Una Céle­bre Escritora

EMILY. Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2022. Un film escri­to y diri­gi­do por Fran­ces O’Connor. 130 minutos.

Emily Bron­te ha sido la poe­ti­sa bri­tá­ni­ca que logró su fama gra­cias a la exce­len­te nove­la Wuthe­ring Heights (Cum­bres Borras­co­sas) escri­ta en 1847 un año antes de su tem­pra­na muer­te. Si bien tan­to su vida como la de sus her­ma­nas han sido con­si­de­ra­das por el cine, la actriz Fran­ces O’Connor en su debut como rea­li­za­do­ra y guio­nis­ta deci­dió enca­rar a la céle­bre escri­to­ra en un rela­to bio­grá­fi­co de fic­ción con­si­de­ra­ble­men­te ale­ja­do de la realidad.

Emma Mac­key

La his­to­ria comien­za cuan­do Emily (Emma Mac­key) se halla pró­xi­ma a morir de tubercu­losis; su her­ma­na Char­lot­te (Ale­xan­dra Dow­ling) que le hace com­pa­ñía le pre­gun­ta con cier­ta ani­mo­si­dad cómo escri­bió la famo­sa nove­la a lo que Emily le res­pon­de que tomó su plu­ma y vol­có su con­te­ni­do al papel. De allí en más a tra­vés de flash­backs se pasa revis­ta a la eta­pa juve­nil de su existencia.

Vivien­do en una parro­quia de Yorkshi­re Emily, que sien­te enor­me­men­te la ausen­cia de su madre falle­ci­da, inte­gra el gru­po fami­liar con sus her­ma­nas Char­lot­te, Anne (Ame­lia Gething), su her­mano Bran­well (Fionn Whi­tehead) y su ecle­siás­ti­co padre Patrick (Adrian Dunbar).

Aun­que reser­va­da, repri­mi­da y soli­ta­ria, esta chi­ca carac­te­ri­za­da por su vívi­da ima­gi­na­ción man­tie­ne una ambi­gua rela­ción impreg­na­da de afec­to, riva­li­dad y celos con Char­lot­te, una muy bue­na con­vi­ven­cia con Anne y un ínti­mo lazo fra­ter­nal con su dile­tan­te her­mano. Es pre­ci­sa­men­te él quien en prin­ci­pio ayu­da­rá a reani­mar­la al exis­tir una evi­den­te afi­ni­dad inte­lec­tual; lamen­ta­ble­men­te Bran­well no pue­de desa­rro­llar su talen­to como debie­ra al no lograr sus­traer­se de su incli­na­ción hacia el alcohol y el opio.

Reac­cio­nan­do fren­te al medio machis­ta impe­ran­te con algu­nos actos de rebel­día, Emily comien­za a desa­rro­llar su apti­tud lite­ra­ria escri­bien­do en hojas de papel lo que en el futu­ro deven­drá su obra cumbre.

Ade­más de su her­mano, otra per­so­na que gra­vi­ta­rá en la vida de Emily es el apues­to cura William Weigh­man (Oli­ver Jack­son-Cohen) quien lle­ga a la parro­quia como asis­ten­te de su padre y a la vez es su ins­truc­tor de fran­cés. Si bien en un comien­zo la rela­ción entre ambos dis­ta de ser armo­nio­sa, pron­ta­men­te se des­ata­rá un tórri­do víncu­lo pasio­nal; el ilí­ci­to affai­re con el joven vica­rio abar­ca una impor­tan­te par­te del rela­to y si bien nada indi­ca que en la reali­dad Emily haya man­te­ni­do ese víncu­lo, la rea­li­za­do­ra lo incor­po­ra ins­pi­rán­do­se en Cathe­ri­ne Earnshaw y Heath­cliff, los per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos de Cum­bres Borras­co­sas. El des­en­la­ce de la his­to­ria, cier­ta­men­te pre­vi­si­ble, hará que la heroí­na de esta his­to­ria sea encum­bra­da con la publi­ca­ción de su nove­la y que su padre lle­gue a reco­no­cer en ella su lite­ra­ria lucidez.

Si bien en un rela­to basa­do en un per­so­na­je real es admi­si­ble cier­ta licen­cia, el dis­cu­ti­ble guión de la rea­li­za­do­ra se ale­ja dema­sia­do de lo que la nove­lis­ta atra­ve­só en su vida, sin cap­tar cabal­men­te su pro­fun­da emo­ción huma­na; así a pesar de que Mac­key brin­da una muy expre­si­va com­po­si­ción de Emily, no resul­ta fácil empa­ti­zar con su per­so­na­li­dad y algo simi­lar acon­te­ce con los per­so­na­jes carac­te­ri­za­dos por el res­to del idó­neo elen­co. Aun­que la pues­ta escé­ni­ca de O’Connor resul­te ade­cua­da, el film ado­le­ce de un irre­gu­lar rit­mo gene­ra­do por cier­tas secuen­cias que se alar­gan innecesariamente.

Las obje­cio­nes apun­ta­das son ate­nua­das por sus logra­dos efec­tos visua­les. A la pon­de­ra­ble repro­duc­ción de épo­ca mer­ced al dise­ño de pro­duc­ción de Ste­ve Sum­mers­gill, es asi­mis­mo impor­tan­te des­ta­car la exce­len­te foto­gra­fía de Nanu Segal, refle­jan­do los deso­la­dos pára­mos de Yorkshi­re como así tam­bién los cam­bios cli­má­ti­cos de la zona con sus inten­sas llu­vias e inso­len­tes vien­tos que en cier­to modo se aso­cian con la melan­co­lía de Emily. Jor­ge Gutman