La Hija Perdida

THE LOST DAUGH­TER. Esta­dos Uni­dos-Gre­cia, 2021. Un film escri­to y diri­gi­do por Mag­gie Gyllenhaal. 121 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Net­flix a par­tir del 31 de diciembre

En su debut como rea­li­za­do­ra la talen­to­sa actriz Mag­gie Gyllenhaal deci­dió tras­la­dar a la pan­ta­lla la nove­la de Ele­na Ferran­te La Figlia oscu­ra de 2006 cuyo tema cen­tral es el de la maternidad.

Oli­via Colman

En la adap­ta­ción efec­tua­da por Gyllenhaal se sigue las tri­bu­la­cio­nes de una mujer en dos momen­tos de su vida. En el pre­sen­te se obser­va a Leda (Oli­via Col­man), una mujer de 48 años pro­fe­so­ra de lite­ra­tu­ra en la Uni­ver­si­dad de Cam­brid­ge en Mas­sa­chu­setts, que se encuen­tra de vaca­cio­nes en una isla grie­ga; ella está ins­ta­la­da en una caso­na cuyo pro­pie­ta­rio (Ed Harris), es un afa­ble ame­ri­cano que vive allí des­de hace tiem­po. Pron­to se habrá de saber que Leda tie­ne dos hijas, Blan­ca de 25 años y Martha de 23, con las que guar­da cier­ta distancia.

Dis­pues­ta a gozar de la pla­ya, su tran­qui­li­dad se ve alte­ra­da con la lle­ga­da de una bulli­cio­sa fami­lia neo­yor­ki­na; eso le per­mi­te obser­var a Nina (Dako­ta John­son), una de sus inte­gran­tes, lidian­do con su inquie­ta y tra­vie­sa hiji­ta Ele­na. Cuan­do la niña repen­ti­na­men­te des­apa­re­ce pro­vo­can­do la angus­tia de su madre, Leda logra encon­trar­la y antes de devol­ver­la a sus padres guar­da con­si­go la muñe­ca de Elena.

El víncu­lo que sur­ge entre las dos muje­res, en gran par­te debi­do al com­por­ta­mien­to de Nina hacia su hija, moti­va a que Leda recuer­de su pasa­do con res­pec­to al tra­ta­mien­to que ella adop­tó con sus pro­pias hijas cuan­do eran peque­ñas. Median­te flas­backs se ve a la joven Leda (Jes­sie Buc­kley), casa­da y madre de dos niñas a las que prác­ti­ca­men­te no lle­ga a tole­rar­las; prio­ri­zan­do fun­da­men­tal­men­te su carre­ra aca­dé­mi­ca no tie­ne repa­ros en dejar su hogar y fami­lia con tal de cum­plir con sus metas de mujer inte­lec­tual e inde­pen­dien­te; en ese inter­ín lle­ga­rá a cono­cer en un con­gre­so al cate­drá­ti­co pro­fe­sor Hardy (Peter Sars­gard) a quien res­pe­ta y admira.

Vol­vien­do al pre­sen­te, se apre­cia cómo esos recuer­dos comien­zan a des­es­ta­bi­li­zar a esta enig­má­ti­ca mujer que gra­dual­men­te va adop­tan­do un com­por­ta­mien­to absur­da­men­te extra­ño bor­dean­do con la psicopatía.

Quien no haya leí­do la nove­la de Ferran­te, le será difí­cil lle­gar a com­pren­der la acti­tud ambi­gua de Leda; no hay nada que pue­da jus­ti­fi­car el haber ocul­ta­do la muñe­ca a la que Ele­na esta­ba ape­ga­da, en tan­to que su fami­lia tra­ta esfor­za­da­men­te de hallar­la; menos cla­ro es el flir­teo que man­tie­ne con un joven can­ti­ne­ro de la pla­ya (Paul Mes­cal). A ello se agre­ga una esce­na com­ple­ta­men­te banal en la que ella acu­de a una sala de cine.

A tra­vés del rela­to Leda no es juz­ga­da ni como bue­na ni mala madre, como tam­po­co pare­ce que a tra­vés de sus recuer­dos emer­ja un sen­ti­mien­to de cul­pa o arre­pen­ti­mien­to por el aban­dono de sus hijas; de allí que resul­te difí­cil com­pe­ne­trar­se con este per­so­na­je. En últi­ma ins­tan­cia, este thri­ller psi­co­ló­gi­co resal­ta la difi­cul­tad de una mujer en con­ci­liar la mater­ni­dad con el ejer­ci­cio de una pro­fe­sión que la man­ten­ga exi­to­sa y libre de cual­quier pre­jui­cio sexista.

Los méri­tos del film no des­can­san en su tra­ma sino en la esme­ra­da pues­ta escé­ni­ca de la novel rea­li­za­do­ra, la bri­llan­te actua­ción de Col­man así como el remar­ca­ble desem­pe­ño de Buc­kley. Jor­ge Gutman