Exce­len­te Film Bélico

1917. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Sam Mendes

Cua­tro años des­pués de Spec­tre, su últi­mo lar­go­me­tra­je, el direc­tor San Men­des retor­na con un impac­tan­te dra­ma que ‑como su títu­lo lo anti­ci­pa- trans­cu­rre en el perío­do de la Gran Gue­rra; al pro­pio tiem­po, el rea­li­za­dor dedi­ca su tra­ba­jo a su bisa­bue­lo que habien­do par­ti­ci­pa­do en el con­flic­to logró sal­var­se y con­tar a sus des­cen­dien­tes las vici­si­tu­des atravesadas.

Geor­ge MacKay

El guión escri­to por el rea­li­za­dor con Krysty Wil­son-Cairns comien­za el 6 de Abril de 1917, don­de Scho­field (Geor­ge Mac­Kay) y Bla­ke (Dean-Char­les Chap­man) son dos jóve­nes sol­da­dos bri­tá­ni­cos quie­nes jun­to con otros miles de com­pa­trio­tas se encuen­tran atrin­che­ra­dos en Hin­den­burg Line; ese lugar está ubi­ca­do al nor­des­te de Fran­cia y es don­de habían esta­do posi­cio­na­das las tro­pas ale­ma­nas antes de empren­der la reti­ra­da. Ambos reclu­tas reci­ben del gene­ral Erin­mo­re (Colin Firth) la misión de entre­gar per­so­nal­men­te una car­ta al coro­nel Mac­ken­zie (Bene­dict Cum­ber­batch), coman­dan­te de otro bata­llón; el con­te­ni­do de esa misi­va tie­ne por obje­to evi­tar que las tro­pas del coro­nel empren­dan un camino ya pla­nea­do don­de los enemi­gos les tie­nen ten­di­da una trampa.

Con un diá­lo­go mini­ma­lis­ta Men­des ilus­tra el lar­go camino que estos sol­da­dos deben reco­rrer para tener que lle­gar a des­tino en don­de Bla­ke espe­ra reen­con­trar alli a su her­mano (Richard Mad­den). En esa misión sui­ci­da, ellos tie­nen que sor­tear peli­gro­sos incon­ve­nien­tes al pro­pio tiem­po que pre­sen­cian los estra­gos que han cau­sa­do los bom­bar­deos en la tie­rra de nadie que atra­vie­san y tra­tan de evi­tar que par­te del ejér­ci­to ale­mán que aún mero­dea pue­da detectarlos.

Den­tro de la bru­ta­li­dad del con­flic­to, debe pun­tua­li­zar­se que el rela­to ofre­ce cier­tas esce­nas con­mo­ve­do­ras como es el caso de una joven mujer (Clai­re Duburcq) quien escon­di­da con un bebé ajeno tra­ta de no ser des­cu­bier­ta por los ale­ma­nes; a ello se agre­ga otro momen­to de gran emo­ción que se pro­du­ce en los últi­mos tra­mos del rela­to pero que resul­ta indis­cre­to revelarlo.

Un atrac­ti­vo fun­da­men­tal de este dra­ma es la extra­or­di­na­ria foto­gra­fía de Roger Dea­kins y su equi­po quien habien­do fil­ma­do en su mayor par­te a ple­na luz per­mi­te al espec­ta­dor su com­ple­ta inmer­sión en el cam­po de bata­lla, vivien­do una expe­rien­cia fue­ra de serie; a eso se le une el impe­ca­ble mon­ta­je de Lee Smith ofre­cien­do la idea de que todo trans­cu­rre a tra­vés de un úni­co plano secuen­cia. No menos des­de­ña­ble es la remar­ca­ble ban­da sono­ra de Tho­mas Newman.

La direc­ción de Men­des es excep­cio­nal tan­to en su narra­ti­va con momen­tos de indes­crip­ti­ble zozo­bra como así tam­bién en el coreo­grá­fi­co movi­mien­to de cáma­ra logra­do. No menos impor­tan­te es el mag­ní­fi­co apor­te acto­ral de Chap­man y espe­cial­men­te Mac­Kay quien car­ga sobre sus hom­bros la mayor par­te del relato.

