Un Dra­ma Psicológico

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

MOB (LA MEU­TE). Tex­to: Cathe­ri­ne-Anne Tou­pin. Tra­duc­ción: Chris Camp­bell. Direc­ción: Andrew Sha­ver. Elen­co: Susan Bain, Matthew Kab­we, Adrian­ne Richards. Esce­no­gra­fía y Ves­tua­rio: James Lavoie. Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Sirois, Dise­ño de Soni­do: Jes­se Ash. Geren­te de Esce­na: Sarah-Marie Lan­glo­is. Dura­ción: 1 hora 35 minu­tos, sin entre­ac­to — Repre­sen­ta­cio­nes: has­ta el 3 de Abril de 2021 en el Cen­taur Thea­tre (www.centaurtheatre.com)

Des­pués de que La Meu­te escri­ta en fran­cés por la dra­ma­tur­ga cana­dien­se Cathe­ri­ne-Anne Tou­pin haya logra­do un inusi­ta­do éxi­to de crí­ti­ca y públi­co en oca­sión de su estreno en el Tea­tro La Licor­ne en 2018, esta pie­za ha sido pre­sen­ta­da por pri­me­ra vez en inglés en el Cen­taur Thea­tre bajo el nom­bre de Mob el 3 de mar­zo de 2020; sin embar­go con la irrup­ción de la pan­de­mia, pocos días des­pués su repre­sen­ta­ción fue can­ce­la­da. Es aho­ra que el gobierno de la pro­vin­cia de Que­bec ha per­mi­ti­do a par­tir del 26 de mar­zo la reanu­da­ción de los espec­tácu­los públi­cos; con­se­cuen­te­men­te, esta com­pa­ñía tea­tral ha deci­di­do repo­ner esta pie­za has­ta el 3 de abril pró­xi­mo, res­pe­tan­do estric­ta­men­te el pro­to­co­lo sani­ta­rio esta­ble­ci­do por el gobierno y con una capa­ci­dad máxi­ma de 36 per­so­nas por fun­ción. Aun­que las loca­lid­des ya están ago­ta­das, siem­pre exis­te la posi­bi­li­dad de que exis­tan can­ce­la­cio­nes y en tal sen­ti­do lo mejor es con­sul­tar con la bole­te­ría del tea­tro (514 – 288-3161).

He aquí el comen­ta­rio crí­ti­co efec­tua­do en opor­tu­ni­dad de su estreno..

Adrian­ne Richards (Foto: Andrée Lanthier)

El tex­to de Tou­pin inda­ga el tema de la vio­len­cia que ade­más de físi­ca pue­de asu­mir carac­te­rís­ti­cas emo­cio­na­les; a tra­vés de su narra­ti­va, la auto­ra inge­nio­sa­men­te la com­bi­na con la ven­gan­za que la per­so­na afec­ta­da desea ejer­cer sobre su ver­du­go. En algu­nos aspec­tos esta pie­za se ase­me­ja a la de La Muer­te y la Don­ce­lla de Ariel Dofrman en don­de una joven mujer que había sido tor­tu­ra­da y vio­la­da por sus cap­to­res duran­te la exis­ten­cia de un régi­men opre­si­vo, años des­pués encuen­tra la opor­tu­ni­dad del desquite.

El rela­to se cen­tra en Sophie, una efi­cien­te pro­fe­sio­nal de Mon­treal que se lan­za en la ruta des­pués de haber per­di­do su tra­ba­jo por razo­nes injus­ti­fi­ca­das, ade­más de haber sido humi­lla­da por su emplea­dor. Can­sa­da y muy agi­ta­da des­pués de haber con­du­ci­do la noche ente­ra, lle­ga a un apar­ta­do hos­tal don­de se ofre­ce alo­ja­mien­to y desa­yuno, mane­ja­do por Mar­tin, un joven bona­chón, y su ancia­na tía Loui­se. A tra­vés de los cin­co días que per­ma­ne­ce en el lugar, se crea una genui­na cama­ra­de­ría entre la hués­ped y Mar­tin ‑alcohol de por medio- per­mi­tien­do que Sophie se rela­je, entre­ten­ga con él y reco­bre su tranquilidad.

Matthew Kab­we y Adrian­ne Richards (Foto: Andrée Lanthier)

Como en los rela­tos de sus­pen­so don­de nada es como pare­ce ser, la pie­za intro­du­ce un giro ines­pe­ra­do en don­de el tono afa­ble y gen­til impe­ran­te has­ta ese momen­to cede paso a un enra­re­ci­do cli­ma violento.

