Una Obra Clá­si­ca de Racine

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

BRI­TAN­NI­CUS. Autor: Jean Raci­ne – Tra­duc­ción: Mary­se War­da – Direc­ción y Dra­ma­tur­gia: Flo­rent Staud — Ase­so­ra­mien­to en Dra­ma­tur­gia: Evely­ne de la Che­ne­liè­re — Elen­co: Marc Béland, Syl­vie Dra­peau, Fran­cis Duchar­me, Maxim Gau­det­te, Marie-Fran­ce Lam­bert, Éric Robi­doux y Evely­ne Rom­pré – Esce­no­gra­fía: Romain Fabre — Ves­tua­rio: Jean-Daniel Vui­ller­moz – Ilu­mi­na­ción: Nico­las Des­co­teaux – Con­cep­ción Video: David B. Ricard — Con­cep­ción Sono­ra: Julien Éclan­cher — Maqui­lla­je: Flo­ren­ce Cor­net — Dura­ción: 1 hora y 55 minu­tos (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 20 de abril de 2019 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Entre las pie­zas más cono­ci­das del dra­ma­tur­go fran­cés Jean Raci­ne (1633 – 1699) Bri­tan­ni­cus, su segun­da crea­ción lite­ra­ria escri­ta en 1669 con­ce­bi­da des­pués de Andro­ma­que, es la que más ha sido repre­sen­ta­da inter­na­cio­nal­men­te y que aho­ra el públi­co de Mon­treal tie­ne la opor­tu­ni­dad de juz­gar­la en el TNM.

Syl­vie Dra­peau y Fran­cis Duchar­me. (Foto: Yves Renaud)

Ins­pi­ra­do en la Roma Anti­gua, en esta obra maes­tra el autor bri­llan­te­men­te expo­ne las inmo­ra­li­da­des, mani­pu­la­cio­nes polí­ti­cas, des­leal­ta­des y las angus­tias inter­nas de sus per­so­na­jes que si bien trans­cu­rren en el pri­mer siglo de la era cris­tia­na sus pen­sa­mien­tos tie­nen una con­no­ta­ción contemporánea.

Es impor­tan­te des­ta­car que el mon­ta­je de esta pie­za pue­de dife­rir según sea la apro­xi­ma­ción del direc­tor escé­ni­co. Eso es impor­tan­te por­que, por ejem­plo, la pues­ta escé­ni­ca ofre­ci­da el año pasa­do por el direc­tor Stépha­ne Braunsch­weig para la Comé­die Fra­nçai­se que ha sido fil­ma­da y exhi­bi­da en Que­bec, difie­re del enfo­que que deci­dió impri­mir­le Flo­rent Staud para la actual pro­duc­ción. Sien­do él asi­mis­mo el autor de la adap­ta­ción rea­li­za­da, con el ase­so­ra­mien­to de Evely­ne de la Che­ne­liè­re, su pues­ta escé­ni­ca exi­ge del públi­co una con­si­de­ra­ble con­cen­tra­ción. Esto es así por­que ha deci­do recu­rrir a los ver­sos ale­jan­dri­nos emplea­dos por Raci­ne, los que median­te un len­gua­je poé­ti­co brin­dan una sin­gu­lar musi­ca­li­dad al oído; sin embar­go, se requie­re pres­tar máxi­ma aten­ción para poder absor­ber cada una de las pala­bras ver­ti­das con su doble sen­ti­do a fin de dis­fru­tar de la obra en su total dimen­sión. En con­se­cuen­cia, antes de su comien­zo, a tra­vés de un video el neó­fi­to espec­ta­dor pue­de leer los ante­ce­den­tes que pre­ce­den al desa­rro­llo de la acción.

Evely­ne Rom­pré y Éric Robi­doux. (Foto: Yves Renaud)

En una bre­ve sinop­sis se pue­de anti­ci­par que a la muer­te del empe­ra­dor Clau­dio, su viu­da Agri­pi­na des­car­ta de la suce­sión a su hijo adop­ti­vo Bri­tan­ni­cus ‑el legí­ti­mo here­de­ro- para colo­car en su lugar a Nerón, su hijo bio­ló­gi­co pro­duc­to de un matri­mo­nio ante­rior. A su pesar, cuan­do comien­za la pie­za Agripina,inquieta y alte­ra­da, sien­te que el poder que en algún momen­to pose­yó ha sido absor­bi­do por com­ple­to por el joven empe­ra­dor que tra­ta de des­em­ba­ra­zar­se de ella; a todo ello, por razo­nes sen­ti­men­ta­les uni­das a otras de con­te­ni­do polí­ti­co, Agri­pi­na no con­sien­te que Nerón haya rap­ta­do a Junie, la novia de su her­ma­nas­tro, por quien se sien­te atraí­do. Sin agre­gar más deta­lles, el rela­to desem­bo­ca­rá en tragedia.