Así como lo fue el bri­llan­te docu­men­tal que Peter Jack­son ofre­cie­ra sobre el mis­mo tema en They Shall Not Grow Old (2018), 1917 es uno de los más impor­tan­tes rela­tos de gue­rra que el cine haya brin­da­do en el terreno de la fic­ción y deci­di­da­men­te una de las mejo­res pelí­cu­las de este año a pun­to de cul­mi­nar. Jor­ge Gutman

Obje­ción de Conciencia

A HID­DEN LIFE. Ale­ma­nia-Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Terren­ce Malick

Des­pués de sus últi­mas irre­gu­la­res pelí­cu­las, el pres­ti­gio­so direc­tor Terren­ce Malick, quien en 2011 logró el pre­mio máxi­mo en el Fes­ti­val de Can­nes con The Tree of Life, retor­na en mejor for­ma con A Hid­den Life  narran­do la verí­di­ca his­to­ria del cam­pe­sino Franz Jägers­tät­ter quien en 2007 fue bea­ti­fi­ca­do por el Papa Bene­dic­to XVI.

August Diehl y Vale­rie Pachner

En un guión que le per­te­ne­ce, Malick intro­du­ce a Franz (August Diehl), quien en 1939 vive apa­ci­ble­men­te como agri­cul­tor jun­to a Fani (Vale­rie Pach­ner), su ama­da mujer, y sus tres hiji­tas en Rade­gund, una peque­ña aldea mon­ta­ño­sa de Austria.

Esa tran­qui­la exis­ten­cia pas­to­ral se inte­rrum­pe cuan­do irrum­pe la gue­rra y se encuen­tra for­za­do a ingre­sar al ejér­ci­to ale­mán; res­pe­tan­do sus prin­ci­pios anti­bé­li­cos y su pro­fun­da fe en Dios se nie­ga a com­ba­tir por el régi­men nazi como tam­po­co pres­tar jura­men­to de leal­tad a Hitler. Su com­por­ta­mien­to moti­va a que ade­más de ser con­si­de­ra­do un paria den­tro de su comu­ni­dad al pro­pio tiem­po sea encar­ce­la­do como trai­dor al Führer.

De allí en más el rela­to trans­cu­rre en dos esce­na­rios dife­ren­tes: por una par­te rese­ña lo que acon­te­ce con la fami­lia de Franz, don­de Fani sigue tra­ba­jan­do en la gran­ja y año­ra la ausen­cia de su mari­do que se comu­ni­ca con ella a tra­vés del inter­cam­bio epis­to­lar; simul­tá­nea­men­te se apre­cian las penu­rias físi­cas y emo­cio­na­les que sufre Franz duran­te su encie­rro. Cuan­do lle­ga el momen­to del jui­cio, al no retrac­tar­se de su férrea posi­ción de obje­tor de con­cien­cia, es con­de­na­do a muer­te; si bien su abo­ga­do defen­sor se esfuer­za para que reca­pa­ci­te a fin de lograr la con­mu­ta­ción de la pena capi­tal, él se man­tie­ne fir­me con sus principios.

El film que está dota­do de una sin­gu­lar belle­za visual mer­ced a la cola­bo­ra­ción del cama­ró­gra­fo Jörg Wid­mer, refle­ja el esti­lo dis­tin­ti­vo de Malick don­de lo espi­ri­tual se fun­de con lo divino y lo cós­mi­co des­ti­lan­do una atmós­fe­ra de apre­cia­ble liris­mo y melan­co­lía. Sin negar que se está fren­te a un res­pe­ta­ble film, el metra­je de casi tres horas de dura­ción resul­ta exce­si­vo al nutrir­se con muchas esce­nas repe­ti­ti­vas; ade­más, por más admi­ra­ción que mere­ce el cora­je de su pro­ta­go­nis­ta de sacri­fi­car su vida a los 36 años de edad y dejar sin espo­so ni padre a su que­ri­da fami­lia por ser leal a su con­cien­cia, el rela­to no logra gene­rar en el espec­ta­dor la emo­ción nece­sa­ria que per­mi­ta una mayor iden­ti­fi­ca­ción con la suer­te corri­da por este hom­bre de pro­fun­da inte­gri­dad moral. Jor­ge Gutman

Aco­so Sexual

BOMBSHELL. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Jay Roach

El fenó­meno del aco­so sexual de la mujer es con­si­de­ra­do en Bombshell, un docu­fic­ción basa­do en hechos verí­di­cos. Aun­que lo que se rela­ta trans­cu­rre entre 2015 y 2016 bien podría cons­ti­tuir una de las tan­tas prue­bas que demos­tró el movi­mien­to #Met­Too ini­cia­do en octu­bre de 2017 como con­se­cuen­cia del explo­si­vo artícu­lo del perio­dis­ta Ronald Farrow publi­ca­do en la revis­ta sema­nal The New Yor­ker.