A tra­vés de lo expues­to, este efi­cien­te dra­ma psi­co­ló­gi­co trans­mi­te el cla­ro men­sa­je de que la vio­len­cia emo­cio­nal y la miso­gi­nia, que en muchos casos está aso­cia­da, es un fenó­meno que lamen­ta­ble­men­te se refle­ja uni­ver­sal­men­te. Lo más esca­lo­frian­te es que en la moder­na era digi­tal no es real­men­te nece­sa­rio que la mis­ma se pro­duz­ca a tra­vés del enfren­ta­mien­to físi­co, dado que exis­ten otras vías para que el hos­ti­ga­mien­to se con­cre­te. De allí que la com­ple­ja obra de Tou­pin resul­te alta­men­te inquie­tan­te abor­dan­do las zonas som­brías del alma humana.

La tra­duc­ción efec­tua­da por Chris Camp­bell es fiel a la ver­sión ori­gi­nal, en tan­to que Andrew Sha­ver en su pues­ta escé­ni­ca per­mi­te que el tex­to dis­cu­rra flui­da­men­te con el valio­so apor­te de sus tres pro­ta­go­nis­tas. En tal sen­ti­do, Adrian­ne Richards trans­mi­te muy bien el frá­gil esta­do emo­cio­nal de Sophie a la vez que su frus­tra­ción y cóle­ra; por su par­te, Matthew Kab­we rea­li­za una exce­len­te pres­ta­ción como el hom­bre de baja esti­ma, sin empleo con­cre­to y ade­más acom­ple­ja­do por su obe­si­dad, que desea encon­trar su espa­cio en el mun­do que habi­ta; final­men­te, aun­que en un papel secun­da­rio Susan Bain sale airo­sa asu­mien­do el papel de espec­ta­do­ra, como si for­ma­se par­te del públi­co, con­tem­plan­do lo que acon­te­ce entre su sobrino y su huésped.

En los valo­res téc­ni­cos de pro­duc­ción se des­ta­ca el mag­ní­fi­co jue­go de luces de Mar­tin Sirois como así tam­bién el dise­ño de soni­do de Jes­se Ash que se aso­cian armo­nio­sa­men­te al con­te­ni­do dra­má­ti­co de la pieza.

En resu­men: he aquí una obra audaz y muy bien cons­trui­da don­de nadie per­ma­ne­ce indiferente.

Demen­cia Senil

THE FATHER. Gran Bre­ta­ña-Fran­cia, 2020. Un film de Flo­rian Zeller. 97 minutos.

Habien­do sido elo­gia­do como escri­tor, Flo­rian Zeller tam­bién ha logra­do gran éxi­to como dra­ma­tur­go; así su obra The Truth (2017) obtu­vo el pre­mio Oli­vier como mejor come­dia, pero pre­via­men­te The Father (2012) ha sido aplau­di­da al expo­ner con gran luci­dez un dra­ma psi­co­ló­gi­co sobre la demen­cia senil. Es pre­ci­sa­men­te esta pie­za la que su autor deci­dió tras­la­dar­la al cine. Ubi­cán­do­se por pri­me­ra vez detrás de la cáma­ra, Zeller obtie­ne un ópti­mo resul­ta­do; eso es debi­do a su habi­li­dad de haber logra­do que el film ocul­te par­cial­men­te su ori­gen tea­tral y ade­más por­que con­tó con las excep­cio­na­les actua­cio­nes de Anthony Hop­kins y Oli­via Colman.

Anthony Hop­kins

El muy buen guión pre­pa­ra­do por el rea­li­za­dor jun­ta­men­te con el renom­bra­do dra­ma­tur­go bri­tá­ni­co Chris­topher Ham­pton, intro­du­ce en las pri­me­ras imá­ge­nes al octo­ge­na­rio Anthony (Hop­kins) en su piso lon­di­nen­se; a tra­vés de su ros­tro y mira­da deno­ta haber per­di­do la memo­ria por lo que nece­si­ta del cui­da­do de alguien que lo atien­da. Al ser visi­ta­do por su devo­ta hija Anne (Col­man), ella se mues­tra frus­tra­da por­que las per­so­nas emplea­das para cui­dar­lo deja­ron de hacer­lo debi­do a su difí­cil carác­ter como enfer­mo. De allí que a pesar de su insis­ten­cia de que él pue­de mane­jar­se por sí mis­mo, su hija ha con­tra­ta­do a Lau­ra (Imo­gen Poots) una nue­va enfer­me­ra, don­de en prin­ci­pio pare­ce que todo podrá mar­char bien. Asi­mis­mo, Anne le hace saber que ella se muda­rá a París con su pare­ja y que ven­drá a visi­tar­lo duran­te los fines de sema­na; de allí la impor­tan­cia de que en su ausen­cia, él sea debi­da­men­te super­vi­sa­do por Laura.

