial relevancia como el cuadragésimo sexto Vicepresidente de Estados Unidos. Su actuación pública a lo largo de cinco décadas ha suscitado el interés del realizador Adam McKay enfocándolo en Vice.
El relato basado en el guión de McKay comienza en Wyoming, en los primeros años de la década del 60, donde Cheney (Christian Bale) después de haber abandonado sus estudios en la Universidad de Yale, es mostrado como un adicto a la bebida y despreocupado conductor en estado de ebriedad. Es así que su esposa Lynne (Amy Adams) le conmina a adoptar una actitud más responsable y madura bajo amenaza de abandonarlo. Conforme a ello, ese cambio se produce dejando la bebida y años después con su participación en Washington D.C. en un programa de pasantía en el Congreso. Allí llega a vincularse con el republicano congresista Donald Rumsfeld (Steve Carell) quien lo considerará como uno de los suyos e influirá para comenzar su carrera de servicio público en 1969 cuando Nixon gobierna al país; después de su renuncia en 1974, en el transcurso de la presidencia de Gerald Ford, Cheney se desempeña como Jefe de Gabinete de la Casa Blanca.
Durante el período en que Jimmy Carter asume como primer mandatario, es elegido como Congresista por Wyoming, cargo que desempeñó desde 1979 hasta 1989; en 1993 es el Secretario de Defensa en el equipo ministerial de George W. H. Bush y cuando su hijo George W. Bush (Sam Rockwell) es elegido presidente en diciembre de 2000, acepta secundarlo como compañero de fórmula.
Con una aproximación que en ciertas ocasiones se asemeja al de un documental, el film permite que el espectador asista a los diferentes vericuetos que se manejan en la trastienda del poder político de Washington D.C. En tal sentido, McKay dota a la historia con algunos momentos de humor bien logrados para que el relato se desarrolle más animadamente, aunque cuidando de no desbordar en lo caricaturesco.
A lo largo del relato el director muestra cómo Lynne ha gravitado en la carrera de su esposo. Así durante la contienda electoral de 1978 para aspirar como congresista, cuando Cheney sufre el primero de varios ataques cardíacos, es ella quien lo reemplaza para convencer con firme determinación y empuje a que los votantes lo elijan. Igualmente, cuando en 2000 Lynne no está convencida de que su marido deba aceptar el cargo de vicepresidente ofrecido por George W. Bush por no tener esa posición mayor relevancia política, eso motivará a que su marido, influido por ella, imponga ciertas condiciones para desempeñarse como tal.
En una instancia de mayor intimidad familiar, hay un momento muy expresivo que se produce cuando Mary (Alison Pill), una de las hijas del matrimonio, hace saber a sus padres que es gay; es allí que Dick la abraza fuertemente como demostración de apoyo, a pesar de los prejuicios que su partido pueda guardar con respecto a quienes mantienen una orientación sexual diferente.
La última parte del film presenta a Cheney convertido en el Vicepresidente más poderoso de la historia de Estados Unidos dada su enorme incumbencia durante la administración de Bush, sobre todo en lo que confiere en asuntos de política exterior. En tal sentido, la película de ningún modo es complaciente con los acontecimientos que dieron lugar a la invasión de Irak en 2003, donde el vicepresidente fue el gran estratega político de esa operación: así McKay no escatima en ofrecer una visión bastante crítica de Cheney, teniendo en consideración el desastre producido por esa injustificada y lamentable guerra y el considerable número de fatales víctimas civiles.
Si bien el realizador imprime un ritmo fluido a la mayor parte de su relato, el film se extiende demasiado en los acontecimientos vinculados con el desarrollo y consecuencia del fatídico 11 de septiembre de 2001, teniendo cuenta que, sin agregar algo nuevo en el tema, los sucesos han sido ampliamente divulgados y bien conocidos por el público.
Bale ofrece una excepcional caracterización del protagonista de esta historia. Además del asombroso parecido físico con su persona, el actor se sumerge en cuerpo y alma en la personalidad de Cheney. A su lado, se distingue Adams quien con gran intensidad transmite el rol desempeñado por la mujer que gravitó de manera importante en la vida política de su marido. Similarmente, Carell aportando algunas situaciones humorísticas es convincente como Rumsfeld. En los factores técnicos de producción cabe distinguir la buena filmación del director de fotografía Greig Fraser y el eficiente trabajo de montaje realizado por Hank Corwin.
Sin llegar a un nivel de excelencia, McKay ofrece una satisfactoria biografía de ficción sobre un político que no ha llegado a ser muy conocido. Jorge Gutman