Con una esce­no­gra­fía prác­ti­ca­men­te mini­ma­lis­ta ‑un sillón y una peque­ña mesa‑, y un ves­tua­rio moderno que de nin­gún modo lle­ga a afec­tar, con la adi­ción de una apro­pia­da ilu­mi­na­ción que se aso­cia a su natu­ra­le­za dra­má­ti­ca, el direc­tor ofre­ce aquí una visión atem­po­ral de la pie­za sin des­na­tu­ra­li­zar su esen­cia. Así, la intri­ga polí­ti­ca y pasión amo­ro­sa que se des­pren­de de la mis­ma, per­mi­te a Staud ofre­cer una muy bue­na explo­ra­ción psi­co­ló­gi­ca de sus per­so­na­jes refle­jan­do la com­ple­ji­dad y con­tra­dic­ción de la natu­ra­le­za huma­na en el ejer­ci­cio del poder.

El elen­co es remar­ca­ble don­de cada uno de los acto­res des­plie­ga una envi­dia­ble ener­gía para carac­te­ri­zar lo que su per­so­na­je les exi­ge. Syl­vie Dra­peau des­lum­bra refle­jan­do bra­vu­ra, rabia y des­en­can­to como la madre pose­si­va que pier­de el con­trol que solía man­te­ner sobre su hijo; en una de las vibran­tes esce­nas man­te­ni­da con Nerón ella logra trans­mi­tir el laten­te víncu­lo freu­diano que la une a él. Nerón encuen­tra en Fran­cis Duchar­me al intér­pre­te ideal quien uti­li­za su cruel­dad para afir­mar­se en el poder refle­jan­do al pro­pio tiem­po su vul­ne­ra­bi­li­dad lo que lo tor­na más humano. Sin ser la figu­ra pro­ta­gó­ni­ca como su títu­lo lo indi­ca­ría, Éric Robi­doux ofre­ce sen­si­bi­li­dad y ter­nu­ra tan­to en su rela­ción sen­ti­men­tal con su ama­da Junie como en el enfren­ta­mien­to con su rival her­ma­nas­tro tan­to en el plano román­ti­co como a nivel polí­ti­co. Por su par­te Evely­ne Rom­pré encar­na de mane­ra irre­pro­cha­ble a la dul­ce Junie quien ena­mo­ra­da de Bri­tan­ni­cus resis­te los avan­ces de Nerón. No menos impor­tan­te es la con­tri­bu­ción de Maxim Gau­det­te dan­do vida a Burrus, el devo­to con­se­je­ro de Nerón, y el apor­te de Marc Béland quien como Nar­cis­se, con­se­je­ro de Bri­tan­ni­cus, es el des­leal intri­gan­te que lo trai­cio­na. Final­men­te, aun­que en un papel menor, Marie-Fran­ce Lam­bert sale airo­sa como Albi­ne, la con­fi­den­te de Agri­pi­na a quien tra­ta de brin­dar­le su apoyo.

Que­da como resul­ta­do una enco­mia­ble pro­duc­ción que a la vez cons­ti­tu­ye un buen ejer­ci­cio inte­lec­tual para apre­ciar este clá­si­co escri­to hace tres siglos y medio cuyo con­te­ni­do adquie­re en la actua­li­dad reso­nan­cia universal.

La Edad de Oro

DES­DE EL TEA­TRO BOLSHOI

Des­pués del gran éxi­to obte­ni­do en Octu­bre de 2016, en opor­tu­ni­dad de su difu­sión direc­ta des­de Mos­cú de The Gol­den Age por la com­pa­ñía del Ballet Bolslhoi, esta exce­len­te pro­duc­ción que ha sido fil­ma­da en su opor­tu­ni­dad vol­ve­rá a difun­dir­se en Canadá.