Este dra­ma se dis­tin­gue de otros que el cine ha tra­ta­do sobre el mis­mo tópi­co en la medi­da que en su mayor par­te enfo­ca la visión de lo que acon­te­ce en la men­te del anciano. Tenien­do en cuen­ta los pro­ble­mas de Anthony en su per­cep­ción del tiem­po y del espa­cio así como en su pér­di­da par­cial de las habi­li­da­des cog­ni­ti­vas, la tra­ma cede espa­cio a un ver­da­de­ro cru­ci­gra­ma psi­co­ló­gi­co ya que no se pue­de afir­mar si lo que él avi­zo­ra es real o pro­duc­to de su ima­gi­na­ción. Pre­ci­sa­men­te en esa ambi­güe­dad resi­de uno de los aspec­tos más cau­ti­van­tes de esta his­to­ria a fin de que el espec­ta­dor lo dilu­ci­de por sí mismo.

Lo impor­tan­te de este film es el de per­mi­tir que uno se sumer­ja en la psi­quis del afec­ta­do y pue­da cabal­men­te cap­tar su des­orien­ta­ción así como la deso­la­ción que lo inva­de. La carac­te­ri­za­ción que Hop­kins efec­túa de Anthony es abso­lu­ta­men­te fas­ci­nan­te; si bien a lo lar­go de su fruc­tí­fe­ra carre­ra él ha logra­do mara­vi­llar al públi­co, aquí se supera a sí mis­mo como el ati­bo­rra­do y vul­ne­ra­ble padre que con inusi­ta­do rea­lis­mo va atra­ve­san­do por dife­ren­tes esta­dos emo­cio­na­les has­ta cul­mi­nar en una anto­ló­gi­ca esce­na final.

Aun­que Col­man ya ha dado sobra­das mues­tras de su cali­dad de intér­pre­te, aquí nue­va­men­te reafir­ma sus con­di­cio­nes como la que­ri­da hija que a tra­vés de su expre­sión facial no pue­de ocul­tar su pena al com­pro­bar cómo su pro­ge­ni­tor va per­dien­do sus facul­ta­des men­ta­les; la total auten­ti­ci­dad con que ella se apro­pia de su per­so­na­je moti­va a que la audien­cia olvi­de que está con­tem­plan­do a una actriz. En pape­les de apo­yo ade­más de Poots igual­men­te se des­ta­can Rufus Sewell, Oli­via Williams y Mark Gatiss

Como un per­so­na­je invi­si­ble del film es la acer­ta­da músi­ca del com­po­si­tor ita­liano Ludo­vi­co Einau­di quien a tra­vés de la ban­da sono­ra inclu­ye dos her­mo­sos temas del arte líri­co; uno de los mis­mos es el aria Cas­ta Diva de la ópe­ra Nor­ma de Belli­ni y el otro es Je crois enten­dre enco­re de la ópe­ra Les Pécheurs de Per­les de Geor­ges Bizet.

Sin recu­rrir a gol­pes bajos, Zeller ofre­ce un impe­ca­ble a la vez que angus­tio­so cua­dro expo­nien­do cómo un ser humano pue­de desin­te­grar­se cuan­do su luci­dez va des­apa­re­cien­do. Con su impe­ca­ble pues­ta escé­ni­ca, este film cons­ti­tu­ye un exce­len­te ante­ce­den­te para el novel cineasta.

Por sus indis­cu­ti­bles méri­tos, The Father ha sido nomi­na­do por la Aca­de­mia de Holly­wood para los pre­mios Oscar 2021 en varias cate­go­rías: mejor film, mejor actor (Hop­kins), mejor actriz de repar­to (Col­man), mejor guión adap­ta­do (Zeller y Ham­pton), mejor edi­ción (Yor­gos Lam­pri­nos) y mejor dise­ño de pro­duc­ción (Peter Fran­cis y Cathy Feathers­to­ne). Jor­ge Gutman

Enfren­tan­do la Tec­no­lo­gía Digital

EFFA­CER L’HIS­TO­RI­QUE. Fran­cia-Bél­gi­ca, 2020. Un film escri­to y dir­gi­do por Benoît Delé­pi­ne y Gus­ta­ve Ker­vern. 110 minutos

El desa­fío enfren­ta­do por tres per­so­nas de media­na edad per­te­ne­cien­tes a las gene­ra­cio­nes pre­ce­den­tes a la de la era digi­tal es enfo­ca­do por los direc­to­res Benoît Delé­pi­ne y Gus­ta­ve Ker­vern en esta come­dia que adop­tan­do el tono del absur­do nun­ca ter­mi­na de cuajar.