En el guión pre­pa­ra­do por Char­les Ran­dolph, el esce­na­rio en que trans­cu­rre la acción es el canal de tele­vi­sión Fox News, de orien­ta­ción con­ser­va­do­ra; allí Roger Ailes (John Lith­gow) fue des­de 1996 has­ta su caí­da en des­gra­cia su direc­tor gene­ral y prin­ci­pal eje­cu­ti­vo, habien­do sido ade­más con­se­je­ro en las con­tien­das elec­to­ra­les de Ronald Reagan, Geor­ge W. Bush y Donald Trump.

Char­li­ze The­ron, Nico­le Kid­man y Mar­got Robbie

En el canal tra­ba­jan Megyn Kelly (Char­li­ze The­ron) y Gret­chen Carl­son (Nico­le Kid­man) como pre­sen­ta­do­ras de sen­dos pro­gra­mas de dicha cade­na. Kelly pron­ta­men­te se gana la anti­pa­tía del can­di­da­to pre­si­den­cial Donald Trump por las pre­gun­tas que le for­mu­la en un repor­ta­je sobre el tra­ta­mien­to que dis­pen­sa a las muje­res; debi­do a su gran popu­la­ri­dad y acep­tan­do sin denun­ciar las reglas de jue­go impues­tas por su jefe, sigue en fun­cio­nes. En tan­to, la vete­ra­na Gret­chen es la que comien­za a demos­trar su rebel­día fren­te a las acti­tu­des sexis­tas de Ailes.

A todo ello, el rela­to intro­du­ce a Kay­la Pos­pi­sil (Mar­got Rob­bie), un per­so­na­je de fic­ción; ella es una joven recien­te­men­te emplea­da por la emi­so­ra que sim­pa­ti­za ple­na­men­te con su filo­so­fía y que cree tocar el cie­lo con las manos al haber sido con­tra­ta­da. Sin embar­go, la ino­cen­cia de esta cris­tia­na evan­gé­li­ca que­da pron­ta­men­te esfu­ma­da cuan­do en una con­ver­sa­ción reser­va­da en el des­pa­cho de Ailes, él le indi­ca que ella debe ser leal a la empre­sa y como prue­ba le soli­ci­ta que suba poco a poco su ves­ti­do has­ta lle­gar a la zona ínti­ma de su cuer­po.. La decep­ción que tra­sun­ta el ros­tro de la mucha­cha ori­gi­na la esce­na más con­tun­den­te del film don­de que­da expues­to uno de los meca­nis­mos del hos­ti­ga­mien­to sexual empren­di­do por el inmo­ral director.

Cuan­do en junio de 2016, Carl­son es des­pe­di­da sin jus­ti­fi­ca­ción algu­na, ella ini­cia una acción legal con­tra Ailes denun­cian­do su com­por­ta­mien­to acer­ca de los favo­res sexua­les reque­ri­dos al per­so­nal feme­nino; aun­que con cier­ta reluc­tan­cia y bas­tan­te con­flic­tua­da, Kelly deci­de final­men­te que ha lle­ga­do el momen­to de actuar cola­bo­ran­do con la denun­cian­te. La sen­ten­cia judi­cial con­de­nan­do al depre­da­dor sexual moti­va a que el mag­na­te aus­tra­liano Rupert Mur­doch (Mal­colm McDo­well), el due­ño del canal, lo des­ti­tu­ya del cargo.

A pesar de su impor­tan­cia temá­ti­ca, la his­to­ria real des­crip­ta no alcan­za la enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca nece­sa­ria en la medi­da que su guión des­cri­be errá­ti­ca­men­te a sus per­so­na­jes sin pro­fun­di­zar­los sufi­cien­te­men­te. Con todo, cabe reco­no­cer que Roach ha con­ta­do con un cali­fi­ca­do elen­co don­de se des­ta­can las actua­cio­nes de The­ron y Rob­bie; asi­mis­mo resul­ta exce­len­te la labor de maqui­lla­je rea­li­za­da para que los acto­res se ase­me­jen físi­ca­men­te a los per­so­na­jes reales.