Este ballet en 3 actos y 6 esce­nas con músi­ca de Dmi­tri Shos­ta­ko­vich fue estre­na­do en Octu­bre de 1930 y a tra­vés del tiem­po ha sido obje­to de nue­vas ver­sio­nes. Así en 1982, Yuri Gri­go­ro­vich e Isaak Glik­man reem­pla­za­ron el libre­to ori­gi­nal de Ale­xan­der Iva­novsky con uno nue­vo por ellos con­ce­bi­do como así tam­bién Gri­go­ro­vich deci­dió inte­grar la músi­ca ori­gi­nal de Shos­ta­ko­vich con otros tra­ba­jos del com­po­si­tor ruso.

La acción se desa­rro­lla en una ciu­dad bal­nea­ria de la déca­da del 20 don­de la acti­vi­dad de la mafia está flo­re­cien­do. El caba­ret local (The Gol­den Age) es el noc­tám­bu­lo lugar de entre­te­ni­mien­to don­de los bai­la­ri­nes se entre­mez­clan con ban­di­dos y jóve­nes noc­tám­bu­los. En ese entorno se encuen­tra el joven pes­ca­dor Boris quien está ena­mo­ra­do de la bella bai­la­ri­na Rita que a su vez es ami­ga del gángs­ter local.

the-golden-ageCon los enre­dos carac­te­rís­ti­cos de una colo­ri­da sáti­ra pro­pia de la edad de oro que vivía el vie­jo con­ti­nen­te en la déca­da del 20 del siglo pasa­do, esta crea­ción reúne todos los ingre­dien­tes nece­sa­rios para satis­fa­cer a los más exi­gen­tes aman­tes del ballet; así se lle­ga a apre­ciar sus alo­ca­dos rit­mos, los deca­den­tes núme­ros de caba­ret y las ver­ti­gi­no­sas esce­nas de per­se­cu­ción. A todo ello cabe agre­gar la par­ti­tu­ra jaz­zís­ti­ca don­de la dan­za y la músi­ca se con­ju­gan mag­ní­fi­ca­men­te en un espec­tácu­lo artís­ti­co de subli­me esplen­dor. Con la apa­sio­na­da his­to­ria de amor resal­tan­do los her­mo­sos due­tos entre Boris y Rita, los bai­la­ri­nes del Bolshoi tie­nen la opor­tu­ni­dad de sumer­gir­se en sus per­so­na­jes refle­jan­do su nivel de cali­dad en cada uno de los pasos y ges­tos efectuados.

La direc­ción artís­ti­ca y coreo­gra­fía está a car­go de Yuri Gri­go­ro­vich; el maes­tro Pavel Kli­ni­chev diri­ge a la Orques­ta Sin­fó­ni­ca del Tea­tro Bolshoi, en tan­to que la esce­no­gra­fía y ves­tua­rio es res­pon­sa­bi­li­dad de Simon Vir­sa­lad­ze.

The Gol­den Age será exhi­bi­do el 7 de Abril de 2019 en los cines cana­dien­ses per­te­ne­cien­tes al cir­cui­to Cine­plex. Para infor­ma­ción adi­cio­nal y horas loca­les de difu­sión pre­sio­ne aquí 

El Padre del Tan­go Moderno

PIAZ­ZO­LLA, LOS AÑOS DEL TIBU­RÓN. Argen­ti­na-Fran­cia-Espa­ña, 2018. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Daniel Rosenfeld

En cual­quier lugar del mun­do decir Piaz­zo­lla (1921 – 1992), sig­ni­fi­ca men­cio­nar el nom­bre de quien revo­lu­cio­nó al tan­go argen­tino hacién­do­lo tan famo­so que su incon­fun­di­ble músi­ca es hoy día difun­di­da inter­na­cio­nal­men­te y sus com­po­si­cio­nes igual­men­te son eje­cu­ta­das en salas de con­cier­to. De allí que el docu­men­tal Piaz­zo­lla, los años del tibu­rón de Daniel Rosen­feld ‑pre­sen­ta­do en el fes­ti­val FIFA de Mon­treal– cons­ti­tu­ye un ver­da­de­ro home­na­je al que­ri­do y legen­da­rio com­po­si­tor, pia­nis­ta y maes­tro del bandoneón.

