La Mani­pu­la­ción de la Justicia

THE TRIAL OF THE CHICA­GO 7. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un film escri­to y diri­gi­do por Aaron Sor­kin. 130 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Net­flix 

Nue­va­men­te el gigan­te del mains­tream demues­tra que más allá de asu­mir pro­yec­tos de mero entre­te­ni­mien­to popu­lar tam­bién es capaz de brin­dar pelí­cu­las de ambi­ción supe­rior enca­ra­dos por equi­pos artís­ti­cos de inme­jo­ra­ble cali­dad. Ése es el caso de este exce­len­te film diri­gi­do por el guio­nis­ta Aaron Sor­kin. No obs­tan­te que ésta es su segun­da expe­rien­cia como rea­li­za­dor des­pués de Moll­y’s Game (2017) tie­ne en su haber inol­vi­da­bles libre­tos como los de The Social Net­work (2010) que fue pre­mia­do con un Oscar y Ste­ve Jobs (2015), entre otros títu­los; por lo tan­to no resul­ta extra­ño que en The Trial of the Chica­go 7 vuel­va a reafir­mar sus con­di­cio­nes de feno­me­nal dialoguista.

La his­to­ria que aquí se rela­ta está basa­da en el jui­cio de 1969 al que fue­ron some­ti­dos varios mani­fes­tan­tes acu­sa­dos de haber cons­pi­ra­do e inci­ta­do la vio­len­cia con­tra la poli­cía en la mar­cha orga­ni­za­da para opo­ner­se a la gue­rra de Viet­nam ante la con­ven­ción del par­ti­do demó­cra­ta desa­rro­lla­da del 26 al 29 de agos­to de 1968 rea­li­za­da en Chicago.

Frank Lan­ge­lla

Entre los acu­sa­dos se encuen­tran el idea­lis­ta estu­dian­te Tom Hay­den (Eddie Red­may­ne) y su ami­go acti­vis­ta Ren­nie Davis (Alex Sharp), los repre­sen­tan­tes de la con­tra­cul­tu­ra Abbie Hoff­man (Sacha Baron Cohen) y Jerry Rubin (Jeremy Strong), el paci­fis­ta David Dellin­ger (John Carroll Lynch), el co-fun­da­dor de Black Pan­ter Bobby Sea­le (Yah­ya Abdul Mateen II), John Froi­nes (Daniel Flaherty) y Lee Wei­ner (Noah Rob­bins). Por el lado de la defen­sa se hallan el abo­ga­do William Kunstler (Mark Rylan­ce) y Leo­nard Wein­glass (Ben She­rik­man) y por la fis­ca­lía par­ti­ci­pa el letra­do Richard Schultz (Joseph Gor­don-Levitt), sien­do el jui­cio pre­si­di­do por el ses­ga­do juez Julius Hoff­man (Frank Languella).

El cas­ting es inme­jo­ra­ble don­de cada uno de los acto­res está ple­na­men­te invo­lu­cra­do en el rol que le ha sido asig­na­do. Entre los mis­mos cabe des­ta­car el exce­len­te desem­pe­ño de Baron Cohen en el fogo­so inter­cam­bio que su per­so­na­je sos­tie­ne con el juez Hoff­man, asi­mis­mo Lan­gue­lla des­cue­lla como el pre­jui­cio­so e into­le­ran­te magis­tra­do, igual­men­te mpre­sio­na Gor­don-Levitt en un per­so­na­je que cla­ra­men­te alu­de a su con­cien­cia moral y en un peque­ño papel Michael Kea­ton se luce como el anti­guo pro­cu­ra­dor gene­ral Ram­sey Clark quien como tes­ti­go res­pon­sa­bi­li­za a la poli­cía en los tumul­tos pro­du­ci­dos duran­te la convención.

Sor­kin logra un film mag­ní­fi­ca­men­te cons­trui­do en el que los mor­da­ces diá­lo­gos de su rela­to per­mi­ten cap­tar la ple­na aten­ción del espec­ta­dor. Pero lo más impor­tan­te es que asis­tien­do a la recons­truc­ción de este paró­di­co jui­cio mucho de lo obser­va­do adquie­re hoy día vigen­cia, en lo refe­ren­te a la vio­len­cia polí­ti­ca, la corrup­ción del poder tra­tan­do de aca­llar las voces de la opo­si­ción y sobre todo en lo que con­cier­ne a la dis­cri­mi­na­ción racial; en tal sen­ti­do, la estre­me­ce­do­ra esce­na en la que el juez orde­na amor­da­zar al desa­fian­te afro­ame­ri­cano Bobby Sea­le refle­ja un pro­fun­do sen­ti­mien­to de repug­nan­cia que en la actua­li­dad sigue latente.

El men­sa­je que pue­de extraer­se de esta lamen­ta­ble mani­pu­la­ción de la jus­ti­cia es lo que se enun­cia en un momen­to del rela­to: “aqué­llos que no pue­den recor­dar el pasa­do están con­de­na­dos a repetirlo”.

Por sus méri­tos no es difí­cil pre­de­cir que este apa­sio­nan­te dra­ma judi­cial será nomi­na­do por la Aca­de­mia de Holly­wood en varios rubros, inclu­yen­do el de mejor film, direc­ción y guión. Jor­ge Gutman