Corin­ne Masiero

La acción se desa­rro­lla en los subur­bios de una ciu­dad pro­vin­cial de Fran­cia don­de uno de los per­so­na­jes es Marie (Blan­che Gar­din), una mujer adic­ta a la bebi­da que se halla aban­do­na­da por su mari­do y su hijo de 15 años (Lucas Mondher). Su ruti­na se ve alte­ra­da cuan­do un chan­ta­jis­ta (Vin­cent Lacos­te) que la fil­mó en una com­pro­me­te­do­ra rela­ción sexual le exi­ge una impor­tan­te suma de dine­ro a fin de que el video no lle­gue a difun­dir­se a tra­vés de la red; es así que ella está urgi­da en hallar una vía para impe­dir­lo, sobre todo para que su vás­ta­go no lle­gue a ente­rar­se del inci­den­te. Otro de los per­so­na­jes es Ber­trand (Denis Podaly­dès), un hom­bre viu­do y vecino de Marie, cuya máxi­ma preo­cu­pa­ción es que su hija ado­les­cen­te (Cle­men­ti­ne Pey­ri­cot) no siga sien­do víc­ti­ma del aco­so ciber­né­ti­co; eso lo impul­sa a bus­car una solu­ción para pro­te­ger­la. Final­men­te está Chris­ti­ne (Corin­ne Masie­ro), otra veci­na de la zona que es con­duc­to­ra de taxi Uber y está alie­na­da por su adic­ción a las series tele­vi­si­vas, lo que le pro­du­ce un bajo rating en la eva­lua­ción de sus clien­tes y final­men­te es des­pe­di­da por su emplea­dor. De allí en más, los tres veci­nos se unen a fin de empren­der una gue­rra con­tra los gigan­tes de la tec­no­lo­gía, pre­vio con­tac­to con un hac­ker que se auto­de­no­mi­na “Dios” (Bou­li Lanners).

Si bien en su pri­me­ra mitad el film ofre­ce algu­nos gags acep­ta­bles, las situa­cio­nes absur­das que se van suce­dien­do no se tra­du­cen en una sáti­ra que logre impac­tar; eso se debe en par­te a una narra­ción super­fi­cial uni­do a que sus per­so­na­jes, bor­dean­do la cari­ca­tu­ra, no alcan­zan a crear una empa­tía en su inten­to de no seguir some­ti­dos a la escla­vi­tud de la tec­no­lo­gía digi­tal. No obs­tan­te la pre­sen­cia de bue­nos acto­res, la pre­mi­sa de este rela­to se malo­gra por el ende­ble guión ori­gi­nan­do un des­lu­ci­do sit­com tele­vi­si­vo. Jor­ge Gutman

La Tra­di­ción Oral de África

LA NUIT DES ROIS / NIGHT OF THE KINGS. Cos­ta de Mar­fil-Fran­cia-Cana­dá-Sene­gal, /2020. Un film escri­to y diri­gi­do por Phi­lip­pe Lacȏ­te. 93 minu­tos. 

Este ori­gi­nal film sumer­ge al espec­ta­dor en algu­nos aspec­tos de las cos­tum­bres impe­ran­tes en Cos­ta de Mar­fil. El direc­tor y guio­nis­ta Phi­lip­pe Lacȏ­te cen­tra­li­za la acción en MACA, el cen­tro peni­ten­cia­rio más gran­de del país y que según uno de sus per­so­na­jes es la úni­ca cár­cel del mun­do gober­na­da por sus pri­sio­ne­ros. En esta his­to­ria don­de los guar­dia­nes sola­men­te se limi­tan a cus­to­diar, es Bar­be Noi­re (Ste­ve Tient­cheu) el “supre­mo jefe” encar­ce­la­do que diri­ge la pri­sión; debi­do al dete­rio­ro de su salud, su auto­ri­dad es dispu­tada por el con­vic­to Lass (Abdul Karim Kona­te) quien apo­ya­do por sus com­pin­ches aspi­ra a ocu­par su puesto.