Astor Piaz­zo­lla

Valién­do­se de un mate­rial de archi­vo iné­di­to has­ta el pre­sen­te, como de otros de carác­ter fami­liar abier­to por su hijo Daniel, fotos, recor­tes y notas de revis­tas, fil­ma­cio­nes de la fami­lia en super 8 y gra­ba­cio­nes en audio, Rosen­feld recons­tru­ye la vida del com­po­si­tor aun­que no nece­sa­ria­men­te la expo­ne cronológicamente.

Naci­do en Mar del Pla­ta en 1921, a los 4 años Astor via­ja con su fami­lia a Nue­va York don­de trans­cu­rri­rá bue­na par­te de su infan­cia; allí su que­ri­do padre Vicen­te “Nonino” Piaz­zo­lla, que tra­ba­ja­ba en una pelu­que­ría del East Villa­ge de Manhat­tan, le com­pra un ban­do­neón y a par­tir de ese momen­to se pro­du­ce su con­tac­to con la músi­ca. Años des­pués cono­ce a Car­los Gar­del quien sin­tien­do una fuer­te sim­pa­tía por el ado­les­cen­te al que oye tocar en su ban­do­neón lo incor­po­ra como extra para el film El Día que me Quie­ras (1935). La esta­día en la Gran Man­za­na con su apre­cia­ble mul­ti­cul­tu­ra­lis­mo influ­yó enor­me­men­te en su esti­lo musi­cal que sobre­ven­drá años después.

Su hijo Daniel cons­ti­tu­ye la prin­ci­pal fuen­te de infor­ma­ción de este docu­men­tal, com­ple­men­ta­da con la de su her­ma­na Dia­na ‑falle­ci­da en 2009‑, quien repor­tea a su padre a tra­vés de una case­te­ra como mate­rial que uti­li­za­ría para su bio­gra­fía titu­la­da Astor que fue publi­ca­da en 1986. Tan­to por par­te de ambos her­ma­nos como igual­men­te apo­ya­do por comen­ta­rios de su padre, van sur­gien­do face­tas de este excep­cio­nal músi­co, don­de con su pro­pó­si­to de incur­sio­nar en la músi­ca clá­si­ca sin dejar de lado el tan­go, via­ja a París para reci­bir duran­te 11 meses impor­tan­tes lec­cio­nes de su gran maes­tra Nadia Bou­lan­ger. Al pro­me­diar la déca­da del 50 comien­za a inno­var el tan­go tra­di­cio­nal impri­mién­do­le una moder­na moda­li­dad que no fue acep­ta­da por sus detrac­to­res quie­nes lo acu­sa­ron de haber ase­si­na­do al clá­si­co bai­le rio­pla­ten­se. Curio­sa­men­te, será en el con­tex­to inter­na­cio­nal don­de logra­rá su reco­no­ci­mien­to has­ta que tar­día­men­te será obje­to de apre­cia­ción simi­lar en su país natal, lle­van­do su músi­ca nada menos que al Tea­tro Colón, por exce­len­cia la sala de con­cier­tos, ballet y ópe­ra más pres­ti­gio­sa de Argentina.

Fil­ma­da con refi­na­do esti­lo y ensam­bla­da de mane­ra inob­je­ta­ble, la pelí­cu­la des­ti­la con­si­de­ra­ble sen­si­bi­li­dad como así una cier­ta melan­co­lía no exen­ta de con­te­ni­do poé­ti­co. Hur­gan­do en el alma de Piaz­zo­lla, Rosen­feld ha logra­do un sobrio retra­to del com­po­si­tor que gra­ti­fi­ca­rá ple­na­men­te a sus lea­les segui­do­res como así tam­bién a quie­nes aún no lo hayan cono­ci­do. Por lo que ante­ce­de, segu­ra­men­te que el autor de Adiós Nonino, Bala­da para un Loco, María de Bue­nos Aires, Liber­tan­go y Obli­vion le esta­rá agra­de­cien­do des­de el más allá. Jor­ge Gutman

Espe­luz­nan­te Tragedia

HOTEL MUM­BAI Aus­tra­lia, 2018. Un film de Anthony Maras

La recons­truc­ción dra­má­ti­ca de una espe­luz­nan­te tra­ge­dia que a fina­les de noviem­bre de 2008, duran­te 4 días con­se­cu­ti­vos enlu­tó a la ciu­dad de Mum­bay con un sal­do de 164 muer­tos e innu­me­ra­bles heri­dos, está veraz­men­te ilus­tra­da en Hotel Mum­bai,