Lo más tras­cen­den­te del film es demos­trar de qué mane­ra pue­de que­dar degra­da­da la dig­ni­dad de una mujer cuan­do es con­si­de­ra­da como mero obje­to sexual en el mar­co de un ambien­te labo­ral asfi­xian­te. En ese sen­ti­do, a pesar de las obje­cio­nes seña­la­das, resul­ta posi­ti­vo el apor­te del rea­li­za­dor al ilus­trar el escán­da­lo gene­ra­do por Ailes que sir­vió como pre­cur­sor del movi­mien­to femi­nis­ta que sobre­ven­dría poco tiem­po des­pués. Jor­ge Gutman

El Des­afor­tu­na­do Héroe

RICHARD JEWELL. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Clint Eastwood

Pro­si­guien­do con su pro­pó­si­to de rese­ñar a héroes que sobre­vi­vie­ron momen­tos de gran ten­sión, como en Ame­ri­can Sni­per (2014) y Sully (2016), entre otros títu­los, Clint East­wood retor­na con un sóli­do rela­to sobre el vía cru­cis vivi­do por un ino­cen­te individuo.

Sam Rock­well y Paul Wal­ter Hauser

Paul Wal­ter Hau­ser encar­na a Richard Jewell, un regor­de­te bona­chón de 33 años que se toma muy en serio su car­go de guar­dia de segu­ri­dad en el Cen­ten­nial Olym­pic Park de Atlan­ta. El 27 de julio de 1996 — en ple­na cele­bra­ción de las Olim­pia­das de verano con una mul­ti­tud con­tem­plan­do un con­cier­to popu­lar– des­cu­bre una mochi­la aban­do­na­da en el sue­lo; con gran dina­mis­mo y rapi­dez aler­ta a las auto­ri­da­des poli­cia­les y cuan­do éstas arri­ban al lugar des­cu­bren que en el inte­rior del sos­pe­cho­so bol­so hay una bom­ba a pun­to de deto­nar. A pesar de que pos­te­rior­men­te la explo­sión se pro­du­ce con el resul­ta­do de dos muer­tos y más de 100 heri­dos, el valien­te acto de Richard per­mi­te sal­var las vidas de la mayo­ría de las per­so­nas que allí se encuen­tran. Aun­que pro­cla­ma­do como el gran héroe de la memo­ra­ble jor­na­da, su cele­bri­dad será de cor­to alcance.

Basa­do en el artícu­lo “Ame­ri­can Night­ma­re: The Ballad of Richard Jewell” de Marie Bren­ner, el efec­ti­vo guión de Billy Ray ha sido exce­len­te­men­te apro­ve­cha­do por East­wood en la muy bue­na des­crip­ción de sus per­so­na­jes; así, Jewell está mag­ní­fi­ca­men­te retra­ta­do como un indi­vi­duo bon­da­do­so que vive y man­tie­ne una entra­ña­ble rela­ción con su que­ri­da madre Bobi (Kathy Bates). Dada su natu­ra­le­za un tan­to infan­til y algu­nos aspec­tos dis­cu­ti­bles vin­cu­la­dos con ante­rio­res tra­ba­jos, poco tiem­po des­pués que se pro­du­ce el trá­gi­co atentado,Tom Shaw (Jon Hamm) y Dan Ben­net (Ian Gomez), dos fun­cio­na­rios del FBI, creen que la ima­gen de Richard no corres­pon­de pre­ci­sa­men­te a la de un héroe y para peor sos­pe­chan que él ha sido el autor del aten­ta­do. Cuan­do Shaw reve­la estas dudas a la perio­dis­ta Kathy Scruggs (Oli­via Wil­de) que tra­ba­ja en el dia­rio local Atlan­ta Jour­nal-Cons­ti­tu­tion, ella logra que el perió­di­co publi­que el 30 de julio en pri­me­ra pla­na de que el pro­cla­ma­do héroe pudo haber plan­ta­do la bom­ba. Es enton­ces cuan­do inter­vie­ne el abo­ga­do Watson Bryant (Sam Rock­well) quien habien­do cono­ci­do a Jewell años atrás en un gabi­ne­te de tra­ba­jo rea­li­zan­do tareas de lim­pie­za, con fir­me deter­mi­na­ción se apres­ta a defen­der­lo al estar con­ven­ci­do de su inocencia.

