La Géne­sis del Amor Adolescente

GENЀ­SE / GENE­SIS. Cana­dá 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Phi­lli­pe Lesage.

Con gran sen­si­bi­li­dad el direc­tor cana­dien­se abor­da en Genè­se tres his­to­rias, dos de ellas en for­ma simul­tá­nea y la ter­ce­ra sepa­ra­da­men­te. Todas tie­nen en común la mane­ra en que se mani­fies­ta el pri­mer amor sen­ti­men­tal y lo que pro­du­ce cuan­do no exis­te corres­pon­den­cia recíproca.

Théo­do­re Pelle­rin y Noée Abita

Uno de los rela­tos gira en torno de Gui­llau­me Bon­net (Thé­do­re Pelle­rin), un mucha­cho de 16 años que asis­te como inter­na­do a un cole­gio pri­va­do de varo­nes. De natu­ra­le­za opti­mis­ta y a su vez vivaz sue­le diver­tir a sus com­pa­ñe­ros por la bue­na imi­ta­ción que rea­li­za de sus pro­fe­so­res. Entre los estu­dian­tes se encuen­tra Nico­las que es su mejor ami­go (Jules Roy Sicot­te) con quien com­par­te gra­tos momen­tos. sin embar­go, en un momen­to de inde­fi­ni­ción sexual que atra­vie­sa, la amis­tad de Gui­llau­me cede paso a una atrac­ción de dife­ren­te índo­le dada su natu­ra­le­za homo­se­xual. Cuan­do a tra­vés de un peque­ño ges­to ‑un acer­ca­mien­to que dura más de lo nece­sa­rio- Nico­las per­ci­be lo que suce­de, ter­mi­na recha­zán­do­lo y eso pro­du­ce en Gui­llau­me una pena pro­fun­da. Así, en su inten­to de comu­ni­ca­ción con su ser que­ri­do ade­más de no haber obte­ni­do el eco espe­ra­do pro­du­ce a su pesar la rup­tu­ra de una bella amistad.

Aun­que de dife­ren­te mane­ra, algo simi­lar acon­te­ce con Char­lot­te (Noée Abi­ta), la her­ma­nas­tra de Gui­llau­me, un poco mayor que él. Des­pués de dos años de noviar con Maxi­me (Pier-Luc Funk), él le pro­po­ne man­te­ner una rela­ción abier­ta sin com­pro­mi­so futu­ro; ese des­en­can­to lle­va a la joven a man­te­ner rela­cio­nes ines­ta­bles en pro­cu­ra de amor que no logra con­du­cir a algo gratificante.

Si bien estas dos his­to­rias para­le­las se entre­mez­clan muy bien, Lesa­ge intro­du­ce un seg­men­to final com­ple­ta­men­te inde­pen­dien­te. En una colo­nia de vaca­cio­nes se con­tem­pla a Félix (Édouard Trem­blay-Gre­nier) de 12 años quien sien­te pal­pi­tar su cora­zón cuan­do cono­ce a Béa­tri­ce (Émi­lie Bie­rre) de su mis­ma edad. Ese epí­lo­go, prác­ti­ca­men­te sin diá­lo­go, rebo­sa afec­to y pro­fun­da ter­nu­ra a tra­vés de los ges­tos, mira­das, pos­tu­ras que ema­nan de estos dos pre­ado­les­cen­tes en la géne­sis del amor al que alu­de el títu­lo del film.

Trans­mi­tien­do sus pro­pias expe­rien­cias de juven­tud, con suti­li­dad y ele­gan­cia el rea­li­za­dor impreg­na nota­ble can­dor a las pri­me­ras emo­cio­nes del amor ado­les­cen­te con sus anhe­los, ilu­sio­nes, angus­tias y la tris­te­za que viven sus per­so­na­jes. La exce­len­te des­crip­ción que en su exce­len­te guión Lesa­ge efec­túa de los mis­mos se ve valo­ri­za­da por las bue­nas actua­cio­nes de su elen­co, sobre todo en el caso de Pelle­rin y Abi­ta; estos dos jóve­nes intér­pre­tes trans­mi­ten inten­sa­men­te las vici­si­tu­des expe­ri­men­ta­das por Gui­llau­me y Char­lot­te per­mi­tien­do de este modo lograr una com­ple­ta empa­tía del públi­co. Jor­ge Gutman