La vio­len­cia está entre noso­tros y el cine lo ha refle­ja­do en varias pelí­cu­las, como por ejem­plo en Uni­ted 93 (2006), retra­tan­do el secues­tro de un avión con pasa­je­ros a bor­do por par­te de terro­ris­tas islá­mi­cos, o bien enfo­can­do al supre­ma­cis­ta norue­go Anders Beh­ring Brei­vik en el film July 22 (2018), fecha que en 2011 su desen­fre­na­da locu­ra de ata­car a ino­cen­tes per­so­nas estre­me­ció al país nór­di­co. En este caso es el turno del novel direc­tor aus­tra­liano Anthony Maras quien en un guión escri­to con John Collee pre­sen­ta a cua­tro jóve­nes yiha­dis­tas (Aman­deep Singh, Suhail Nay­yar, Yash Tri­ve­di, Gau­rav Pas­wa­la) reci­bien­do pre­ci­sas ins­truc­cio­nes tele­fó­ni­cas de extre­mis­tas des­de Pakis­tán para ata­car a la ciu­dad de Mumbai.

Dev Patel

La acción comien­za con los terro­ris­tas ame­tra­llan­do al públi­co en una esta­ción ter­mi­nal ferro­via­ria ubi­ca­da al sur de la ciu­dad, para con­ti­nuar la matan­za en el Café Leo­pold y final­men­te des­ple­gar la furia ase­si­na en el lujo­so Taj Mahal Pala­ce Hotel. Antes de la embes­ti­da, el rela­to pre­sen­ta a algu­nos de sus hués­pe­des, enfo­can­do entre otros a una pare­ja de recién casa­dos (Armie Ham­mer, Naza­nin Bonia­di) con su bebé y la nana (Til­da Cobham-Her­vey) que lo cui­da, como así tam­bién a un hom­bre de nego­cios ruso (Jason Isaacs). Alre­de­dor de ellos se encuen­tran los miem­bros del hotel tra­tan­do de aga­sa­jar de la mejor mane­ra posi­ble a sus visi­tas, don­de entre ellos se des­ta­can un hones­to e ínte­gro emplea­do de coci­na (Dev Patel) y el exi­gen­te chef (Anu­pam Kher). Lo que pare­ce­ría cons­ti­tuir un pla­cen­te­ro paraí­so para des­can­sar y dis­fru­tar de las como­di­da­des por par­te de sus visi­tan­tes, al poco tiem­po se con­vier­te en un infierno dan­tes­co cuan­do arri­ban los criminales.

Repro­du­cien­do fiel­men­te la masa­cre acon­te­ci­da, don­de los ase­si­nos ame­tra­llan a tro­che y moche a quie­nes encuen­tran a su paso, el direc­tor no pue­de evi­tar que en un momen­to dado esa des­pia­da­da car­ni­ce­ría huma­na se con­vier­ta en un ver­da­de­ro sufri­mien­to para el espec­ta­dor ade­más de dejar­lo exhaus­to; eso es así por­que dejan­do de lado las situa­cio­nes anec­dó­ti­cas que se pre­sen­tan a tra­vés de sus per­so­na­jes, la pre­sen­cia de una vio­len­cia des­car­na­da moti­va a que su visión resul­te poco pla­cen­te­ra, agra­va­da aún más por su exce­si­va duración.

Téc­ni­ca­men­te esta pro­duc­ción es inob­je­ta­ble y sus acto­res res­pon­dan ade­cua­da­men­te a los reque­ri­mien­tos del libre­to. Sin embar­go, aun­que no haya sido su inten­ción, lo que Maras expo­ne aquí no con­tri­bu­ye a des­alen­tar el sen­ti­mien­to de isla­mo­fo­bia por par­te de aque­llas per­so­nas que injus­ta­men­te aso­cian al Islam con terro­ris­mo; en tal sen­ti­do y a modo de refle­xión bas­ta­ría tener en cuen­ta la tra­ge­dia cau­sa­da hace pocos días por un supre­ma­cis­ta ase­sino en una mez­qui­ta de Christ­church en Nue­va Zelandia.
Jor­ge Gutman

La Géne­sis del Amor Adolescente

GENЀ­SE / GENE­SIS. Cana­dá 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Phi­lli­pe Lesage.