Baka­ri Koné

Para seguir man­te­nien­do su car­go Bar­be Noi­re renue­va la tra­di­ción oral afri­ca­na median­te un ritual que con­sis­te en obli­gar a un pri­sio­ne­ro a con­tar una his­to­ria duran­te el trans­cur­so de una noche; es así que Roman (Baka­ri Koné), un joven car­te­ris­ta recién ingre­sa­do a la pri­sión, se con­vier­te en el cuen­tis­ta que como Sche­re­za­de ‑la famo­sa prin­ce­sa de Las Mil y Una Noches- para evi­tar que lo maten se ve for­za­do a ima­gi­nar un rela­to que debe­rá durar des­de las horas noc­tur­nas has­ta el amanecer

La nove­la que el con­vic­to narra se refie­re a un acon­te­ci­mien­to real­men­te acon­te­ci­do con Zama King; él es el joven jefe de una ban­da cri­mi­nal de los barrios des­fa­vo­re­ci­dos de Abid­ján que cuan­do deja de ser popu­lar es bru­tal­men­te lin­cha­do y ase­si­na­do. A tra­vés del rela­to la his­to­ria de Roman va adqui­rien­do un aura mági­ca; así, los pri­sio­ne­ros comien­zan a actuar de mane­ra impro­vi­sa­da dan­do vida a los per­so­na­jes del cuen­to quie­nes con sus con­tor­sio­nes, movi­mien­tos, bai­les y can­tos a cape­lla gene­ran una visión poé­ti­ca e ilu­mi­na­do­ra que embe­lle­ce a esta ima­gi­na­ti­va fábu­la don­de la reali­dad se entre­mez­cla con la fan­ta­sía. Jor­ge Gutman

Un Con­tem­pla­ti­vo Documental

NOT­TURNO. Ita­lia-Fran­cia-Ale­ma­nia, 2020. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Gian­fran­co Rosi. 100 minu­tos. Dis­po­ni­ble en la pla­ta­for­ma digital.tiff.net

Des­pués de haber obte­ni­do en 2016 el Oso de Oro en el fes­ti­val de Ber­lín con Fuo­coam­ma­re con­si­de­ran­do la situa­ción de deses­pe­ra­dos migran­tes del nor­te de Áfri­ca que tra­tan de lle­gar a la isla de Lam­pe­du­sa en pro­cu­ra de liber­tad, Gian­fran­co Rosi retor­na con Not­turno (Ita­lia-Fran­cia-Ale­ma­nia); en este docu­men­tal roda­do en las fron­te­ras de Iraq, Siria, Kur­dis­tán y El Líbano duran­te un perío­do de 3 años, el rea­li­za­dor inten­ta refle­jar los dife­ren­tes sen­ti­mien­tos de la gen­te que vive y sufre el horror de los con­flic­tos béli­cos que azo­tan a esa región.

Una esce­na del docu­men­tal NOTTURNO

Elu­dien­do la narra­ción en off, el tra­ta­mien­to emplea­do con­sis­te en pre­sen­tar una serie de viñe­tas sin men­cio­nar espe­cí­fi­ca­men­te el lugar don­de trans­cu­rre; entre otras esce­nas se pue­de obser­var a madres que llo­ran por la muer­te de sus hijos ase­si­na­dos, un pes­ca­dor nave­gan­do con su bote mien­tras resue­nan los estruen­dos de bom­bar­deos, dos jine­tes galo­pan­do a tra­vés de calles semi­va­cías, un can­tan­te calle­je­ro ves­ti­do por su mujer antes de dejar su hogar can­tan­do para Allah, así como un huér­fano ado­les­cen­te que se gana la vida como asis­ten­te de caza­do­res fur­ti­vos. Si bien todo ello está expues­to en bellí­si­mas imá­ge­nes, el direc­tor no ofre­ce expli­ca­ción algu­na dejan­do que el públi­co extrai­ga sus pro­pias conclusiones.

En ese con­tex­to exis­ten dos espe­cia­les momen­tos que pro­veen con­si­de­ra­ble emo­ción. Uno de ellos trans­cu­rre en un hos­pi­tal psi­quiá­tri­co don­de sus pacien­tes ensa­yan una obra escri­ta por un doc­tor con temas vin­cu­la­dos a los pro­ble­mas que afli­gen a la región. Más impor­tan­te aún es con­tem­plar a niños que habien­do sufri­do la vio­len­cia del ISIS expre­san sus emo­cio­nes a tra­vés de sus dibujos.

Glo­bal­men­te ana­li­za­do, el direc­tor ha rea­li­za­do un film con­tem­pla­ti­vo cap­tan­do la vida coti­dia­na en ese difi­cul­to­so lugar del mun­do; aun­que esa ilus­tra­ción care­ce de la enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca nece­sa­ria para gra­vi­tar con mayor inten­si­dad, de todos modos el tra­ba­jo de Rosi es loa­ble ofre­cien­do un docu­men­tal bien fil­ma­do que des­pier­ta inte­rés y que por lo tan­to ame­ri­ta su visión.  Jor­ge Gutman