Fun­da­men­tal­men­te la his­to­ria se cen­tra en el via cru­cis vivi­do por el pro­ta­go­nis­ta que prác­ti­ca­men­te ha sido vic­ti­mi­za­do por el FBI y por los medios de difu­sión, sin que exis­tie­ra evi­den­cia algu­na que pudie­ra pro­bar su culpabilidad.

Aun­que East­wood expo­ne los hechos tra­tan­do de evi­tar sen­ti­men­ta­li­dad algu­na, su narra­ción no pue­de evi­tar momen­tos de incon­te­ni­ble emo­ción. Así, Bates ofre­ce una anto­ló­gi­ca esce­na cuan­do en una con­fe­ren­cia de pren­sa no pudien­do ocul­tar sus lágri­mas Bobi se diri­ge al Pre­si­den­te Clin­ton y al FBI supli­cán­do­les que dejen en cla­ro y sin duda algu­na el buen nom­bre de su que­ri­do hijo. Otra mag­ní­fi­ca pres­ta­ción es la de Rock­well que adop­ta la posi­ción de un que­ri­ble padre hacia Richard y que en su con­di­ción de abo­ga­do defen­sor rea­li­za el máxi­mo esfuer­zo posi­ble para demos­trar su ino­cen­cia. Si bien el res­to del elen­co se desem­pe­ña irre­pro­cha­ble­men­te, el que se lle­va las pal­mas es Hau­ser quien, ade­más de guar­dar un gran pare­ci­do físi­co con Jewell, se sumer­ge de lleno en su per­so­na logran­do una inter­pre­ta­ción nada menos que fascinante.

En este dra­ma, que­da cla­ra­men­te evi­den­cia­da la denun­cia de East­wood sobre los abu­sos del poder a tra­vés del accio­nar del FBI y de los medios de difu­sión quie­nes duran­te 3 meses han hecho inso­por­ta­ble las vidas del incul­pa­do y de su madre, al pun­to de inva­dir su hogar. En tal sen­ti­do y tal como lo ha veni­do rea­li­zan­do en varios tra­ba­jos de su fil­mo­gra­fía, el direc­tor demues­tra de qué mane­ra los idea­les de una per­so­na hones­ta e ínte­gra pue­den des­plo­mar­se fren­te a la reali­dad que lo cir­cun­da. Así, a pesar de las excu­sas brin­da­das por las auto­ri­da­des al haber cla­ri­fi­ca­do su nom­bre por par­te del Depar­ta­men­to de Jus­ti­ca y de las indem­ni­za­cio­nes que Richard Jewell reci­bió, él no logró cica­tri­zar el daño emo­cio­nal sufrido.

Aun­que en el film no se reve­le al ver­da­de­ro cul­pa­ble del aten­ta­do, lo cier­to es que Eric Rudolph que fue arres­ta­do en 2003, con­fe­só en 2005 su cri­mi­nal acto sien­do sen­ten­cia­do a pri­sión per­pe­tua. Lo que sí se anun­cia en los cré­di­tos fina­les es que Jewell murió en 2007 a los 44 años.

Con sus 89 años de edad el vete­rano rea­li­za­dor demues­tra que aún con­ser­va el vigor nece­sa­rio para enca­rar tra­ba­jos de enver­ga­du­ra como el pre­sen­te; en con­se­cuen­cia, con gran expec­ta­ti­va se aguar­da su pró­xi­mo pro­yec­to. Jor­ge Gutman

Una Dog­má­ti­ca Comunidad

LES ÉBLOUIS. Fran­cia, 2019. Un film de Sarah Succo.

En su debut como direc­to­ra la actriz Sarah Suc­co abor­da un tema urti­can­te basa­do en la expe­rien­cia per­so­nal de haber vivi­do con su fami­lia duran­te varios años en una comu­ni­dad que guar­da simi­li­tud con la que aquí expone.

El rela­to que trans­cu­rre en la ciu­dad de Angou­lè­me asu­me el pun­to de vis­ta de Cami­lle (Céles­te Brunn­quell), pró­xi­ma a cum­plir 14 años, quien vive con sus padres Fré­dé­ric (Eric Cara­va­ca) y Chris­ti­ne (Cami­lle Cot­tin) y sus her­ma­nos meno­res (Armand Rayau­me, Jules Dhios Fran­cis­co, Eva Ris­tor­ce­lli) en el mar­co de un cli­ma fami­liar que a pri­me­ra vis­ta resul­ta armonioso.