Con gran sen­si­bi­li­dad el direc­tor cana­dien­se abor­da en Genè­se tres his­to­rias, dos de ellas en for­ma simul­tá­nea y la ter­ce­ra sepa­ra­da­men­te. Todas tie­nen en común la mane­ra en que se mani­fies­ta el pri­mer amor sen­ti­men­tal y lo que pro­du­ce cuan­do no exis­te corres­pon­den­cia recíproca.

Théo­do­re Pelle­rin y Noée Abita

Uno de los rela­tos gira en torno de Gui­llau­me Bon­net (Thé­do­re Pelle­rin), un mucha­cho de 16 años que asis­te como inter­na­do a un cole­gio pri­va­do de varo­nes. De natu­ra­le­za opti­mis­ta y a su vez vivaz sue­le diver­tir a sus com­pa­ñe­ros por la bue­na imi­ta­ción que rea­li­za de sus pro­fe­so­res. Entre los estu­dian­tes se encuen­tra Nico­las que es su mejor ami­go (Jules Roy Sicot­te) con quien com­par­te gra­tos momen­tos. sin embar­go, en un momen­to de inde­fi­ni­ción sexual que atra­vie­sa, la amis­tad de Gui­llau­me cede paso a una atrac­ción de dife­ren­te índo­le dada su natu­ra­le­za homo­se­xual. Cuan­do a tra­vés de un peque­ño ges­to ‑un acer­ca­mien­to que dura más de lo nece­sa­rio- Nico­las per­ci­be lo que suce­de, ter­mi­na recha­zán­do­lo y eso pro­du­ce en Gui­llau­me una pena pro­fun­da. Así, en su inten­to de comu­ni­ca­ción con su ser que­ri­do ade­más de no haber obte­ni­do el eco espe­ra­do pro­du­ce a su pesar la rup­tu­ra de una bella amistad.

https://www.youtube.com/watch?v=EBtpqLEEi40

Aun­que de dife­ren­te mane­ra, algo simi­lar acon­te­ce con Char­lot­te (Noée Abi­ta), la her­ma­nas­tra de Gui­llau­me, un poco mayor que él. Des­pués de dos años de noviar con Maxi­me (Pier-Luc Funk), él le pro­po­ne man­te­ner una rela­ción abier­ta sin com­pro­mi­so futu­ro; ese des­en­can­to lle­va a la joven a man­te­ner rela­cio­nes ines­ta­bles en pro­cu­ra de amor que no logra con­du­cir a algo gratificante.

Si bien estas dos his­to­rias para­le­las se entre­mez­clan muy bien, Lesa­ge intro­du­ce un seg­men­to final com­ple­ta­men­te inde­pen­dien­te. En una colo­nia de vaca­cio­nes se con­tem­pla a Félix (Édouard Trem­blay-Gre­nier) de 12 años quien sien­te pal­pi­tar su cora­zón cuan­do cono­ce a Béa­tri­ce (Émi­lie Bie­rre) de su mis­ma edad. Ese epí­lo­go, prác­ti­ca­men­te sin diá­lo­go, rebo­sa afec­to y pro­fun­da ter­nu­ra a tra­vés de los ges­tos, mira­das, pos­tu­ras que ema­nan de estos dos pre­ado­les­cen­tes en la géne­sis del amor al que alu­de el títu­lo del film.

Trans­mi­tien­do sus pro­pias expe­rien­cias de juven­tud, con suti­li­dad y ele­gan­cia el rea­li­za­dor impreg­na nota­ble can­dor a las pri­me­ras emo­cio­nes del amor ado­les­cen­te con sus anhe­los, ilu­sio­nes, angus­tias y la tris­te­za que viven sus per­so­na­jes. La exce­len­te des­crip­ción que en su exce­len­te guión Lesa­ge efec­túa de los mis­mos se ve valo­ri­za­da por las bue­nas actua­cio­nes de su elen­co, sobre todo en el caso de Pelle­rin y Abi­ta; estos dos jóve­nes intér­pre­tes trans­mi­ten inten­sa­men­te las vici­si­tu­des expe­ri­men­ta­das por Gui­llau­me y Char­lot­te per­mi­tien­do de este modo lograr una com­ple­ta empa­tía del públi­co. Jor­ge Gutman