Celes­te Brunn­quell, Cami­lle Cot­tin y Eric Caravaca

El con­flic­to dra­má­ti­co sur­ge cuan­do sus pro­ge­ni­to­res como bue­nos cató­li­cos que asis­ten regu­lar­men­te a la igle­sia se dejan entu­sias­mar por su pas­tor caris­má­ti­co (Jean-Pie­rre Darrous­sin) quien astu­ta­men­te les con­ven­ce para que inte­gren una comu­ni­dad reli­gio­sa basa­da en los prin­ci­pios de soli­da­ri­dad y ayu­da huma­na. Len­ta­men­te, la madu­ra ado­les­cen­te va obser­van­do cómo esa comu­ni­dad es en el fon­do una dog­má­ti­ca sec­ta que len­ta­men­te va cam­bian­do la con­duc­ta de sus padres al tener que adop­tar ritos y acti­tu­des deci­di­da­men­te anó­ma­las que van res­trin­gien­do la liber­tad de la fami­lia en su conjunto.

Aun­que el fenó­meno de las sec­tas reli­gio­sas tuvo auge hace poco tiem­po atrás, a tra­vés de lo que aquí se apre­cia aún sub­sis­ten hoy día agru­pa­cio­nes faná­ti­cas que invo­can­do al Espí­ri­tu San­to encan­di­lan a los miem­bros que la inte­gran median­te un astu­to lava­do de cere­bro, tal como es obje­to la fami­lia des­crip­ta por Succo.

Con admi­ra­ble efi­ca­cia y con una cohe­ren­te pues­ta escé­ni­ca, la direc­to­ra valién­do­se del guión que pre­pa­ró con Nico­las Silhol va crean­do una atmós­fe­ra que gra­dual­men­te se vuel­ve asfi­xian­te y mal­sa­na para Cami­lle quien al rebe­lar­se ante sus padres ter­mi­na sien­do víc­ti­ma de la sec­ta al ser aco­sa­da psi­co­ló­gi­ca y físicamente.

Cada uno de los acto­res res­pon­de con auten­ti­ci­dad a lo que sus com­ple­jos roles les deman­da. Brunn­quell, la pro­ta­go­nis­ta del dra­ma, deja una remar­ca­ble impre­sión carac­te­ri­zan­do a la ado­les­cen­te de libre espí­ri­tu que con­tem­plan­do la con­duc­ta de sus pro­ge­ni­to­res debe luchar deno­da­da­men­te para afir­mar su liber­tad y al pro­pio tiem­po res­ca­tar de esa adver­si­dad a sus ino­cen­tes her­ma­nos. En otros roles Cot­tin trans­mi­te satis­fac­to­ria­men­te la natu­ra­le­za de una mujer depre­si­va que encuen­tra solaz en la comu­ni­dad, Cara­va­ca es con­vin­cen­te como el mari­do sumi­so que sigue los pasos de su mujer, en tan­to que Darrous­sin es impe­ca­ble como el reli­gio­so que sagaz­men­te mane­ja y domi­na la volun­tad de sus feligreses.

Aun­que Suc­co no efec­túa una denun­cia con­cre­ta de lo que cons­ti­tu­ye el radi­ca­lis­mo reli­gio­so, este sen­si­ble film no deja de ate­mo­ri­zar al cons­ta­tar cómo sec­tas mino­ri­ta­rias con el con­sen­ti­mien­to de las auto­ri­da­des pue­den lle­gar a dañar las vidas de per­so­nas adul­tas; aún más gra­ve es que los meno­res, que no tie­nen otra alter­na­ti­va que obe­de­cer a sus ence­gue­ci­dos padres, son pri­sio­ne­ros de estas apa­ren­tes res­pe­ta­bles instituciones.

En esen­cia, la direc­to­ra ha logra­do un nota­ble dra­ma que evi­tan­do car­gar las tin­tas impre­sio­na por la sobrie­dad de su tra­ta­mien­to lo que per­mi­te cap­tar la com­ple­ta aten­ción de la audien­cia. Jor­ge Gutman